miércoles, 30 de junio de 2010

Montilla: Voltafaccio y Gesundheit

En la década de 1910 emerge una importante figura en el socialismo italiano: un maestro de escuela cabezón llamado Benito Mussolini, director del diario obrerista Avanti!. En los albores de la primera Gran Guerra, Mussolini adopta el discurso nacionalista. Le seduce entonces la parafernalia belicista, los uniformes de opereta de los arditti y de los voluntarios que a las órdenes de D' Annunzio ocupan Trieste en la península de Istria. En 1919 crea los fascii di combattimento. A ese viraje de 180 grados los italianos lo llaman voltafaccio.
Trueca Mussolini la tradicional fraseología socialista de la lucha de clases por la cohesión nacional. La dictadura del proletariado por la de sus camisas negras con fajines y oropeles, por la mística de la juventud y de la guerra que llevará a Italia, era ésa su pretensión, a un resurgimiento nacional y a ocupar un lugar de honor en el concierto de las potencias occidentales. Ese sueño visionario conducirá al régimen a disparatadas aventuras expansionistas en Abisinia para reverdecer los antiguos y marchitos laureles de la Roma imperial.
No, Montilla no pretende emular a Mussolini, por supuesto. Ni le inspira su obra. Montilla se reclama heredero político y espiritual de Maciá y de Companys, que primero fue golpista, octubre del 34, y luego mártir, 1940. Una herencia que nadie litigaría en su sano juicio. Cierto que Mussolini financió a Estat Català, el partido ultranacionalista y fascistoide de l' avi Maciá (del abuelete Maciá) integrado más tarde en ERC... pero como hizo en su hora Mussolini, Montilla, vale que en su turpísima y deshilvanada retórica, a veces ininteligible, tanto que no sabe uno en qué idioma chamulla o farfolla, ha cambiado socialismo por patriotismo, o acaso conjugado ambos en un híbrido viscoso, en una suerte de engrudo que no acabamos de ver en qué estrafalario engendro, en qué patraña quedará.
En un mitin reciente, Montilla... -el mismo que aplaude editoriales conjuntos de la prensa domesticada, que presiona a los tribunales, que se dejan presionar de lo lindo, y que amenaza con no acatar sus sentencias, por otra parte pasteleadas... el mismo que, haciendo un uso irresponsable y dudosamente democrático del cargo que ocupa, insta a la rebelión de la ciudadanía contra instituciones legítimas, aunque apocadas y devaluadas; ése que da por buena la inmersión lingüística en catalán en la escuela pública para los hijos de los demás pero que matricula a los suyos en el Colegio Alemán-... proclama que Cataluña necesita patriotas y empresarios.
He ahí la sorpresa. Uno lleva toda la vida oyendo decir a esos progres cansinos y latosos que le sermonean desde que tiene uso de razón, que el patriotismo es el último refugio de los bribones... (refiriéndose, no cabe la menor duda, al patriotismo si es español)... y ahora resulta que no, que el patriotismo es la receta necesaria para salir del marasmo económico e institucional, se acabó el oasis, en donde nos han metido los patriotas precisamente, los mismos que llevan ya tres décadas dando la brasa con su arrebatado patriotismo de cuenta corriente, de jugosa comisión que te crío y de evasión de divisas, como el papito de Artur Mas, que transfirió sus buenos ducados, cómo no, al gran Ducado de Luxemburgo para distraerlos de las codiciosas garras de la expoliadora Hacienda española.
