viernes, 27 de noviembre de 2009

Del cero al diez (II)

Entre una persona que habla despreocupadamente en la calle en español con unos amigos, o en una cafetería, que rotula su comercio en ese idioma, que escolariza a sus hijos en un colegio donde se imparte una enseñanza bilingüe con arreglo al marco constitucional más o menos vigente y acude a un teatro donde se representa un drama clásico de Calderón o Lope, por ejemplo, y esa misma persona, unas décadas después, que es multada por un agente lingüístico de paisano, camuflado entre los viandantes… -(y en caso de reincidencia detenida y trasladada a los calabozos de la Comisaría de Les Corts, a las lúgubres dependencias de la Unidad de Represión de Delitos Identitarios y Lingüísticos, la temible y aún increada URDIL, donde por cierto le aplicarán electrodos en el pito)-… porque al volver una esquina el agente de marras le ha sorprendido canturreando distraídamente en castellano una canción prohibida del repertorio de Bambino o de Luis Aguilé… media un abismo… un abismo tal que parece imposible que suceda algo así. Como una de esas fábulas futuristas tipo Fahrenheit 451. Hay una distancia enorme entre ambos extremos que va del 0 al 10, es decir, del 1 al 9.

Algo cambia, no obstante, cuando el discurso de los gestores de las políticas lingüísticas se fundamenta, ya no en la lengua materna de los escolares, sino en la lengua vehicular en la enseñanza, con arreglo a la extravagante y pseudocientífica geoglosia de la lengua propia de un territorio (concepto, territorio, que incluye arboledas y ardillas). Se pone entonces la piedra angular del edificio: la inmersión lingüística en la escuela, advirtiendo sus promotores que este proceso no tendrá otra repercusión en la vida colectiva que la elevación del nivel académico y cultural de las venideras generaciones sin menoscabo de los derechos civiles, la convivencia o del acceso al mercado de trabajo.

Correlato de la misma en otros ámbitos, y avalado por las más altas instancias de la judicatura, Supremo, Constitucional, es el requisito, que no mérito (también discutible), de conocimiento acreditado de la lengua favorecida para optar al desempeño de un puesto de trabajo en la administración pública. Siempre son ventanilla y funcionariado, laboratorio y cobaya para esas probaturas.
Más adelante la exigencia se externaliza del marco administrativo en una suerte de difusión por ondas y alcanza a quienes, por las características de su trabajo, mantienen contacto directo con clientes o usuarios. Y se completa la andanada de medidas monolingües exigiendo el nivel C al jardinero municipal de Vilacarallots o al albañil de Olot contratado en régimen de interinaje (aunque no necesariamente al presidente de la Generalidad, al entrenador de la selección catalana de fútbol, o a Telma Ortiz, flamante Relaciones Públicas del Ayuntamiento de Barcelona).

Entre quien habla en español, siendo o no bilingüe, con sus amigos, en la calle, en una cafetería, en la cola del teatro y quien será multado por esa misma causa, media un abismo que va del 0 al 10, o mejor, del 1 al 9, pero cuando nos dicen que para escardar en un parterre o regar un macizo de azaleas en tal o cual municipio exigen el nivel C, el asunto lingüístico pasa de ser una opción personal a materia regulada, y ya se ha dado un paso en una determinada dirección que más adelante será difícil rectificar.
Si, a mayor abundamiento, nos dicen que, años atrás se distribuyeron de tapadillo circulares de la consejería de Educación instando al uso preferencial primero y luego obligatorio de una sola lengua fuera del horario lectivo en el recinto escolar, como en los patios o ludotecas, desmintiéndose entonces tal extremo por entender que la filtración de la noticia supondría un escándalo… pero sabiendo ya que no se oculta dicha circular sino que su contenido o mandato es elevado a categoría normativa mediante posterior decreto del gobierno (in)competente en la materia, quiere decir que la dinámica del proceso se clarifica, se consolida y acelera.

Y en adelante ya no habrá necesidad de tapujos, de subterfugios, y la excusa tantas veces repetida de eso no es verdad, no sucede o es una exageración propia de inadaptados será irrelevante, pues habremos pasado pantalla, como en un videojuego, para afrontar un nuevo escenario: Hay que cumplir lo que dice la ley, nos guste o no… (sobre todo cuando nos conviene)… que es lo que dirán los agentes del entramado represor en claustros y consejos escolares y repetirán en la calle los partidarios de la represión, o sea, quienes decían que eso no pasaba o era una exageración… es decir, los vecinos de Mordejai Peretz (bitácora Del 0 al 10 -I-) que le reprochaban su alarmismo infundado.

La distancia ente las situaciones invocadas, entre la libertad y la impensable persecución, es inmensa, pero la distancia ya no media del 1 al 9, sino del 2 al 9 y ya se percibe con certeza que el siguiente paso, la siguiente tanda de disposiciones, no desandará el camino transitado sino que, como la trayectoria de un virotazo, tenderá a consumar nuevas etapas que nos alejarán más si cabe del punto inicial, es decir, la libertad plena.

