miércoles, 24 de septiembre de 2008

"Marxa de torxes"

Sucedió en Gerona el 10 de septiembre de 2008, vigilia de la Diada.

No, no es la santa compaña, la estantigua -la hueste antigua- precedida de un esqueleto que alumbra la siniestra comitiva con un apuracabos a modo de bujía, deambulando espectral por caminos y encrucijadas, envuelta en la niebla mientras el viento ulula en las copas de los árboles que se inclinan con un extraño rumor leñoso, vegetal.
No, insistimos, no es la santa compaña ni cubren sus cabezas con puntiagudos capirotes. Empuña cada uno de los componentes de esa bizarra cuerda, ni de presos, ni de penitentes, una antorcha de trémulas llamas acariciadas por la brisa nocturna.

Pasea Tolerancio por la judería gerundense al caer la noche. Es una delicia. Callejeando por el "call" evoca, en un rapto de fantasía desbocada, una Praga imaginaria, inexistente, la Praga anterior a la Praga gótica que conoce y ha visitado con los relatos de Meyrink en el macuto.
Procedente del Correo Viejo pone rumbo a la Catedral. Pretende pasar de largo ante la impresionante escalinata que asciende al templo y tras el arco que emboca la Bajada del Rey Martín el Humano, doblar a la derecha hacia los Baños Árabes.
A la altura de la casa-museo de Isaac el Ciego vislumbra en lontananza un extraño y trémulo fulgor. Detiene el paso. Le sobresalta una lejana hilera luminosa. Contiene el aliento. Intuye un peligro vago, inconcreto. A su derecha se abre y asciende, estrecha y oblicua, la escalera de La Pera y Tolerancio gana los primeros peldaños. Recupera el aliento. Pega su espalda al muro de piedra como un ladrón al rebozo de las sombras que pretende despistar a los alguaciles. Poco a poco asoma la nariz. El fantasmagórico desfile avanza hacia él y amenaza con arrollarle. Tolerancio sube los peldaños de dos en dos.
La gruesa mole de piedra de la Pía Almoina le hace perder la perspectiva y esa suerte de silentes flagelantes, o lo que quiera que sean, desaparecen de su campo visual. Tolerancio respira aliviado y completa el ascenso hasta ganar el atrio catedralicio. Desde tan singular atalaya contempla al fin el panorama y la inopinada escena. Un cartel pegado a una papelera le ayuda a desentrañar el misterio.

Es la 2ª marcha nocturna de antorchas, "marxa de torxes", que organizan varias entidades separatistas subvencionadas por el gobierno del sonderkommando Montilla, natural de Iznájar, provincia de Córdoba, englobadas en la PDD, "Plataforma pel Pret a Decidir", que transcurre por el casco antiguo de Gerona en la vigilia de la llamada "Diada nacional de Cataluña". El texto del cartel anuncia que los organizadores obsequiarán a los niños, "la mainada", con un regalo conmemorativo. El amor a la patria debe cultivarse con chucherías desde la cuna.

El cartel cita textualmente la expresión "vigilia" y comprende Tolerancio al punto que el nacionalismo se dota de una liturgia, de una estética ritualizada, religiosa… que nace, pues, una religión de corte pagano. Siempre tuvo esa dimensión, pero era secundaria, folclórica… ahora, en cambio, se escenifica sin disimulo, se teatraliza, se consolida y deviene su expresión fundamental. Es una intuición… pero eso es lo que en ese instante percibe nítidamente y un escalofrío sacude su médula espinal, las arañas del miedo caminan por sus ojos y punzantes descargas de bajo voltaje, como picotazos, agrian el sabor de la saliva que traga. Y piensa, a pesar de las dispares dimensiones, en los desfiles nazis que ha visto en los documentales, en la grandilocuencia wagneriana de aquellos festivales crepusculares y sobrecogedores. La apisonadora inicia la marcha.

Desde la catedral se divisa el check-point… -delante de la Audiencia Provincial-… o escenario del que parte la comitiva. Una tarima donde, sin duda, ha tenido lugar un parlamento… -el sermón, la dimensión homilética de la religión pagana-… la encendida arenga a los participantes a la que Tolerancio no ha podido asistir. Tarima flanqueada de banderas con la estrella solitaria. La misma que cuelga de algunas balconadas de la ciudad, no demasiadas pero más numerosas que la oficial.

No puede disimular una expresión de sorpresa ante semejante espectáculo. Unas docenas de personas observan plácidamente sentadas en la escalinata de la catedral,90peldaños contados uno por uno,la función que se representa en la plazoleta. Un espectador intuye, adivina en las facciones de Tolerancio una mueca que sutilmente denota perplejidad, disidencia, discrepancia. Cauto, a media voz y en catalán, le dice:

-No es más que una fantasmada. En el fondo juegan a ser "manaies" porque no les basta con una procesión anual.

Los "manaies" integran una centuria que desfila por Gerona en Semana Santa disfrazados de romanos, con sus estandartes, cascos y relucientes corazas. Completan un recorrido nocturno por la ciudad y regresan al punto de partida ascendiendo parsimoniosamente la escalinata de la catedral picando el suelo con el astil de la lanza. Es una representación sobria, una de esas procesiones de romanos que se celebran en Cataluña y en otros lugares de España.

-Me dan miedo.- Confiesa Tolerancio.

Su interlocutor, divertido, se encoge de hombros.

Tolerancio desciende hasta la plazoleta casi desierta. La comitiva ha partido hace unos minutos y en el check-point sólo quedan unos cuantos voluntarios nacionalistas atareados en desmontar el escenario y cargar los bártulos en una furgoneta.

