viernes, 26 de febrero de 2010

Prima nocte y veguerías


El gobierno regional del sonderkommando catalanista José Montilla, natural de Iznájar, Córdoba la Sultana, propone la organización territorial de Cataluña en veguerías. Las veguerías son una antigualla administrativa del medievo. Fueron eliminadas de un plumazo, si no andamos mal informados, al promulgarse el Decreto de Nueva Planta tras la Guerra de Sucesión a la corona de España. Una veguería, para entendernos, es más que una comarca pero menos que una provincia. En su lugar se constituyeron los corregimientos. Más adelante el ministro de Hacienda, Antonio Burgos, año 1.833, procedió a la creación de las actuales provincias… esas mismas provincias que, según algunos libros de texto de uso común entre los alumnos catalanes de Primaria, Franco se sacó de la chistera en 1939, y no es broma. Es decir, parece una broma, una broma de pésimo gusto, pero semejante tergiversación histórica ha sido incluida en los temarios escolares.

Obra en poder de Tolerancio una exhaustiva prospección demoscópica. Los datos son elocuentes: al 97% de los catalanes, incluidos no pocos nacionalistas irrecuperables, las veguerías se la traen floja. Y un 90% de los encuestados admite no tener ni repajolera idea de qué diantre son las veguerías de marras. El margen de error de la muestra es de + - 2%. El affaire veguerías arroja el mismo balance que arrojó en su momento el estatuto de autonomía rescatado por ZP y Artur Mas en La Moncloa con puro incluido… estatuto que en un breve lapso de tiempo pasó de importarle un pimiento al personal a ser la piedra angular del edificio.

No obstante, tras la aparición estelar de las veguerías ante la opinión pública, contando con la colaboración entusiasta de los medios de comunicación locales, siempre prontos a publicar editoriales conjuntos, y lo que les manden, y contando también con el talante adocenado, lanar, en definitiva, aborregado, de un amplísimo segmento de la sociedad catalana… -triste es decirlo, pero para qué vamos a mentir-… esa flojera del 97% ha descendido abruptamente en unas semanas hasta el 91’3%. La gota malaya o lluvia fina que cala.
De modo que, eso presume Tolerancio, a pesar de la crisis, o precisamente por ella, para olvidarla por unas horas con otros debates tan edificantes como éste, en apenas unos meses el fervor veguerista irá en aumento hasta convertirse en una condición sine qva non para la gobernabilidad de la región y atrapará el corazón de ese paisanaje-tipo anclado en Els Matins de Cuní y en otras manifestaciones del ovinismo dominante. Veguerías or not veguerías, ésa será la cuestión.
Si se lo proponen las veguerías superarán en popularidad a Belén Esteban y no podremos dar un paso sin ellas. Nuestras vidas, sin veguerías, quedarán ayunas de sentido y trascendencia, no valdrán una higa y caeremos en la desesperanza, el extravío, la afasia y la catatonia si no las ponen en marcha de una vez por todas.

A mayor abundamiento, el cobardícola gobierno de la nación de naciones, una de las naciones más antiguas del mundo, ZP dixit ante Obama entre pasajes del Deuteronomio, no dirá ni mu, pasará de interponer recurso de inconstitucionalidad aún suponiendo ese apolillado engendro administrativo una vulneración flagrante de las demarcaciones provinciales, materia reservada al Estado… -Tribunal, TC, que, llegado el caso, avalaría sin el menor escrúpulo tan desbarajustada componenda, con arreglo al extendido aforismo: traicionando la Constitución que es gerundio-… ergo las veguerías se solaparán entre comarcas y provincias en un despiporre que será para sacar entrada con trifulcas y desajustes competenciales a diario... y aumento exponencial del gasto público, claro, que es de lo que se trata, con docenas de cargos de nuevo cuño a asignar entre la mesocracia aborigen integrada en el PUC (Partido Unificado de Cataluña).