Se articulan nuevas medidas. La ofensiva se dirige ahora contra los rótulos comerciales, referente principalísimo y cotidiano del paisaje cívico y urbano. Llegan las inspecciones, las multas. Cunde el temor a las sanciones y bastarán unas pocas para que la campaña intimidatoria sea un éxito y los comerciantes se anticipen a la regañina modificando el rótulo a gusto del legislador, desapareciendo prácticamente el idioma proscrito de la vía pública, pues, entre otras, las señales de tráfico que precisan texto e indicaciones supletorias para la orientación de peatones y automovilistas ya fueron normalizadas en una fase anterior. Tampoco escaparán a la severa vigilancia idiomática las leyendas petitorias de los menesterosos.

El teatro, emisiones radiofónicas, otros espectáculos… (también llegará el turno a las proyecciones cinematográficas en salas comerciales)… y los medios de comunicación de titularidad pública suscitan el interés de las administraciones avisadas de la influencia que ejercen, pues son factores de capital importancia para la creación de una opinión dominante, hegemónica, y transmiten un modelo de ejemplaridad a imitar, de tal suerte que las preferencias pregonadas en cuestiones simbólicas, idiomáticas y culturales por personajes de tirón… -actores, periodistas, etc-… ayudarán a ahormar la ciudadanía, crecientemente aborregada, al modelo publicitado.
Ya no es concebible promoción social alguna para el individuo discrepante, dando la mayoría de los habitantes por natural y buena la proscripción efectiva del otro idioma… -aunque sea el idioma materno de muchos que se avienen de grado o por conveniencia (nutridas son las legiones de palanganeros) a interiorizar las nuevas consignas-… idioma que sigue gozando no obstante de rango oficial, cuando menos en redactados legales, aunque esa condición ya no sea operativa, actuante, sino una suerte de derecho retórico, como el derecho al trabajo o a una vivienda digna. Es decir, papel mojado.

No importará que se opere una suerte de extrañamiento en el seno de muchas familias, entre generaciones, por causa de la, artificiosamente promovida, distorsión de referentes culturales. Lo que vale es que se traslada el posible conflicto a las relaciones privadas, personales, a la espera de que el proceso se sustancie con una conflictividad mínima, estadísticamente inapreciable, confiando siempre en la capacidad de adaptación del ser humano a nuevas situaciones, de entrada hostiles.
Todo el mundo tendrá el nivel C y aceptará de grado las coordenadas indicadas para conducirse en el nuevo escenario sin arrastrar el pesado lastre de la disconformidad con los vectores culturales y emocionales en danza. De tal modo que Velázquez, El Greco, Goya (incluso Dalí por españolista), Cervantes, Quevedo, Lorca (incluso Boscán o José Pla) serán artistas y literatos europeos pero extraños a la, qué contrasentido, nueva tradición y por esa razón ya no aparecerán citados como patrimonio propio en los libros de texto.

Y estaremos en el hito 3 o 4 del recorrido. Sólo quedará identificar y combatir los focos residuales de resistencia. Y ésa será la fase última. Se darán casos aislados, casuística diversa, como aquel antecedente, la mar de ilustrativo, que se produjo hace unos años en unas colonias escolares en el País Vasco… donde unos niños fueron castigados por los monitores cargando sus mochilitas con piedras por utilizar el castellano en sus juegos en lugar del vascuence. Y nos dirán que son anécdotas, que un árbol no hace bosque, ni verano una golondrina.

Entre el protagonista de esta bitácora que hace 30 años rotuló su modesto negocio familiar en el idioma que le vino en gana, que ni concebía por asomo que sus hijos o nietos no pudieran ser escolarizados en español, al menos en el 50% de las horas lectivas, y ese mismo tipo condenado al ostracismo, a la no promoción social, media un abismo colosal, una distancia que media del 1 al 9. Pero cuando el mismo protagonista ya no puede rotular su comercio en español, bajo amenaza de multa, ni pretender siquiera, no ya que su hijo o nieto sea escolarizado en un modelo educativo bilingüe, equilibrado, sino que le impartan dos, ni siquiera tres horas semanales en castellano, cuando menos las de la asignatura de Lengua Española, la distancia, siendo enorme… ya no es abismal. Y aunque muy pero que muy lejos aún, el extremo opuesto… está ya un poco más cerca.
A estas horas, mientras usted lee esta bitácora (si es que la lee alguien), los futuros agentes de la aún increada URDIL, la Unidad de Represión de Delitos Identitarios y Lingüísticos, saltan y ríen, criaturas, con la carita pintada, en la fiesta anual del Club Super 3.

