martes, 27 de octubre de 2009

Expolio fiscal o... De oficio: catalanista

Se despejaron todas las dudas… quien las tuviera. Al fin sabemos de manera irrebatible en qué consiste el expolio fiscal al que es sometida Cataluña sin miramientos. Sucede que los expoliadores, los inmisericordes autores del expolio, no son quienes nos dijeron, es decir, esos mesetarios violadores y saqueadores, que pastorean cabras en secarrales, sacuden a sus mujeres y cuyos sobacos hieden a chotún… sino los catalanistas pata negra. En efecto, tanto y tan inconmensurable es el amor que profesan a Cataluña que la quieren jibarizar, reducir a escala microscópica para metérsela en el bolsillo a cachitos, monitorizada por secciones cartográficas pero en formato monetario para su más cómodo traslado por asientos y transferencias bancarias a un paraíso fiscal.

Orfeó Català, Ómnium Cultural, Fundación Trias, Fundación Rafael Campalans, Plataforma pro-Seleccions, lo más granado y selecto del régimen, amén de embajadillas de pacotilla con hermanitos (Apel·les el parisién), primos y sobrinos en plantilla diplomática, coches tuneados e informes a porrillo sobre la cefalalgia primaveral de la cacatúa parlanchina pagados a precio de oro. Era esto el expolio fiscal.

Cierto que hay expolios y expolios, y éstos, los expolios reales, duelen menos que los virtuales pues quienes los ejecutan son los nuestros y hay quienes piensan que el robo de un afín, de un familiar, es más soportable que el de un extraño, sobre todo si lo perpetra invocando esas consignas patrióticas que llenan de emociones sublimes nuestras vidas prosaicas embrutecidas por cuestiones tan poco líricas, tan poco épicas, como la cuota mensual de la hipoteca, el tedio existencial o las disfunciones eréctiles a partir de los cuarenta… o como ese pederasta desalmado que viola a su hija pequeña y dice, contando con el silencio cómplice y disculpón de los suyos, que una violación en familia es un acto de amor desmedido, quizá extraviado, pero preferible al estupro de un desconocido que, hábrase visto el indeseable ése, ni siquiera se lava las manos antes de martirizar a la criatura.

Los primeros damnificados del caso Millet-Orfeó Català, los músicos a sueldo de la institución, se reunieron ante portas para entonar El Cant de la senyera. Con tan señalado himno pretendían poner la patria a salvo de los chanchullos ejecutados en nombre de la patria misma, con la patria irredenta como excusa. Patriotismo puro, virginal, para combatir la infección, la desviación patriótica.
Pero ya pueden cantar misa. Y correr a taparse las vergüenzas enarbolando la bandera… que está el pendón lleno de cascarrias, hecho unos zorros. Tantos homenajes le brindan… -y es que una bandera que sirve por igual para los envases de almendras garrapiñadas que venden en quioscos de parques y jardines, que para adornar los servilleteros en algunas cafeterías, acabaría, triste e inevitable destino, para sonarse las narices, limpiarse el trasero y las manos sudadas del engrudo pestilente del latrocinio-… que ya anda sola, la pobre, acartonada y tiesa de barros y manchurrones, camino de la lavandería.

¿Qué sacamos en claro los no nacionalistas de este vergonzoso festín protagonizado por (hampones) catalanistas a costa de Cataluña? Muy sencillo: que está rigurosamente prohibido morir intestado… o Montilla, si la espichas y tienes al menos un par de zapatos en buen estado, se los agencia rebuscando en el ataúd, retorciéndote la esqueletura amojamada, para donárselos a Ómnium Cultural con la sonrisa babosa del ilota pintada en la cara. Ni hablar del peluquín. Que el peluquín también lo factura a beneficio de inventario y algún rendimiento le saca.
No es una coña marinera: la prensa ha desvelado estos días (con motivo de las denuncias de José Domingo, diputado del Grupo Mixto, antes de Ciudadanos, sobre las generosas subvenciones de Monti & cia a Ómnium Cultural) que las administraciones nativas le arreglan las finanzas a las entidades catalanistas con el parné, libre de retenciones, de los difuntos que mueren intestados.
De modo que ningún no nacionalista se duerma, tenga poco o mucho, un reloj de bolsillo de su bisabuelo con cadenita y leontina doradas, una purera de piel o una etiqueta de coleccionista, añada especial, de Anís del Mono y vaya pensando en redactar un testamento, sobre todo si le faltan los herederos naturales, por así decir, contemplados en los supuestos legales al uso.

Ahora se comprende por qué los nacionalistas defienden sus posiciones con ese ímpetu, con esa constancia y determinación. No sólo defienden unas ideas y unos principios, emociones o sentimientos, lo que quiera que sea que tengan dentro del magín o de su atribulado corazón, y que Tolerancio no sabe precisar pues no se maneja en el complejo mundo de la psiquiatría… defienden también, y por encima de todo, un puesto de trabajo, financiado a golpe de talonario, enrocados a muerte en la tupida trama de las asociaciones catalanistas. Y es que el catalanismo crea más trabajo dependiente de los presupuestos que el Plan E. El catalanismo cobra así la traza de un plan quinquenal en una economía planificada.

