lunes, 29 de octubre de 2007

Venecia sin ti, que triste y sola está...


Todos los episodios históricos relevantes demandan su banda sonora. Elegimos una melodía y con el tiempo nos da las claves de los hechos, del ambiente, del pálpito de esa época, y al invocarla, al tararear sus notas, su letra, esos sucesos se reactivan y acuden presentáneos, convenientemente disfrazados, a nuestra memoria. La banda sonora de estos días, tras el desorbitado derroche del festival nacionalista de Frankfurt -que recuerda la institución del potlacht entre los kwakiutl de la antigua Columbia británica- y el frustrado anuncio de nuestra presencia en la Bienal de Venecia como nación invitada, será sin duda, a la vuelta de unos años, una balada romántica y melancólica que fue sonado éxito musical de Charles Aznavour y que dice así: Qué profunda emoción recordar el ayer, cuando todo en Venecia me hablaba de amoooorrrrr…

El nacionalismo agarra el globo terráqueo, lo hace girar al buen tuntún y lo detiene en seco plantando un dedo para fijar un nuevo destino en su itinerario internacional. Lo mismo da Macao que Jerusalén. El azar nos habría de llevar esta vez, con motivo de la Biennale, hasta la otrora Serenísima -como la España de ZP- república de Venecia. Andaban ya creativos e intelectuales en nómina del nacionalismo, dándose codazos como buitres a la rebatiña, locos por salir en la foto oficial de la delegación comisionada al promocional evento.

Bargalló hizo sus gestiones por ducales palacios, recorriendo los canales en góndola, pero de incógnito tras una de esas máscaras de dorada purpurina del común atavío de los carnavales venecianos, pasando bajo los más emblemáticos puentes de la perla del Adriático, el de Rialto y el de los Suspiros, transido de amor patrio como el libertino Giacomo Casanova de amor carnal. Habló en secreto con un cardenal, con su birrete y todo, en un gran salón de ventanas ojivales -no sabemos si era monseñor Martínez, el bendicente estatutario, o un farsante disfrazado- y nuestro comisionado, seducido por la pompa y boato reinantes y por las refinadas maneras de su interlocutor, cayó en la trampa y creyó ganar un aliado. El despacho secreto tuvo lugar bajo el miriñaque de una dama. Los conferenciantes danzaron en su fragante guarida al compás del minueto que interpretaba la orquesta del selecto baile sin tropezar con las piernas de su anfitriona.

En la misión nacionalista enviada a Venecia para acordar la presencia de Cataluña en la Biennale, aún al elevado precio de sobornar con dinero público al comisario y a la dirección entera del certamen, se produjo una discreta deserción: el mismo pedófilo que integró meses atrás la delegación tripartita destacada a Finlandia (para desatender finalmente el modelo lingüístico-educativo de aquel país nórdico), tiranizado por sus aberrantes pulsiones, se extravió esta vez por callejuelas y canales tras la melena rubia, tritícea, de un muchacho pálido y de aire desfallecido, empeñado en la traducción inversa, de la ficción literaria a la realidad, de las porfías y quebrantos del personaje de la novela de Thomas Mann, Muerte en Venecia, interpretado por Dirk Bogarde en la versión fílmica de Visconti.

Algunas de las obras de arte expuestas en otras ediciones de la Bienal de Venecia son solidarias del espíritu imperante en lo que podríamos denominar arte contemporáneo. Dio que hablar la singular y edificante iniciativa de un artista, años atrás, que tuvo la genial ocurrencia de encaramar a la peana a un disminuido psíquico por todo motivo y formato compositivos.
Otros episodios de parecido tenor, en otros ámbitos, han saltado a la prensa, siempre como escándalos y provocaciones, como la del autor tudesco que expuso una bañera repleta de desperdicios y que la atribulada señora de la limpieza, una vez cerrado el museo al público, limpió con productos desinfectantes en un inconsciente pero acertado e intuitivo ejercicio de crítica artística, lo que motivó la queja del creativo damnificado y la consiguiente indemnización millonaria a su favor. O la de aquel otro artista, de nacionalidad italiana, que enlató sus propias heces -una serie limitada y reservada a auténticos connaisseurs-, llegando la prestigiosa dirección del centro parisino Georges Pompidou a adquirir una de las obras, previo desembolso de 5.000 €, pero con tan mala pata que estalló el recipiente el día de la inauguración, por la creciente presión de los gases resultantes de la descomposición de las materias fecales contra las paredes de latón del envase, salpicando a no pocos espectadores en una suerte de perfomance embromante y participativa. La exposición dejó huella, deleble, pero huella al cabo.

Los defensores de estas creaciones artísticas instan a su componente pretendidamente crítico, a la toma de conciencia del espectador a partir de la obra, a la denuncia insobornable del absurdo del modo de vida moderno y nos dicen que la finalidad del arte ya no es emocionar al público a través de la belleza, de la perfección estética, pues son valores relativos y cambiantes, cuando no inconmensurables, no sujetos a cánones o directamente alienantes. En tanto que sus detractores nos remiten a la flagrante deshumanización del arte de vanguardia. Lo cierto es que desde la irrupción de los ismos, con la pintura en primera línea, a finales del siglo XIX, incluyendo toda la quincalla no figurativa actual, la sociedad ha aprendido a integrar todas esas propuestas, a incorporarles al sistema de mercado y elevarlas a la categoría de iconos o referencias culturales. Somos únicos, como civilización omnívora, asimilando, fagocitando todo aquello que nos insulta o destruye para transformarlo en un gadget decorativo más*.

En esa dimensión fecal, excrementicia del arte, encajaría el comisario Carod Rovira a las mil maravillas, tentado el nacionalismo de convertir el arte en una función metabólica más del organismo vivo nacional. Pero lamentablemente, que es un decir, el anuncio de nuestra presencia en tan celebérrima exposición era un farol, la expresión entusiasta de un deseo, de una fantasía de ensueño, como un cuento al copo de hadas benefactoras. Acaso esperaba la banda de Carod Rovira, con jurisdicción en el ámbito de la gestión cultural, conforme a uno de los preceptos del llamado pensamiento Alicia que basta con expresar repetidamente los deseos con los ojos cerrados para que éstos se conviertan en realidad. Nos dicen que Bargalló consultó una bola de cristal para atisbar el futuro y estremecerse viendo la bandera patria ondear al viento en el mástil del pabellón de Cataluña, con las torres de la plaza de san Marcos al fondo… pero le dieron gato por liebre pues la bola prospectiva no era de auténtica cristalería de Burano y las torres que vio en su reflectante superficie no eran mas que las réplicas aproximadas que se yerguen en la plaza de España de Barcelona.

Cuando se trata de Venecia, uno, prudente, debe andarse con mil ojos, pues a uno le escrutan, tras celosías y antifaces, desde mil ventanales. Es un lugar fascinante, hervidero de intrigas, carnavales, conspiraciones, amantes voluptuosas y sofisticadas, envenenamientos, el teatro de La Fenice en llamas, como nuestro Liceo, los vaporettos al Lido, leones de oro y estrellas del celuloide desfilando por alfombras suntuosas… es un escenario que le atrapa a uno y puede jugarle una mala pasada, hacerle perder el rumbo y acabar entrampado en el légamo de las empozadas y mefíticas aguas de la marisma. Las dagas venecianas aguardan al paseante incauto y desprevenido al volver una esquina. Esto lo sabe Tolerancio de muy buena tinta, pues hará cosa de 20 años le cobraron la nadería de 350 pesetas por tomarse un café en la plaza de San Marcos, casi todo el presupuesto de aquel día, aunque luego se desquitó acudiendo a una exposición de Giambattista Tiepolo. Venecia es la patria de la diplomacia intrigante y prudente y reserva a los más impulsivos e irascibles bamboches, como Carod Rovira, los disfraces chillones y bufonescos del arlequín, pues por algo fue Venecia la cuna del comediógrafo Goldoni.
Venecia seduce al visitante con su aire decadente, novelesco, y siempre a punto de hundirse bajo las aguas, lo que ocurriría sin remisión si los técnicos de las obras del AVE a su paso por Barcelona y de la línea 9 del Metro, conduciendo sus máquinas perforadoras, acudieran en auxilio de la histórica y serenísima república para hurgar en sus entrañas y reforzar sus inestables cimientos.