En resumidas cuentas, el catalanismo gobernante anclado en un pasado manoseado y mítico, el de la supuesta Confederación catalana-aragonesa, confederación que jamás existió, nos agasaja con hallazgos como éste de enorme utilidad para afrontar el futuro. Los catalanistas y/o nacionalistas, que lo mismo da que da lo mismo, y quien lo discuta a estas alturas es un necio, no corren el riesgo, se ve, de convertirse en estatuas de sal, como la mujer de Lot, al echar la vista atrás. Tan atrás como siete u ocho siglos, ahí es nada.
Que Cataluña adopte el paso del cangrejo y tome la derrota de la regresión al pasado y cobre aires de parque temático del aldeanismo, todos con barretina y trabuco al cinto, una región que ni pintada para reunir a los paletos del ancho mundo, le importa un bledo al catalanismo de la hora presente siempre que avance en su construcción nacional, que no será posible si no va acompañada de una intensa deconstrucción mental… y éste objetivo ya se vislumbra en un horizonte cada vez más cercano. La estupidización del personal ha sido tan rigurosa en estos últimos años que se les ha ido la mano. No era necesario inocular dosis tan elevadas de disforia intelectual para obtener una mayoría nacionalizada y conformista. Pero los ingenieros sociales del catalanismo prefieren compactas legiones de tontos de baba severos. Ellos sabrán.

Los dirigentes catalanistas que viven y vivirán como las élites de todas partes, es decir, a cuerpo de rey, con o sin crisis, saben que con un paisanaje aplastantemente idiotizado la independencia estará a la vista. No importa que la región viva un período de creciente aislamiento, de empobrecimiento incluso, que se reduzca de manera apreciable su peso tradicional en la economía española, al contrario, prefieren propiciar una desconexión comercial paulatina (añadida a un distanciamiento emocional perseverante).
No les importará que durante unas décadas Cataluña pierda gas si al despertar y abrir los ojos el sueño de la independencia se hace realidad. Total, incluso con menos PIB y renta per cápita, jamás faltarán recursos que derrochar en informes, encargados a familiares y amigos, sobre la halitosis de la cotorra tropical, generosas subvenciones para financiar entidades catalanistas de diverso pelaje, galones de combustible para coches oficiales tuneados y más embajadas repartidas por el ancho mundo.

Hay quien dice que tras las veguerías llegará la hora de otro artefacto de ultimísima generación, el derecho feudalizante de la prima nocte o derecho de pernada. Por qué no. Transitando la senda de la modernidad que nos lleva a las veguerías, dando unos pasitos más llegaremos al derecho de pernada contemplado en los antiguos Usatges (Usos de la Corona de Aragón). Y si completamos la ruta, retrocediendo aún más en el tiempo, nos toparemos con nuestro idolatrado primatólogo, Eudald Carbonell, en una cueva troglodita invocando el principio de la interdependencia continental… (ver Homo Sapiens Catalanensis)… babeando delante de la fractal osamenta de un antropoide…

… ¿Qué el paisanaje no entregaría sin rechistar, gustosamente, sus hijas casaderas a los prohombres de la élite local? ¿Pues no hipotecamos ya la educación de nuestros hijos, sobrinos y nietos sin decir ni mu, sin mover un dedo, agachando la cabeza, desfilando ordenadamente bajo las horcas caudinas de ese disparate ridículo que es la inmersión monolingüe obligatoria?... ¿Derecho a elegir lengua oficial en la escolarización de nuestros hijos?... Semejante escrúpulo alcanza a cuatro gatos, pero a la mayoría eso le suena a chino…
¿Derecho de pernada?... ¿Por qué no?... Si les saldrá gratis. Muchos padres acudirán a las dependencias del cacique local, se harán acompañar por el servicio hasta la cámara del señor y entregarán a sus hijas. Y si las chicas se resisten, arañan y patalean, pues les sujetarán las piernas para facilitar las morganáticas coyundas.


viernes, 19 de febrero de 2010

Perdidos y multados


Desde octubre de 2009 está prohibido perderse en Cataluña. Cuando menos está multado. Perderse, extraviarse, se considera falta a corregir mediante fuerte sanción administrativa. El extraviado, por temerario, nos dicen, debe correr con los gastos del salvamento. En definitiva, para ser encontrado, para ser hallado, bien hallado, debe rascarse el bolsillo.