Patriotas y empresarios. Empresarios para pagar las comisiones que financian ilegalmente a los partidos de la Cataluña oficial, cuyas deudas crediticias son condonadas sistemáticamente por las entidades bancarias, y patriotas en las cúpulas de los partidos y del tejido asociativo estabulado para manejar esos caudales. Y la bandera para taparlo todo y evitar que el hedor se difunda en exceso. La bandera para lavandera... es decir, para la operaria de la lavandería, que no dará abasto la pobre limpiando las cascarrias y los manchurrones de babas que se adhieren a la tela cuatribarrada y que la dejarán a este paso negra de churre, de roña, negra como los estandartes de los escuadristas de Mussolini que en Milán, feudo hoy de la separatista Lega Norte, se conjuraron para perseguir sin tregua a los enemigos de la patria.
Nada tienen que ver uno y otro, desde luego, pues uno mudó de ideales, Mussolini, y el otro, Montilla, nunca los tuvo. Uno acabó colgado cabeza abajo, fue decapitado y su gruesa y pelona cabeza sirvió como balón para un partidillo de fútbol improvisado por milicianos en piazzale Loreto, y el otro, en cambio, se retirará un día plácidamente como hijo ilustre de la localidad cordobesa de Iznájar, para tomarse manzanillas y gazpachitos a la fresca, henchido de orgullo paterno al saber que su prole se gana la vida como importantes ejecutivos de una multinacional gracias a enchufes diversos y a su fecunda instrucción en un colegio de pago donde les impartieron una pírrica hora de catalán a la semana.
Pero ambos coinciden en una cosa: en el valor instrumental de la polivalente bandera... bien sea para alumbrar sueños delirantes o para taparse las vergüenzas.
No es el de Mussolini, a pesar de la reincidencia del mecanismo llamado voltafaccio, el paralelismo mejor traído para enjuiciar el quehacer de algo tan inane como Montilla. Entre otras cosas porque el interfecto no da para ningún paralelismo de peso histórico. Tampoco para enfrentarlo en un espejo a Honecker... que quiso invadir Polonia, nos enteramos leyendo el diario El Mundo en su edición del 21 de junio, para conjurar la amenaza que el sindicato Solidaridad y el Papa Wojtyla suponían entonces para el bloque socialista. Honnecker aspiraba, operación Gesundheit, a recrear el pacto nazi-soviético para sojuzgar a los enemigos del régimen y repartirse Polonia con la URSS, pizca más o menos como en 1939.
Cuando el zampabollos de Montilla invoca las figuras de Maciá, promotor de la charlotada de Prats de Molló, y de Companys, que se rebeló contra el gobierno de la II República en octubre del 34... no sabemos qué diantre pasa por su cabecita, si pasa algo que no sea otra ración de salmorejo y el afán de mostrar piernas ortopédicas en mítines bochornosos de un populismo exhibicionista entre peronista y bolivariano, pero hacemos votos para que no sienta la tentación de reinterpretar la Historia, pues la desconoce por completo, ni crea en la posesión espiritual... -así habría de ser si es que aún rinde culto al materialismo dialéctico-... o en la mudanza de almas en el devenir a través de la metempsicosis.