* Para hacerse una idea inicial de estas polémicas artísticas, recomendamos el breve ensayo, en realidad es el texto de una conferencia, de Salvador Dalí titulado Los cornudos del viejo arte moderno, publicado por Tusquets.


viernes, 26 de octubre de 2007

Farlopa y andamio: cóctel explosivo


Casualmente en un mundo que tiende a disminuir la responsabilidad del individuo en todos los ámbitos de la vida -acaso porque no cree en él y nada le aterra más que los individuos libres y responsables-, que traslada la culpa de todo desajuste a entes abstractos, a factores exógenos, el mundo me ha hecho así, y que cumplen, como en los antiguos pueblos semitas, la función ritual del chivo expiatorio, nos ha llenado de sorpresa un informe de UGT sobre el elevado índice de siniestralidad laboral en el sector de la construcción.

En efecto, según dicho sindicato los trabajadores del ramo son en buena parte responsables de los accidentes que sufren porque en una proporción elevada se pasan la jornada dándole al pimple y liándose chirris. Tampoco le hacen ascos a unos tiritos de farlopa y los hay que confunden el pico, pareja de hecho de la pala, con la chuta. Suben al andamio con un colocón del quince y muchos se dan el gran batacazo, y si hay suerte, y no lamentamos ninguna desgracia, la obra acabada queda como cogida con alfileres y alguna se viene abajo antes de inaugurarla.
El informe de UGT sobre drogodependencias vio la luz a los pocos días de un trágico accidente -no confundir con atentado etarra- en un tramo de las obras del AVE en Galicia con resultado de dos operarios muertos por aplastamiento al venirse abajo un puente mastodóntico.

El sindicato del PSOE omite interesadamente la incidencia de las subcontratas, las faltas de medidas de seguridad para abaratar costes, la formación insuficiente por causa de la supeditación, en particular de la obra pública, a las necesidades del calendario político con sus derivadas componendas electoralistas, es decir, inauguraciones con la obligada foto de la prensa -recuérdese el patético episodio vivido recientemente en Barcelona con motivo del boquete en la tapia de quita y pon de la línea 9 del Metro- o los sueldos en negro por debajo de lo estipulado en convenio.

Sucede, pues, en la construcción, y en opinión de UGT, lo mismo que con los accidentes de tráfico. En efecto, las causas desencadenantes de los siniestros, como vemos en todos los noticieros de la tele y en cuantos informes sobre el particular difunde la prensa, son imputables siempre a los conductores. O por exceso de velocidad, o velocidad inadecuada a las circunstancias del tráfico, o porque conducen mamados, o fumando o largando por el móvil sin parar o distraídos por las indicaciones del GPS o por los cartelones publicitarios de señoritas en paños menores. Pero en ningún caso se menciona el estado de la red viaria.

Sin duda que buena parte de lo que se dice es cierto. Y que en general la responsabilidad al volante o en el andamio es francamente mejorable. Que cumple incidir en la mentalización de trabajadores y conductores, pero nunca será cautela suficiente. De modo que no bastará con focalizar el problema en las actitudes o compromisos individuales, desatendiendo otras razones estructurales como la operatividad de las carreteras o la inspección continuada en el ámbito laboral de la construcción y de las medidas concernientes a la prevención de riesgos laborales.
Cierto que cuando está en juego la integridad física, debe el interesado, por prudencia, por apego a la vida, velar por su seguridad, en principio sin necesidad de más consejo que el sentido común. Sucede que en estas circunstancias los accidentes suponen, no pocas veces, la muerte o lesiones graves, algunas irreversibles, y que nadie, empezando por la Administración, gusta cargar con la mala conciencia de su número y aparato. Pero choca que en ambos casos se pase al individuo sin el menor recato la plena responsabilidad de lo que de luctuoso pueda sucederle cuando en otras esferas de la vida, que se solapan con éstas, se lanzan continuos mensajes, cantos de sirena, en sentido contrario: la comodidad de la culpa ajena, es decir, el mundo o la sociedad son injustos y yo soy una víctima. Y esto se ve a diario en la promoción de la cultura del gratis total, de la subvención, del aprobado general y de la proscripción del esfuerzo en la esfera académica… mensajes que acaban por alejarnos del ejercicio consecuente de nuestros derechos cívicos y políticos y facultan una irreflexiva e incondicional delegación de los mismos en manos de los voceros de la política al uso y de sus creadores de opinión.

Todo lo malo que hay en nuestra vida, o eso pensamos porque nos lo repiten a machamartillo, es culpa de este mundo cruel, pero nuestra… jamás, pues somos poco menos que peleles sometidos a los avatares de factores imponderables que escapan a nuestra voluntad. La culpa está fuera de mí (aunque el idiota esté dentro, habría que añadir).
Tolerancio no pone en duda que más de un albañil agarra la pala con un canuto o una copichuela de coñac al coleto. Que los sindicatos, o quien fuere, informen a los trabajadores para prevenir o erradicar ciertos hábitos de riesgo, perniciosos para su salud e integridad física, en particular durante la jornada laboral, lo aprueba. Pero se juega el bigote a que jamás UGT habría redactado y publicado un informe como ése con un gobierno distinto al actual enfatizando el dato que atañe a la ingesta de alcohol y de otras sustancias estupefacientes y trasladando a la opinión pública, interesadamente, la responsabilidad directa de los propios trabajadores en los numerosos episodios de siniestralidad laboral que se producen a diario.

PD.- Hemos sabido que ha muerto otro trabajador en las obras del AVE en Hospitalet de Llobregat. No sabemos si aprovecharán uno de los socavones aparecidos junto a la vía en construcción para darle sepultura, ni si le han practicado autopsia y estudio toxicológico para confirmar, con arreglo al informe de UGT, si el finado había empinado el codo.


miércoles, 24 de octubre de 2007

Joel en el limbo


Los restos de un feto han aparecido en una caja de zapatos a modo de féretro, junto a una cruz inscripta con la leyenda Joel y una bandera catalana en los alrededores de la localidad gerundense de Torroella de Montgrí. Se desconocen las circunstancias exactas del trágico suceso. El hallazgo podría tratarse, apuntan, de un aborto por causas naturales. El acondicionamiento de los restos del nasciturus, terrible paradoja, supone, sin duda, un sucedáneo de exequias fúnebres, de inhumación ritual. Todo ello nos induce a pensar que el embarazo era deseado y que el desenlace fue un amargo trance para la madre.

Joel no llegó a ver la luz. Antaño, decían, los niños nacidos muertos, o fallecidos sin haber sido cristianados, permanecían en el limbo, esa suerte de sala de embarque de la trascendencia con vuelos permanentemente retrasados -como si despegaran de El Prat- a la espera de conocer su destino y ubicación en la eternidad. Recientemente se han producido controversias y polémicas teológicas concernientes a la existencia o no del limbo y su compatibilidad con el dogma de la Iglesia católica. E incluso, en este punto Tolerancio no quisiera pecar o deslizar un error por imprudente, el actual Romano Pontífice ha decretado, o eso cree haber leído, su precintado y demolición. Las excavadoras, manejadas por ángeles custodios provistos de casco, desde luego, por no incumplir la Ley Celestial de Prevención de Riesgos Laborales, han dejado el limbo como un solar metafísico y no queda allí ni un cascote.

Nada sabemos de la parturienta. Deseamos que reúna las fuerzas necesarias para salir de este mal paso y pueda rehacer su vida, afrontando con entereza los errores que haya cometido y también las responsabilidades de índole moral, y de otro tipo, que puedan derivarse de sus actos, en particular del abandono inmotivado y furtivo de unos restos humanos. El episodio, triste, sin duda, y nada edificante, contiene además una pincelada extravagante y como tal llamativa, que nos remite a una suerte de patriotismo de ultratumba o de necrofilia materno-patriótica por la presencia de la bandera catalana a modo de sudario.

La bandera patria sustituye aquí al agua bendita que el sacerdote derrama sobre la crisma del recién nacido. El niño ungido por el sacerdote ingresa en la comunidad cristiana siendo purificado, con ese rito lustral, del pecado originario que hereda la estirpe humana. En el presente caso la bandera cuatribarrada ejerce esa misma función bautismal. Joel, no nacido, ingresa en la fraternal grey ultraterrena de los compatriotas gracias a los miríficos efectos de la bandera transubstanciada en simbólico salvoconducto.
La nación acoge en su seno a los vivos, pero también a los muertos, a los antepasados, a nuestros ancestros, a quienes, según los doctrinarios nacionalistas, nos precedieron en la defensa de nuestros derechos históricos y nos legaron todo ese acervo cultural que nos explica, obliga y conmueve. O a quienes, como Joel, transitaron de la existencia intrauterina al abrazo de esa otra madre, la tierra, regada, bendecida, santificada con la sangre generosamente derramada de nuestros héroes y mártires, como el finado y llorado mosén Xirinachs, precursor de la llamada autoinmolación nacional… hasta la fecha, e inexplicablemente, sin imitadores.