Tolerancio propone, a quien recoja el guante, el reto de censar cuántas nóminas mensuales pagadas a oficinistas, administrativos en plantilla, etcétera, generan las entidades catalanistas subvencionadas. Una de esas asalariadas es la chica, sin duda, que se pasea por los cibercafés de Pueblo Seco acarreando su carrito al copo de pegatinas de la campaña Oberts al Català descrita en una bitácora anterior. Y claro, tal y como está el panorama económico, y con esos maravillosos brotes verdes en el horizonte, no extraña que los catalanistas defiendan sus ingresos con uñas y dientes y fuercen la máquina con arreglo a otro ítem de las economías planificadas: la política del salto adelante. Es decir, o todo o nada y ahora, o cualquier día de estos se cansan de nosotros y nos cierran el grifo.

Además de una necesaria aunque lejana victoria social y electoral (largo lo fiáis) sobre las compactas huestes del nacionalismo, éste sólo podrá ser parcialmente desactivado… -desactivado en el sentido de apartado de la vida política del país, pues no dejará de existir porque hay algo… un chispazo, una conexión sináptica desarreglada… en el córtex cerebral que nos mantiene anclados a las danzas y las consejas legendarias alrededor del fuego tribal-… cuando desmantelemos su entramado de chiringuitos asociativos. Pues son la correa de transmisión, la burocracia paralela y las agencias empleadoras de cientos de agentes proselitistas en deuda con el régimen. De las subvenciones, de las partidas presupuestarias, obtienen los catalanistas la masa salarial que les permite pagar las facturas, los estudios de los niños, las letras del coche y el viajecito estival a los fiordos escandinavos.

El nacionalismo, que nunca dejará de existir, aun relegado a la alcoba o a inocuas asociaciones culturales, sólo dejará de darnos la brasa a diario, coactivamente, cuando el no nacionalismo pueda plantear con éxito un ERE brutal… -acaso poco a poco, promocionando a unos en detrimento de otros, fomentando rivalidades, o creando, si en alguna ocasión maneja las palancas del poder (aunque suene a ciencia-ficción) un tejido asociativo de sustitución-… a las entidades que hoy viven del momio del erario público... y de los bienes intestados.


PS.- Ilustra esta bitácora un diseño de bandera cuatribarrada, obra de mi amiga Chel, que va como anillo al dedo al catalanismo expoliador.



viernes, 16 de octubre de 2009

comisariado vecinal

Sucedió en Barcelona

Estamos ante una nueva modalidad de control lingüístico: el comisariado de barrio. Figura inspirada en los porteros de fincas vecinales de la Cuba castrista que actúan como soplones de la policía política. El portero, abanicándose con un ejemplar de Granma para combatir el sofocante calor de la isla, sabe a cada paso quién entra o sale y de qué pie cojea cada quisque. En la garita tiene su tercerola con el cargador lleno para defender a tiro limpio cada palmo del glorioso paraíso caribeño de los trabajadores.

El comisario vecinal no es el agente normalizador de la campaña Oberts al català, figura de la que dimos cuenta en una bitácora anterior, ni los comisarios de la checa político-literaria del ayuntamiento de Sevilla que, con esa gran amplitud de miras, prohíben conferencias sobre el escritor y diplomático Agustín de Foxá por su trayectoria reñida con los presupuestos de la Ley de Desmemoria Histórica… -por lo que, en aras de su coherencia progre-inquisitorial, habrían de vetar, también, charlas sobre Céline, Ezra Pound, Cela, Torrente Ballester, entre otros muchos, o recitales de Víctor Manuel que en sus años mozos dedicó una canción encomiástica al general Franco, sin ir más lejos-… ni siquiera, hablando de Cuba, el comisario propagandista en su versión edulcorada a lo Bosé y Juanes, ni en su versión oficialista a lo Manu Chao, aclamado intérprete que reiteradamente ha manifestado su simpatía por ETA y que actuó días atrás en La Habana para respaldar al régimen sin los vergonzantes escrúpulos de los anteriores… por lo que deducimos que Manu Chao, babeante, se empalmaría observando, a través de una mirilla, a la poli isleña aplicando electrodos en el pito a los disidentes o sumergiéndoles la cabeza en bañeras repletas de excrementos, con arreglo a sus procedimientos habituales.

El comisario vecinal es una figura de nuevo cuño y su misión es fundamentalmente lingüística. Ésta que sigue es una anécdota real y sucedió en Pueblo Seco, cerca del Paralelo, el pasado 7 de octubre. Tolerancio fue la víctima del delirante episodio.

El escenario fue el vestíbulo de la finca de su nuevo domicilio. En efecto, Tolerancio acababa de completar una mudanza. Regresaba ese día de hacer un recado. Abrió la puerta de la calle y vio que, acarreando unas bolsas del supermercado, le pisaba los talones un señor al que otros vecinos presentaron unas fechas antes como expresidente de la comunidad.
El interfecto ha ejercido el cargo durante más de 30 años y un halo de autoridad aún inviste su figura. El tipo luce con orgullo un imponente mostacho blanco con las guías onduladas à la façon de un alabardero de palacio, de un oficial retirado del ejército prusiano.