Si don Abundio se adentra en un bosque a buscar setas o a echar una plácida cabezadita recostado contra un árbol, acaso con la secreta esperanza de sorprender a una simpática ardillita royendo bayas silvestres… -mejor eso que toparse con el colgajo del suicida Xirinachs suspendido de la rama de un pino-… pero da un mal paso y pierde el rumbo… pues a pagar, si es que dan con él los Bomberos de la Generalidad… los Bomberos que sobrevivan, claro es, a los incendios forestales causados por rayos caídos en la frondosa floresta una semana antes, como, por ejemplo, el rayo que no cesa de Horta de Sant Joan.

Perderse es equivocar el camino. No sólo en un sentido geográfico. Perderse, extraviarse, es connatural a la especie humana. Muchas veces salimos de casa y en medio del ajetreo demencial de la vida cotidiana nos desorientamos, no sabemos a dónde vamos ni para qué… aunque llevemos en el bolsillo la lista de la compra con todos sus asientos: pan, vino, fruta y un protector estomacal si tenemos el vicio impenitente de seguir las intervenciones de Enric Sopena en todas las tertulias en que participa.
Cuántas veces no perdemos el paso y nos invade una angustiosa sensación de extrañeza y desazón ante nosotros mismos y ante los demás, de lejanía de todos y de todo a pesar de la cercanía, de la yuxtaposición física de la convivencia. Y en un registro local… ¿Quién que no sea un clon, un épsilon nacionalizado y narcotizado, no se ha sentido íntimamente desapegado, a miles de kilómetros de no pocos de sus semejantes en esta Cataluña oficial… (la del editorial conjunto de la prensa obediente, amaestrada)… donde se multan rótulos comerciales por estar escritos en una lengua criminalizada, donde los niños no pueden aprender en la escuela pública, pagada por todos, en su lengua materna, si es la española, y donde ni siquiera pueden cantar en la clase de música, a causa de esa incomprensible proscripción idiomática, las canciones que cantamos muchos de nosotros cuando niños?

A unos les pierden las pasiones, altas o bajas, las mujeres, los naipes, la bebida. Si usted, teletransportado a lo Star Trek, aterriza en un plató de TV3 donde Josep Cuní somete a debate la conveniencia de multar a los dueños de mascotas que no sacan a pasear la suya al menos tres veces al día, se sentirá, probablemente, más perdido que un pulpo en el garaje. Y si no fuera así debería acudir inmediatamente a la consulta de un psiquiatra.

Otros se perderán sin remisión si aspiran, ilusos, a fiscalizar al céntimo las subvenciones opacas, pero millonarias, del gobierno regional del sonderkommando Montilla a la tupida trama asociativa urdida en 30 años de satrapía catalanista.
Y los hay que se pierden a caso hecho… -la perdición por la perdición-… para no encontrarse, por miedo a descubrir que no hay nada dentro que valga la pena, nada salvo, como dijo Céline con ese humorismo suyo de desollado vivo, un saco de vísceras locas por pudrirse.
En definitiva, en Cataluña está prohibido perderse y la desobediencia se castiga con un multazo del quince. Por lo tanto, uno debe ceñirse a las consignas, a las trayectorias mayoritarias. No debe abandonar la fila. La recomendación es evidente: sigue a los demás, desfila, deja que te marquen el paso y transita las sendas que recorren quienes te preceden. No seas loco, imprudente… no te salgas del redil. La comunidad no tolera a los discrepantes.