El día del Juicio Final Nacionalista, esa efeméride de tinte milenarista, el día D de la apocalíptica escatología catalanista, en que los padres de la patria nos darán a libar el elixir de la independencia que sanará de un plumazo todas nuestras heridas como pueblo, pero que al mismo tiempo, oh prodigio, fulminará como trago de hiel amarga, de letal ponzoña, a los catalanes tránsfugas, malos, desobedientes o tibios… -a los traidores como Tolerancio-… el alma cándida y pura de Joel, envuelta en la túnica santa de la bandera patria, resplandecerá junto a los justos.

lunes, 22 de octubre de 2007

70 años de franquismo


Aunque no ha trascendido a la prensa el ministrín de cultura del gobierno tripartito dio en realidad dos razones para justificar el despido de la periodista Cristina Peri Rossi por hablar en castellano en los micrófonos de la radio del régimen:

-una, de todos conocida, que la medida estaba justificada por la persecución a la que el franquismo (período histórico comprendido entre 1939/1975 -estamos hoy, lo recordamos, en el 2007, luego de tres décadas de total hegemonía nacionalista-) sometió a la cultura catalana,

-y otra, el martirio de santa Ludmila, princesa bohemia de la dinastía premislita, de rito ortodoxo, a manos de su nuera Dragomira, a finales del siglo IX, que la mandó ahorcar, la muy arpía, con su propio velo.

Y se preguntarán con toda la razón del mundo: ¿Qué diantre tiene que ver ese lejano y trágico episodio palatino y martirial de la Europa central con el despido de Peri Rossi? Nada. Absolutamente nada, como la burda, torpe, cansina, recurrente y, permitan la expresión, agilipollada excusa del franquismo argüida por el tripartítico mandatario al inicio de esta bitácora.

Siempre tienen a mano el espantajo del franquismo para justificar cualquier cosa. Claro que la fosilizada persecución franquista, como referencia histórica para avalar la bondad supuesta de las reivindicaciones nacionalistas posteriores, lo que es harto discutible, era la misma persecución unos meses o unos años atrás y no se entiende que no se haya echado mano antes de ese absurdo y obtuso penseque para despedir a la periodista corruptora de oídos por culpa del emponzoñado y maligno idioma que emplea ante los micrófonos, difundiendo sus perniciosas influencias fonéticas y sintácticas a través de las ondas. Cierto que Tolerancio ignora la antigüedad en la casa, la CCRTV, de la señora Peri Rossi, pues nunca le ha interesado su trayectoria profesional. En cierta ocasión leyó un artículo de la citada periodista en el diario El Mundo y nada predispuesto al sufrimiento innecesario, concluyó que con uno tenía suficiente. Pues más que el nacionalismo en sí y sus agentes naturales, a Tolerancio le enoja, le irrita, la decidida y voluntariosa asunción de la mamporrería como modo de vida de la tropa auxiliar, lo que podríamos llamar el nacionalismo cipayo ejercido muy a gusto por sus palanganeros o sonderkommando al estilo Montilla, Justo Molinero, Pepe Rubianes, el finado Paco Candel, entre otros muchos, o la misma señora Peri Rossi.

Su despido certifica de manera irrefutable que Roma no paga… a ya sabemos quiénes, no suelta un sestercio, por muchos y buenos que sean los servicios prestados a la causa a lo largo de una dilatada y esbirrial trayectoria. Con todo, la señora Peri Rossi tiene las de ganar si acude al Juzgado de lo Social para interponer una demanda por despido improcedente, pues la referencia al franquismo no tiene mucha pinta de prosperar a guisa de motivo objetivo de rescisión de contrato, salvo que el juez fuera muy de la claca tribal o los agentes del régimen amenazaran sutilmente a Su Señoría, llegado el caso, con difundir unas imágenes suyas captadas al azar hurgándose la nariz en plena calle, que todo es posible…

Jamás la periodista uruguaya afincada en Cataluña habría sospechado que la empresa le daría pasaporte alegando las hipotéticas y fantasmagóricas secuelas del franquismo. Este incidente demuestra, si a alguien le quedaba alguna duda, que el régimen catalanista sigue la senda trazada sin separarse un ápice de la hoja de ruta y se sacude de encima sin el menor escrúpulo los hierbajos bordes y resecos que retrasan su marcha, una vez que los ha usado en su provecho y exprimido a conciencia. El nacionalismo catalán, basado en la coerción monolingüista como una de sus piedras angulares, puede tolerar instrumentalmente otros acentos por una temporada, aún con mensaje concordante, pero ésa -por la lógica interna de la dinámica nacionalista, coherente y fijamente arrumbada- no es más que una fase transitoria y ya superada cuando es evidente que el proceso secesionista ha sido introducido en un circuito de aceleración de partículas.

viernes, 19 de octubre de 2007

Cataluña como Japón


Cataluña, como Japón, es el país del sol naciente. Asoma el disco del sol del color del azafrán en el horizonte, por el cabo de Creus, tras la mampara de sus promontorios. Y al cabo del día marcha a poniente a reponerse del cansino esfuerzo. Derramar sus bonancibles rayos por todo el sistema solar fatiga lo suyo. En cierta ocasión, un beduino -camellero para solaz de turistas bobalicones como Tolerancio- con las piernas colgando sobre una duna, le dijo al interfecto admirando una preciosa puesta de sol en el Gran Erg Oriental tunecino: el sol se va a dormir a Argelia. Qué bonito.

Cataluña como Japón. A esa conclusión llegamos luego de saber que destacados gerifaltes de CiU recomendaron a los catalanes que no celebrasen el 12 de Octubre, día del Pilar, por ser la fiesta nacional de España y que, además, acudieran a sus trabajos para manifestar inequívocamente su indiferencia y reprobación u hostilidad ante todo cuanto huela a España escenificando un suerte de huelga a la japonesa. No parece que el llamamiento cosechara un éxito apabullante. Incluso, según fuentes bien informadas, no contó siquiera con el respaldo de sus promotores que fueron vistos uno practicando inmersiones deportivas con traje de neopreno y botella de oxígeno cerca de las islas Medas, otro la equitación por los bucólicos y apacibles senderos de La Cerdaña y un tercero renovando su vestuario en unos exclusivos almacenes londinenses.
Hemos constatado un cierto embeleso con lo nipón como fuente de inspiración para nuestros nacionalistas autóctonos. Japón fue durante las primeras décadas del siglo XX un régimen de corte ultranacionalista con afanes imperialistas y expansionistas en el sudeste asiático. Esa política exterior, plagada de siniestros episodios, de matanzas a gran escala, les granjeó la simpatía de los nazis que llegaron a llamarles arios amarillos y acabaron unos y otros por aliarse en una sanguinaria entente.

Siempre se ha dicho que la sociedad japonesa está participada por igual de la tradición y de la modernidad, del apego a su acervo cultural y su identidad combinados con una práctica y proteica capacidad para asimilar las más novedosas tecnologías y con una envidiable laboriosidad y productividad industriales que han convertido a ese pequeño país, un archipiélago con más islas e islotes que kilómetros cuadrados, en una potencia mundial de primer orden.