Tolerancio enciende un pitillo y tras un breve trecho a pie toma asiento en un banco de los jardines primorosamente cuidados que dan al Paseo Arqueológico. Una de sus fantasías recurrentes es que acierta una quiniela millonaria y que se retira a vivir de las rentas a una casita de piedra y madera en un pueblecito en la montaña, donde vive con sus peluches y con un perrito, un gatito y un burrito en el establo. Frente a una de las ventanas hay un árbol frondoso donde vive una familia de ardillitas, que son sus amigas. Es un sueño ilusorio, pueril, pero actúa de manera balsámica para distraerle de sus preocupaciones. Intenta recrear ese edénico escenario, pero esa noche, esa "vigilia", no puede… su fantasía arde prendida por las antorchas del desfile nacionalista, nocturno, nazificante.

Hay juegos que es mejor no jugarlos, se sienta nostalgia o no de la procesión de los "manaies" o de cualquier otro sarao. Asumido que un nacionalismo identitario como el catalanista es un registro más en la amplia casuística de la imbecilidad humana, y que uno está acostumbrado, qué remedio, a convivir con alguna de sus manifestaciones, intimida empero la perspectiva cualitativamente distinta que se perfila en el horizonte cuando un grupo de personas… ¿50, 100?... adultas ya, con la mili hecha y con pelos en las pelotas, es capaz de darse un paseo nocturno empuñando una antorcha encendida, a cara descubierta, sin que en absoluto les importe hacer el ridículo de ese modo o que les reconozcan sus vecinos protagonizando tamaña patochada. Esas personas, no es ninguna broma, han supeditado la razón a otras configuraciones regresivas de la inteligencia humana. Sus antorchas, dicen, iluminan el camino pero… también queman herejes en autos de fe y por supuesto ellos deciden quién es el hereje.

A cada paso que da ese desfile fanático y absurdo siente Tolerancio que un abismo insondable se abre a sus pies.

1.-Recomendamos: dar una vueltecita por Gerona en el simpático trenecito turístico llamado "En Gerió".
2.-PS.- ¿Alguien puede prestarle a Tolerancio un millón de euros, por fa? Se compromete a devolverlo en cómodos plazos. Se preguntarán: ¿Para qué precisa tan bonita suma ese pinchaúvas?... Si le echan un vistazo a la contraportada del diario "El Mundo", 23/09/08, sabrán por qué.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

La Diada según Tolerancio


Mucho se ha debatido acerca de la Diada estos últimos días, debate que se repite anualmente. Como en aquella película en que Bill Murray despierta una y otra vez el mismo día y le suceden las mismas cosas. Una marmota y la bellísima Andie McDowell andan implicadas en el asunto.

Se repiten las mismas escenas: abucheos e insultos a las delegaciones que acuden a depositar su ofrenda floral ante la estatua de Rafael Casanova. Quema impune de banderas españolas, gritos a favor de la independencia, de ETA, pasividad de los mossos d’esquadra… todo conforme al gusto y guión habituales del separatismo tronado y alienígena. Sorprende que los radicales congregados en el lugar, que se desahogan de lo lindo berreando como posesos, llamen botiflers o espanyols incluso a los componentes de las comitivas, nada más y nada menos, de CiU y de ERC… ¿Qué lindezas no le dirían a este humilde no nacionalista si supieran de él y le arrinconaran en un callejón?
Asombra por otro lado que los nacionalistas rabiosos, los energúmenos apostados ante el monumento, no premien con aplausos y vítores a Montilla, que no siendo de los suyos, hace más por la causa que muchos de sus correligionarios. Lo que demuestra la ingratitud del papel de tropa auxiliar. Nunca se reconocen suficientemente los servicios a esos oteadores sioux o apache que lleva en avanzadilla el Séptimo de Caballería de Michigan, ataviados con casaca azul pero con su tradicional tocado de plumas. Los sonderkommando podrán ser tolerados, agasajados, pero nunca admitidos en la familia.

Nunca agradeceremos bastante la necesaria labor pedagógica que con motivo del 11-S lleva a cabo Ciudadanos desde hace un par de años a pesar de sus limitados medios y del silencio hostil del entorno.
Siempre nos dijeron que la gente de amplitud de miras, de espíritu crítico, tirando a rebelde y contestataria, acude a los mitos para desmitificarlos, como acude con bravura al quite el toro de lidia. Rebufando y embistiendo con todo. Salvo, cómo no, en Cataluña, donde la progresía, ésa gente que se jacta de transitar otros caminos, de rehuir los tópicos y los lugares comunes, se cuadra ante mitos y símbolos y todo el refrito patrio cocinado durante el tardo-romanticismo decimonónico, más vigente en casa que en ningún otro lugar del planeta, dando un disciplinado taconazo, ar, como lo haría un apolillado visigodo, lanza en ristre, ante la tumba de don Pelayo.

Esta bitácora no pretende contender en el campo del historicismo… Ciudadanos ya lo hace muy cumplidamente aunque sin la deseable proyección pública por causa del consabido discurso oficial de esa Cataluña en viaje astral permanente, extrañada de la realidad a causa de la clase política dominante, de los medios de comunicación públicos y semi-públicos o intervenidos y del tejido asociativo subvencionado, sin olvidar la voluntariosa colaboración escapista de patronales y sindicatos aborígenes.
Cuesta mil sudores romper el cerco del silencio y llegar a más gente, soñar con introducir un atisbo de duda racional en tantas cocorotas blindadas, impermeables, anestesiadas por tanta y tan sistemática tergiversación y propaganda en una suerte de fatal hipnosis colectiva.

Una vez mostrada la versión más fiable, alternativa a la oficial, ya saben, que la guerra fue de Sucesión, que no de Secesión… -que algunos confunden con la guerra civil americana entre unionistas y confederados-… que austracistas y borbónicos se topaban por todas partes, también en Cataluña, y que Casanova no murió en el sitio de Barcelona, sino que herido puso pies en polvorosa y murió mucho años más tarde, de viejecito, postrado en su lecho tras obtener el perdón real… toca afrontar sin más demora la fase más delicada: la desmitificación o desacralización simbólica y ritual de tan señalada efemérides que es, presumiblemente, de difícil ejecución, pues acarreará la iracunda reacción del establishment catalanista… una reacción rayana en la vesania homicida que procurará el empalamiento en plaza pública de los provocadores iconoclastas en caso de ser interceptados.

