Durante mucho tiempo los no nacionalistas hemos denunciado los abusos del autonomismo gestionado por nacionalistas, o por éstos con la vergonzante conchabanza de los partidos mayoritarios (mal llamados nacionales) por una cuestión utilitaria, de aritmética parlamentaria… -en algunos, no obstante, como en el caso de ZP, esa alianza obedece no solo a razones estratégicas sino a presupuestos estructurales de su pensamiento político de fondo… (es decir, de todo el fondo que pueda tener su pensamiento)… que no es otro que su inquina feroz a la idea de una España con los mismos derechos para todos sus ciudadanos. Ese visionario de la política abriga el delirante sueño de convertirse en el primer ministro federalizante de una especie de Commenwealth hispánica, carpetovetónica, unida solamente por la Liga de Fútbol Profesional, de la que, por cierto, ya va siendo hora de que se autoexcluya, por coherencia, el Barça de Laporta-.
Esa asunción del autonomismo por los no nacionalistas, como mal menor, ha sido un pacienzudo ejercicio de cortesía. Pero la cortesía, cuando el otro no la entiende y la toma a rechifla repetidamente, deviene huevonería.
Esa pertinaz transigencia con el autonomismo, defendemos las autonomías como el primero, nos recuerda a ciertos dirigentes de sucesivos gobiernos centrales… -algunos, eso se sabe, poco o nada simpatizantes con este autonomismo desbocado-… que al aterrizar en Cataluña por alguna efemérides institucional proclaman sin ambages -íntimamente a desgana- su entusiasmo por el autogobierno… o a los no nacionalistas que, por una suerte de automatismo robótico se nos junta en la boca, involuntariamente, la expresión soy el primero en defender el catalán… baldío esfuerzo, pues es humanamente imposible ser el primero en esa materia compitiendo, por ejemplo, con Isabel Clara Simó, a quien, por cierto, le va asomando día a día un bigotito de corte hitleriano bajo la nariz… debiendo decir, en todo caso, soy el segundo en defender el catalán.
Pues, lógicamente, no se trata de defender idiomas sino derechos individuales, como el de libre elección de lengua oficial en la escuela o el de rotular comercios sin sanciones de por medio. Y si eso acarrea en el futuro problemas… o no… a determinado idioma desprotegido, amenazado por el mundo global, a un tris de la extinción como el tigre de Bengala… qué mala pata, oiga… serán sus defensores más vehementes quienes habrán de poner remedio, exponiéndose, claro es, si de su defensa se derivan imposiciones a terceros, a la réplica de éstos en una suerte de movimiento incesante. Qué le vamos a hacer. Así es la vida.
Cierto que algunas tácticas defensivas, como la continua presión nacionalista, generan efectos contrarios, como el hartazgo o la indisciplina más o menos emboscada de un sector considerable de la población. Allá ellos. En definitiva, que no todos podemos defender focas, ballenas y linces al mismo tiempo. Es una cuestión de asignación de recursos y de disponibilidad horaria. Hay que repartirse el trabajo. Unos habrán de defender las focas de los desmanes de la industria peletera y otros a los linces de la codicia de los cazadores furtivos.
Lo antedicho no implica que los no nacionalistas, hoy, o los jacobinos radicales entre quienes se cuenta Tolerancio, mañana, no participen en las elecciones autonómicas. Nada de eso. Aunque sea materia opinable, de entrada no hay que descartar el acudir a esos comicios para obtener representación y mediante la oportuna pedagogía parlamentaria hacer el vaciado pertinente, o labor de zapa, desde dentro de la propia institución a socavar. Lo que hacen ERC, CiU, IU (ICV), PNV o BNG con su candidato… -e incluso el PSC aunque sin candidato propio, pero compartido con el PSOE actual-… a la presidencia del gobierno de una nación, España, en la que no creen.
A la espera del nacimiento de una opción nítidamente jacobina, es recomendable que sus futuros integrantes, ya tenemos uno censado: Tolerancio, den su voto a la candidatura concurrente a esos comicios regionales que sea más nítidamente no nacionalista y cuente con más serias posibilidades de obtener representación, sea una candidatura de centro-derecha, de centro-izquierda o transexual… queremos decir, transversal.
Es hora de que entre los no nacionalistas se constituya una emergente corriente jacobina. Tal como suena… expresión afortunada, acompañada de inconfundibles resonancias históricas. Esto es, jacobinismo mondo y lirondo, sin afeites, autodenominado como tal. Un jacobinismo que propenda clara, pública, radicalmente, sin complejos, por la drástica supresión de unas autonomías que fundamentan derechos políticos distintos en particularismos locales a menudo distorsionados. Un jacobinismo que promueva, para esa finalidad determinada, la oportuna reforma constitucional… profiláctica y preventiva… como algunas manifestaciones, que no guerras.