A muchos nacionalistas catalanes les gustaría que nuestra región fuera el Japón, el shogunado del Mediterráneo. Lo cierto es que andan a menudo con el Japón en la boca. De tal modo que si uno aspira al bilingüismo efectivo y real en el ámbito docente debe perder toda esperanza de ser atendido por la administración, gestionada desde hace 30 años por catalanistas de distinto signo -primero CiU y ahora PSC- y fundar por su cuenta y riesgo un colegio como el japonés, costeándolo de su bolsillo, tal y como dijo Artur Mas. También tenemos nuestro propio samurai, amigo de ETA, que prefirió la muerte honorable del seppuku o hara-kiri a la vergüenza y el oprobio de vivir bajo el yugo extranjero, como fue el caso de nuestro llorado mosén Xirinachs, pero sin la efusión de sangre de la katana ritual y destripadora, sublime ejemplo de autoinmolación patriótica que, incomprensiblemente, no ha generado una corriente simpática o mimética en la feligresía nacionalista a la guisa de la oleada de suicidios que entre la atribulada juventud romántica desató en su día la edición de la emblemática novela de Goethe, Las cuitas del joven Werther, con docenas de lectores ataviados con levita azul y chaleco amarillo descerrajándose un tiro de pistola de chispa delante de un espejo.
Las obligadas analogías con geishas -piensa Tolerancio en una cultivada presentadora de informativos, no muy agraciada pero que despierta pasiones entre sus parroquianos- y kamikazes ofrecen mayores dificultades y deseamos que en lo tocante a los segundos no cunda el ejemplo, no sea que un día se nos eche encima un piloto suicida embalsamado en metanfetamina al grito no de banzai, banzai sino de Visca Catalunya lliure.

También hemos asistido recientemente al lamentable y costoso espectáculo -dicen que la broma ha salido por la fruslería de 24 millones de €- de la expedición nacionalista a Frankfurt. Como era previsible el evento se convirtió en la gran quermés de la exclusión en el ámbito de la cultura y de la literatura, un descomunal lapsus calami, tanto por estilográfico, y disculpen la etimología bastarda, como por calami-toso, pero muy ventajoso en cambio para los autores subvencionados y mimados por el régimen… lo que nada tiene de extraño, pues todos los regímenes reclutan siempre numerosa cohorte de poetas y trovadores a sueldo, en vanguardia, y aún muchos a la espera, en retaguardia.
Pero nada sabemos aún del Mishima catalanista, quedando la plaza desierta en el Parnaso de las letras catalanas -en catalán, claro-. Quizá el talento más prometedor, para hacernos una cabal idea del nivel de excelencia que requiere el nacionalismo cultural (ese híbrido, o tríbrido*, de banderas, butifarras y setas autumnales) y que podría contender de tú a tú en el palenque de las letras y de la provocación con el finado e idolatrado autor nipón no sea otro, figúrense, que el lenguaraz presidente del Barça, señor Laporta, que ha llevado el secesionismo, mediante una suerte de poética delirante de la mitosis patriótica, al ámbito deportivo y ha manifestado su afán de proclamar la independencia futbolística del Barça. Del Kurosawa catalanista tampoco hay noticia, aunque algunos apuntan como réplica del genial cineasta a Conrad Son, el tipo que recibió una subvención de 10.000 € para doblar al catalán una película porno. Su Toshiro Mifune, la más celebrada estrella nipona del celuloide, será el siempre contenido Joel Joan, amigo también de ETA, que sueña con interpretar una futura cinta hagiográfica dedicada a la imperecedera memoria de mosén Xirinachs.

Sin duda que es la japonesa una cultura fascinante, pero uno sospecha por algunos síntomas evidentes que, fieles a pies juntillas su hoja de ruta, los nacionalistas -la Katalonien Gestapo acaba de licenciar a 3.000 agentes lingüísticos para controlar la pureza idiomática en las aulas escolares y en los columpios- no pretenden otra cosa, y lamenta Tolerancio descender a estos coloquiales registros del lenguaje, que ponernos mirando a Yokohama para dejarnos el culo como la bandera de Japón. Antes de que se consuman tan funestos presagios un servidor se tomará una tacita de sake. Sayonara.

* Tríbrido (neologismo by Tolerancio): ente resultante de la mezcla de tres elementos o ingredientes.

miércoles, 17 de octubre de 2007

El desliz de Carmen Alborch


Unos días atrás en un programa de TV dirigido por Ana Rosa Quintana* se le vio el plumero a la ex ministro/a del PSOE Carmen Alborch. Cometió un revelador desliz que nos ayuda a calibrar en qué consideración tiene doña Carmen la gestión autonómica de la cosa pública. En efecto, en la tertulia se abordaba una de las numerosas iniciativas legales anunciadas estos días por el gobierno ZP con motivo del difícil acceso de los jóvenes al, por otra parte, reducido y oneroso mercado de viviendas de alquiler. Una de tantas medidas, de esas que sacan por arte de birlibirloque de su chistera sin fondo de ilusionista en una función de varietés ante la proximidad de las elecciones generales.
Un periodista advirtió que la promesa en cuestión -que mantuvo ocupada a la ministro/a Chacón por espacio de 60 días con sus respectivas noches- no era más que el refrito de una medida anterior adoptada por su antecesora en el cargo, la de los mini-pisos, que no dio el resultado apetecido y que en principio debían poner en solfa los gobiernos autonómicos.
En esa sazón y punto -no podemos reproducir sus palabras textuales, pues quebradiza es la memoria humana a corto plazo, pero sí el busilis de su razonamiento- la ex ministro/a dijo que esa tentativa fallida no se repetiría en el presente caso, pues el desarrollo y la aplicación del nuevo plan competería exclusivamente al gobierno central.

Nada sabemos, lo confesamos, acerca de la auténtica viabilidad del plan Chacón, ni de un plan con la Chacón -que tiene su qué la hacendosa y coquetuela ministra- pues es materia que escapa a nuestro pobre entendimiento, ni tampoco de la jurisdicción competencial de la futura norma, si es que se lleva a efecto, pero llama poderosamente la atención la desconfianza que desliza en su respuesta la ex ministro/a Alborch, que, por otra parte, compartimos plenamente en relación a la capacidad y solvencia de los diferentes gobiernos regionales para gestionar ese asunto, o cualquier otro.
Ha de confesar Tolerancio que su confianza en la aptitud del gobierno central para acometer con garantía de eficacia suficiente cualquier iniciativa cabal es también muy limitada. Pero es chocante que la ex ministro/a, solidaria del gabinete ZP aunque sólo sea por disciplina de partido o por obediencia debida -o de vida- manifieste con naturalidad y desparpajo, cierto que en passant, sin que ninguno de los contertulios cayera en la cuenta, el poco crédito, la nula fe que deposita, como se desprende de la citada respuesta, en las supuestas bondades de la descentralización administrativa.

Y sin embargo su partido, el PSOE, con su jefe de filas en vanguardia, ha promovido como nadie, con un celo fervoroso en la meteórica centrifugación política de España, cuantas reformas estatutarias le han puesto por delante -trayectoria a la que de grado se ha sumado el PP en algunas comunidades, hoy realidades nacionales como la andaluza-. Recordemos que sin el inoportuno concurso de ZP, al rescate, compartiendo bocanadas de un selecto puro habano con Artur Mas en La Moncloa, el nuevo estatuto de Cataluña habría encallado entre las rompientes de las comisiones y del hemiciclo regional e inmediatamente después, siguiendo su estela, el andaluz habría acabado arrugado y en la papelera.
Entristece sospechar que, en el fondo, y en la conciencia de algunos políticos con mando en plaza y nombradía como la ex ministro/a, la desproporcionada influencia de los gobiernos autonómicos, y de los partidillos nacionalistas en particular, no es plato que su paladar demande… pero no les queda más bemoles que transigir porque la vigente ley electoral les otorga un plus de representatividad, un valor instrumental y estratégico fundamentales para conformar mayorías parlamentarias en el Congreso de los Diputados.


* Años atrás Tolerancio solicitó a la citada periodista -haciéndose pasar falsamente por un admirador de su brillante trayectoria profesional- una fotografía con dedicatoria autografiada, para, con dolo, sevicia y desvergüenza, y una vez que obrara en su poder, abandonarse groseramente a sórdidos y envilecedores manejos onanistas. Pero no obtuvo el fetiche codiciado y el muy bribón no pudo consumar tan salaces propósitos.

domingo, 14 de octubre de 2007

Criteria Caixa Corp


Aunque mínima, una parte del holding empresarial de La Caixa, Criteria Caixa Corp, se financia gracias a la modesta aportación mensual de Tolerancio a los números mastodónticos del gigante financiero. Meses atrás, tenía Tolerancio su nómina domiciliada en una sucursal de La Caixa, pero el muy simplón decidió transferirla a otra entidad bancaria luego de la aparición en prensa de la condonación de intereses sobre un préstamo multimillonario de La Caixa al PSC, siendo entonces el hoy Molt Honorable President y sonderkommando del catalanismo por antonomasia, don José Montilla, Secretario General del partido nacionalista federado al PSOE.