Nos preguntamos qué sucede, por ejemplo, cuando ese senderista que se extravía, y aún a pesar de salir los bomberos en su búsqueda, fallece. ¿Quién paga entonces el rescate? ¿Las autoridades se incautan de los bienes del finado, si los hubiere, hasta saldar la deuda contraída, es decir, hasta recuperar el importe del salvamento frustrado? ¿O se carga la minuta a los familiares que le sobreviven, esperando a darles el sablazo tras el funeral? ¿Queda la tarifa-rescate pendiente de cobro y se la endosan con disimulo al próximo imprudente que pueda contarlo? ¿O acaso con la muerte del temerario excursionista se extingue la responsabilidad civil y el gasto originado por el operativo del salvamento va a fondo perdido, como las ayudas bancarias?...

Y, por qué no… ¿Incidirá la meticona e insidiosa normativa lingüística del sonderkommando Montilla en el precio de la tasa-rescate?… De tal modo que si el sociópata… -así nos lo pintan-… ese individuo manirroto, derrochador, que se pierde en el bosque, solicita auxilio en español con su teléfono celular, quedando registrada esa circunstancia punible en el acta de los bomberos… ¿Habrá de satisfacer una multa mayor por infracción idiomática?... La motivación administrativa es sencilla para esa exacción añadida: si además de perderse uno, lo hace en español… -en esta Cataluña nuestra de asfíctico integrismo lingüístico-… comete no solo una irresponsabilidad sino que perpetra una intolerable y contaminante ofensa a nuestras fauna y flora patrias.
En efecto… pues en ese caso turbaría la pacífica existencia de la temerosa bestezuela agazapada a su paso tras un matorral, asustada por las malsonantes alocuciones vertidas en español, ese idioma pútrido, infecto, apto para chachas, yonquis y rameras trotonas y poligonales.

No debemos ir al bosque, pisarlo, sino es provistos de brújula y de una guía de montaña, pero actualizada, pues el ladrillazo rural ha proliferado de tal modo en las últimas décadas de bonanza económica en muchas de nuestras comarcas, que aquellos mapas de la editorial Alpina, con sus curvas de nivel a colorines, están desfasados y no contemplan la drástica modificación del paisaje. Sería preferible, pues, que en lugar de ir al bosque, el bosque acudiera a nosotros, acaso como la movediza floresta de Birnam (Dunsinane).
Qué ironía… si activaran la tasa turística rural, o tasa arborícola, intención recaudatoria de la que se habló hace unos años y por la que algunos consistorios de montaña pretendían cobrar entrada a los visitantes para recorrer sendas y bosques contenidos en su término municipal, y una vez satisfecha en taquilla, el cliente-paseante se extraviara luego, pero fuera rescatado más tarde, sano y salvo… habría de abonar también un peaje extra para salir.

El paseante que equivoca el camino, dicen, y lo damos por natural, es un descerebrado y debe pagar por ello. No sabemos si el traslado en ambulancia hasta un hospital del automovilista que ha cometido una imprudencia al volante, en nuestras carreteras patrias, corre también de su cuenta. O si el costoso operativo de un salvamento marítimo en nuestras aguas territoriales, cerca de las islas Medas, por ejemplo, debe abonarlo el pasaje de la embarcación de recreo a la deriva, a un tris de naufragar.

Accidente o no, toca pagar, no le demos más vueltas, no sea que perdamos el oremus. Y qué… nos hemos acostumbrado a pagar dócilmente casi por cualquier cosa. Y nada de poner en práctica aquello que se dice a menudo: de perdidos al río, pues recordemos que si está prohibido… -por obra y gracia del consejero Baltasar, ideólogo de los aportes puntuales de agua por trasvases-… alterar el apacible hábitat de insectos y pececillos en estanques, lagos y arroyuelos con la intrusión de ociosas pedradas, y no es una coña, ni marinera ni fluvial, con más motivo lo estará si, a plomo, nos zambullimos nosotros en el agua.