Tolerancio abre la puerta, le cede el paso y larga un trivial comentario, ¿Qué? ¿Haciendo la compra?... El otro asiente. La conversación ha terminado. Tolerancio se da la vuelta y se dirige a la escalera para iniciar el ascenso a su modesta morada cuando… una voz suena a su espalda…

-Jove… (joven, amable apelativo pues Tolerancio ya cumplió los 40 y peinaría canas… si tuviera pelo). No hay nadie más en el lugar y deduce Tolerancio que se dirigen a él. De modo que se gira solícito armando una sonrisa cordial. Piensa: empecemos con buen pie.

-Dígame.

Y, de sopetón, el expresi le suelta el discurso de bienvenida tras formular… -con el ceño fruncido como por una intriga indomeñable-… una pregunta preliminar:

-Perdoni… Vostè es castellà… o català? (Perdone… ¿Es usted castellano… o catalán?)

Tolerancio encaja la pregunta con fastidio, y por qué no decirlo, con un ligero sobresalto. La respuesta que le acude al bocón, de primeras, es un… ¿Ein?... como de extrañeza, pero no la verbaliza. Se produce un incómodo silencio de un par de segundos.

Tras esa pregunta se esconde un truco avieso de etiquetaje identitario que usan siempre los catalanistas y que ha cuajado a nivel coloquial. La pregunta pretende incomodar a los catalanes castellanohablantes, que son catalanes, pues nadie nacido en Barcelona o en Cornellá pretende ser castellano. La disyuntiva así presentada, A o B, es un modo de corregir, o cuando menos de dirigir, los sentimientos de pertenencia.
Si el encuestado responde que es catalán, al momento… (tienen la pregunta lista en la recámara)… sueltan un Entonces… ¿Por qué habla en castellano? Para esa pregunta la respuesta apropiada es que El castellano es la lengua materna de la mitad de los catalanes, aunque lo mejor sería responder a esa cuestión tan meticona y entrometida con un Hoy hace un día magnífico o con un ¡Qué caras están las verduras!

La pregunta se solapa con otra. Es la verdadera pregunta, la prueba del 9, la que cuenta, oculta tras el biombo de la anterior. Quieren saber qué idioma habla uno o por qué idioma se decanta en el binomio castellano/ catalán, aunque es cosa común hablar ambos. Tolerancio lo comprobó al segundo:

-Què vol dir? (¿Qué quiere decir?).- Pregunta Tolerancio.
-Vull dir… si parles català o castellà (Si hablas catalán o castellano).

La respuesta de Tolerancio, en estructura profunda, fue ¿Y a ti qué lo que yo hable, so merluzo?... pero en superficie apareció:

-Gairebé sempre parlo castellà (Habitualmente hablo en castellano).
-Es que aquí parlem en català (Es que aquí hablamos en catalán).

El aquí de la respuesta se refiere probablemente al nº 31, pongamos por caso, de la calle (llamémosla) Alzina, aunque Tolerancio ya ha tenido ocasión de saludar a otros vecinos y de hablar con algunos de ellos en castellano, incluida una familia procedente de un país sudamericano que no puede precisar.

-Què es una llei d’aquesta escala? (¿Es una ley de esta finca?)

A modo de aclaración sigue todo un discurso entre autobiográfico y pedagógico que contiene los siguientes ítems:

-Yo nací aquí, aunque mis padres son de fuera. Pero claro, en Cataluña hablamos catalán (¿?).
-En esta finca vivimos catalanes de toda la vida (¿?).
-Yo con mi mujer hablo en castellano… ¿Sabe por qué?... Por sus padres, mis suegros… (¿?)… (que ya deben de estar los pobres criando malvas pues el sujeto ronda los 70 años y las probabilidades del enunciado anterior son muy elevadas… por unas razonables expectativas de distancia generacional y de longevidad).

Hay un tira y afloja. El que fuera presi no consigue arrancar el compromiso de lealtad idiomática del nuevo vecino y el tanteo lingüístico se aproxima a las tablas perpetuas Karpov/Kasparov con expresiones del tipo:

-Que cadascú parli el que vulgui (Que cada uno hable lo que quiera).
-I tant, però hem de fer un esforç… (Por supuesto, pero hemos de hacer un esfuerzo…).

No obstante el comisario vecinal aún tiene munición y no da su brazo a torcer:

-I amb la seva dona? (¿Y con su señora?)

También quiere saber, para completar su exhaustiva ficha parapolicial, en qué idioma habla Tolerancio en la intimidad con su señora cuando discuten sobre el color más apropiado para las cortinas o cuando le pellizca el trasero. El comisario ha traspasado la delgada línea roja de la discreción, del buen gusto, del decoro y de la urbanidad.
Tolerancio debe embridar de nuevo su correosa lengua que pugna por dotar de cuerpo material fónico los siguientes pensamientos: ¿Y a ti qué coño te importa, mamarracho, inquisidor de barrio? ¿Te pregunto yo si te dedicas a chupar pollas por los váteres de las estaciones de tren?... pero opta por seguir el juego educadamente:

-Parlem sempre en castellà (Siempre hablamos castellano).
-Sí, ja els he sentit. Però es catalana, oi? (Sí, ya les he escuchado. Pero… ¿Ella es catalana, verdad?)
-De soca-rel (De pura cepa… expresión muy del gusto aborigen).

