sábado, 30 de diciembre de 2006

Necrofilia nacionalista.

Al nacionalismo le chiflan los muertos. Gusta de parasitar las osamentas sepultas y sorber los tuétanos como una aspiradora para apropiarse de virtudes que anclan el espíritu nacional en tiempos remotos, heroicos y puros. El nacionalismo echa el anzuelo en el pasado, se sumerge en un bucle temporal retroactivo, mira hacia atrás y en épocas pretéritas sitúa orígenes y edades doradas. Los muertos son el vínculo, el nexo de unión entre el incontaminado esplendor arquetípico y la gregaria comunidad actual que debe ahormarse a esas claves antiguas para no sucumbir a la disolución del alma nacional amenazada por un sinfín de erosivos agentes externos. Y mira también bajo tierra.

Hace un par de meses, en campaña electoral, Artur Mas, candidato de CiU a la presidencia de la Generalidad de Cataluña, además de pasar por el notario, compareció henchido de amor patrio ante la tumba en Ripoll de Wifredo I el Velloso, conde de Urgel y Cerdaña, para renovar votos de inquebrantable lealtad -aunque no especificó si empuñaría el mandoble para combatir a los infieles mahometanos como hiciera el caudillo visigodo- y consagrar su valioso tiempo a la defensa de los intereses de Cataluña si en las urnas era investido presidente.

Parece que algo se torció, que el juramento no siguió el protocolo adecuado o que algunos traidorzuelos se conchabaron en su contra, pese a lo pactado con ZP en La Moncloa, y el bueno de Artur Mas, con ese nombre de pila de griálicas resonancias, se quedó con la mano alzada sobre la tumba y el trasero al aire.

Apenas hace unos días otro gerifalte de CiU, Felip Puig, aludió de nuevo a los muertos. Invocó al espectro de Maragall, el laureado poeta, que no su nieto, el ex-presidente, que ha conjugado en vida modos y maneras híbridas entre lo espectral, o fantasmagórico, y lo circense. En efecto, Joan Maragall, según Puig, se remueve en su tumba porque uno de sus descendientes, consejero al fin del tripartito, acata, o eso dice -habrá que verlo-, la disposición del gobierno central que amplía a 3 horas la enseñanza de lengua española en la escuela… irreparable tragedia que supone poco menos que el desahucio del catalán como lengua viva. Una diputada de CiU lo ha expresado con un vehemente dramatismo que nos ha consternado a todos: por culpa de la ampliación horaria del castellano los niños no podrán aprender villancicos en catalán.

Entretanto los escuadristas de ERC desfilan con antorchas en fastos nocturnos como una santa compaña de aires wagnerianos para rendir homenaje a otro muerto, Companys, el president màrtir. ¿Qué tienen los nacionalistas con los fiambres que les proveen continua inspiración? ¡Qué veneración la suya por las reliquias de varones ilustres! Aunque la respuesta es aterradora, no cuesta trabajo imaginar qué haría un nacionalista consecuente si le echara el diente al corazón embalsamado de Macià que sacaron de tapadillo del país, o eso cuenta la leyenda urbana, tras los hechos de octubre del 34. Lo mismo que los desaparecidos nauras de Nueva Granada, cardiófagos documentados por los cronistas españoles o los papúos bimin-kuskusmin: darle un buen bocado para adueñarse de su santidad, de su incorruptible energía patria.

sábado, 23 de diciembre de 2006

Tolerancio al aparato

Este blog/bitácora se propone restañar el honor mancillado de los bimin-kuskusmin, noble tarea que excede sin duda las aptitudes del autor.

Los bimin-kuskusmin (en adelante b-k), tribu de las Tierras Altas de Papúa-Nueva Guinea, distrito de West Sepik, son nuestros antípodas. Con los b-k se cometió una grave injusticia. No fueron, contra todo pronóstico, invitados a los fastos inolvidables del llamado Foro de las Culturas celebrado en Barcelona con gran éxito de público y unas cuentas que por su transparencia son la envidia de medio mundo.

Los b-k fueron contactados por antropólogos de ascendencia europea por vez primera hace apenas 35 años. Los primitivos pobladores de lo que hoy llamamos Cataluña lo fueron hace algo más de dos milenios. Esa es una de las diferencias entre ellos, los b-k, y nosotros, los catalanes. Dos milenios puede parecer mucho tiempo pero nada es si tomamos como referencia cronológica los tiempos védicos del Mahâbharata y los Purânas, donde dos mil años -cálculo que tomamos de la obra de Mircea Eliade Mito y realidad- no son más que la 1/4.200 parte de la vida de un hombre del krta yuga o edad primera de la humanidad pura y perfecta, que es el tiempo que tarda Brâhma en arquear sus cerúleas cejas.