¿Una receta para no perderse?... Buscar y dar, como Franco Battiato, con un centro de gravedad permanente. Pero no siempre funciona.

jueves, 11 de febrero de 2010

Operación Sinera: Contra-referéndum


El próximo 28 de febrero se celebrará una nueva tanda de consultas separatistas ilegales en docenas de municipios de Cataluña… con el cobardícola beneplácito de la Abogacía del Estado, del Fiscal General y del gobierno de la nación… -de naciones-… una de las naciones más antiguas del mundo, Zapatero en su piadosa oración obamita… -(en un inopinado rapto de espiritualidad ZP ha viajado a USA para rezar, cuando meses atrás fue a Rusia... para follar… desliz comprensible si acariciaba la idea de mantener una entrevista tête à tête con la candidata a la presidencia de la vecina Ucrania, la despampanante Julita Timoshenko)-… y que acaso por su antigüedad misma le parece en casa cosa discutida y discutible. También es cierto que, según el día, España está, gracias a Él… -a su intercesión, habría que decir en aras de ese desparrame de religiosidad que vive tras su encuentro planetario con Obama-… más cohesionada que nunca.

De nuevo los nacionalistas llamarán a votar por la independencia de Cataluña a los extranjeros, a quienes prometen trabajo y papeles… y el paraíso a los musulmanes… -huríes complacientes, arroyos de miel y de leche de camella-… aunque una vez depositado el voto, como en Vich, les propinarán un puntapié en el trasero. Uno de los municipios llamados a las urnas ilegales el 28-F, con numerosa presencia de musulmanes, es El Vendrell, provincia de Tarragona. Lo sabe Tolerancio de primera mano, pues allí vio docenas de carteles pegados por la calle contraviniendo flagrantemente, pero sin multa conocida, la normativa local de (in) civismo.

En su día se especuló acerca de la documentación manejada por las asociaciones convocantes de los referéndums de marras. Que si disponen o no de censo… No hace falta ser un lince para sospechar fundadamente que, en efecto, dichas entidades, copadas por afiliados y simpatizantes de los partidos implicados en la quermés separatista… -ERC, CiU, ICV, CUP e incluso PSC-… tienen acceso a esa documentación (censos electorales y padrones municipales), facilitada generosamente, sin el menor escrúpulo, por los partidos-nodriza. Pues nadie que sea ingenuo, memo, un tonto de baba, aducirá que no disponen de esos datos por temor a la acción de la justicia:

-¡Qué miedo, qué miedo!… -piensan atemorizados, insomnes, tratándose con ansiolíticos a puñados, los andobas, por ejemplo, de El Vendrell decideix.com-… Si el delegado del Gobierno nos pilla in fraganti con el censo… ¡Nos mandará un montón de polizontes, la Guardia Civil… uuuuuyyyyy… qué miedo, que nos da un patatús, el paralís!...

Otra cosa es que lo exhiban a la brava, ante las urnas, por si se cuela una cámara indiscreta o a un ciudadano de a pie, un héroe anónimo, le da la ventolera y se acerca al tenderete decidido a incordiar a los organizadores de semejante trapisonda jugándose una paliza.
No tienen el censo a la vista, claro está. Nadie que no sea un marmolillo del copón blande en público el arma con la que ha perpetrado el crimen… pero lo guardan en la trastienda para cotejar luego los votantes presenciales, que han ido anotando en un papelote, con los asientos de los listados oficiales y actualizados, faltaría más, para elaborar más tarde, en petit comité, sobre todo en pequeñas localidades, el censo B, el de los abstencionistas insensibles a la causa sagrada de la construcción nacional de Cataluña… para tirarles de la oreja en el casino del pueblo o en la cola de la panadería.