Y decimos acertadamente el muy simplón de Tolerancio a cuento de la transferencia de su nómina a otra entidad porque la banca en su conjunto, bajo un logotipo u otro, cual sea su razón social, geográfica, tiende a prestar dinero en condiciones ventajosas a los partidos políticos de mayor nombradía en la certeza de que ese gesto dadivoso será recompensado. Cierto que Tolerancio desconoce las obediencias y relaciones clientelares de la advocación bancaria que amorosamente tutela ahora sus irrisorios fondos -no es Tolerancio ningún magnate de las finanzas- pero seguro que los hay y que los podría descubrir a poco que le diera por huronear.

La reacción de Tolerancio fue un pronto motivado por el affaire condonación parcial a cambio de una manita gubernamental en la primera OPA a Endesa; asunto connotado por, acuérdense, boquimuelles inseminaciones… resultando que la manita que echó Montilla en su día como ministro de Industria, qué ministro, adquirió hechuras rayanas en la mamporrería, disciplina en la que se ha revelado el interfecto como un consumado especialista. En definitiva, la banca siempre está a partir un piñón con quienes tienen mando en plaza. Para muestra un botón: véase al señor Botín la mar de sonriente junto a ZP en una reciente entrevista, seguro de incrementar a corto plazo su apellido sea Fulanito o Menganito su interlocutor.

La transferencia de nómina a otra entidad bancaria fue acompañada de una retirada de fondos, exiguos, pero fondos, salvo una parte mínima, unos 280 €, que Tolerancio dejó allí de retén por causa de un ingreso pendiente, ya aprobado pero impagado a los vecinos -ha transcurrido más de un año- procedente de la administración local. Se trata de un gasto de rehabilitación -que salió, en su parte alícuota, de los porosos bolsillos de Tolerancio a la espera de una reposición parcial de fondos vía subvención- de una finca catalogada, verdaderamente horrenda, que al parecer tiene algún interés arquitectónico, pues fue edificada en la época de la Exposición Universal de 1929. Finca que obedece al estilo funcionalista, deudo del Novembergruppe y la Bauhaus, aun siendo muy poco funcional, pues el hueco de la escalera es tan estrecho que no permite la instalación de un ascensor, siquiera monoplaza. Pero en la docta opinión del experto comisionado por la municipalidad, estamos ante una auténtica joya influida por todo un Mies van Der Rohe… aunque hay que mirarla mucho y con detenimiento para atisbar un ápice de dicha influencia.

Lo cierto es que Tolerancio no toca los pírricos fondos durmientes de su cuenta de La Caixa aguardando el ingreso de la subvención de marras para liquidar de una vez hasta el último céntimo. Mientras llega ese día -¿Lo verán sus ojos?- recibe una carta mensual de la estrellita azul de cinco puntas. No hay movimientos registrados desde hace meses en esa modestísima cuenta, tan modesta que contaba el titular con que se olvidaran de ella, pero la carta no falta a su cita mensual en el buzón para notificarle que la entidad remitente le cobra al cliente por ese acto de correspondencia epistolar la friolera de 0’30 €, esto es, los 30 céntimos del sobre, la cuartilla de papel, la tinta de la impresión, del franqueo -que la entidad no paga a Correos- y del reparto domiciliario.
De tal modo, y disculpen que ese zote de Tolerancio no sepa escanear un documento, que su saldo a fecha 31 de julio de 2007 era de 274’26 €. Y a fecha 01 de agosto por concepto correspondencia -impuesta el 30/06/07- tras la resta pertinente de 0’30 €, de 273’96 €. El interesado ya ha recibido la correspondiente al mes de agosto y sus fondos han experimentado una nueva y significativa merma de 30 céntimos, hasta 273’66 €. En definitiva, le mandan una carta para decirle que le cobran esa misma carta, según las tarifas de Correos pero por debajo del coste real de franqueo. Sensacional.

Así se amasan las fortunas y se erigen las grandes corporaciones, céntimo a céntimo, rascando uno de aquí y otro de allí. Cuando saltó a la opinión pública el escándalo de la condonación del préstamo concedido al PSC, La Caixa, ágil de reflejos, y para restañar su imagen algo deteriorada se apresuró a patrocinar la selección española de fútbol. Pero ya sabemos como son estas cosas, poniendo una vela a Dios y otra al Diablo, subvencionando una selección por aquí y, si se tercia, otra muy distinta por allá, o una plataforma o lo que nos pongan delante.
Por eso, por esos 30 céntimos mensuales, Tolerancio entiende que Criteria Caixa Corp, es en parte fruto del expolio de sus haberes, aunque en una fracción insignificante. Recuerda el afectado una página web que, tiempo ha, visitó un día al azar. Era la página, visual y ocurrente, del hoy desaparecido INN, el primer partido explícitamente no nacionalista que, generoso y avisado de las urgencias históricas, corrió a disolverse en Ciudadanos. Una de las originales propuestas de aquellos precursores del no nacionalismo para hacer burla icónica del régimen consistía precisamente en una aportación a la simbología patria. Era la bandera catalana con el triángulo azul del separatismo e inscrita en su interior la estrella solitaria de cinco puntas… de La Caixa de Pensions. Un ejercicio satírico y soberbio de deconstrucción nacional -lo que son las recetas de Ferrán Adriá a la tortilla de patatas- que, desgraciadamente, no tuvo demasiada difusión, pues, como todo el mundo sabe, el no nacionalismo es un tanto remiso a abandonar su hábitat natural: las conferencias, que están muy bien, por otra parte.

miércoles, 10 de octubre de 2007

La "doctrina Garzón" llega a Brooklyn


Esta historia no es real pero lo parece

Agentes de la Brigada contra el Crimen Organizado del NYPD, Departamento de Policía de Nueva York, vigilan una reunión clandestina de la temible banda del sanguinario capo mafioso Pippo Caprone. La cita tiene lugar a altas horas de la madrugada en la trastienda de la trattoria Mia Mamma situada junto a los muelles de Brooklyn. Asisten, entre otros, los hermanos Balanegra, con un amplio historial delictivo a sus espaldas, Joe Taladro Gambini, Fredo Luppara Malatesta y Vito Alicates Fetuccini. Tampoco falta el astuto y discreto contable de la organización, Sam Bernstein.

El local ha sido pinchado con micrófonos gracias a la colaboración de un antiguo empleado que fue despedido sin indemnización y con un ojo menos gracias a las malévolas artes de Vito Fetuccini, acogido ahora al Plan Especial de Testigos Protegidos, aunque no por mucho tiempo -pues aparecerá al cabo de unos días cosido a puñaladas y con un canario en la boca, que en el criptolecto del hampa significa que al finado le ajustaron cuentas por soplón, pero esa es otra historia-. Los agentes permanecen en el interior de una furgoneta camuflada como vehículo de reparto de helados de pistacho. Llevan auriculares y no pierden ripio de cuanto se dice en la reunión mientras sorben café de un termo y engullen a dos carrillos donuts y perritos calientes. El agente Travis, que es muy poco aseado -por eso le abandonó su mujer- se ventosea constantemente para embromar a sus compañeros. En la trattoria, los gángsters dan buena cuenta de unos roscones napolitanos y de unas panzudas botellas de rosolio y sambuca en gabardina de mimbre y atacan a capela una tarantela.

Reina un humor excelente. Joe Taladro se jacta de haberle cortado un par de dedos de la mano a un pacífico tendero con una sierra de marquetería por impago del impuesto revolucionario que ellos llaman canon de protección. Le faltaba un dólar para abonar el importe íntegro de la deuda. No se arrugó a la hora de ejecutar las drásticas órdenes aun en presencia de la esposa del infeliz, ahora mutilado, y de su numerosa y asustadiza prole. Los hermanos Balanegra brindaron a la salud de los O’Bannion, unos camellos irlandeses al menudeo que pretendían controlar, los muy ilusos, un cuadrante del barrio, y a los que acaban de sumergir en las frías aguas del East River, junto al puente de Verrazano, con los pies encofrados en un bloque de cemento. Por último hace su entrada triunfal Gigi Metralleta Guerini, con la bocacha aún humeante del subfusil Thompson que trae bajo el brazo como si fuera una baguette, pues no hace unos minutos que ha vaciado uno de sus cargadores circulares en el cuerpo de Nick el Tachas, que ha quedado tirado en un sombrío callejón como un queso de Gruyère por escamotearles un pellizco de la recaudación de la red de apuestas ilegales.