Escondo estos papeles a toda prisa. Los kapos, brazaletes, porras y botas de caña alta… -reconozco entre ellos a la chica de la campaña Oberts al Català, a un vecino de la finca de Alzina nº 31 y a otro que chapurrea cuatro palabrejas en catalán con marcado acento andaluz-… nos hacen formar filas en la pista del polideportivo. Un poco más allá distingo, entre los presos sometidos a reeducación político-lingüística, a un viejo compañero de la Asociación por la Tolerancia. Le veo muy desmejorado. Dicen que anoche se negó a jurar obediencia al régimen y le dejaron, por refractario contumaz, sin la sopa aguanosa y el mendrugo mohoso de la cena. Le llevaron a rastras a la celda de castigo y le arrancaron las uñas con tenazas. Yo no resistiría un castigo como ése. Me derrumbaría y cantaría La Traviatta.

Quiero, deseo que suene el despertador y que me rescate de una vez de esta pesadilla. No suena ningún despertador. Comprendo al fin. Me tiemblan las piernas: no es una pesadilla.


lunes, 23 de noviembre de 2009

Del cero al diez (I)


Un amigo de Tolerancio dijo a cuento de las multas lingüísticas impuestas por el sonderkommando nacionalista Montilla: Ya sólo falta que nos multen por hablar en la calle en castellano. Otro, optimista, replicó: A eso no se atreverán. Anécdota que va de perlas para colocar un par de bitácoras que Tolerancio tenía listas desde hace más de un año (es que no dan tregua).

El busilis de ambas bitácoras es el siguiente: si en una situación normal, no esquizoide, de libertad lingüística, escolarizando a nuestros hijos en español o catalán, o en ambas lenguas, y pudiendo rotular en el idioma que nos plazca nuestra modesto establecimiento comercial… es imposible imaginar que la expresión oral, coloquial, de un idioma sea sancionada… ¿Es tan disparatado imaginar esa misma posibilidad cuando nos imponen por bemoles un modelo monolingüe en la enseñanza, y en el patio de la escuela… -“Al pati parlem en català” (escuela Betania de Cornellá)-… y cuando efectivamente nos multan por rotular en español un comercio, es decir, por hacer un uso específico, el mercantil, e incomprensiblemente sancionable, de la expresión escrita de un idioma oficial*?


El título de esta bitácora, Del cero al diez, remite al título de la escalofriante novela de Arthur Koestler, El cero y el infinito. En realidad habría de titularse Del uno al nueve, pues como es sabido el gobierno ZP ha eliminado por decreto el 0 y el 10 de las calificaciones escolares, perpetrando en lo tocante al cero, el cericidio, un aberrante crimen contra un concepto grandioso, fundamental para el desarrollo de la ciencia matemática, una sublime conquista de la inteligencia humana e investido además de una carga poética fascinante y descomunal.

Aunque la novela de Koestler relata los métodos policiales y represores del estalinismo, por similitud ilustraremos esta bitácora augural y profética, acaso apocalíptica, con otro episodio negro de la historia sobradamente conocido como fue el holocausto judío bajo el régimen nazi. No se trata de establecer un paralelismo entre ambas situaciones: entre el espeluznante exterminio, que no permite frivolidades, y la fabulación que seguirá a esta exposición y constituirá la segunda parte de la bitácora Del cero al diez (II). Entre ambas media un abismo. Sólo se trata de constatar cómo dos procesos se ponen en marcha y cómo un fin de trayecto, inconcebible al principio, no lo es tanto cuando se van consumando etapas intermedias.

En efecto, entre un judío que pasea por una calle centroeuropea a principios de 1.930 con las manos a la espalda, silbando una cancioncilla trivial o recitando de memoria pasajes de la Tora, si es persona piadosa, yendo al horno a por mazzoth, pan ácimo para celebrar la pessach, o fiesta exódica, y su deportación y asesinato a la vuelta de unos años en las cámaras de gas de Treblinka, media una distancia del 0 al 10, es decir, del 1 al 9.
Si a ese hombre, llamémosle, Mordejai Peretz, alguien le hubiera dicho la soleada mañana de su apacible paseo por una calle centroeuropea, año 1930, que acabaría en un vagón para ganado, separado de los suyos y gaseado con zyklon-B junto a cientos de personas tras horrendos padecimientos, habría pensado que a esa suerte de arúspice, de avechucho de mal agüero, le faltaba un tornillo, aún a sabiendas de los pogromos y persecuciones secularmente padecidos por los hebreos (como las matanzas medievales de judíos en el call -judería- de Barcelona). Un cuadro tan dantesco y catastrofista se le habría antojado una exageración infundada en un lugar tan civilizado como la vieja Europa.