sábado, 26 de junio de 2010

El problema es el PSC-ZP(SOE) (II)

Continuamos revisando datos de la espeluznante encuesta publicada días atrás, 2 de junio de 2010, por el diario El Mundo. Queda establecida la sumisión ancilar a las tesis nacionalistas de los votantes de PSC e ICV, superando incluso la obediencia nacionalista en sentido estricto de los votantes de CiU y ERC en un aspecto angular como la aceptación de la inmersión monolingüe obligatoria en la escuela, estremecedor balance que aporta una idea aproximada del insuperable grado de idiocia de la izquierda catalana, supuestamente no nacionalista... -y de su electores-... vinculada aún a la izquierda española, más o menos izquierda, asunto que a Tolerancio le importa un bledo, pero menos española. Abordamos ahora otros ítems de la encuesta igualmente horripilantes.
En elcapítulo dedicado a Baleares nos topamos con un 18% de encuestados que a la pregunta: ¿Le gustaría elegir lengua vehicular en la educación de sus hijos?... responde que no, que prefiere no elegir. Es decir, ese 18% elige no elegir. Los encuestados que responden tal cosa sospechan que la no elección de lengua va ligada a la imposición de una, la que es de su agrado, pues de lo contrario serían aún más gilís de lo que uno cree, pues renunciando a elegir darían por bueno que quienes tienen mando en plaza para decidir sobre semejante materia dispusieran alegremente escolarizar a sus hijos en eólico dulce, en danés o en silbo gomero. Les estaría bien empleado.
Los encuestados que dicen haber votado al PSOE superan ese 18%, uno de cada cinco adultos, que no es poco. Así sale elcesto con esos mimbres. Es prácticamente imposible dar con un votante socialista, o de izquierdas, entre amigos, familiares y compañeros de trabajo que no sea uno de esos acomplejados ante los nacionalistas que, involuntariamente, deja tras de sí un rastro de babas. ¿Qué les ha pasado? ¿Quién les ha lavado y atrofiado el cerebro de esa manera?
Elegir: siempre que se pueda. Incluso Ronnie Lee Gardner, reo ejecutado en el estado de Utah hace unos días, prefirió el pelotón de fusilamiento a la inyección letal. Sus razones tendría. Elegir siempre, en todo momento. Mejor un arroz caldoso que un arroz a la cubana. Un recital de Franco Battiato que no de Nuria Feliu. Una exposición de retratistas flamencos antes que una de Tàpies. Según colores y gustos... pero eligiendo por sistema incluso para equivocarse.
También los datos referidos a Aragón deparan alguna sorpresa. Ahí la pregunta que hace al caso interesa a la cooficialidad del catalán en los municipìos donde se habla una variante dialectal de la lengua propia de Montilla. La mayoría de los encuestados es contraria, pero no son pocos sus partidarios. Por recuerdo de voto los más favorables son, una vez más, los votantes del PSOE con la nada desdeñable cifra del 35'4%, seguidos de los baturro-nacionalistas del CHA (Chunta Aragonesista) con un 28'9%. Los terceros, los votantes de IU, 18'2%, y en el pelotón de cola se sitúan los votantes del regionalista PAR, 16'7%, y los del PP con un 11'9% (1).
Estos y otros datos reafirman a tolerancio en sus trece, en esa idea que le ronda la cabeza desde hace tiempo. Que lo peor de España, además de los nacionalismos tribales y de la cobardía de los partidos mal llamados nacionales, son los españoles. Y entre los españoles destacan por su imbecilidad supina los españoles de izquierdas, colegiadamente a través de las cúpulas de los partidos que los representan, o individualmente a juzgar por las melonadas que responden al encuestador. Tales para cuales.
Pero aquí recibe todo quisque. Para cerrar plaza... -prueba que demuestra de manera fehaciente que nuestro país... anestesiado con las gansadas de Belén Esteban... no tiene solución, o si la tiene, es misión imposible dar con ella, más enrevesada incluso que los problemas matemáticos que ha resuelto Perelrman, ese estudioso huidizo y extravagante que no sale de su casa desde hace años-... tenemos que Revilla, presidente del gobierno autónomo de Cantabria, antigua Castilla la Vieja, el mamarracho ése de las anchoas, es el político regional mejor valorado por los españoles, independientemente de su recuerdo de voto. Así nos luce el pelo.
Sí, ese bamboche con hechuras de personaje secundario en una aventura cómica de Mortadelo y Filemón, obtiene una valoración de 6'5 puntos sobre 10. Para mear y no echar gota.
Y dejamos aquí la encuesta para no deprimirnos más.
(1).-Leemos en la edición del diario El Mundo, lunes 21 de junio de 2010, que los gobiernos regionales de Cataluña y Aragón han firmado un convenio para potenciar la enseñanza del catalán en las comarcas limítrofes de la llamada Franja, de poniente para unos, de levante para otros, según en qué punto cardinal se sitúe cada cual. Convenio que, cómo no, pagaremos íntegramente los catalanes como ese otro firmado hace unos días con el ayuntamiento de Perpiñán por la módica cifra de 600.000 €, unos 100 millones de pesetas.

martes, 15 de junio de 2010

El problema es el PSC-ZP(SOE) (I)