Conviene, pues, proceder de manera resuelta, con campechanía y desparpajo, sin complejos, para confundir al rival, dejándolo sin aliento, mermando su capacidad de reacción, que será la mejor forma de salvar el pellejo aprovechando la inacción o parálisis connatural al shock infligido.

Para explicar el formato de Diada que propone Tolerancio, hay que efectuar unas consideraciones previas que serán a su vez los ingredientes que, en su justa medida combinados, darán con la mezcla definitiva:

-Un latiguillo que a mano tienen los creadores escénicos para explicar sus eruditas obras al gran público y que goza de gran predicamento es la llamada versión o revisión moderna de un mito o de un clásico. Consiste en trasladar a otra época, a menudo la del autor que versiona, el núcleo argumental de una obra clásica, modificando atrezzo, vestuario, decorados, situaciones, pero respetando aproximadamente el desenlace y las densas relaciones entre personajes.
-Una actividad lúdica que funciona de un tiempo a esta parte y que goza del rango de actividad cultural de interés turístico es la actualización del pasado mediante ferias medievales con gran profusión de tenderetes de artesanía o recreación de batallas famosas, siendo de las más nombradas una que se celebra en Galicia -no recordamos la localidad- que, con la excusa de un documentado ataque vikingo, aprovechan lugareños y visitantes para agarrar un tablón de campeonato. Son propuestas llamadas participativas pues pretenden que la gente se implique activamente en la celebración del acto conmemorado.

-No hay mejor gancho para atraer al personal que el fútbol, el deporte rey, si exceptuamos los concursos de miss camiseta mojada.

Ya tenemos los ingredientes. Ahora solo falta agitar la coctelera y… voilà.

-Se alquila un pabellón deportivo por unas horas, omitiendo con tiento y pillería la verdadera finalidad del acto.
-El día anterior aparece insertado en la prensa un anuncio convocando al heterodoxo evento: hora, lugar y sucinta descripción de las características del mismo. Cuña radiofónica y algo de cartelería distribuida por la calle, en lugares autorizados, desde luego, para evitar multas por incivismo.
-El público llega a las instalaciones y toma asiento, auxiliado y acomodado si es preciso por voluntarios y servicio de seguridad. Preferible un pabellón cerrado con graderío para, mínimo, 300 o 400 espectadores. Hay que asegurar el lleno tal y como merece tan alta ocasión. También se acreditarán unos cuantos medios por curiosidad, o morbo si lo prefieren, para dar cobertura informativa de una Diada que se presume distinta a las demás.
-Los participantes llegan al punto de reunión en carrozas. Como suena, en carrozas tiradas por caballos, con su cochero en el traspontín y atuendo dieciochesco. Participantes que son los contendientes porque…
-… en efecto, la revisión de la Diada según Tolerancio consiste en un partido de fútbol sala o fútbol-7 entre dos equipos, el de los borbones y el de los austrias. Una cámara de TV inmortalizará el momento en que los jugadores, con casacas y pelucas, camisas de puñetas primorosamente bordadas, pero en calzón corto y con zapatillas deportivas, pondrán pie en el estribo para descender de los carruajes y saltar al terreno de juego que se transmutará en palenque, en campo del honor, en acelerador de partículas retrospectivas donde se rescribirá la historia.
-Los contendientes se retiran al vestuario y la espera es amenizada por bellas cortesanas con la cara empolvada y miriñaques bailando un minué en medio de la pista a modo de animadoras de época rococó.
-Al cabo de unos minutos ambos equipos saltan al terreno de juego acompañados del trío arbitral. No hay evento deportivo sin confraternización de los adversarios, de modo que austrias y borbones, a ambos lados del colegiado*, también con peluca y casaca, pero negra, para diferenciarse de los jugadores de campo, forman en el centro de la cancha a la espera de oír el himno en garrida y marcial actitud, tripa adentro, mentón erguido.
Cada equipo cuenta con un gastador que enarbola la correspondiente bandera dinástica: por un lado, el águila bicéfala de los Habsburgo y por otro, la flor de lis de la casa de Borbón.
-Suena el redoble de un tambor. Se hace el silencio. Los focos iluminan a los protagonistas del evento… en el graderío se palpa la muda expectación… los jugadores se enlazan de la cintura de un extremo a otro de la fila y a través del hilo musical estallan al fin los compases de… Paquito chocolatero. El público se arranca espontáneamente y corea las simpáticas notas del pasodoble.
-Las asistencias sanitarias evacuan a toda prisa a un espectador fulminado por un ataque cardíaco. Se trata de un informador de incógnito destacado por los nacionalistas para levantar acta del obsceno sacrilegio. El pobre no pudo resistir la abominable representación.
-Tras el himno, el árbitro da el pitido inicial y comienza el partido. Ambos equipos evolucionan para obtener el mayor número de goles y llevarse el gato al agua. Los jugadores exhibirán su nombre a la espalda para facilitar la conveniente identificación a los espectadores que de este modo jalearán a sus ídolos o reprocharán, a sus autores, los torpes lances del juego.

De tal suerte que los austracistas podrían disponer sobre el terreno una alineación compuesta por el duque de Medina de Rioseco y conde de Melgar, Rafael Casanova, el Archiduque Carlos, el landgrave Jorge de Darmstadt, el mariscal Starhemberg, como estratega y centrocampista que distribuye juego, el general Moragas por la banda y Manuel Desvalls, Villarroel o Nebot en punta, con Antich Saladrich y Antonio de Berenguer en el banquillo a la espera de una oportunidad. Y los borbones presentar batalla con el duque de Pópuli bajo palos, los mariscales Berwick y Tessé en defensa, el duque de Vendôme o los notarios felipistas José de Marimón y Juan de Alós Ferrer en el centro del campo para enlazar con los arietes Francisco Ametller o Sabater de Copons, conde de Benavent.