Pero tras las primeras leyes de segregación racial, luego del ascenso al poder del partido nazi, 1.933, que repercuten en la vida cotidiana, no solo de la comunidad judía sino en la percepción que de dicha comunidad interiorizan sus vecinos, cambia el panorama. Supongamos que la primera disposición legal para restringir las libertades civiles de los judíos fue la prohibición de adquirir artículos en comercios regentados por personas que no profesaran la fe mosaica. Que al punto siguió otra norma que impedía a los judíos optar a un puesto laboral en la administración pública. Y poco después una tercera que les obligó a inscribirse en un registro civil segregado del resto de la población. Y aún otra más que estableció la imposibilidad de utilizar el transporte público… para acabar esta primera batería de medidas discriminatorias con la obligatoriedad de usar un distintivo en la ropa, la estrella de David, para facilitar su inmediata identificación.

Es obvio que entre estas medidas y la idea del exterminio en masa hay una distancia enorme, imposible, o mejor, improbable, pues aunque se trata de disposiciones humillantes o vejatorias nada anticipan necesariamente del crimen impune a gran escala al que, de producirse… -que se produjo-… se opondrían, es cosa segura… -no fue así-… no solo ellos, que alzarían su voz concertadamente, sino la gente decente, la mayoría de entre sus convecinos no hebreos que no consentirían una salvajada de esas dimensiones… -que consintieron-…
Pero también es cierto que la distancia entre uno y otro extremo, entre el paseo despreocupado de nuestro Mordejai Peretz al inicio de esta bitácora por las calles de Praga, de Amberes o de la Galitzia polaca y la solución final a la cuestión judía, ya no va de 0 a 10, es decir, de 1 a 9, sino de 2 o 3 a 9.

Es inimaginable que suceda algo tan monstruoso, que sucedió, pues dejaría a la altura del betún a la especie humana, no sólo por la tragedia de las víctimas sino por la imposible redención de los verdugos y por la parte de responsabilidad y vergüenza que llevarían quienes no se opusieran a tamaño genocidio… pero desde que han sido adoptadas las medidas anteriores ya no es imposible, ya solo es improbable, puesto que el nuevo orden legal diseñado ha escindido a la humanidad creando colectivos diferenciados y en adelante ya no legislarán -pensando en Mordejai- sobre un hombre que pasea con las manos a la espalda tan ricamente sino sobre un hombre… -si aún le reconocen tal condición, la de hombre, la de ser humano-… que camina con un distintivo en su atuendo, perceptible visualmente, y que ha de transitar obligatoriamente por la calzada si se cruza con un no-hebreo por la acera. Es decir, legislarán sobre un hombre ya parcialmente deshumanizado y asimilado a otras especies animales mediante analogías zoomorfas reincidentes: cucaracha, sabandija, rata.

Aún no sabemos qué nuevos pasos darán las autoridades que conciernan a la vida cotidiana de Mordejai Peretz y al resto de integrantes de la comunidad hebrea, pero la marcha de este asunto adquiere una dinámica propia, una inercia, por así decir, que nos induce a sospechar que la situación solo es susceptible de empeorar o de agravarse… contrapunto de la pavorosa certeza de que no habrá rectificación para retornar a la situación precedente por parte de quienes implementaron esas ordenanzas discriminatorias. No habrá marcha atrás, no será posible recuperar el estatus anterior, la igualdad civil, pues no parece probable que quienes obligan a Mordejai a bajar de la acera a la calzada provean luego medidas en sentido contrario, medidas correctoras o compensatorias que dignifiquen su modo de vida.

La mayoría de convecinos, no obstante, resta importancia a esas sospechas y las atribuyen al victimismo, al desorbitado alarmismo de ese paranoico de Mordejai y de los suyos. Qué exagerado… Mordejai es un agonías, dicen de él burlonamente. Nos encontramos en el hito 4, por así decir, de la serie… pero estando muy lejos aún, tan y tan lejos del extremo, del punto 9, la masacre… lo que es irrebatible (y aterrador) es que el punto 1, la libertad, está ya tan lejos del momento actual, 4, como pudiera estarlo el punto 9. La distancia con el punto 1, la plena libertad civil, es ya prácticamente insalvable.

Llega entonces el confinamiento en el gueto. La residencia de un judío fuera de esos límites será castigada con la pena capital y sumaria, ejecutada in situ. La población hacinada allí es sometida a sitio y dentro de sus muros escasean los víveres y las medicinas. Se desatan la hambruna y las epidemias. La policía judía, precursora de los kameraden polizei de los barracones en los campos de exterminio, traslada intraportas las consignas de los victimarios y las aplica con rigor. Se producen sacas de población para trabajos forzados fuera del recinto. Este es el punto 7 u 8 del recorrido. Comienza entonces la matanza, el viaje sin retorno a los campos industriales de la muerte.

Y ya hemos cubierto el trayecto que separa el inicial paseo despreocupado de Mordejai Peretz por las calles de Praga, Amberes o Budapest, de su deportación a Treblinka y de su asesinato en la cámara de gas. Hemos caminado, paso a paso, del 0 al 10, es decir, del 1 al 9.