Para ello sería buena cosa que se redactara un manifiesto escueto, conciso y contundente, y que se difundiera por internet para ganar adeptos y firmantes. Con el tiempo, quién sabe, ese manifiesto podría ser el embrión de una sólida e influyente corriente de opinión organizada en torno al Club Radical Jacobino… -denominación, Radical, apropiadísima, por sus connotaciones lerrouxistas para que le dé una erisipela leve, poca cosa, al nacionalismo más aburguesado, blandengue y follón-… estructurado en juntas o clubes de ámbito provincial. Nada más habría de pretender ese manifiesto jacobino que lo dicho: la jubilación no pensionada y para los restos de las autonomías…
Eso no significa renunciar a una deseable aproximación, meramente operativa, de la Administración al ciudadano -no diremos descentralización por no caer en trampas terminológicas-. Bastaría con racionalizar la burocracia y acaso robustecer las Diputaciones Provinciales, trasladando de ese modo el centro político a todas las periferias. Claro que, cada cosa a su tiempo y lo prioritario en opinión de Tolerancio es actuar de manera eficaz y resuelta, jacobina… pero sin guillotinas, claro… contra el foco de la infección.
A guisa de sarcasmo final, concluiremos esta bitácora reproduciendo textualmente unas declaraciones de María Badia, del PSC, recogidas en el diario El Mundo el pasado 05/06/09, integrada como número 3 en la lista del PSOE en las últimas elecciones europeas (guardamos el artículo como oro en paño):
Debemos intentar que la gente perciba Europa como un solo país… Badia dixit con toda la cara y frescura del mundo. En la misma línea de ZP cuando afirmó, solemnemente, que España, bajo su providente mandato, estaba más cohesionada que nunca… mientras se le escapaba una malévola risilla de hiena.
Es la misma diputada que en la anterior legislatura propició en el parlamento europeo la derrota de una ponencia que pretendía blindar la posibilidad legal de escolarizar a los alumnos en la lengua oficial de cada estado miembro por deseo expreso de padres o tutores legales… -en España, hoy, eso no es posible-.
Como si no fuera poco trabajoso a estas alturas intentar que la gente perciba y sienta que España es un solo país… ya no te digo Europa.
PS.- Se precisa redactor para manifiesto, austero, que sepa resistirse a la tentación de trasladar su deslumbrante erudición al texto. El jacobinismo requiere frases, períodos cortos, secos, casi como el tajo de una afilada cuchilla, nada de consuetudinarios sucesos que acontecen en la rúa y milongas por el estilo.
Conviene que un jacobino, que lo sea o que intuya su latente jacobinismo, le dé vueltas al magín para clavar ese logotipo que exprese el sentir de ese aún no nato jacobinismo español del siglo XXI. Tolerancio, torpe en el diseño… (aún está esperando que le lleguen las banderas no oficiales y embromantes que propuso unas bitácoras atrás para celebrar la Diada del 11-S… algunas muy ocurrentes, modestia aparte, pero ya puede esperar sentado)… ha pensado en un logo aritmético que hace al caso y es muy descriptivo, aunque no es más que una sugerencia:
CRJ – 17 = +
… siendo CRJ, la sigla de Club Radical Jacobino. -17, la operación matemática cuantificada que resume su credo, esto es, la supresión de las 17 autonomías. Y los símbolos = +, la equivalencia o resultado de esa operación, es decir, más o mejor sin autonomías. Las siglas CRJ podrían dejar su lugar a una E, de España, quedando de la siguiente guisa: E-17= 1. Un tanto frío pero con cierto aire de formulación matemática.
Por último, habrá jacobinos que lo son pero no lo saben. Basta, para serlo, para concienciarse del jacobinismo propio, con pronunciar, parecidamente a la shahada musulmana… -pues con decir Dios es grande y Mahoma su profeta, el creyente ingresa en la umma o comunidad de los fieles-… la siguiente divisa: Las autonomías son una castaña pilonga y es preciso suprimirlas. Y, voilà, ya se es jacobino. Fácil. Peor lo tiene un comunista que, para alcanzar esa condición, debe leerse primero el tostón mastodóntico de El Capital.
Jacobinos de España: ¡Uníos!
1 comentario:
Estimado Tolerancio, algunos pensamos que este partido jacobino radical podia ser este nuevo partido UPyD. Desgraciadamente nos ha salido rana el experimento, resulta que tras el congreso fundacional del pasado fin de semana, nos ha nacido federalista... Y eso es lo que pasa cuando lo que mas importa no es la igualdad de los ciudadanos, sino los votos de las "sensibilidades" perifericas... Me siento profundamente decepcionado. ¿que opinas tu Tolerancio? ¿Como se puede conjugar el hecho de ser centro-izquierdista con el hecho de ser centralista y jacobino en estos tiempos que corren? Tras 8 años de derecha descentralizante seguidos de 6 años de locura pseudofederalista del psoe en la que se ha grabado a fuego en todas las mentes que cuanto mas gestionan las autonomias mas libertad... Tanto tenemos que envidiar a Francia, ese si es un verdadero estado igualitario y ahora mi partido dice que quiere ser como Alemania, una federacion cooperativa...Esto es de risa.
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