Si el partido acaba en empate, se juega prórroga y, si fuera preciso, se tiran penaltis. Si la victoria cae del lado borbónico, la cosa queda como está, pero si la balanza se inclina del lado de los austrias se modifica la historia como en el 1984 de Orwell mediante las oportunas correcciones en los libros de texto. Y así de un año para otro. Mudanza que no es un grave problema en el fondo, pues al fin y al cabo las editoriales cambian sus ediciones de curso en curso, aunque solo sea el color de la cubierta o la ilustración de la página 147 para que los alumnos no puedan utilizar las anteriores.
La perfomance tiene su qué... pero no hay huevos. Ni Boadella.


* Tolerancio se reserva el papel de árbitro en esta mascarada pues uno de sus sueños incumplidos es pitar un partido de fútbol aplicando errónea e injustamente el reglamento, a caso hecho, para provocar las iras del respetable y abandonar el terreno de juego protegido por la fuerza pública.


viernes, 12 de septiembre de 2008

Imbecilidad demoscópica


Tolerancio ha seguido día a día, durante el verano, una serie de encuestas que ha publicado el diario El Mundo para dar fe de la opinión de la ciudadanía sobre diferentes asuntos de gran relevancia y trascendencia. Esa suerte de radiografía sociológica ha abordado apartados como la aceptación de la monarquía, la percepción de la crisis económica, la inmigración, o, el que más le ha interesado, dado su radical jacobinismo, dedicado a las autonomías y que apareció en la edición del día 4 de agosto.

El titular, con gran riqueza tipográfica, destaca: El 50% cree que dan problemas (las autonomías, claro) y rompen España.

La encuesta consta de media docena de preguntas con sus respuestas porcentuales ilustradas con un quesito dividido en magnitudes correspondientes a los sí, no y ns/nc de rigor. Todas las respuestas son diseccionadas por sexo, grupo de edad y recuerdo de voto.

Ninguna de las encuestas, no solo ésta que atañe al affaire autonomías, tiene desperdicio. Aunque en alguna de ellas la opción del autor de esta bitácora coincide con la mayoritaria, sorprende la cantidad de personal dispuesto a responder una pregunta en determinada dirección y rectificar en la siguiente avalando prácticamente la tesis contraria.
El desfase afecta, si acudimos al ítem denominado recuerdo de voto, a todos los partidos sin excepción. Choca la proporción nada desdeñable de encuestados que manifiestan haber votado al partido A, B o C pero que en sus respuestas se identifican con las posiciones que mantienen otros partidos sobre las cuestiones tratadas. Lo que demuestra que la politización de los españoles podrá estar muy acentuada, pero no siempre basada en la asunción de los idearios o programas de los partidos a los que recuerdan haber votado.

Tolerancio deduce dos cosas de semejante baile de porcentajes:

-Una, que un amplio sector de la ciudadanía vota contra y no por, acaso por vagancia o pereza, ahorrándose sesudas meditaciones y un pormenorizado análisis de la situación, y…
-Dos, que la variable estupidez tiene entre los españoles un notabilísimo predicamento.

Ambas deducciones son una licencia, una trampa inocua, pues Tolerancio ya había llegado a esas mismas conclusiones sin necesidad de cotejar los datos que arrojan las encuestas reseñadas.

Como principio general la ciudadanía española, según El Mundo, da por bueno el invento de las autonomías y su funcionamiento, pues un 66’8% responde afirmativamente a la pregunta ¿Cree que el Estado de las Autonomías ha sido positivo para el desarrollo de la sociedad española?, frente al no del 24’6%, grupo del que formaría parte Tolerancio, y al ns/nc del 8’6%.
Ciudadanía que no tiene el menor empacho en admitir a la siguiente pregunta que las autonomías han puesto en peligro la unidad de España con un 50’3%, ahí estaría Tolerancio, frente al 36’9%, repetimos, el 36’9%, nada más y nada menos, que sostiene que han proporcionado, increíble pero cierto, mayor cohesión, entendiendo que un amplísimo sector de la población española ve con buenos ojos o con indiferencia, en definitiva, el desmantelamiento de la unidad nacional… (puesto que muchos creen positivas las autonomías al tiempo que no pocos consideran que suponen una amenaza para la unidad del país)… y, por ende, de la igualdad de derechos civiles y políticos no condicionada por el lugar de nacimiento o residencia.

Pero lo que más le ha asombrado… -y también es una insignificante pillería, pues ya había deducido Tolerancio lo que sigue a través de la mera observación de la realidad-… es que la variable llámese incongruencia, imbecilidad o estupidez superlativas encuentra excepcional acomodo entre los votantes de IU. Esto lo ilustraremos con un dato esclarecedor:

-A la pregunta ¿Es partidario de recuperar para el Estado algunas de las competencias cedidas a las CCAA, de mantener la situación actual o de seguir profundizando en la descentralización?... los votantes de IU son los más reacios a la recuperación de competencias con un 21’9%, llevados a caso del mensaje federalista que dice defender la citada coalición. Muy de cerca le siguen los votantes del PSOE con un 24’8%. Más atrás, y más dignamente, quedan los votantes del PP con un 52’3%... que tampoco es una cifra de ensueño, pues si acudimos a los asientos posteriores vemos que la nadería de un 16’6% de éstos, es decir, casi uno de cada cinco, entre ellos Alicia Sánchez Camacho, suponemos, y la concejala de Palafrugell que aguarda con ansiedad el 11-S para ver la bandera separatista ondeando en la balconada de su ayuntamiento, son partidarios de aumentar la descentralización. Cierto que ese índice desolador se duplica en los casos del PSOE, 35’2%, IU, 32% y otros, 34’1%.