Para una próxima bitácora abordaremos otra situación, muy distinta, incomparable, por el horror de la descrita en este comentario, pero que también, aunque a otra escala, se rige por un mecanismo de presión constante, progresiva y conducente a un fin establecido dentro de un plan minuciosamente programado.
Sólo una cosa más. Aquellos que ahora callan por prudencia, quién sabe si habrán de acostumbrarse al silencio, pues acaso en adelante tocará callar para salvar el pellejo… no, claro es, porque vayan a sufrir el rigor del castigo último y definitivo, el asesinato, por descontado, pero sí la muerte o parálisis civil, la no promoción social, el desprecio, el ostracismo y la marginalidad.

* Ni siquiera habría que multar un idioma no oficial en rotulaciones comerciales. Si el señor Juan Lanas quiere rotular su pastelería en olteno-válaco y con caracteres cirílicos se expondrá a que mucha gente rehúse entrar en su establecimiento, pero no hace daño a nadie, acaso a sus propios intereses, y además es libre de hacerlo.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Patanismo fuera de toda duda. Patanes Sin Fronteras (II)












Bitácoras atrás dimos cuenta de la fundación de PSF, Patanes Sin Fronteras, y su vicepatán -o vicepresidente- Tolerancio demostró de manera inequívoca su idoneidad para el cargo, pues se hizo con la picha un lío y no fue capaz de colgar las fotografías anunciadas que habrían de ilustrarla.

Aquí van, siempre que su impericia no lo impida de nuevo:

Foto 1.- Tolerancio, vicepatán de PSF, arrojando una piedra contra el río Ges, cerca de Vidrá, vulnerando la delirante normativa ecogilipollas aprobada por el gobierno regional de Cataluña (no lanzar piedras a ríos y estanques para no modificar el ecosistema de sus acuáticos moradores: renacuajos, pececillos e insectos). No es una broma. Queremos decir que la normativa citada existe, que no es una invención aunque suene a coña.

Si su apretada agenda, es un decir, se lo permite, registrará Tolerancio fotografía y breve confesión autoinculpatoria ante la consejería de Medio Ambiente, que ya no dirige, es una lástima, Salvador Milá, el mismo ecologeta que paseaba a sus niños por La Cerdaña en helicóptero de los bomberos valiéndose del cargo… -exconsejero de ICV, la IU catalana-… ocupado como está ahora en defender ante los tribunales los referéndums separatistas promovidos por docenas de ayuntamientos escondidos tras asociaciones (in)cívicas creadas al efecto.

Foto 2.- Severo, Seve, y Casimito, manifestándose contra Tolerancio en el saloncito de casa, haciéndose eco de una estrambótica ordenanza municipal aprobada recientemente por el ayuntamiento de Gerona atinente al paseo obligatorio y cronometrado de mascotas (tres veces al día por un mínimo de 20 minutos por paseo). Tampoco es broma. Hay quien no se lo cree, pero es verdáááááá…como también es verdad que el ayuntamiento de Gerona, con la cobarde y traidorzuela abstención del PSC, se ha sumado a los referéndums separatistas que tienen por objeto demostrar que, en efecto, como afirma ZP, España está más cohesionada que nunca.

Foto 3.- Los andobas de Severo, Seve, y Casimito, disfrutando de un día de playa en una magnífica y solitaria cala de Port de la Selva, en la Costa Brava. Instantánea que denota la vida regalada de los interfectos y la gratuidad de sus inmotivadas reivindicaciones (foto 2).

Foto 4.- Tolerancio posa con la preceptiva nariz de payaso de PSF. El patanismo no está reñido, pues, con la elegancia.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Telma y Johan

Hemos sabido que Johan Cruyff desempeñará el cargo de entrenador de fútbol de la selección regional de Cataluña sin cobrar un duro. Gratis total… pizca más o menos como la polivalente mujer de Montilla, Anna Hernández, que figura en todas las instituciones locales y provinciales habidas y por haber por altruismo, sin remuneración económica… y aún le queda tiempo para aliviar a su maridito de las tensiones que conlleva el ejercicio del poder prodigándole en casa, en la intimidad… (es en la intimidad, a diferencia de los Aznar, donde los Montilla hablan castellano)… balsámicos masajes en las cervicales… e ir a los toros, pues según el, hasta hace unos años, taurino Montilla, la aficionada es en realidad su esposa, mira tú.

Johan Cruyff, afincado en Cataluña desde hace muchos años (le dio incluso un hijo a la patria, Jordi, también futbolista profesional, aunque menos dotado que el padre y que anda entrenando por la isla de Malta, nos dicen), no habla palabra de catalán, ni para atrás ni para adelante. Así lo han advertido al minuto de su nombramiento… -no pierden el tiempo-… destacados portavoces de los diferentes partidos del ultranacionalismo transversal dominante en Cataluña.