Los agentes telefonean sin pérdida de tiempo al Fiscal del Distrito y éste al juez, honorable señor Cavendish. Nadie duda de la participación de los integrantes de la banda en infinidad de atroces delitos e incluso se vanaglorian de sus más recientes fechorías. Pero el juez titubea y ordena que los agentes continúen a la escucha y le comuniquen cual es el asunto abordado en la reunión.
Los criminales someten entonces a votación la iniciativa del astuto contable consistente en donar una exigua parte del cash-money de la banda a beneficio del asilo de ancianos de la calle 43. Se trata de plantar macizos de flores en el jardín y de renovar el cableado de la anticuada instalación eléctrica. Es, así lo llama, una inversión cosmética que les granjeará no pocas simpatías y mejorará su reputación en el barrio.
Los agentes dan parte al Fiscal y éste a Su Señoría. El juez Cavendish se pellizca los labios, está indeciso, le gustaría meter a esos hampones malencarados entre rejas… cuando echa mano del diario que tiene en la mesa de madera de nogal de su gabinete de estudio y lo abre casualmente por una crónica del extranjero: la detención de la cúpula de Herri Batasuna dictada por el juez Baltasar Garzón, conocido en todo el orbe judicial del planeta.

Y desentraña al punto los misterios, los arcanos de la llamada doctrina Garzón: los terroristas están sujetos a la acción de la justicia si se reúnen para perpetrar atentados, pero no lo están cuando lo hacen para negociar con el gobierno o para preparar una barbacoa dominical aunque algunos asistan a dicha reunión limpiándose con un pañuelo salpicaduras de sangre y cachirrines desmenuzados de masa encefálica luego de meterle un balazo en la nuca a un concejal de un partido no nacionalista o a su escolta. El juez Cavendish ata cabos y… ¡Eureka!… da con la solución apropiada. Puesto que la reunión, aunque clandestina, no tiene un propósito criminal inmediato, no incumple el ordenamiento jurídico… luego los agentes deben suspender al instante el operativo de escucha. De lo contrario los empapelará a todos, incluido el Fiscal, por brutalidad policial y acoso a unos ciudadanos del común que tan sólo pretenden mejorar las condiciones de vida de unos ancianos indefensos. A mayor abundamiento, recuerda Su Señoría la novedosa teoría del ministro Fdez Bermejo llamada del fatalismo judicial respecto de la ley de banderas que dice que no procede velar por su aplicación y cumplimiento porque siempre habrá gente dispuesta a desobedecerla. Por esa misma regla de tres carece de sentido perseguir a Caprone y sus secuaces porque si no atracan, mutilan y asesinan ellos, lo harán otros en su lugar.

-Pero, Señoría… -repone el Fiscal-… pueden volver mañana a las andadas, secuestrar a sus nietos, sin ir más lejos, abrirles la barriga con un punzón y destriparlos con las manos…

Pero ya es demasiado tarde. No ha escuchado su cabal advertencia. El juez Cavendish ha colgado el teléfono y mira la foto de Baltasar Garzón que trae el diario y se dice lo mucho que le gustaría parecerse a su colega. E incluso decide teñirse de canas la onda del flequillo mientras paladea una copa de Oporto.


The End

lunes, 8 de octubre de 2007

Tríptico: metonimias, trueques y ahorcamientos


Metonimias.- La Casa Real emite airada nota de protesta por las reiteradas ofensas a la Corona a las que asistimos algo perplejos a través de los medios de comunicación. Los ataques al rey lo son a la unidad de España, dice la nota. De tal modo que la Casa Real conoce el flanco metonímico, la parte por el todo, que afecta al simbolismo, incluso el institucional. El espectáculo organizado por los separatistas, amparados y subvencionados por el régimen, es aterrador y a un tiempo repulsivo. En esas zambras piromaniacas con aire de hoguera inquisitorial donde arden retratos, pero cualquier día libros o personas, se juntan las más envilecidas emanaciones del patriotismo tribal y esencialista.
Nos solidarizamos desde esta bitácora con la Corona, faltaría más. Ahora bien, en cuanto su Majestad regrese al planeta Tierra luego de su periplo ignoto por el hiperespacio, capeas, monterías y excursiones cinegéticas, durante la presente legislatura… -la de las conchabanzas gubernamentales con ETA y las reformas estatutarias-… actitud de ausente felicidad e indiferencia -no ha dicho ni mu, salvo para reírle las gracias a Benach: hablando se entiende la gente- que nos recuerda al deus otiosus o absconditus de Epicuro en una versión trasladada del panteón olímpico a la monarquía, habría de sentirse concernido por el reverso de la citada metonimia o metonimia inversa, esto es, que los ataques a la unidad de España lo son también al rey. Pero hasta ahora, los ha habido para dar y tomar, no le han ocupado demasiado o cuando menos a su gabinete de prensa. No le hemos visto dar un golpe con el cetro dinástico en la mesa y ha tenido motivos suficientes para hacerlo. De este modo parece que sólo le molesta la verbena cuando la figura directamente vituperada es la suya y claro, eso traslada a la ciudadanía una cierta sensación de egoísmo, eso sí, de regio egoísmo.


Trueques.- Un buen amigo de Tolerancio, enterado del traslado de tapadillo del violador del Valle de Hebrón a una localidad andaluza, comentó sarcásticamente en cáustica conversación que, con una demora de varios años, se había ejecutado al fin un trueque en toda regla entre aquella realidad nacional -avalada por el PP- y Cataluña. Y que dicho trueque obedece a lo que se ha dado en llamar la satisfacción de la deuda histórica reclamada insistentemente por el presidente olivariano don Manuel Chaves -deuda que ha estado de actualidad mediática y presupuestaria, con arreglo a la incorregible propensión del gabinete ZP a sacar de la chistera una variada gama de artilugios electorales-.
Que, en efecto, de allí nos mandaron, inmerecido regalo, a don José Montilla, presidente de la Generalidad y sonderkommando del nacionalismo, y que, en justa correspondencia, por mero prurito de simetrías, les devolvemos ahora el favor con crecidos intereses facturando en un tren, no de cercanías, sino de largo recorrido, al confeso criminal del estupro.
Sin duda que esto no es más que un exceso, una gansada ocurrente pero biliosa, y que parte de una confusión toponímica, pues don José Montilla es natural de la localidad cordobesa de Iznájar y en cambio se apunta como posible paradero del violador el municipio granadino de Iznalloz. De haber estado al corriente de esa circunstancia geográfica, nuestro amigo se habría ahorrado un comentario tan malicioso como desafortunado.

Ahorcamientos.- En una conferencia en la universidad de Columbia, y con motivo de la asamblea extraordinaria de la ONU, el presidente de Irán, señor Ahmedineyad, declaró ante el auditorio que en su país no hay homosexuales. Y por una vez dijo la verdad. Le creemos. En su país no queda ni uno: los ahorcan a todos.
La nauseabunda sinceridad del presidente iraní nos recuerda a aquel cargo regional del PCUS que en la magnífica película titulada Citizen X -basada en la escalofriante y verídica historia del célebre psychokiller conocido como el Carnicero de Rostov- justifica las trabas oficiales a la investigación del sufrido pero tenaz inspector de policía, magistralmente interpretado por Stephen Rea, arguyendo que en el paraíso socialista no pueden existir los psicópatas homicidas por tratarse de un trastorno criminal de la conducta circunscrito a las envilecidas y degeneradas sociedades capitalistas. Que la mera presunción de la existencia de una alimaña de esas características contraviene la doctrina oficial del partido.
Las declaraciones de ambos mandatarios son equiparables, pero, quede eso claro, no establecemos comparación alguna entre situaciones y personas afectadas por los casos aludidos, pues las ejecuciones de homosexuales en Irán, y en otros países de confesión islámica, nos indignan y llenan de consternación. Ejecuciones, o mejor asesinatos, que no interesan, o no nos consta que así sea, al señor Pedro Zerolo, a quien instamos a tomar urgentemente un vuelo rumbo a Persia para interceder por aquellos infelices que por esa causa, y otras, sufren persecución y muerte.
Por otro lado, los rectores universitarios habrían de saber a qué personajes cursan invitaciones para impartir conferencias o lecciones magistrales. Pero qué vamos a decir nosotros, si en casa gentuza como Pepe Rey o Arnaldo Otegui están abonados al bono-uni y no hay curso académico que no les acoja en aula magna, con birrete y alfombra ceremonial.

viernes, 5 de octubre de 2007

Izquierda Liberal


Tolerancio asistió días atrás a la presentación de Izquierda Liberal, corriente interna de Ciutadans, que en todo momento se declaró leal a la Ejecutiva del partido aunque discrepante en algunos aspectos ideológicos y/o estratégicos.