-Pero, curiosamente, los mismos votantes de IU que respaldan con un 78% el funcionamiento de las autonomías, superados en 3 décimas… -78’3%-… por los votantes del PSOE encandilados con las patochadas plurinacionales de ZP, responden mayoritariamente, con un 51’7% frente a un 15’6%, que las autonomías han incrementado las desigualdades económicas y sociales entre territorios. De locos. Trastorno esquizoide, o mejor, bipolar.
Tampoco, atendamos, salen bien parados los votantes del PP, pues un 53’2% afirma que las autonomías han sido positivas para el desarrollo de la sociedad, lo que no impide que luego un 61% mantenga que han potenciado las desigualdades, claro que el igualitarismo, en muchas de sus acepciones, nunca formó parte de su discurso prioritario.

De modo que tenemos un colectivo de personas, votantes de IU, que se define por su cerrada defensa del igualitarismo, o cuando menos ése es el mensaje fundamental que les cae de la boca cada vez que separan los labios, pero que aplaude al mismo tiempo un sistema, el de las autonomías, casi por aclamación… -78%-… que aumenta la desigualdad entre territorios y por ende entre las personas que los habitan, como sostiene el 51’7%. Es decir, que luce un sol deslumbrante pero el cielo está nublado y negro como la panza de un burro. Que lo mismo les da Juana que su hermana.

Por recuerdo de voto, ningún partido se libra de ellos, de su electorado torpe, deficiente. Concedamos que los partidos no pueden discriminar a los más idiotas de entre sus electores, que no les interesa en absoluto, pues casi todos perderían a lo poco el 40% del escrutinio. Darán por bueno que Fulanito o Menganito voten porque tal candidato es de su pueblo o simpatiza con el mismo equipo de fútbol de sus amores o porque se identifica con el look del nº 2 por la circunscripción de Soria.
Contando el censo patrio con una nutrida presencia de idiotas es lógico que éstos se repartan de manera casi homogénea o parecida entre todas las opciones políticas… con una excepción. Habida cuenta de su incoherencia insuperable, son legión o mayoría, sino absoluta, muy cualificada, en las listas de IU… ya saben los del plan IUbarreche, por intermedio del palanganero de Madrazo, o del huevón de Suñé, el bamboche por antonomasia de Torredembarra y de la demarcación provincial de Tarragona.

Pero no perdamos toda esperanza. No son pocos los encuestados que manifiestan, al margen del partido al que votan, su desconfianza creciente hacia el modelo autonómico. De tal suerte que no faltarán parroquianos potenciales a quienes algún día fundemos, directamente, un partido que llamaremos Club Radical Jacobino, con un solo punto en su programa, la supresión de las autonomías y la inhabilitación para desempeñar cargo público de todos los chamarileros de esas camarillas localistas de trincones que han manejado a su antojo partidas presupuestarias, escondiendo sus pillerías detrás de banderines de verbena.




sábado, 6 de septiembre de 2008

40 ablaciones menos


Desde Salt, provincia de Gerona.


Hace unos días anduvo Tolerancio a un tris de reconciliarse con la policía autonómica, la nostra… nuestra porque sus agentes acreditan, sino gran pericia profesional, sí el deseable nivel C de dominio lingüístico. Ahora nos pueden leer nuestros derechos, los que nos queden, en catalán. También nos pueden arrear una paliza de aúpa con sus porras extensibles y kubotanes, aplicarnos electrodos en la lengua o en las pelotas o apagarnos cigarrillos… pero en un catalán impecable que, como todo el mundo sabe, duele menos y deja menos señales en los lacerados cuerpos de los detenidos de la checa de Las Corts. Todo ello supervisado a través de una mirilla por Saura, siempre que haya recogido previamente las caquitas del gato, no sea que la dulce Imma agarre un cabreo del quince.

Y anduvo Tolerancio a un tris de reconciliarse porque la prensa difundió una magnífica noticia que tenía a nuestros heroicos agentes como estelares protagonistas. Han impedido en lo que va de año la friolera de 40 ablaciones clitorianas.
Parece que los responsables del cuerpo han creado una unidad especial para combatir esa lacra. Y los resultados son óptimos: 40 niñas salvadas de esa espeluznante mutilación. La primera reacción es de satisfacción, de alegría, pero… una vez transcurrido un segundo desde el anuncio del titular afloran las dudas y se ensombrece el panorama, como se ensombrecen los campos de trigo bajo los negros nubarrones de la tormenta. Lo primero es darse un pellizco, despertar del embeleso y preguntarse: Pero a ver, pedazo de atún… ¿Quién es el máximo responsable político de los mossos?... Pues Saura, el ecotorturador…
Sentado ese precedente… ¿Qué sentido tiene conferir la menor credibilidad a la rimbombante noticia? ¿Es Saura capaz de gestionar algo más allá de limpiarse el trasero solito o de recoger las caquitas del gato, como confesó en su día muy gráficamente la pija de su señora, doña Imma Mayol de Saura?

La noticia desglosada es así, pizca más o menos: los mossos d’esquadra asignados al operativo patrullan las calles, hacen sus pesquisas, se infiltran en los vecindarios más conflictivos, dicho de otro modo, en aquellos donde se presume, por densidad demográfica de residentes de origen inmigrante de una determinada procedencia, que hay un mayor riesgo de incurrir en semejante práctica de valor intercultural muy relativo, discutido y discutible, pero menos, por ejemplo, que la nación española.
Cuando los agentes detectan un caso posible, futurible, de ablación, por ejemplo el de la pequeña Fátima Babayaro, oriunda de Mali, que se efectuaría en su país de origen con la excusa de las vacaciones, lo impiden poniendo sus presunciones en conocimiento de un juzgado. Basándose en esas presunciones el juez, preventivamente, deniega el viaje a la familia y ya hemos evitado una ablación.
Nos lo cuentan así y nos lo creemos. Quizá porque no tenemos tiempo suficiente para meditar sobre este asunto que, o nos importa un pito, que no es el caso de Tolerancio, o porque incurrimos en una angélica y enternecedora credulidad o, simplemente, porque llevamos tan sobrecargada nuestra agenda de preocupaciones que no podemos hacer sitio a una más… pero la construcción argumental es disparatada y no se sostiene por ningún lado.