¿En qué consiste la Operación Sinera que el patán de Tolerancio ha enviado a todo aquel que, en su opinión, podría hacer uso de ella para dañar gravemente la reputación, cierto que no mucha, de los referéndums separatistas?… altruista iniciativa que ha caído, cómo no, en saco roto y que nadie se ha apropiado para explotarla en provecho de todos y del suyo propio. Como todo el mundo sabe, más allá de las conferencias, para el activismo no nacionalista, se extiende el páramo hostil, la tierra incógnita.

Muy sencillo. No obstante, aquí va una consideración previa. El nombre, Sinera, lo toma este operativo del anagrama poético inverso de Arenys de Mar debido a Salvador Espriu, por ser Arenys, pero de Munt, el primer municipio donde arrancó el desafío al Estado que nos ocupa y preocupa, aunque no demasiado, según se ve, a ZP y a su orondo ministro de Justicia, Caamaño, que lloriquea por los rincones, buá-buá, porque no le dejaron quemar a él una bandera nacional en una mani convocada por BNG y PSdG-PSOE a favor de la prohibición del español, como lengua vehicular, en las escuelas de Galicia.

Tolerancio brinda el operativo, preferiblemente, a algún periodista joven, ambicioso, que quiera labrarse un futuro dando un golpe de efecto, elaborando un incisivo reportaje de investigación. No necesita más que un dispositivo del tipo cámara oculta, según el formato de esas crónicas que echan de vez en cuando por la tele para poner en evidencia, tras un atentado terrorista, la deficiente seguridad en los controles aeroportuarios. Eso y un ayudante descarado, intrépido, que se maneje aceptablemente en un catalán coloquial. Y poco más.
Logística sencilla y barata. Una pizca de imaginación, de verborrea y… ¡Hala!... a colgarlo en la red u ofrecerlo al medio de comunicación adecuado para su difusión (ya avisamos que en La Vanguardia o El Punt no tendría futuro). Todo por la audiencia.

La finalidad de Operación Sinera no es otra que demostrar los arbitrarios mecanismos que rigen la votación. Dejarles, pues, con el culo al aire ante la opinión pública, es decir ante ese segmento de la opinión pública que aún conserva un ápice de sentido crítico de la realidad (y que podríamos estimar, con generosidad, en un 10-12% en Cataluña y en un porcentaje algo superior, no mucho, en el resto de España).

Nuestro cebo, nuestro actor, cámara oculta con dispositivo audio, debe intentar:

1.- Votar en el municipio donde reside.

2.- Votar en un municipio donde no reside. En ese caso podría comparecer acompañado, a guisa de avalista, de algún votante avecindado o empadronado en ese municipio que interceda por él: Dejad votar al chico, es un colega… y si no es posible contar con esa ayudantía, intentar votar de todos modos a base de palique y arguyendo alguna excusa del tipo: En mi pueblo no se vota y me muero de ganas por hacerlo porque soy un nacionalista del carajo de la vela… o cualquier otra trola… incluso mostrando una documentación, más o menos veraz, que acredite cierta vinculación con el municipio en cuestión: un carné de un club de bolos o de la biblioteca pública… lo que se nos ocurra, siempre que tenga un atisbo de lógica, aunque, por otro lado, cuanto más chapucera sea la excusa, mayor será el descrédito infligido al referéndum.

3.- Votar el mismo día… -lograrlo sería demoledor-… en dos o tres municipios en una suerte de gira electoral con la aviesa intención de hacer mofa y befa de los controles establecidos por la organización.