Un verdadero crack. A Cruyff le fichó el presidente Montal, temporada 73/74, por un millón de dólares. El fichaje más caro registrado hasta ese momento. Fue uno de los mejores. Unía al fútbol una elegancia supina, una plasticidad en sus movimientos inigualada… ¡Cómo esquivaba las patadas que los zagueros le tiraban para frenar sus evoluciones, dando saltitos y ejecutando fugaces escorzos manieristas sobre el césped!!!... Puede que haya habido jugadores más completos, pero ninguno ha tenido su clase, su técnica, su planta, desde la década de los 70 para acá… esa desenvoltura con su propio cuerpo y con el balón en los pies. Era un jugador de fina estampa. Se le acercaron un poco, no demasiado, Beckembauer, Platini y Schuster.

Entrenó al Barça en los 90 y ganó un montón de títulos. Fueron los años del Dream Team. Pero no hablaba catalán. Nadie se lo reprochó demasiado… -algún catalanista enragé-… mientras dio tardes de gloria a los aficionados culés, primero como jugador y después desde el banquillo.

Sin el nivel C de catalán no se puede acceder por concurso-oposición a la plaza de jardinero municipal de Olot, y a tantas otras, pero, fíjate tú, uno puede ser presidente de la Generalidad de Cataluña, como es el caso de Montilla, el sonderkommando cordobés del PSC, o, como Johan Cruyff, entrenador de la selección regional de fútbol.
También, sin el nivel C de marras, ni siquiera el A, puede uno ser nombrado asesor, o lo que sea, del gabinete de Comunicación y Relaciones Públicas del Ayuntamiento de Barcelona, como Telma Ortiz, la hermana de la princesa Leticia… pero no ejercitarse como mendigo, pues en breve los agentes lingüísticos multarán a todos aquellos pedigüeños que soliciten auxilio en la vía pública con cartelillos redactados en la lengua infame, equiparando las leyendas petitorias a rótulos comerciales y, por lo tanto, pasando a ser materia punible.

A diferencia del nuevo cargo de Johan Cruyff, el enchufazo con cuádruple clavija que le han buscado a Telma Ortiz sí está retribuido, más o menos generosamente, y con muy buen criterio pues el trabajo esclavo, o trabajo robot, es decir, el trabajo sin salario, está terminantemente prohibido por la legislación laboral vigente… circunstancia que, eso parece, ignora la muy laboriosa y ejemplar señora de Montilla que echa más horas que un reloj en las tropecientas plazas que ocupa en la alta Administración cobrando sólo por una de ellos, según se afirma en una reciente nota de la Diputación provincial… fervorosa entrega a sus quehaceres que nos remite, el paralelismo es inevitable, a la Madre Teresa de Calcuta, que en gloria esté, o a los episodios de una serie televisiva de los 80 titulada La mujer biónica, una heroína que puede con todo y con todos*.

Sin el preciado nivel C de catalán también podemos optar a la plaza de cómico del régimen, que en vida ocupó Pepe Rubianes… cuyos celebrados monólogos tenían siempre la ancilar misión de respaldar en todos sus extremos los postulados del tripartito, es decir, del catalanismo oficial dominante. No se entiende, por esa obediencia inquebrantable al sistema, por qué algunos críticos hablaban del compromiso del cómico finado… como no fuera su compromiso con el régimen en calidad de humorista de cámara o humorista-palanganero.
Advirtamos que el honorífico título de bufón, que nunca mereció Rubianes, aunque se lo atribuyeran, le corresponde en justicia a Albert Boadella. El bufón, aun siendo figura cortesana, dice cosas que molestan, que otros no dirían jamás, y el filo de la daga ronda su cuello o su lengua y el menor traspié, un comentario más osado de lo habitual o a destiempo, conlleva la pena sumaria de una degollación fulminante.
Jamás corrió ese riesgo Rubianes, pues el acero afilado que habría de requebrar vigilante y amenazador a un genuino bufón, deslenguado y crítico con el poder, se trocó en su caso en medallas y condecoraciones por halagar el oído de los mandamases cagándose, textualmente, en la puta España en un plató de TV 3, jaleado por el presentador del programa, Albert Om, y ovacionado por el público presente.

Dicen que Cruyff no cobrará una perra gorda. Será verdad… pero la Federación Catalana de Fútbol financiará una fundación impulsada por el holandés a guisa de soldada compensatoria.
Dicho así uno se amosca de lo lindo habida cuenta del turbio protagonismo que diversas fundaciones han tenido en la política local en los últimos meses y podría darse el caso, las vueltas que el mundo da, que al cabo de unos años le planten una auditoria a la fundación cruyffista (ignoramos de qué fundación se trata y qué causa promueve) y nos desayunemos con un nuevo escándalo garzonita¡Uuuyyy como la selección catalana pierda tres partidos seguidos contra Somalia, si dispone de selección ya que no de gobierno (partido que se contratará en homenaje a la nacionalidad de los piratas que han dejado en ridículo al gobierno de España), Escocia y un combinado intertribal, en taparrabos, de la selva amazónica!... Además de echarle del banquillo con cajas destempladas, arreciarán las críticas a su deficiente compromiso idiomático.