Para finalizar la entrevista pregunta a Tolerancio cómo se llama:

-Em dic Javier, i vostè? (Me llamo Javier ¿Y usted?... pregunta-florero pues a Tolerancio le importa un bledo cómo se llame el sujeto).

Da su nombre, que Tolerancio no recuerda, y se despide cuando el ascensor reemprende la marcha:

-Adéu Xavi i fins un altre! (¡Adios Xavi y hasta otra!).

Tolerancio, rebautizado, responde, pero el ruido del ascensor apaga su réplica:

-Em dic Javier, no Xavi… Javier! (¡Me llamo Javier, no Xavi… Javier!).

A Tolerancio le queda la duda de si ha vivido una anécdota inocua auspiciada por un voluntario lingüístico jubileta y turuta que acude todos los domingos y fiestas de guardar al aplec (encuentro) sardanista promovido por el casal d’avis (casino de abuelos), que milita en alguna entidad vecinal adscrita a una plataforma subvencionada y que no pierde ocasión de hacer proselitismo lingüístico por las calles y plazas del barrio… o si se perfila en el horizonte una nueva y coordinada fase de presión idiomática diseñada por la nomenclatura catalanista que podría resumirse así:

-“Ya no les dejamos rotular comercios en español, so pena de multazo, estupendo, ni les permitimos escolarizar a sus hijos en esa lengua pútrida y asquerosa para crear de ese modo una falla emocional entre generaciones, magnífico… pero cuando abren la puerta de la calle y entran en el vestíbulo de la finca donde viven, esas cucarachas se sienten a salvo de toda intromisión, como en el juego del parchís, que no puedes perder tu ficha cuando transitas por las casillas coloreadas de la zona de seguridad o como esos fugitivos de persecuciones políticas que franquean la entrada de una embajada extranjera como acogiéndose a sagrado… pues bien, se trata, concertadamente, a través de nuestros simpatizantes y afiliados a pie de calle… de transmitirles incomodidad y presión a domicilio, cuando menos en los espacios comunes de las fincas de vecinos mientras no podamos entrar en sus casas y poner micrófonos para saber en qué idioma cocinan, van al baño o echan un polvo. Hemos de acabar con esa sensación de impunidad lingüística que habilitan las paredes y puertas de sus viviendas. No pueden, no deben sentirse a salvo de nosotros ni cuando duermen: deben sentir nuestro aliento en sus cogotes, sin descanso, de una manera implacable. Que no respiren, que no se sientan libres ni en el salón de su casa. Y así hasta que claudiquen… o revienten y se larguen.

Puede que la referida anécdota no sea más que la celosa y aislada iniciativa de un catalanista senil que va por libre, que pretende transformar su pedacito de Cataluña, calle Alzina nº 31, en un cacicazgo, en una satrapía donde reine la pureza lingüística, de la que es garante y custodio, un precursor concienciado que aspira a que le dediquen una placa conmemorativa cuando la espiche, y por esa posibilidad nos inclinamos… pero no debemos descartar otras, pues barrabasadas más gordas se vieron… o puede que el episodio sea síntoma, anticipo, de una nueva estrategia, aún en su fase experimental o de laboratorio, que trasladaría el control lingüístico en la vía pública, ya no a la expresión escrita de la lengua… (la prohibición de rótulos comerciales y la eliminación de señales e indicaciones en castellano)… sino a la expresión oral e individual: un panorama sombrío que Tolerancio dibujó en dos bitácoras inéditas tituladas Del cero al infinito, redactadas hará un par de años y que desempolvará en cuanto tenga ocasión.




sábado, 10 de octubre de 2009

Diada a toro pasado (II)


4.- Referéndum separatista de Arenys de Munt. Una de las secuelas más interesantes de la Diada 2009 ha sido el referéndum ilegal promovido por el ayuntamiento de Arenys de Munt, aunque formalmente organizado por una entidad local para salvar las apariencias y burlar las resoluciones judiciales.
El ayuntamiento de Arenys está gobernado por una marca electoral de ICV, algo así como EPM o Entesa del Progrés Municipal, es decir, la franquicia municipalista regional, y separatista, cómo no, del partido de Cayo Lara, uno que, eso dice, caza para comer, burdo penseque para justificar su gusto por el escopetazo que te crío… (quizá abatiendo perdices o liebres sublima el interfecto sus deseos de hacer lo propio con pequeñoburgueses y sacerdotes)… como si no tuviera una carnicería cerca de su domicilio para surtir su despensa de proteínas animales, y que, para cerrar plaza, explica al monarca sus planes para traer a España la III República. Quizá, en adelante, para pulir esos planes y en franca y distendida camaradería, se junten ambos, súbdito y soberano, en una montería de esas para freír a tiros osos embalsamados en vodka.
¿Cuál es el error de esta breve digresión político-cinegética? Muy sencillo. ICV, o en su caso EPM, no es la franquicia de IU, sino al revés. IU es la franquicia en el resto de España de ICV, el partido del ecotrasvasador Baltasar y del ecoaeronauta Milá.