Redactamos esta bitácora pensando en esos no nacionalistas que consideran (y ya cansan) que el problema fundamental de Cataluña y de España es el nacionalismo. Que la desigualdad de derechos entre ciudadanos españoles, al margen de consideraciones relativas a extracción social y capacidad económica, reside en las políticas excluyentes promovidas por partidos expresamente localistas o nacionalistas que explotan al máximo el artificio de la diferencia y que afloran por doquier al amparo de la descentralización y de la debilidad y atrofia en fase metastásica de un Estado que ha desertado de representar a España, una de las naciones más antiguas de Europa, y, por ende, del mundo.
Nadie niega que el nacionalismo identitario o esencialista es un problema de aúpa, no sólo político... interesa también a una suerte de trastorno colectivo de la personalidad... pero no es el problema fundamental. Esa es la cuestión.
Días atrás el diario El Mundo publicó un sondeo por capítulos, región por región, reflejando intención de voto y otros asuntos de interés sometidos al criterio de los encuestados. Uno de los apartados, que da para un detallado análisis, trataba del grado de aceptación entre el paisanaje de esa mamarrachada superlativa que es la inmersión lingüística obligatoria en las aulas (1).
El balance es desolador: el 70% de los encuestados residentes en Cataluña, unos 1.400 individuos, creemos recordar, según la muestra demoscópica, avala esa castaña pilonga consistente en la conversión de la lengua catalana en única lengua de referencia culta y académica del alumnado, rango que se hurta a la lengua española, también oficial, pero relegada al nivel de las lenguas extranjeras en el deplorable sistema educativo aborigen, a la cabeza por cierto del fracaso escolar en España, siendo España a su vez la primera en esa clasificación a escala continental.
Es decir, la lengua catalana, una lengua respetabilísima sin duda, aún a pesar de las numerosas barrabasadas que en su nombre cometen muchos de sus liberticidas defensores, cejijuntos paletos con barretina calada, pero de una muy relativa importancia y recorrido en estos tiempos que corren de globalización mundial de la gansada y de la mediocridad... antepuesta por blindaje legal a una lengua, la española, además de oficial, insistimos, que cuenta con estatus de lingua franca internacional hablada y estudiada por millones de personas en el ancho mundo.
Eso es, un 70% de los catalanes están encantados de hipotecar la educación de sus hijos por conformismo o por un rapto clamoroso de aldeano ensimismamiento inducido, incoado por décadas de machacón adoctrinamiento en escuelas, asociaciones, parroquias, centros cívicos y medios locales de comunicación. Porcentaje del que excluimos al sonderkommando nacionalista José Montilla y a su laboriosa esposa que, con acertado criterio y gracias a su saneado presupuesto familiar, escolarizan a sus hijos en el elitista Colegio Alemásn pensando, padres previsores, en el futuro profesional de su prole, donde reciben una hora de lengua catalana a la semana... ¡¡¡Una!!!
Cierto que un 24% de catalanes, según la encuesta, reprueba esa política a medio plazo suicida, entre quienes se cuenta Tolerancio... -que, por cierto, rara vez se había sentido tan acompañado-... pero habría celebrado una porción del quesito aún mayor. El dato estadístico evidencia que el sentido común no lo es tanto y que el aborregamiento del paisanaje ha alcanzado cotas difícilmente superables y es probablemente irreversible.
A lo que vamos. Los encuestados, agrupados por recuerdo de voto, responden a la pregunta concerniente a las bondades de la inmersión lingüística. Y resulta que entre sus partidarios el primer puesto no lo ocupan, sorprendentmente, los votantes de ERC, que se pronuncian afirmativamente en un 91%, siendo los segundos de ese lamentable ranking de la imbecilidad... sino los votantes de ICV (Iniciativa per Catalunya), es decir, la Izquierda Unida catalana, con casi un 94%... una formación que declina definirse con la etiqueta nacionalista.