El presidente de la Federación Catalana de Fútbol anunció en la Universitat Catalana d’ Estiu… (conferencias veraniegas entre amigos que los catalanes pagamos en el sur de Francia, al tiempo que referente de primer orden de lo más granado de la intelectualidad mundial)… que su mandato, inaugurado hace unos meses, se caracterizará por impulsar, no es coña, el fútbol hablado en catalán, para lo que instará, cursando circulares e instrucciones a troche y moche hasta derretir los faxes federativos, a los entrenadores de todos los equipos, con especial incidencia en las categorías infantiles, a que hablen catalán con sus pupilos. Los árbitros llevarán también su parte y los menos aptos lingüísticamente harán un hueco en su indumentaria, junto al silbato y al cuaderno de anotaciones, para un diccionario de bolsillo.

De modo que un catalán, o avecindado, sin el nivel C no puede ser guardia de tráfico ni jardinero, pero sí presidente del gobierno regional. No podrá ser utilero de un equipo federado de fútbol alevín, pero sí entrenador nacional, queremos decir regional, con figuras de la talla de Xavi y Puyol bajo su mando. La promoción social para los catalanes castellanohablantes pasa por el todo o nada. O puta o presidente, pero nada de medias tintas.

A Cruyff, a quien siempre se le ha afeado su afición al dinero, pesetero, pesetero, le cantaron muchas veces los aficionados en el Camp Nou, no le queda otra, para congraciarse con la aborregada sociedad aborigen, que apuntarse, nunca es tarde si la dicha es buena, a la academia de catalán donde Montilla, con más voluntad que acierto, mejora los rudimentos de su lengua propia, según reiteradas afirmaciones del cordobés, es decir, la que hablaba en la intimidad con su abuela.
O Cruyff aprende a decir de carrerilla aquello de setze jutges mengen fetge (que vale por lo de tres tristes tigres) o le pitarán fuera de juego.

* Hemos sabido que Felip Puig, el gerifalte de CiU que contabilizó los cargos de Anna Hernández, primera dama de Cataluña, nada menos que 15 o 16, olvidó enumerar los suyos, pues arrejuntó por su parte la nadería de… ¡¡¡41!!! ¿Quién da más???... cuando pilló cacho en anteriores gobiernos regionales, dejando pues a la señora de Montilla a la altura del betún y demostrando que incluso sin la Ley Concilia, no se había promulgado entonces, se pueden obrar verdaderos milagros:

Puig 41- Hernández de Montilla 16… que parece el tanteo de un partido de rugby entre Gales y Escocia.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Joan Solá: Plantem cara (Plantemos cara)


¿Por qué Tolerancio prefiere nacionalistas a su tropa indígena, sombrero cordobés en lugar de tarbux de regulares?... Es decir… ¿Por qué prefiere el nacionalismo a la babeante sonderkommandía al fámulo servicio del nacionalismo?
La respuesta la tenemos en la reseña bibliográfica de la separata Tendències del diario El Mundo en su edición catalana del 9 de julio de 2009. La firma un tal Sam Abrams, a quien no tenemos el disgusto de conocer. El interfecto se deshace en elogios ante un ensayo de Joan Solá que lleva por gráfico título Plantem cara. Defensa de la Llengua. Defensa de la Terra, publicado por La Magrana.

Con semejante título uno se hace una idea muy aproximada del mensaje. La sinceridad se agradece. Por si alguien no lo sabía, Joan Solá (Solà, en el original aborigen) es uno de los sociolingüistas más respetados del catalanismo radical, y deducimos de título y extracto de la obra, que para Solá, cuando menos para su exegeta Abrams, es la lengua, en sentido estricto, ideario político… y añade Tolerancio interpretando a ambos… a imponer, si fuera necesario, mediante la coacción, mediante la violencia, cómo no.
Una porción del título del ensayo, Defensa de la Terra, nos remite al MDT, Moviment de Defensa de la Terra, brazuelo político de Terra Lliure, la ETA catalana, de donde salieron no pocos dirigentes actuales de ERC -Puigcercós, Vendrell- que también lo han sido y son del gobierno tripartito liderado (¿?) por Montilla, el sonderkommando catalanista natural de Iznájar, provincia de Córdoba.