Mucho se ha hablado del referéndum de marras. Como era previsible, y a pesar de la prohibición, con Montilla y el PSC (y PSOE) silbando y mirando para otro lado cobardemente, o sea, con arreglo a sus usos y costumbres, se celebró la patochada separatista.
Indudablemente el censo electoral lo obtuvieron los organizadores por altruista cesión del consistorio o de algunos de los partidos afines a la causa. Asunto que interesa a la confidencialidad y custodia de datos relevantes que no pueden acabar, como si tal cosa, en manos de particulares.

La cuestión es que, una vez celebrado, hay que buscar el lado positivo, aunque en el presente caso para verlo, si lo hubiera, se precisaría una lupa de gran aumento. Que el embrollo del referéndum ha sido una mamarrachada en toda regla… evidente. Que ha producido un efecto dominó… se esperaba… y ya se cuentan por docenas los municipios que se apuntan al carro de la réplica plebiscitaria.
¿Dónde diantre reside, pues, el dato positivo?... En la repercusión mediática, sin duda. En adelante sólo un disminuido psíquico profundo podrá sostener que España está más cohesionada que nunca. Quien afirme tal cosa mentirá como un bellaco rebozado en el fango. España no se rompe, repetían algunos a cuento del estatuto catalán, inconstitucional de pe a pa, pero que será, en la mayor parte de su embrollada redacción, avalado miserablemente por el Tribunal Constitucional al lacayuno servicio del gobierno. Pues quizá sí se rompe… y Arenys de Munt es la primera puntada que se descose. Quien no quiera verlo, allá él.

La segunda fase del referéndum fue su obligado complemento inspirado en la connatural patriopedofilia catalanista: una consulta escolar. En efecto, el equipo docente del colegio Sobirans (Soberanos), nombre augural, profético, sito en la misma localidad, sometió a los chicos de 11 años a una actividad docente titulada ¿Crees que Cataluña debería independizarse de España?... sin decir ni mu, por supuesto, de los territorios irredentos ocupados por el estado vecino, pues a la hora de la verdad contra Francia no se juega. En ese punto los catalanistas son como los piratas somalíes, que saben muy bien qué barcos secuestran. Estrategia taimada, ladina, enfocada a los críos, acaso para, a través de ellos, sondear o fichar a los padres.
Es evidente que los chicos a esa edad no tienen un criterio propio, madurado, sobre la independencia de Cataluña o sobre la bondad hipotética de una mayor presión fiscal, y que, sobre esas materias, se limitan a repetir lo que oyen en su casa.
De tal suerte que a partir de los chicos que en ese bochornoso ejercicio prospectivo se manifestaron contrarios a la independencia, 7 entre 18, los profesores colaboracionistas ya pueden elaborar tranquilamente la cara B del censo municipal, es decir, la lista negra de los adultos abstencionistas que no fueron a votar el 13 de septiembre, poniendo en práctica el viejo precepto utilizado por la Gestapo: para saber qué son o qué piensan los padres, pregúntale a sus hijos. Táctica eficacísima que empleó la policía nazi para cazar judíos en los países ocupados: destacaban agentes a las escuelas y los polis… -arriesgada misión-… instaban al profesorado a que ordenara a los alumnos bajarse los pantalones para verles el pitilín. Con una somera inspección ocular detectaban a los chicos circuncidados y a partir de ese valioso dato detenían a los padres. Barato. Fácil.

Para los catalanistas los niños son la piedra angular sobre la que se erige el edificio de la llamada construcción nacional, por eso se impone aislarlos, cuarentena permanente, de virus lingüísticos nocivos. Es una cuestión capital, de vida o muerte, de supervivencia del régimen. Pero también son, criaturas, una valiosa fuente de información para conocer hábitos inconfesados de la población adulta.

En otra bitácora Tolerancio detallará, con grueso trazo, susceptible de mejora, los hitos básicos de un plan, que ha bautizado como plan Sinera, para impedir o dificultar la proliferación de referendos separatistas ilegales y que ofrecerá, totalmente gratis, a cualquier entidad, asociación o partido político interesados en obstaculizar la alegre y cómoda marcha triunfal del separatismo.

5.- Boicot a la cantante Noa. Contratan a la artista israelí para que dé un recital en pro de la paz y la concordia universales… patatín, patatán… El cant dels ocells… durante uno de los actos institucionales de la Diada.
La contratan los mismos que, a renglón seguido, ponen a Noa a caer de un burro por haber cometido la osadía de criticar los métodos de Hamas, los terroristas que, entre otras lindezas, se esconden tras las mujeres y los niños palestinos, y usan varias veces el mismo cadáver de una criatura despachurrada para demostrar a la prensa los trágicos efectos de los ataques israelíes.
Es decir, quienes pagan y luego boicotean a Noa son los mismos y constituyen un ejemplo paradigmático de bipolaridad política.
ICV, principal promotor del boicot a Noa, es una de las siglas que mejor representan la esquizofrenia autóctona. Que no son nacionalistas, pero actúan como tales. Que son pacifistas pero siempre le guiñan el ojo a las bandas que defienden sus postulados a bombazo limpio (siempre que sean de inspiración nacionalista o de extrema izquierda, claro) y a las tiranías que blasonan de antiamericanismo levantisco a lo Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales o Ahmedineyad, el ahorca-gays de la ya plutonizada Persia.