Pero hay datos aún más llamativos y estremecedores. El tercer puesto no lo ocupan los votantes de CiU... ¿¿¿Cómo???... sorprendiendo incluso que no figuren los parroquianos de Pujol en primer lugar... sino los del PSC, incluidos esos miles y miles de votos que el partido federado con ZP captura en su caladero del área metropolitana de Barcelona... votantes que se identifican, por su origen inmigrante y su obediencia nacional española, o eso nos han contado siempre, con el PSOE en su más rancia versión a lo puertohurraco que no con la cúpula burguesa y catalanista del PSC, descontado el converso de Montilla que, por más que mueva el rabo nunca será bien recibido en los palcos del Liceo.
Entre los votantes del PSC los parabienes para la inmersión lingüística cosechan más del 80%, muy por encima de la ya de por sí elevadísima y descorazonadora media, en tanto que el 67% entre los votantes de CiU, algo por debajo... increíble, pero cierto... salvo que se haya deslizado un error tipográfico en la noticia. La estupidez entre los votantes del PP ha contagiado a un nada desdeñable 38% de sus votantes, muy lejos, eso sí, del fatídico 70%.
En definitiva, los votantes de ICV y del PSC son más pro-inmersión lingüística que los de ERC y CiU, confrontados dos a dos, ICV/ERC y PSC/CiU, a ambos lados de un eje de simetrías, declarándose no nacionalistas los primeros de cada par de opruestos. De locos.
El pasmoso busilis de la encuesta no es el respaldo que la inmersión de marras, piedra angular del proyecto nacionalista y separatista, obtiene entre los votantes de partidos nacionalistas, CiU y ERC, que va de suyo, pero inferior incluso al que Tolerancio habría vaticinado antes de conocer los datos de la encuesta para el caso de CiU... -qué menos que un 97% o una magnitud muy similar-... sino entre los votantes de partidos que se definen como catalanistas (vaporosa categoría) pero no nacionalistas: 93'7% ICV, 80'8% PSC, sin perder de vista el casi 38% del PP. Es decir, una amplia mayoría de votantes de partidos supuestamente no nacionalistas dan por buena la joya de la corona del nacionalismo excluyente y promotor de derechos desiguales: la inmersión monolingüe en la escuela pública.
Con el nacionalismo ya contamos. Siempre habrá nacionalismo... como siempre divisaremos al entrañable caganer (cagón) tocado con barretina entre las figuritas de los belenes nativos, golondrinas en verano y golondrinos bajo los sobacos. No habría de importar demasiado si en un cabal acto de civismo aparcáramos el nacionalismo en el gabinete de estudio del folclorista junto a las fiestas de la primera gavilla de mayo o con los inofensivos aplecs de puntaires (reuniones de encajeras).
El problema de Cataluña y de España, pues, no son los nacionalismos... cuando menos no son un problema más grave que la deserción acomplejada de toda idea o proyecto nacionales de la propia izquierda española, PSOE e IU, en su versión federal o en su versión local indistintamente, incluyendo, no sólo a sus dirigentes, sino a la aplastante mayoría de sus abducidos votantes.
(1) Recientemente ha fallecido el cerbro gris de la inmersión lingüística obligatoria, Miquel Siguan, emérito sociolingüista que a estas horas tañe su arpa en el gosipino regazo de una nube, chivándose, insidioso y meticón, de los angelitos que no hablan en catalán.
Su defunción demuestra que la mala baba no es un antídoto para nuestra perecedera condición... luego no es cierto aquello que dicen: que mala hierba nunca muere. Cierto que su obra la continúan otros, legiones enteras de discriminadores, de maltratadores lingüísticos, delatores como Santiago Espot, comisarios y agentes sancionadores que pagan sus facturas mensuales y sus vacaciones jodiendo al personal, la mar de risueños... pero también ellos morirán. Sus víctimas también lo haremos, de modo que cada quisque llore a sus muertos.