El acto contó con la presencia del diputado Antonio Robles. Pocas personas pueden acreditar una experiencia comparable en la expresión del ideario no nacionalista: autor de la novela de no-ficción Extranjeros en su país, un documento literario-notarial, escrupulosamente descriptivo, de la ofensiva nacionalista en el ámbito de la Educación, y, ahí es nada, miembro fundador de la Asociación por la Tolerancia. Con esto último está dicho todo. Es decir, cuando nadie sabía palabra de manifiestos intelectuales y muchos bostezaban o sesteaban plácidamente a la sombra del régimen que los nacionalistas erigían pedrusco a pedrusco en aras del proceso llamado de construcción nacional con la alegre y subalterna colaboración de la progresía afín al PSC, Robles ya se batía el cobre advirtiendo de los peligros inherentes al nacionalismo esencialista y excluyente en medio de un clamoroso silencio, de un total apagón mediático… un apagón del calibre, como poco, de las recientes averías en el suministro eléctrico.
Ni corto ni perezoso, Tolerancio acudió al acto de presentación animado por la solvencia ideológica, el rigor intelectual y la honestidad personal del impulsor de la corriente, tres cualidades de las que no andamos muy sobrados.

Y se llevó a casa una idea básica. En su opinión fue lo más destacado de cuanto se dijo. Una idea que expuso Robles y que repitieron muchas de las personas que participaron en el turno de ruegos y preguntas: la ineludible necesidad de un acuerdo electoral para las próximas elecciones generales entre Ciudadanos y el partido de Rosa Díez y Fernando Savater. Por encima de roces, divergencias o malentendidos, la ocasión obliga a ambos, C’s y UPD, a formalizar un acuerdo, sea la fusión, la coalición o cualquier otra fórmula operativa que, sin duda, la habrá. Que a toda costa debemos evitar la duplicidad de candidaturas, la separada concurrencia de ambas formaciones, pues esa suerte de dimorfismo no nacionalista sería una catástrofe para el objetivo, para el codiciado proyecto -la deseable pérdida de influencia de los partidos nacionalistas y la modificación de rumbo de los mal llamados partidos nacionales- y ahogaría la posibilidad, difícil no obstante, por causa de la premura de las fechas y del obediente desinterés de los medios de comunicación, de obtener representación parlamentaria e incidir en la vida política del país. Un tren, no de cercanías, al que hay que subir en marcha, pues de no hacerlo, nos lo reprocharíamos de por vida.

Prácticamente todas las intervenciones abundaron sobre ese argumento, percibido por los allí reunidos como una necesidad perentoria, prioritaria. Muy oportunamente se presentó a los 200 asistentes un cargo de la Ejecutiva de Ciudadanos que tomó la palabra para deslizar alguna crítica a los ponentes, discutir la oportunidad de la aparición en escena de Izquierda Liberal -por la supuesta imagen de inestabilidad que su constitución traslada a militantes y simpatizantes- y para recalcar también que la Dirección actual hará cuanto esté en su mano para alcanzar un acuerdo satisfactorio con los no nacionalistas de Rosa Díez. Mandato, eso deseamos, que el representante autorizado de C’s -cuyo nombre y cargo no recordamos- habría de trasladar puntualmente a sus compañeros de Ejecutiva conforme a lo manifestado de manera reiterada y unánime, clamorosa, durante el evento.

El mensaje angular, principalísimo, de la conferencia fue, como se ha dicho, el pacto electoral entre C’s y Rosa Díez, quedando todo lo demás relegado a un segundo plano. Cosas algunas importantes, de mucha miga y enjundia, pero supeditadas a esa exigencia, a ese imperativo categórico.
Recuerda Tolerancio que en el turno de ruegos y preguntas tomó la palabra un individuo poco agraciado que, torpe en sus maneras y exposición, anunció que, conforme a esa urgencia histórica, dejaría para más adelante su constitución en corriente crítica individual dentro de Izquierda Liberal, pues la alusión de la mesa a la bondad de la polémica asignatura llamada Educación para la Ciudadanía no le había entusiasmado precisamente. En ese punto Tolerancio decidió sumarse de grado a la embrionaria microsubcorriente pues ante la citada asignatura su organismo reacciona como en tiempos lo hizo el de Fernando Savater ante la idea de España, es decir, con una abundante sudoración.

También Tolerancio disintió de la referencia filosófica a un concepto tan vaporoso como es la obtención de la felicidad. Sugiere Tolerancio que Izquierda Liberal habría de confinar ese deseo al ámbito de actuación de su adjetivo, o su apellido, liberal, pues tal cosa, la felicidad -ninguna otra con tanta claridad lo demanda-, compete procurarla en régimen de exclusividad a la libre iniciativa del individuo. Sucede que la felicidad por decreto, la felicidad en un ideario, como hito programático fundacional o como meta o utopía colectiva, trae consigo un superávit monstruoso de infelicidad a los individuos que, en principio, debían beneficiarse de propósito tan altruista. La historia está llena de episodios descarnados que acreditan sobradamente lo que aquí se dice. La felicidad tutelada por las instancias que rigen o dirigen la vida civil, la felicidad como supresión del sufrimiento evitable, acarrea a menudo un incremento, que se supone momentáneo y acaba siendo permanente, de un sufrimiento que deviene inevitable, trastocando los términos de la ecuación. La ingeniería no conviene a las almas, sino a los caminos y puentes.

Si Tolerancio es feliz paseando por el bosque, abrazado a su mascota de peluche o mirando furtivamente los traseros de las viandantes, y usted lo es coleccionando sellos o celebrando los goles del equipo de sus amores, es mejor dejarlo así. Y si no somos felices, pues no hay mal que cien años dure. Pero ahora, cuando son las 10h 30’ del viernes 05/10/07, la felicidad inmediata de Tolerancio, y de otros muchos, pasa por respaldar al unísono, sin fisuras, a Rosa Díaz como la mejor candidata posible del no nacionalismo a la Presidencia del Gobierno.
Todo lo demás, o casi todo, se la suda.



miércoles, 3 de octubre de 2007

Xavier Vendrell: nostalgia terrorista


Xavier Vendrell, de ERC, sostiene que el recurso a la violencia terrorista es algo relativo, queriendo decir, suponemos -pues no es fácil reproducir los procesos mentales de las personas, ni siquiera de las sanas, con más motivo de las perturbadas- que en principio no es necesariamente cosa mala, que la existencia de la banda terrorista Terra Lliure sirvió para despertar conciencias y que a fin de cuentas -o sea, que no hay para tanto- sólo mató a una persona, y además accidentalmente, omitiendo heridos y estragos a caso hecho.
De un tiempo a esta parte es conocida la siniestra ejecutoria del sujeto metido a apolo-geta del terrorismo que en su día diseñó el cobro del llamado impuesto revolucionario a un número indeterminado de funcionarios de la Generalidad a favor de las cuentas de su partido, suficientemente saneadas gracias a condonación de intereses sobre préstamos bancarios -en la misma frecuencia de onda que el affaire La Caixa/Montilla/OPA a Endesa con inseminaciones varias, aunque en menor cuantía-. Por esa causa y notable mérito fue recompensado con el honor de una consejería en el primer gobierno tripartito, siendo el consejero de trayectoria más breve de la historia reciente y de los menos dañinos, eso es cierto, pues no le dio tiempo a calentar el sillón ni a urdir nuevos estropicios.