¿Por qué Tolerancio prefiere nacionalistas confesos a su servicio doméstico amontillado?... Porque te hablan claro y sabe uno a qué atenerse con ellos desde el principio. No hay lugar a engaño.
Los sonderkommando aburren, empachan y, peor aún, transmiten cierto bochorno, sin proponérselo seguramente. Uno les oye decir cosas… -a menudo en un cacofónico balbuceo, sea el caso de Montilla-… que pareciera que no se creen del todo pero tienen que decirlas porque en ello les va el salario de la mayordomía. También los sonderkommando han de pagar sus hipotecas y dar de comer a sus hijos. Alguien tiene que hacerlo. Que es exactamente lo que dice el verdugo que ajusta las clavijas del garrote vil, bayeta al hombro y frasco de aceite a mano para engrasar el mecanismo, mientras tararea tan ricamente una coplilla banal.

Los nacionalistas confesos largan su dislate a cara descubierta, lo imponen, multas y discriminaciones que te crío, pero no incurren en esa debilidad mezquina de justificar sus actos. Tienen esa soberbia, esa arrogancia de quien se emplea a latigazos y se jacta de ello sin dar explicaciones, sin sucumbir a los escrúpulos. No les quita el sueño el enojo o el daño que siembran en sus víctimas. Te joden, pero al menos tienen la deferencia de hacerlo a la brava, sin consultarte, sin esperar que aplaudas o manifiestes tu gratitud por ese acto en virtud del cual eres jodido.

Los sonderkommando proceden de otro modo. Deben justificar la bondad de la función subalterna que les ha sido asignada convenciéndote, demostrándote, que no hay más remedio que hacerlo. Que vives en un error, que la disidencia o la resistencia no conducen a nada, que son anomalías, desajustes sociológicos o estadísticos, que te perjudicas a ti mismo, metiéndote en una ratonera. Que no serás feliz y que, por extensión, perjudicarás a los tuyos y conseguirás que los señalen por la calle como a apestados. Tú te lo habrás buscado.
Sucede que tú disidencia les concierne, es la otra cara de la moneda, en la medida que el papelón que ellos interpretan rebota en el empecinado resistente y regresa ante sus narices como la imagen reflejada en un espejo deformante o como el bumerán que regresa junto al lanzador con excesiva potencia y le lastima un ojo. Tu disidencia les recuerda cada día que ellos podrían haber elegido tu camino… pero no lo hicieron. Les recuerda su traición.

El sonderkommando, siendo su subespecie más abundante el charnego acomplejado o amontillado… (pongamos por caso ese abuelete que siempre habló en español a sus hijos y que, en cambio, chamulla cuatro palabrejas en un catalán deplorable con sus nietos, que se llaman siempre Pau, Pol o Roger -aún siendo sus padres castellanohablantes y hablando entre ellos, en buena lógica, siempre en castellano incluso en la suprema suerte, tracatrá, de la concepción de los Pau, Pol o Roger-… convencido de que a los niños, como en la escuela, faltaría más, hay que hablarles catalán pues su idioma familiar, el español, apropiado en cambio para chachas, mendigos, putas, yonquis y chaperos, dañaría sus tímpanos irreversiblemente)… ve en el nacionalista confeso lo que él no es, ni podrá ser nunca por mucho que lo desee y se esfuerce… al tiempo que en el resistente no nacionalista ve lo que no quiere ser aunque podría serlo.

Tolerancio prefiere a los nacionalistas aunque digan cosas que a uno le hielan la sangre. Porque dicen cosas tan nítidas como éstas que dice Joan Solà y que destaca el tal Sam Abrams en tono laudatorio, encomiástico, entregado a su ídolo:

Cal que diguem a la cara a qui correspongui que no podem tolerar ni un minut més el sarcasme, la mentida, la humiliació, l’afebliment del nostre poble. No podem esperar més. Plantem cara (Es preciso decirle a la cara a quien corresponda que no podemos tolerar ni un minuto más el sarcasmo, la mentira, la humillación, la degradación -debilitamiento- de nuestro pueblo. No podemos esperar más. Plantemos cara).

Los nacionalistas no están de humor para bromas ni sarcasmos y lo dicen sin ambages. Con su patria no se juega. Nada de cogérsela con papel de fumar. A calzón quitado. Que hay que darle un susto a alguien para que aprenda, se le da. Que se empecina en el error… pues si un patriota airado decide que ese mal catalán lo que precisa es jarabe de palo, se le administra una dosis correctora de caballo y si es necesario… pues, quién sabe, en última instancia se le mete un tiro en la nuca. Se lo habrá ganado a pulso. Así de claro.

Y si el uso del catalán en sociedad (en esos actos cotidianos no tutelados aún por las administraciones represoras) retrocede, según revelan algunas encuestas, a pesar de la inmersión escolar obligatoria, de las multas a rótulos comerciales y de otros métodos de presión, les quedará el paso adelante o descenso en picado del piloto kamikaze embalsamado en la metanfetamina sintetizada en el córtex cerebral a base de odio furibundo al enemigo de la patria. O el atentado terrorista. O lo que quiera que signifique eso de plantem cara (plantemos cara).