Hablaremos de los b-k y de nosotros. Aludiremos al hecho tribal/nacional, que es una de las más evidentes semejanzas que afloran al situar a unos y otros delante de un espejo y observar las imágenes reflejadas. Habrá quien se lleve las manos a la cabeza pues es sabido que los b-k practican el canibalismo mortuorio. En efecto, para nuestros antípodas no hay mejor sepultura para los padres que la panza de los hijos. Al zamparse a sus ancestros se apropian del finiik, una suerte de alimento espiritual contenido en la masa corporal del finado que les ayuda a crecer fuertes y sanos y a cohesionar el grupo. O eso dicen.

Para los cristianos reformados que no aceptan el sacramento de la Comunión, quienes nos hemos criado en la obediencia romana practicamos una variedad de canibalismo aún más despreciable, pues al comulgar ingerimos el transubstanciado cuerpo de Cristo. Rito que nos convierte no ya en antropófagos sino en teófagos o devoradores de un dios (en este punto Tolerancio advierte que utiliza el número plural retóricamente pues comulgó por vez primera y última hace la friolera de 30 años, cuando era un tierno catecúmeno… luego los dioses no forman parte de su dieta diaria).

No obstante hay que decir que la principal fuente de proteínas de los b-k son los cerdos que con esmero crían y que nos figuramos lisonjeros al paladar a causa de los aires serranos de su comarca. Son por ese motivo doblemente despreciados por fieles de otras religiones reveladas, pues no contentos con hincarles el diente a sus muertos se dan sus buenos festines con la carne de esas bestezuelas impuras.

Acaso los b-k han efectuado sin estridencias la identificación que deja estupefactos a los personajes de la célebre fábula orwelliana, Rebelión en la granja, incapaces al fin de distinguir al hombre del cerdo y viceversa.

En todo caso, este blog/bitácora no pretende ser una exhaustiva morfología comparada de ambas culturas, sino una colección de apuntes para extraer alguna conclusión de provecho. O no. El autor se propone, por otra parte, desairar a los b-k con una novela que llevará por título El pangolín y el señor alcalde que trata la odisea de una delegación de b-k llegada a Barcelona con motivo del tantas veces loado Foro de las Culturas que, como queda dicho, no contó con su presencia, avisado acaso el alcalde de aquellas horas (hoy flamante ministro de Industria, cargo para el que está, qué duda cabe, sobradamente capacitado) de los chocantes hábitos culinarios de nuestros antípodas.

Las comparaciones, dicen, son odiosas. Es cierto. En ocasiones, desacertadas. También lo es. Pero conviene hacerlas pues el hombre ejercita su espíritu, conoce el mundo y a sí mismo cotejando hechos y dimensiones disímiles. Lo que no tiene caso es comparar cosas idénticas. Por eso no habría de sorprenderse tanto quién al asomarse al espejo mágico y ver su imagen reflejada atisbe fugazmente los rasgos y las hechuras de uno de nuestros asilvestrados antípodas.

Esto que aquí se dice nada tiene que ver con el relativismo excesivo y caricaturesco que nos dan a diario a cucharadas, ni aboga por una traducibilidad mecánica entre culturas, sino con la constatación de una realidad que se presenta inmediatamente a nuestros sentidos y a nuestra inteligencia. Que muchas veces, por obra y gracia de atavismos, temores extravagantes e incógnitos anclajes de un psiquismo antiguo e impermeable a la razón, nos complace agregarnos orgánicamente a la asamblea tribal donde todo es cálido y sencillo, como en el seno materno, donde todo es seguro y cierto, más allá de cuyos limites está el páramo hostil, donde habitan hombres itinerantes y malvados de nombres extraños. Que muchas veces, debajo de nuestros vestidos a la moda y de nuestros afeites cosméticos asoman las pinturas rituales, los amuletos y abalorios y los taparrabos de uso común entre los b-k.

Este blog/bitácora constará de comentarios sobre temas diversos, no más allá de 30-40 líneas, para no fatigar al lector heroico o despistado que navegando por internet arribe a estas coordenadas -con la de cosas interesantes que hay por ahí- y que se renovarán con una periodicidad indeterminada aún, acaso entre 2 y 5 por semana. El que inaugura este blog/bitácora lleva por título Necrofilia nacionalista.
Tolerancio