Es un error, según pretendieron algunos reputados juristas del siglo XVIII y XIX, como Burke, clasificar a los delincuentes, o mejor, detectarlos preventivamente con anterioridad a la comisión de sus delitos, conforme a criterios fisonómicos, externos, como la amplitud frontal, perímetro craneal, depresión parietal y otras mediciones que determinaran cretinismo, imbecilidad o alguna sociopatía que conllevara riesgo o propensión al crimen. Pero incluso las teorías equivocadas, sea solo por azar, aciertan al menos una vez, acaso ésta que nos ocupa. El caso de Xavier Vendrell podría responder a esas, no obstante, discutibles tabulaciones, pues basta con echarle un somero vistazo para advertir que nos hallamos ante un individuo cabezón, de facciones desagradables: labios bezudos o gordezuelos, prontos a babear copiosamente, ojos hundidos en las cuencas, pero chiquitujos y vivarachos que apuntan a una posible afinidad con el sadismo, y, aunque no lo afirmamos rotundamente, cierta similitud con las estereotípicas hechuras de lo que vulgarmente se ha dado en llamar individuo tarado. Rasgos que darían pábulo a sospechar que detrás de ellos no se esconde ningún buen propósito.

Para el señor Vendrell la organización terrorista Terra Lliure, integrada hoy en ERC, sirvió para despertar conciencias, como si sus tiroteos y bombazos fueran una inocua versión del redentor beso del príncipe que llevó como premio La bella durmiente del bosque para las adormecidas ansias libertadoras de la patria oprimida. No sabemos qué conciencias despertó la banda y a qué vitales y edificantes horizontes y experiencias. Pero es seguro que durante sus gestas concienzudas Terra Lliure envileció para siempre la de muchos de sus militantes y para siempre durmió la de la pobre viejecita que murió aplastada en su lecho, que lo fue de muerte, por el muro que se desplomó y le cayó encima en el atentado contra una oficina de Hacienda en un municipio ilerdense. Que la víctima no era su abuelita, es cosa segura… nos jugamos el bigote. Pero, claro, añadirá el señor Vendrell -remedo nacionalista de aquel asesino en serie conocido como el Mataviejas- salivando por las comisuras de los labios, entre desacompasadas risotadas, mientras arranca una por una las patas a una hormiguita, que la anciana ya había vivido lo suyo y que el trágico accidente lo fue menos, o menos habría de doler por la edad avanzada de la víctima y la cercanía de la muerte por causas biológicas evidentes. Total, como diría el interfecto en un registro coloquial armonizado a sus elegantes maneras y su amplitud de miras, le quedaban dos telediarios.

lunes, 1 de octubre de 2007

Teatro negro


Esta bitácora está dedicada a Manuel A. Aguilella


Este verano* Tolerancio se ha dado un garbeo por Praga y de grado se ha convertido en un propagandista convencido de la capital checa por muchas y variadas razones. De algunas ya dio fe en una bitácora anterior titulada Jan Palach vs mosén Xirinachs. Pero hay otras muchas, esquivas al cálculo como la arena de la playa.

Bohemia, Moravia y los otros territorios que en su día conformaron la república de Checoslovaquia vivieron las convulsiones del romanticismo nacionalista del siglo XIX que sacudieron todo el continente. Por entonces esa región europea integraba el imperio austriaco, luego doble monarquía austro-húngara, bajo la dinastía de los Habsburgo. Ese hervor nacionalista fue plasmado en diferentes obras historiográficas, poéticas y sinfónicas por autores de la nombradía de Palacky, Tomek, Novotny, Dvôrak, Smetana, Jan Neruda y más tardíamente Hâsek, el autor de las inmortales andanzas del soldado Schweijk A las iniciales demandas autonomistas dentro de la monarquía danubiana siguieron, como sucedió con Hungría y las posesiones dálmatas del imperio, otras más explícitamente separatistas que se consumaron al fin tras la debacle de los imperios centrales en la primera Guerra Mundial.

Los territorios de Bohemia y Moravia, hoy República Checa, siempre han estado en el corazón de Europa y no hay avatar de la historia continental que no se haya dirimido o ventilado en buena parte en aquellas latitudes, escenario de episodios principalísimos como la rebelión husita, la Reforma, la Contrarreforma o la célebre defenestración de Praga, con los delegados imperiales arrojados por aristócratas afectos a la causa protestante desde una ventana del castillo de Praga que supuso el inicio de la guerra de los Treinta Años.
Durante el siglo XX estuvieron dichos territorios en el epicentro de las disputas entre los totalitarismos más feroces que ha conocido la humanidad, el nazismo -anexión de los Sudetes, Bohemia y Moravia, ocupación y Guerra Mundial- y la dictadura pro-soviética.

A pesar de las especificidades culturales e incluso étnicas esgrimidas en su día por los nacionalistas checos -eslavismo- para desgajarse del imperio austriaco, de raíz germánica, no renuncian hoy a su rico legado cultural en lengua alemana. Los checos están orgullosos de Franz Kafka, de Rainer Maria Rilke o de Gustav Meyrinck, entre otros, y su vida y obra, su residencia en la capital checa, son motivo, cómo no, de promoción y rentable explotación turísticas. Porque Praga y la República Checa no serían lo que son hoy sin ese acervo cultural y literario, por otra parte, de una dimensión universal verdaderamente formidable.

Esa vocación universal de Praga se aprecia en otro hecho cultural verdaderamente llamativo: el teatro negro, fundamentalmente mímico y luminotécnico, pues el checo no es una lengua demasiado difundida allende sus fronteras. Praga siempre ha sido una ciudad abierta -Mozart la prefería a Salzburgo o Viena y allí estrenaba muchas de sus composiciones- y cosmopolita, fuera del largo interludio soviético, y es hoy un polo de atracción turística de primer orden. Miles de visitantes, europeos, americanos, japoneses, pasean sus calles, contemplan sus monumentos, los últimos los contemplan y fotografían a discreción, y acuden a los innumerables conciertos sinfónicos que a diario se interpretan en templos capitalinos. Y además, van al teatro, cierto, al teatro negro.
Por miles se cuentan las entradas facturadas a beneficio del citado espectáculo que causa verdadero furor entre los turistas por su inmediata comprensión, pues no requiere la más mínima noción del idioma autóctono. Para los checos la conciencia de la importancia relativa de su lengua a escala internacional no ha sido óbice para tentar al visitante con una atractiva oferta que tiene gran demanda y posibilita el ejercicio profesional remunerado de infinidad de grupos teatrales que proliferan allá como por esporas.
Ojo avizor, los artistas checos del gremio escénico dijeron un día: no tiene sentido que los turistas dejen divisas por tomar una cerveza pilsner en una terracita o por zamparse un krakoski, pero pasen de largo ante nuestro local sin que nos procuremos honradamente una porción de sus billeteras y todo porque no saben decir pristí zastavka o vystup va nastup. Y por ello han organizado, y tienen ya una larga tradición, funciones del llamado teatro negro, aptas para espectadores de cualquier nacionalidad. La pregunta se impone al punto: ¿Cuántos turistas de los miles que transitan a diario las calles de Barcelona pisan uno de nuestros teatros? También cabría preguntarse cuántos de entre los nativos, pero esa es otra historia. Es a veces más fácil sentirse extranjero en esta Barcelona nuestra, más palurda a cada minuto que pasa, y no lo dice el patán de Tolerancio sino Mario Vargas Llosa en su lúcido y magistral discurso durante la entrega del último premio de la Asociación por la Tolerancia, 24/09/07, que por las pintorescas y bulliciosas calles de Praga.

* Tolerancio padece aún el llamado síndrome post-vacacional, lo que nada tiene de extraño pues dicho síndrome le afecta por espacio de once meses al año. Siendo el interfecto más vago que- la- chaqueta- un- guardia se dirige a quien quiera oírle para recaudar fondos a su favor a través de una suerte de colecta -en breve expondrá los datos de la cuenta corriente para recibir los ingresos, aportaciones anónimas y voluntarias- que tengan a bien transferir los imponentes, con objeto de retirarse a vivir a un pueblecito (ha pensado en Bossost, Valle de Arán, próximo a la frontera francesa, por si las cosas se tuercen del todo), pero no para abandonarse al ocio y la molicie, sino para dedicarse íntegramente a la creación de artículos y productos varios en pro de la causa no nacionalista que, inversión de futuro, redundarán en el gaudio y expansión espiritual de los anónimos y generosos imponentes. Tolerancio se compromete a rendir cuentas, periódicamente, del estado y desarrollo de los proyectos aludidos, como becados por sus benefactores, algunos ya en marcha (una novela en busca de editor que aborda la polémica normativa de incivismo aprobada en su día por el gobierno municipal de Barcelona, otras tres en fase de preparación, siendo una de ellas una explícita sátira del nacionalismo identitario en su delirante modalidad céltica o celtoide, y una pieza teatral que trata los hechos acaecidos en octubre del 34 en la ciudad condal).