Noa, dicen, pues no conocemos su trayectoria, ha censurando en repetidas ocasiones a las autoridades de su país por otros episodios bélicos. Pero eso no es suficiente para ICV. Más tarde, pero en privado, o eso ha trascendido a la opinión pública, los capitostes ecopacifistas y pro-Hamas del tripartito manifiestan a Noa su simpatía y admiración, asegurándose, eso sí, de que una claca… -una docena de voluntariosos militantes-… exhiban los preceptivos carteles anti-Noa durante su actuación.
¿Pueden ser más idiotas?... No parece posible, pero la especie humana siempre ha demostrado una asombrosa capacidad de superación.

6.- Orfeó Catalá/ Palau de la Música. Este caso de corrupción a gran escala de la sociedad civil catalana (y política: Ángel Colom, CiU) tiene mucha miga porque demuestra una ley de rango superior enunciada por Tolerancio, y antes por otras personas mucho más doctas y ponderadas en su juicio. Y es la siguiente: para ser un buen y respetable catalanista es condición sine qua non trincar dinero público a mansalva.

No queremos decir que la tendencia al latrocinio sea un rasgo estructural de la personalidad colectiva del catalanismo, si la hay, si es dado hablar en esos términos, pero sí que el desmesurado amor al país, una vez cosificado e incorporado como un ítem más al bagaje sentimental e ideológico de todo individuo que padezca un severo cuadro catalanista, habilita la fácil idea, no ya de identidad o pertenencia, sino de propiedad.

Este es el razonamiento básico: amo tanto a mí país y le pertenezco de tal modo, que el país me pertenece a mí también… que somos una y la misma cosa, configurando una suerte de arco voltaico de corriente emotivo-recíproca, como de fusión mística con el terruño. Y, correlato o consecuencia de lo anterior, es… que el país me pertenece, el paisaje con sus ríos, sus árboles, su flora y fauna, esas ardillitas tan esquivas y graciosas, y, cómo no, con los ingresos del paisanaje… con ese porcentaje de los impuestos que pagan mis compatriotas, vía retenciones del IRPF o las que fueren, a pesar del expolio fiscal… -ji, ji, para expolio el que ha diseñado mi menda-... y que me trasvasan en formato de subvenciones los dirigentes de turno.

Cierto que otros individuos metidos en política trincan a manos llenas que es un contento, pero sin necesidad de invocar amores patrios o de ocultar tras la profiláctica mampara de la bandera amada sus turbios tejemanejes. Véase otros casos de corrupción como el affaire Gürtel o Bigotazo que atañe al PP o el caso Filesa u otras componendas más recientes que salpican al PSOE, aunque no sean investigadas con el mismo celo por la Fiscalía.

Pero el latrocinio nacionalista es otra cosa. Menos vulgar, pues se comete en nombre de la patria, con la patria como elevada excusa. Para que otros roben a mi gente, pensaba Félix Millet, les robo yo… al menos el dinero se quedará en el territorio… aunque no siempre, pues el papá de Artur Mas, por ejemplo, trasladaba millones a carretadas a Luxemburgo, o el interfecto, señor Millet, que se costeaba unas vacaciones a todo lujo en la Polinesia y otros destinos exóticos al alcance de muy pocos bolsillos. Además el desfalco, bajo esa óptica nacional, cuenta con la disculpa de un amplio segmento de la sociedad catalana previamente narcotizada con el incesante bombardeo de las toxinas de fidelización aborigen: para que me roben los de Madrid…prefiero a uno de los nuestros.

Lo más chocante de este maloliente asunto donde se ha empozado a sus anchas el catalanismo en su conjunto, no son los más de 100 kilos que Millet donó a una Fundación de CiU, o los 12 milloncejos del ala que le soltó a Ángel Colom para que saldara las deudas contraídas por el partido que fundara en su día, el PI, Partido por la Independencia… -cantidades procedentes de subvenciones públicas, por lo que unos 0’15 €, la parte alícuota o proporcional de la desorbitada suma, fueron retraídos a Tolerancio sin su consentimiento, expolio que avalaría una coordinada petición de reintegro o devolución individualizada de dicha suma en concepto de restitución indemnizatoria a todos los no nacionalistas agraviados-… sino… la entrañable escenificación de los cantores del coro del Orfeó ante la sede de tan venerable institución.

¿Qué pieza, a guisa de simbólica, exculpatoria y lustral protesta, interpretaron los músicos abochornados por la delictiva actuación de sus mandatarios?... ¡El Cant de la senyera!... nada más y nada menos…
¿No han comprendido aún, patrioteros de lírica baba, que El cant de la senyera… con la mano en el pecho y los ojos nublados de lágrimas… es, no el escudo camuflatorio, sino el fundamento precisamente, el motor que impulsó a Millet a agenciarse un chorro de millones a cuenta del lobotomizado personal?

lunes, 5 de octubre de 2009

Diada a toro pasado (I)


Frustrada un año más la originalísima propuesta de Tolerancio para celebrar la Diada del 11 de septiembre… -un partido de fútbol sala entre austracistas y borbónicos con indumentaria de la época y animadoras ataviadas con miriñaques y corpiños-… procederemos a un somero análisis de los episodios más destacados de la edición de este año. Hemos seleccionado media docena que serviremos en dos raciones.