4.- Convencer a un gancho-elector de otra nacionalidad para ejecutar el operativo. Un africano chapurreando cuatro palabras en catalán daría el perfil apropiado. Uno de los requisitos capitales, a saber: mostrar a la mesa documentación vinculada al municipio, sería en ese caso más fácilmente eludible, pues los apoderados se cuidarán mucho de interrogar a un africano, primero porque ni los reconocen ni distinguen unos de otros… (los ven a todos iguales)… y segundo porque… ¡Ya que el hombre ha tenido la deferencia de solidarizarse con la causa soberanista…!... Pues eso, no fotem (no jodamos).
Pero no descartemos, sin más, a un sudamericano… por ejemplo, un argentino resentido de verbo florido, ataviado con una camiseta del Che o del Barça, con el dorsal de Messi, que manifieste de manera vehemente su visceral odio a España… Esos gallegos de la concha de su madre… ¿La Madre Patria?... ¡La Puta Madre, boludos!... y deleite a los presentes con una escueta pero electrizante diatriba, en español, con marcado acento porteño, contra el expolio del nuevo mundo perpetrado por los conquistadores extremeños de malolientes sobacos…

Una vez editadas las imágenes y compuesto el material, nuestro periodista aspirante a la fama, a la promoción profesional, al Pulitzer nacional, ofrece su reportaje… Sensacional exclusiva, señores… a un medio de comunicación de ámbito nacional interesado en dejar los referéndums separatistas a la altura del betún.

viernes, 5 de febrero de 2010

Montilla, de cine


Están que trinan, dicen, distribuidores y exhibidores de cine con la ley promovida por el gobierno regional, pero con ínfulas de estado soberano, del sonderkommando José Montilla. En unos años deberán proyectar, mínimo, un 50% de copias dobladas al catalán. ¡Qué sorpresa morrocotuda!... ¿El gobierno de la Generalidad regulando la exhibición de pelis en pantallas comerciales con cuotas obligatorias bajo amenaza de multas millonarias?... ¡Qué novedad!... ¡Es que no me lo puedo creer!

Evidentemente Tolerancio comprende el enojo del sector y reprueba esa ley meticona, latosa e inquisitorial aderezada, cómo no, con las especias habituales: multazo que te crío. Sólo que estaba cantado. La normativa lingüística en ciernes aplicable a distribución y exhibición cinematográficas era cuestión de tiempo… de muy poco tiempo. Lo intentó Pujol y tuvo que envainarse esa pilila que sacó sin fundamento. Pero llegó el sonderkommando socialista y ultranacionalista José Montilla, que de algún modo tiene que hacerse perdonar su origen cordobés interpretando un patético papel en la función… el de catalanista integrista y talibán, ozú.
¿Acaso no regulan y multan los rótulos de comercios particulares: la peluquería de la señora Patro o la colchonería López de la esquina, la de toda la vida? ¿No subvencionan exclusivamente el teatro representado en catalán? ¿O es que no vetan a los contertulios que se expresan en español en los debates retransmitidos por medios audiovisuales de titularidad pública? ¿No prohíben acaso el derecho a la elección de lengua oficial en la escuela?... ¿Qué pensaban… que el cine se iba a salvar de su escrutadora vigilancia? ¿Es que los distribuidores cinematográficos están hechos de otra pasta y no de arcilla, de barro, como el común de los mortales?

Ahora le toca al cine. Su turno: pasen por ventanilla. La próxima andanada afectará a los mendigos que redactan en español sus desesperadas peticiones de auxilio y que serán desalojados de la calle, por causa de su horrendo crimen idiomático (Estoy parado y tengo tres hijos. Una ayuda para comer, por favor). Inspectores a las órdenes de Queta… -la standartenführer de la poli lingüística de Montilla-… se incautarán de sus humildes y astrosos letreros petitorios y los desalmados infractores serán esposados y trasladados a comisaría.
Y más adelante, cuando ya no quede expresión pública comercial en español que perseguir y multar, pero justo antes de sancionar la expresión oral de los transeúntes en la vía pública, llegará la hora de las cabeceras de diarios y revistas en los quioscos de prensa.