jueves, 10 de junio de 2010

La lengua redentora

Al patán de Tolerancio se le desarreglaron las tripas días atrás. Lo tuvo merecido por ojear, en contra del sentido común, un ejemplar de la prensa gratuita. Junto a la habitual ración de mala fe de redactores anónimos e hirientes incongruencias lingüísticas y toponímicas en virtud de las que, en la sección meteorológica, La Coruña es A Coruña, Orense es Ourense pero Castellón es Castellón y no Castelló o Londres es Londres y no London, se dio de bruces con dos hallazgos de una insólita estulticia.

Uno referido a las virtudes socialmente sanadoras y balsámicas de la lengua catalana y el otro un sorprendente anuncio institucional de la Junta de Extremadura. Tolerancio leyó y releyó ambos textos una y otra vez, pues no daba crédito a lo que tenía ante sí, invirtiendo por una vez más tiempo del necesario para revisar ese conjunto de hojas numeradas que lleva por título 20 Minutos.

Abrió boca, o mejor, cerró boca, la del estómago, con un anuncio de promoción turística insertado por el gobierno regional de Extremadura. Aparece a toda página un tiparraco con aire profundo y meditabundo que, por una inscripción al pie de la fotografía, dice llamarse Huecco. Es, eso parece, su nombre artístico. Tolerancio se documenta y averigua que el interfecto es un cantautor o por tal pasa ante la opinión pública. Y presume, pero es una mera conjetura, que el citado sobrenombre es descriptivo y alude a una cualidad de su cabolo ornado con larga melena.

El pasmoso mensaje es éste:

Somos Extremadura. Hay quien ha hecho de los negocios y de los mercados un juego especulativo para conseguir el máximo beneficio a costa de lo que sea... Otros en cambio pensamos que hay que crear un nuevo modelo "sostenible" de conciencia social, porque la economía no puede estar alejada de lo verdaderamente importante: las personas.

www.somos-extramdura.es

Tal cual. No es ninguna trola. Todo ese dinero público, una millonada, para publicitar las bellezas sin cuento... -paisajes, gastronomía, costumbres, patrimonio histórico-artístico-... de Extremadura con una versión empalagosa de discurso buenista de Zapatero que nos remite a su ditirámbico y olvidado proyecto de economía sostenible. Como suena. Para vomitar.

A uno le entran ganas de decir: ¿Así que el gobierno de Extremadura quiere convencerme de visitar tan bella región colándome propaganda, no ya subliminal, sino descarada, de la babosa y huera… -o huecca, en honor al trovador en nómina-… fraseología de ZP?... Que si el centro histórico de Cáceres es patrimonio de la Humanidad, que si Trujillo es una localidad monumental como no hay dos o el valle del Jerte una preciosidad con sus almendros en flor, Hervás un pueblo delicioso y el parque de Monfragüe una joya paisajística para observar el vuelo majestuoso de las grandes rapaces…pues dan ganas de decir que me esperen sentados…

La otra memorable gansada se la debemos a un periodista inglés afincado en Cataluña llamado Matthew Tree, apellido que da árbol en español. Y a quien, conocidas sus declaraciones, deberíamos recordarle el refrán que dice que los árboles de la subvención para remunerar el baboseo militante no dejan ver el bosque.

El tal Tree… -árbol, acaso un alcornoque-…hace sus apaniguadas declaraciones en una separata pagada con nuestro dinero por la Generalidad e insertada en el diario gratuito, no sólo por el precio, sino por su relevancia. Es un publirreportaje, al copo de pequeñas perversiones, un no parar párrafo a párrafo, enfocado a la difusión de la lengua catalana entre colectivos inmigrantes. El libelo nauseabundo se titula Vivim Junts (vivimos juntos) o cosa parecida y apela a la pacífica y cordial convivencia en función de la recomendable integración de los extranjeros por asimilación o enculturación intensiva… fenómeno que llamaremos en adelante amontillamiento.

El busilis de su intervención estelar se resume de esta manera:

Hi ha societats més racistes que d’altres? (¿Hay sociedades más racistas que otras?

El andoba de Tree piensa, Me alegra que me haga esa pregunta, peloteando sin disimulo, pensando en nuevas sinecuras y encerando el suelo con ubérrimo aluvión de babas (traducimos su lacayuna respuesta):

El racismo de las sociedades depende de sus tradiciones culturales. En el caso de Cataluña, gracias a la utilización de la lengua como elemento de integración, la gente quizá es menos racista que en otros lugares.

Mira tú por dónde, la lengua catalana se revela como bálsamo curalotodo contra la xenofobia y el racismo. Seguramente reconocidos esclavistas catalanes como el conde Güell, el señor Xifré, todos con calles y parques dedicados en nuestra bien amada ciudad, o medidores de cráneos itinerantes como el mecenas doctor Bartolomé Robert, o precursores del nacionalismo catalán como Prat de la Riba, obsesionado en desvaríos raciales a la guisa de Sabino Arana, se ve que no hablaron catalán ni en la intimidad, porque el dulce son de nuestra lengua vernácula no les hizo el efecto civilizador pregonado por ese anglopaleto catalanista de míster Tree.