1.- Insospechada irrupción de Belén Esteban. La cutre-star Belén Esteban, ex del torero Jesulín de Ubrique, protagonizó docenas de emisiones televisivas con motivo de los requerimientos a la famosilla del Defensor del Menor de Madrid para que dejara de hablar a todas horas de su hija Andreíta. En efecto, la audiencia se sabe de carrerilla que a la niña le chiflan las croquetas de pollo y las pelis de Disney.
Las malquerencias de Belén Esteban con la familia de su ex, el torero, y la inquina que le tiene la susodicha a una tal Campanario coparon las portadas de los medios dejando la celebración de la Diada, la nostra Diada, en un triste segundo o tercer plano.

A los periodistas de esos programas les chocó que el Defensor del Menor diera, a cuenta de la crianza de la niña, un tirón de orejas a la tal Belén Esteban… -una suerte de diva del peor folletín populachero con el que se anestesia al paisanaje, bastante idiotizado ya de natural-… basándose en denuncias anónimas, unas 7 en total. Modalidad de denuncia escandalosa, ese fue el sentir general, pues no respeta garantía alguna para el acusado.

No saben los periodistas de la prensa rosa, rosa pero que hiede a mil demonios, y alguien debería decírselo, que en Cataluña las denuncias contra los propietarios de establecimientos que rotulan sus comercios en español se fundamentan precisamente en eso, en denuncias anónimas puestas en su tiempo libre… -vaya concepto del ocio que tienen algunos-… por voluntarios de entidades subvencionadas con dinero de todos que hacen la calle, es decir, que se la patean, cuando no las promueven directamente los inspectores de paisano de la policía lingüística de Montilla desplegados por villas y pueblos de Cataluña cual un ejército de insidiosos y voraces mustélidos, libretitas en mano.

Tolerancio quiso enviar uno de esos SMS que aparecen en pantalla mientras los periodistas debaten las andanzas de una tonadillera o de un donjuán en apuros por culpa del bebercio o de las drogas, pero torpe como el sólo con las nuevas tecnologías tardó media hora en componer un triste Hola… De haberse manejado con pericia habría mandado uno que dijera, pizca más o menos:

¿os sorprenden las denuncias anonimas x lo de belen estbn?... pues en catrix las denuncias a comerciantes q rotulan en cast tben son anonim… te qiero, churri.bcn

2.- Insultos a los oferentes ante la estatua de Rafael Casanova. Esta vez los destinatarios de los insultos de los nacionalistas no medicados que montan guardia ante el monumento han sido los dirigentes del tripartito. La tradición establece que los abucheos, insultos y escupitajos son honor reservado a la delegación del PP que, por masoquismo o imbecilidad integral, participan aún en ese aquelarre institucional bastardeado y tergiversado de medio a medio por el separatismo hebefreno-catatónico.
Los pitos no fueron plato de gusto del sonderkommando Montilla y su comitiva y por ello sopesan ahora la posibilidad de modificar el formato de la floral ofrenda para evitar incomodidades. Mira tú qué cosa.
Entre los defensores de una nueva escenografía está, cómo no, Joan Saura, ICV (IU catalanista), el mismo que en ediciones anteriores justificaba las ensordecedoras broncas a la delegación del PP diciendo que los políticos, en particular aquellos que menos conectan con las legítimas aspiraciones del pueblo catalán… -expresión de uso común que incluye lo mismo al trincón de Félix Millet, Orfeó Català, que a un trabajador afectado por un ERE-… deben aguantar el tipo ante las muestras de descontento de los allí reunidos… hasta que le pitaron a él, claro está, en un intolerable ejercicio de contaminación acústica.

Una de las reacciones más sonadas de entre los oferentes vituperados fue la de Durán Lleida, el político aragonés afincado en Cataluña, quien, metido a vocacional agente lingüístico, y gracias a su fino oído, distinguió el idioma utilizado por el público que, eso parece, se expresó mayoritariamente en castellano.
En Durán Lleida, que semanas atrás se dolía, en una entrevista concedida al diario El Mundo, de que sus hijas (no sabemos si gastan el mismo look gótico-adolescente que las niñas de ZP) hablan demasiado en español para su gusto y que le mandan a esparragar cuando les sugiere que empleen el catalán más a menudo… -por lo que deducimos que, si al cumplir los 16 años deciden abortar, no tendrán en cuenta sus paternas recomendaciones-… se une, al bochorno de los insultos, la trágica constatación de que éstos se formularon en la lengua más odiosa que imaginar se pueda.
El motivo de la insoportable distorsión idiomática detectada por Duran Lleida obedeció a la presencia de docenas de trabajadores afectados por el ERE de Nissan que corearon consignas de inspiración laboral, en español, del tipo Más trabajo y menos estatut (por estatuto de autonomía). Protagonismo robado al público habitual de la efemérides: simpatizantes de entidades nacionalistas, es decir, trabajadores del consolidado, aunque nada productivo, sector cuaternario o sector pseudo-funcionarial paralelo y subvencionado a cargo del contribuyente; sector que precisa un ERE pero ya mismo y a lo bestia.
La prensa fue testigo de los gritos cruzados entre trabajadores en paro y catalanistas remunerados a jugoso golpe de talonario, instando los segundos a los primeros a un Treballeu! (¡Trabajad!) que denota la amplitud de miras y acusada sensibilidad social de los catalanistas exaltados con las cuitas y porfías de la clase trabajadora.