Cabe decir que esas hipotéticas sanciones a los periódicos publicados en español, pero cuyas líneas editoriales han silenciado, cuando no respaldado vergonzosamente, la delirante y nauseabunda práctica de las multas lingüísticas desarrollada por el gobierno del sonderkommando Montilla… (cierto que aprobada en tiempos de Pujol)… nos referimos a La Vanguardia, El País o El Periódico… serán las únicas que saludará y celebrará Tolerancio en silencio, íntima, privadamente. Pues el nacionalismo, como Roma, al final, no paga a traidores… y a todos, sin excepción, aplica su rodillo, por muchas, soberbias y peritísimas que hayan sido sus felaciones al poder local.
Y jodidos, recluidos tiempo ha en el lazareto, en el ergástulo de los apestados… ya nos apretaremos ya, para hacer sitio entre las alambradas a los chivatos y palanganeros de última hora caídos en desgracia ante los tiranuelos, retribuidos… ¡Sorpresa!... con el salario de la ingratitud.

Leemos en la prensa que el día 1 de febrero cerraron unas 600 de las casi 800 pantallas comerciales existentes en Cataluña en protesta por la Ley del Cine. Adelante, chicos. Tolerancio aplaude la iniciativa, aunque sospecha que los distribuidores persiguen pactar una cuota obligatoria a la baja (50%) o una moratoria… en lugar de defender sin tapujos la libre actividad comercial no sujeta a cuotas de ningún tipo.
Entristece que protesten solamente cuando les han pisado un callo -aunque protestan y ya es algo, pues la condición lanar, ovina, cuando no caprina, de otros colectivos, es casi total-. A tan reputados y levantiscos industriales les ha resbalado siempre que a la señora Juanita la multaran por rotular su colmado en español. Es decir, multas para garajes y panaderías, por supuesto: no tenemos nada que objetar… pero… ¡Para las películas de Brad Pitt y de George Clooney… qué disparate!

Sobre el particular, cuotas y multas en salas comerciales, no hemos sintonizado aún opinión alguna de los siempre inquietos y comprometidos... -¿Con qué?-... profesionales de nuestra subvencionada industria cinematográfica… ya saben, nuestros actores y directores, distinguidos por esa vocacional, esa irreprimible querencia suya por subir al púlpito y largar sermones a diestro y siniestro. No han dicho ni mu…
… y no es cosa extraña, pues aún esperamos que Fernando León de Aranoa y Javier Bardem, entre retozón y retozón con la tan bella como pavitonata Pe, rueden Los martes al sol, continuación de Los lunes, ahora que entre pitos y flautas rondamos los 4’5 millones de parados. Cierto que Bardem, o eso manifestó hace unos meses, está más preocupado por la actual crisis de valores que por la crisis económica, figúrate.
Andan todos muy ocupados sustituyendo cordones sanitarios o manifiestos contra la guerra, sólo la de Irak, claro es, o a favor de la negociación con ETA, sea el caso de Pilar Bardem, Alberto Sanjuán, Luis Tosar, Juan Diego Botto o Federico Luppi, por más recientes proclamas de apoyo a los regímenes bolivarianos de Chávez y Morales, conspicuos paladines de la libertad de expresión y de la creación artística, como todo el mundo sabe.

Chitón, ni una palabra. A lo que se ve no hay motivos para rodar Hay motivo II ni para decir esta boca es mía en relación a las cuotas y sanciones contempladas en la amontillada ley del cine. Por su parte Joel Joan, pro-etarra confeso, director de la Academia Catalana de Cine, extasiado con la persecución lingüística decretada por quienes le colocaron en esa mullida poltrona, suspira por el glamour de las pasarelas y desfila en un pase de modelos… -hemos visto la foto del posado en la prensa-… aunque echamos en falta que lo hiciera luciendo uno de esos atrevidos modelitos del trasgresor David Delfín, una de sus creaciones con soga al cuello, en homenaje póstumo al estilismo suicida de su llorado amigo mosén Xirinachs.

¡Corten!... queremos decir… Tallin!