La lengua catalana, según Tree, que de cobijarse bajo la sombra de un árbol elegiría el Pi de les tres branques (el pino de tres ramas)… -donde los nacionalistas montaban su romería anual para conectar ilusoriamente con el legendario sueño pancatalanista de Jaime I el Conquistador, delirante falsificación onírica e histórica que tuvo su público, como lo tienen las peleas de barro entre señoritas en bikini-… se manifiesta como lengua de un irenismo conmovedor y es Tree el abanderado irenarca de la misma, el magistrado encargado de la calma y tranquilidad del pueblo.

Y uno lamenta que el catalán no se hubiera hablado antes y en todo el mundo. Acaso la Historia de la Humanidad se habría ahorrado tristísimos episodios como la esclavitud, los pogromos medievales, el Ku Klux Klan o el antisemitismo contemporáneo. Otro gallo nos habría cantado de realizarse in illo tempore una inmersión lingüística a escala planetaria.

El catalán, esa lengua filantrópica que no tiene la culpa de las prohibiciones, cuotas y multas que se imponen en su nombre, ni de que sus hablantes crearan la despectiva categoría clasificatoria del xarnego (charnego) para designar a los mestizos impuros. Ese entrañable huevón de Tree no se ha enterado. Ni falta que le hace, mientras le vayan soltando la soldada por largar memeces semejantes.

jueves, 3 de junio de 2010

Senado papúo

Tolerancio inició su blog dedicándole una bitácora a los bimin-kuskusmin de las Tierras Altas de West Sepik, Papúa-Nueva Guinea. Los b-k practicaron en tiempos la antropofagia ritual, que no proteínica, pues contando con una numerosa cabaña porcina para el sustento, de vez en cuando le hincaban el diente al incauto que se extraviaba por sus dominios.

El canibalismo permite diferentes lecturas a condición de no ser uno mismo la sustancia del fenómeno, en cuyo caso cualquier lectura carece de importancia. Para antropólogos materialistas, tirando a ramplones y garbanceros, como Marvin Harris, el canibalismo es una cuestión meramente proteínica, caracterización que puede explicar conductas esporádicas motivadas por el aprieto de la supervivencia desesperada, pero discutible a otra escala, pues la antropofagia ha gozado de rango institucional documentado en algunas culturas o entre individuos que tenían su aporte calórico plenamente garantizado y que gozaban de un excedente alimentario suficiente para afrontar épocas de escasez. Ni Bokassa, ni Amín Dadá, Macías Nguema o el caníbal de Rotemburgo, por ejemplo, sufrieron hambruna, que sepamos, y ahí los tenías, ñam-ñam, meneando el bigote.

Los antropólogos de inspiración culturalista como Marshall Sahlins o Clifford Geertz han preferido centrarse en los aspectos simbólicos de la extravagante cuchipanda y han apreciado rasgos concurrentes entre la cosmovisión del grupo y las pautas del festín caníbal, es decir, canibalismo como un avatar, aunque infrecuente, del universo ritual al que propenden las culturas.

Para un bromista, la antropofagia podría ser la metáfora perfecta del materialismo dialéctico, pues requiere una tesis, una antítesis y una síntesis operada en la panza por los jugos gástricos, quedando como residuo el innoble producto de la digestión. Para los cristianos reformados, luteranos, calvinistas o anabaptistas, el catolicismo también es una religión caníbal o teófaga, mejor dicho, pues los fieles se zampan al dios de obediencia en virtud del misterio de la Transubstanciación del cuerpo y de la sangre de Cristo en la oblea de harina y en el vino eucarísticos.

Probablemente cuando los b-k o alguna otra tribu han practicado la antropofagia lo han hecho considerando que su víctima no pertenecía plenamente a la estirpe humana. Lógicamente las víctimas canibalizadas se reclutan siempre fuera de la tribu, no dentro de ella. Y para no pocos grupos humanos es cosa probada que los forasteros habitan los límites clasificatorios de la Humanidad.