3.- Intervención estelar de Joan Laporta, presidente del Barça. La inminente promoción política de Joan Laporta se perfila en el horizonte, va tomando cuerpo. La salvación de Cataluña de todos los males que la aquejan, con semejante elemento al timón de la nave, es, pues, una realidad cercana.
Laporta participó en una manifestación separatista, según declaró, a título individual, para no comprometer la imagen pública de la entidad que preside y que reproduce en su seno, eso dicen, la realidad plural del país. Defensa acérrima de la pluralidad por la que Laporta autorizó una reivindicación catalanista en el Nou Camp presentada por Joel Joan, apaniguado director de la Academia Catalana de Cine, amigo confeso de ETA, lo dijo en un homenaje al suicida Xirinachs, coincidiendo con el descanso de un partido oficial de liga… incidente que no ha sido censurado aún por la Real Federación Española de Fútbol al ceder el club sus instalaciones a un acto marcadamente político… y por la que autorizaría, sin duda, llevado de su loabilísima ecuanimidad, y en aras de esa pluralidad con tanto énfasis pregonada, un acto que abogara, por ejemplo, por el derecho de los padres o tutores legales a elegir lengua oficial en la enseñanza obligatoria.

A título individual es una expresión polivalente, pues da mucho juego, tanto como Xavi Hernández en el centro del campo azulgrana. Lo mismo vale para acudir a una mani sectaria, cuando se representa a una entidad supuestamente plural, que para follarse una gallina. Pero hay cosas que no deben hacerse ni bajo ese título ni bajo ningún otro desde un cargo institucional. Y si no que le pregunten a la gallina requebrada de amores. Como a título individual Berlusconi pellizca culitos que es un contento en sus fiestuquis privadas. Sí, yo quemé el bosque… pero a título individual y no en calidad de presidente de la finca de vecinos del nº 13 de la calle Del suspiro verde. Pues a título individual o colectivo es usted un cabrón del carajo de la vela.

Se rumorea en los mentideros de la putrefacta política del universo Catrix que Laporta podría encabezar, a título individual, la candidatura separatista, Reagrupament.Cat, promovida por Joan Carretero, exconsejero del primer tripartito, y con quien haría migas de las buenas, es cosa segura, atendiendo a que el tal Carretero, con anterioridad alcalde de Puigcerdá, ha estado cobrando durante dos años una millonada como Director de un hospital que todavía no existe. Tal para cual.
Las cantidades devengadas a Carretero por la dirección de la clínica espectral, virtual, fantasmagórica, fueron desveladas por la prensa y no por los espías que contrató Laporta para proteger a sus vicepresidentes, según se desprende de las declaraciones de un esbirro del hiperactivo presidente culé, un hampón apellidado Oliver.

Para cerrar plaza Laporta asumió unas jugosas declaraciones del nuevo presidente de la Federación Catalana de Fútbol realizadas en una conferencia en la muy edificante y docta Universitat Catalana d’Estiu que se celebra cada año en el sur de Francia con gran afluencia de público y unos contenidos que son la envidia del mundo académico en todas sus disciplinas.
Según el mandatario federativo sería buena cosa que se jugara al fútbol en catalán, por lo que cursará circulares a todos los clubes federados para que los entrenadores se dirijan a sus pupilos, en especial a los alevines, conocida la fijación para-pedófila que tienen los catalanistas por los niños, en dicho idioma.
Cierto que los catalanistas obligan a algunos adultos a expresarse en catalán… -a los locutores e invitados de los programas de los medios de comunicación de titularidad pública y a los agentes de los mozos de escuadra al redactar sus informes, so pena de despido o incoación de expediente disciplinario-… pero sienten una predilección especial por las criaturas, como se descubrió meses atrás… Al patí parlem en català… en la escuela Betania de Cornellá.

Estrategia complementada con otras iniciativas para trasladar al fútbol el llamado fet (hecho, rasgo) diferencial català, por lo que se recomendará desde los despachos federativos a los clubes catalanes que sus futbolistas celebren los goles erigiendo un castell (un castillo humano) en el centro del terreno de juego en lugar de levantar los brazos, improvisar bailecitos o mostrar camisetas conmemorativas. Y a los árbitros de las divisiones territoriales en todas sus categorías, competiciones femeninas y transexuales incluidas, a que sancionen con tarjeta amarilla a los jugadores que se dirijan en español a él mismo, a los compañeros de equipo, a los rivales e incluso al público, y con tarjeta roja en caso de reincidencia, reflejando en el acta la incidencia merecedora de un castigo ejemplar con agravante de conducta antideportiva y a corregir con una docena de partidos de suspensión, mínimo… intolerable agresión, hablar en español, infinitamente peor y más punible que un fuerte puntapié en las pelotas.