Tolerancio carece de un conocimiento exacto del aberrante proceso llamado ablación clitoriana, pero algo se figura de su mecánica, logística y ejecución. Y las preguntas se suceden en cascada:

-¿Por qué las ablaciones deben practicarse obligatoriamente en determinados países? ¿Es que requieren un instrumental específico del que solo dispone la tecnología autóctona de dichos lugares? ¿Es que alguna ley establece que esa manipulación se ha de efectuar necesariamente en unas muy concretas coordenadas terrestres?... Esas preguntas ya han sido respondidas en otras ocasiones y… ¡ha colado!... Nos dicen que aquí no se practica porque es delito. ¡Claro, es por eso!... Ahora bien, también es delito matar, robar, falsificar expedientes académicos a lo De Juana Chaos… y se hace.
Es decir, en España también se delinque, aunque no lo crean. Podemos encontrar en la crónica negra de nuestro país a tipos que acuchillan a sus víctimas 200 veces, que las despiezan a hachazos y se comen los sesos salteados con habitas baby regadas con un tinto excelente de la Rioja alavesa, pero de ablaciones, ni hablar… porque es delito. Es verdad… ¿Cómo no se nos había ocurrido antes?

-Consecuencia de lo anterior es… ¿Para practicar una ablación hay que desplazarse por narices hasta Mali, Nigeria, Sudán o Senegal? ¿Es que regalan los billetes aéreos o los descuentos por volar en familia abaratan el importe considerablemente? Uno comprende que para determinadas intervenciones quirúrgicas, personas de gran solvencia económica viajen hasta Nueva York, Tokio o Vancouver porque en esos lugares trabajan unos médicos que son la bomba en su especialidad.
La ablación, siendo repugnante, tanto que ni siquiera Tolerancio es capaz de reconstruir mentalmente en su integridad el proceso ni para redactar esta bitácora, y cuando lo intenta desecha esa idea, incluso cierra y aprieta los ojos como para no ver la imagen que intuye porque lo intuido le remueve las tripas, no requiere de un quirófano impoluto ni de un instrumental muy sofisticado. Tampoco quienes la ejecutan han estudiado Medicina con el doctor Vilches, el de Hospital Central, acaso sí con Morín, el de las clínicas Ginemedex o Enfermería con De Juana Chaos.
Nos dicen que las familias abonadas a esa tradición, o lo que quiera que sea tamaña salvajada, por razones de procedencia y por sus desempeños profesionales aquí, son gente de ingresos escasos. En conclusión, si los ablacionistas, por así decir, se ven forzados a viajar a sus países de origen para cumplir el sangriento y mutilador ritual será porque les sobra la pasta y, francamente, no lo creemos. La contradicción es evidente: o son pobres y no les llega para alquilar una bici o les sobra la pasta para adquirir media docena de billetes aéreos, ida y vuelta… pero no ambas cosas a la vez.

-Por otro lado… ¿Cómo están tan seguros que van a perpetrar efectivamente una ablación o 40... ni 39 ni 41… 40, una vez aterrizados en Tombuctú o en Tambacunda? ¿Es que pasan el chivatazo a la unidad de mossos desde una casita de adobe de un poblado batusi? ¿Tienen confidentes en las aldehuelas selváticas del río Zambeze? ¿O han infiltrado agentes entre camelleros, aguadores o recoge-boñigas de la tribu que transmiten informes periódicamente vía satélite a Joan Saura… -que también recoge boñigas, pero de gato, estableciéndose pues entre Saura y los recoge-boñigas cierta conexión profesional-… advirtiendo de los lugares exactos donde se ejecutará la carnicería? ¿Es que los agentes de incógnito han asistido a los siniestros preparativos y han descubierto entre las herramientas del matarife una cuchilla con una etiqueta que dice: para la ablación de Fátima Babayaro que vive en Bañolas, provincia de Gerona, con sus papás, sus hermanitos y su gatito Sultán?

-¿Cómo saben que se iban a cometer 40 ablaciones? ¿Lo han confesado los padres? ¿Han sido detenidos y tras admitirlo les han retirado la patria potestad de las niñas?... No han detenido a nadie. Es casi como decir que gracias al hecho de patrullar la calle, los mossos, con su mera presencia física, han impedido 5.000 atracos a sucursales bancarias y 380 apuñalamientos.

Así lo justificaría un portavoz policial en una rueda de prensa:

Portavoz.- Hemos impedido 5.000 atracos.
Periodista de prensa no intervenida.- ¿Por qué esa cifra tan redonda?
Portavoz.- Porque se han producido 114 y no 5.114.
Periodista de prensa n.i.- ¿Qué le hace pensar que se fueran a producir en realidad 5.114 y que la presencia física de los mossos en la calle ha sido el factor disuasorio?
Portavoz.- ¿Y qué le hace pensar que NO se fueran a producir? Tampoco hay pruebas de ello. ¿Cómo sabe usted que ese anciano que da de comer a las palomas miguitas de pan sentado en un banco frente a una agencia bancaria no estaba pensando en atracarla… solo que la presencia de una patrulla a pie de los mossos le ha disuadido de sus criminales proyectos?
Periodista de prensa n.i.- Pero por esa misma razón en lugar de evitar 5.000 podría decir usted, a beneficio de inventario, que han impedido 14.700 atracos.
Portavoz (pensativo).- Tiene usted razón… en mi próxima comparecencia diré que hemos evitado no 40 sino 850 ablaciones clitorianas.