¿Cómo puede haber en este mundo individuos que siendo tan parecidos a nosotros no sean completamente humanos?... se preguntan los b-k rascándose el cogote meditabundos. Lo solucionan zampándose al forastero, con o sin condimentar, y lo incorporan a sí mismos: lo asimilan. Esto es, lo asimilan mediante la digestión. Ésa es la manera, el estilo b-k, de despejar la incógnita que constituye el extraño, el casi-hombre, el casi b-k, el intruso que amenaza su cosmovisión. Desaparecida la incógnita, se aparca la ecuación y a otra cosa mariposa.

Los b-k, pues, se zampan materialmente a los extraños para hacerlos suyos. Otros prefieren integrarlos mediante la enculturación, que, salta a la vista, es un método menos drástico. Y hay individuos que ante la disyuntiva: ser ingerido y asimilado o habitar en la periferia, en la marginalidad, prefieren autodevorarse, mutilarse una parte de sí, esa excrecencia cultural sobrante y contaminante del individuo inmigrado para que su presencia sea tolerada, admitida y obtener de ese modo la sanción pública de la normalidad. Dicen: No me comas tú que ya me como yo y te ahorro el trabajo. Y luego, juntitos, nos comemos a los demás. Mira que tengo buen apetito, que traigo hambre atrasada.

Si ha pensado en Montilla, máximo representante del charnego agradecido, palanganero y sonderkommando nacionalista por antonomasia, me ha leído el pensamiento. Nada importa que Montilla conecte con sus ancianos padres por videoconferencia en esos mítines troisième monde que montan los publicistas del PSC para emocionar a sus parroquianos de lágrima fácil, figurando que el interfecto permanece fiel a sus raíces, pues la escenita, subrepticiamente, significa: aunque soy vuestro hijo, ya no soy como vosotros, pues si lo fuera… no sería presidente.

Diferente cosa es que para que un marmolillo como Montilla sea presidente de Cataluña, alcalde de Cornellá o vocal de la comunidad de propietarios de su finca de vecinos, debe darse forzosamente esta circunstancia: la imbecilidad en grado superlativo de un amplio segmento de la población. Que es el caso, precisamente.

Papúa-Nueva Guinea es un vergel, un paraíso de exotismo zoológico. Cada vez que regresan científicos de la isla, si no se han topado antes con algunos b-k añorados de sus antiguos rituales, aportan pruebas gráficas del descubrimiento de animalillos fascinantes. En sus frondosas florestas o en la profundidad de las calderas volcánicas extintas anidan sorprendentes bestezuelas, como la rana-pinocho, con trompetilla sobre amplia boca batracia, que vimos días atrás en la prensa.

En Papúa-Nueva Guinea, donde se han documentado conductas recientes tan poco edificantes… -influidos acaso sus habitantes por la ancestral creencia en la hechicería-… como la inhumación en vida de los individuos portadores del virus VIH, a guisa de expeditivo mecanismo profiláctico, tienen el discutible honor de contar en sus 460.000 km2, algo menos que España, para sus casi 6 millones de habitantes, con la nadería de unas 750 lenguas diferentes, además de las tres oficiales: el inglés, el pidgin y el mutu.

Hay quien sostiene que ése, unas 750, es un cálculo a la baja, pues serían más, tantas como la mitad de las lenguas habladas por la Humanidad actual. Cuando decimos que España goza de una gran riqueza lingüística a preservar, y que se preserva por lo general… -si examinamos la política nacional y las políticas regionales-… en contra, de manera empecinada e incomprensible, de la lengua común y de los derechos de la ciudadanía… lo nuestro al lado de la diversidad lingüística de los papúos es una broma ridícula. Los papúos son los plutócratas planetarios del plurilingüismo.

¿Alguien, en su sano juicio, se imagina el Senado de Papúa-Nueva Guinea, si lo hubiera, con 750 traductores… (uno por lengua, o mejor dos, 1.500, titular y reserva por aquello de cubrir vacaciones y bajas por enfermedad)… tocando, es un purparlé, a 10 o 12 traductores por cada senador?... Si ese fuera el caso, y el gobierno papúo sopesara la posibilidad de reducir personal para aliviar el déficit público, pensaría en los b-k como apropiado instrumento para adecuar a las presentes circunstancias de crisis desatada la sobredimensionada plantilla de traductores.

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