Nos dirán que los islamistas radicales, camellos al menudeo de hachís, grifotas, puteros y confidentes de la policía, son capaces de diseñar y perpetrar el atentado más complejo y más mortífero cometido jamás en España, en Europa, casi 200 muertos y más de 1.500 heridos, pero no de agarrar entre cuatro adultos, incluidos sus padres, a una niña indefensa, aunque se defienda pataleando, meterla en un coche, adormecerla con un sedante, llevarla a un piso, a un garaje y rebanarle el clítoris con una Gillette… por ejemplo en Salt, provincia de Gerona. No más de 20 minutos y asunto zanjado. Con no llevarla nunca a un ginecólogo que descubra el estropicio…
¿Pero qué nos están contando?

Nadie duda del gran empeño profesional de los mossos, que rivalizan con el Mossad israelí por ocupar el primer puesto en el ranking internacional de eficacias policiales, pero sí de sus responsables políticos. Y no lo decimos por el transparente affaire Vilaró, que salpica lo mismo al Ayuntamiento que a la Generalidad, ni por la incesante e infructuosa búsqueda del gourmet suizo por los alrededores del Bulli, el restaurante de Ferran Adrià que deconstruye lo mismo una tortilla de patatas que un monosílabo y que se apunta a la construcción gastronómica nacional de Cataluña porque se le ha pasado el hervor de la sesera, cuando llevaba el andoba una semana en su casa tan ricamente localizado por la INTERPOL.

Pero eso de las ablaciones no es ninguna broma. Y Tolerancio no se traga ese guiso indigesto. El día que reconozcan que también se practican aquí muchos se llevarán las manos a la cabeza… ¿Cómo es posible… si éste es un país civilizado?... Para no causar desvelos ni traumas a la Cataluña bienpensante, echaremos mano de la banderita que por igual aparece en las tartas de las pastelerías como, en solitario, en las balconadas de los ayuntamientos para tapar lo mismo las comisiones al 3 o al 20% por licitación de obra pública que esa repulsiva mutilación que es la ablación clitoriana.



lunes, 1 de septiembre de 2008

"Los del Río", artistas comprometidos


La figura del artista comprometido es un invento del agente estalinista Willi Munzenberg allá por los años 30 del pasado siglo. Su proyecto consistió en tejer redes de intelectuales y artistas bienintencionados que con sus declaraciones crearan en Occidente corriente de opinión favorable a los postulados de la política soviética. Las premisas eran abogar a todas horas por la paz mundial, criticar despiadadamente las injusticias y contradicciones de las democracias europeas y de la decadente sociedad burguesa y construir los llamados frentes populares en diversas naciones que paulatina y hábilmente habrían de ser intervenidos por las diferentes organizaciones comunistas coordinadas desde Moscú por la Komintern. Este proyecto, una obra de ingeniería política no superada hasta la fecha, aparece minuciosamente descrito en el ensayo de Stephen Koch titulado El fin de la inocencia.

Desde entonces los hay que no dejan de dar la brasa con el compromiso de intelectuales y artistas. Por alguna razón el compromiso de dicho colectivo goza de un estatuto especial de bondad suprema, de ejemplaridad, que el resto de mortales debe seguir a pies juntilla salvo que quieran exponerse a ser execrados con ignominiosos adjetivos. En conclusión, el compromiso de un artista con la paz o la conservación del ecosistema es más comprometido que el de un taxista o un fontanero con la manutención de su familia.

¿Con qué debe comprometerse un artista para ganarse el respeto y la admiración de la prensa y de la pastoreada opinión pública? Aunque esta pregunta no tenga una respuesta del todo clara e indiscutible, disponemos de algunas pistas. Debe comprometerse en primer lugar con la crítica sistemática a la política exterior norteamericana. Precepto de obligado cumplimiento.
Cierto que algunas actuaciones de la primera potencia mundial son censurables, pero también lo son otras muchas que rara vez cosechan desaprobación alguna. Que los americanos cometen desafueros es cierto, pero Europa o la ONU, por inacción en muchas ocasiones, tampoco son un espejo donde uno habría de mirarse salvo que quiera obtener una imagen deformada, por fea y grotesca.
No es preciso remontarse muchos años atrás para recordar el bochorno, que en absoluto incomodó a los artistas comprometidos, causado por la UE durante la crisis y guerra de los Balcanes o la reciente inhibición de la ONU respecto a las atrocidades consentidas -o cometidas directamente- por la dictadura sudanesa en Darfur con matanzas espeluznantes que han costado la vida a decenas de miles de civiles desarmados. Una escabechina horrenda.

A todas horas cantantes, actores, artistas en general, entonan loas a la paz. Su ejemplo es verdaderamente conmovedor. Nos sorprende y admira la capacidad volumétrica de sus amplísimos corazones para abrigar tantos y tan buenos y sinceros deseos en beneficio de la humanal estirpe. Su filantropía enternecedora nos anima a continuar la senda marcada y a mejorar como personas día a día.
Allí estaban, como unos bravos, en primera línea de fuego, a la cabecera de la manifestación por la guerra de Irak, protestando por los vertidos tóxicos del Prestige, jaleando luego al gobierno ZP por la llamada negociación con la banda terrorista ETA, compadeciéndose por la huelga de hambre de De Juana Chaos, que estaba en los huesos el pobre por la falta de alimento y por los tórridos revolcones que le daba su esbelta novia, o tapizando con una alfombra de pétalos de rosas blancas el suelo por donde pisaban Otegui y la siniestra abogadesa Goiricelaya, de mirada oblicua y atravesada.

Nuestros comprometidos artistas han tenido más ocasiones para salir a la calle y tirar del carro de esa ciudadanía a veces un pelín adormilada, que remolonea a la hora tomar las calles y lanzar al mundo hermosas consignas, una ciudadanía demasiado embelesada en sus propios asuntos, burdamente materiales, propensa a la vida muelle y comodona. Pero no lo han hecho.
Se les ha pasado una ocasión inmejorable para reivindicar la paz en el mundo con motivo de la guerra relámpago en Georgia. Cierto que el desenlace del conflicto ha sido tan rápido que no ha dado tiempo ni a coordinar los comités que organizan las manifas, ni siquiera a pintar las pancartas ni a izar las coloristas banderas del arco iris o la tan socorrida del misil inscrito en un círculo de prohibición.
Y es que el oso ruso se ha comportado como un auténtico rodillo de fuego aéreo y artillero que no ha dado pie a decir ni mu, distraídos como andábamos con los edificantes trucos del régimen chino explayándose a sus anchas ante el mundo con motivo de las Olimpiadas de Pekín, bendecidas, entre babas, por el senil marqués de Samaranch.

Ese compromiso de quita y pon con la paz, según qué ejército o régimen dispare los misiles cebados con bombas de racimo, da que pensar a los más desconfiados que el verdadero compromiso de los Bardem, Trueba, Alberto Sanjuán, Luis Tosar, Willy Toledo y otros no es con la paz, en sentido estricto, sino con La Paz, Bolivia, como metonimia que vale, para entendernos, por la América indigenista, por Venezuela, Cuba… la América antinorteamericana de los Chávez, Morales, Ortega, heredera del socialismo real por oposición a las democracias formales temporalmente vencedoras de la Guerra Fría tras la demolición a mazazos del muro de Berlín… muro que tantos añoran, sobre todo en Occidente. Vale aquí, pues, La Paz como valdría Caracas, La Habana, la cueva donde se esconde Bin Laden o Teherán, aunque cuelguen de una grúa a los homosexuales como si fueran oscilantes sacos de patatas.

¡Y es que tantos intelectuales y artistas españoles lo pasaron tan mal durante los años de plomo del despiadado régimen aznarista… que nos inspiran lástima por sus penurias y desvalimiento!... Recordemos a Bosé que dijo no ha mucho tiempo que fue implacablemente perseguido por el anterior gobierno del PP aún a pesar de dirigir un programa musical en TVE 1 llamado El Séptimo de Caballería y por el que se embolsó una pasta. O Ana Belén, que ingresó la nadería de cien millones de pesetas por protagonizar un anuncio de promoción turística de la comunidad de Madrid en manos de la derechona que según Federico Luppi, el veterano y concienciado actor hispanoargentino, requiere un cordón sanitario para librar a los mortales de sus contaminantes efluvios. O a Almodóvar, metido con su hermano en pingües negocios inmobiliarios durante el boom del ladrillazo, que denunció a calzón quitado, en TV, las intentonas golpistas del PP.

Ejemplos que demuestran que por mucho que la derecha bobalicona, es decir, la derecha en su conjunto, quiera congraciarse con la intelectualidad progre, aún a golpe de talonario, y con los fondos de todos, claro, y aún subvencionando a los cineastas que le escupen a la cara, jamás ganará esas voluntades tan pero que tan comprometidas con las más nobles causas que uno pueda imaginar.

Tolerancio no pudo evitar sonreírse a desgana ante unas declaraciones del actor Alberto Sanjuán, uno de los corifeos más destacados de la comprometida claca de actores que, en respuesta a una pregunta del lector de un periódico, ¿Por qué no te manifiestas por la guerra de Afganistán?... con un contingente de tropas españolas nada desdeñable… confesaba, con una caradura a prueba de bombas, que también él se lo preguntaba.
Se le acumula el trabajo al pobre, tanto como cuando memoriza un guión, porque mientras da con la respuesta adecuada para el conflicto en Afganistán nos sobresalta a todos, mira tú por dónde, la guerra de Georgia.
Obviamente al mentado actor, tan atareado en dar con la respuesta a la anterior pregunta, no se le ha visto estos días encabezando manifestación alguna o concentrado ante embajada o consulado para protestar por dicha contienda, ocupado en nuevos rodajes o en una feroz contienda, pero gastronómica, con las cascarujas de camarones y centollos y atizándose una cervecita helada en un chiringuito a pie de playa.

Qué buen tándem formaría este cómico concienciado y comprometido con un Oliver Lameculos Stone, cámara al hombro, buscando, al servicio de Hugo Chávez, a Ingrid Betancurt por la selva colombiana.

El suyo, eso queda claro, es un compromiso revisable y no siempre argumentado. Le asaltan demasiadas dudas y preguntas: Aún no sé por qué no me he manifestado por tal o cual guerra y eso que lo consulto con mi almohada todas las noches. Por eso dicho actor, como otros de parecido pelaje, no puede encarnar con suficientes garantías el genuino modelo de artista comprometido.

Ese honor, esa categoría artística, la comprometida, corresponde al popular dúo Los del Río. Que no ponen ni peros ni pegas y se apuntan a un bombardeo. Lo decimos, aprovechando que acaban de reeditar su éxito más celebrado, La Macarena, porque en su día hicieron campaña a favor del Tratado Europeo que fue sometido en España a referendo, durante la anterior legislatura ZP, antes que en ningún otro país miembro de la Unión, con argumentos de tanto peso como éste: Eso debe de ser una cosa buena, mi “arma”, si lo dicen Chaves y los señores “menistros” que saben más de esas cosas. Arsa que toma y olé, que viva el salero de mi Andalusía, ehhhh, Macarena, a-ááá. La Macarena, que, a mayor abundamiento, fue el himno de la Convención Demócrata estadounidense que también bailó Obama, entonces con menor protagonismo.

Sin hacer preguntas. Sin cuestionarse nada. Que toca Tratado Europeo… pues decimos que sí y de leerla, nanay, que no somos ni unos aguafiestas ni unos estreñidos. Los del Río… ellos sí son el verdadero modelo de artista español comprometido.