El gobierno regional del sonderkommando catalanista José Montilla, natural de Iznájar, Córdoba la Sultana, propone la organización territorial de Cataluña en veguerías. Las veguerías son una antigualla administrativa del medievo. Fueron eliminadas de un plumazo, si no andamos mal informados, al promulgarse el Decreto de Nueva Planta tras la Guerra de Sucesión a la corona de España. Una veguería, para entendernos, es más que una comarca pero menos que una provincia. En su lugar se constituyeron los corregimientos. Más adelante el ministro de Hacienda, Antonio Burgos, año 1.833, procedió a la creación de las actuales provincias… esas mismas provincias que, según algunos libros de texto de uso común entre los alumnos catalanes de Primaria, Franco se sacó de la chistera en 1939, y no es broma. Es decir, parece una broma, una broma de pésimo gusto, pero semejante tergiversación histórica ha sido incluida en los temarios escolares.
Obra en poder de Tolerancio una exhaustiva prospección demoscópica. Los datos son elocuentes: al 97% de los catalanes, incluidos no pocos nacionalistas irrecuperables, las veguerías se la traen floja. Y un 90% de los encuestados admite no tener ni repajolera idea de qué diantre son las veguerías de marras. El margen de error de la muestra es de + - 2%. El affaire veguerías arroja el mismo balance que arrojó en su momento el estatuto de autonomía rescatado por ZP y Artur Mas en La Moncloa con puro incluido… estatuto que en un breve lapso de tiempo pasó de importarle un pimiento al personal a ser la piedra angular del edificio.
No obstante, tras la aparición estelar de las veguerías ante la opinión pública, contando con la colaboración entusiasta de los medios de comunicación locales, siempre prontos a publicar editoriales conjuntos, y lo que les manden, y contando también con el talante adocenado, lanar, en definitiva, aborregado, de un amplísimo segmento de la sociedad catalana… -triste es decirlo, pero para qué vamos a mentir-… esa flojera del 97% ha descendido abruptamente en unas semanas hasta el 91’3%. La gota malaya o lluvia fina que cala.
De modo que, eso presume Tolerancio, a pesar de la crisis, o precisamente por ella, para olvidarla por unas horas con otros debates tan edificantes como éste, en apenas unos meses el fervor veguerista irá en aumento hasta convertirse en una condición sine qva non para la gobernabilidad de la región y atrapará el corazón de ese paisanaje-tipo anclado en Els Matins de Cuní y en otras manifestaciones del ovinismo dominante. Veguerías or not veguerías, ésa será la cuestión.
Si se lo proponen las veguerías superarán en popularidad a Belén Esteban y no podremos dar un paso sin ellas. Nuestras vidas, sin veguerías, quedarán ayunas de sentido y trascendencia, no valdrán una higa y caeremos en la desesperanza, el extravío, la afasia y la catatonia si no las ponen en marcha de una vez por todas.
A mayor abundamiento, el cobardícola gobierno de la nación de naciones, una de las naciones más antiguas del mundo, ZP dixit ante Obama entre pasajes del Deuteronomio, no dirá ni mu, pasará de interponer recurso de inconstitucionalidad aún suponiendo ese apolillado engendro administrativo una vulneración flagrante de las demarcaciones provinciales, materia reservada al Estado… -Tribunal, TC, que, llegado el caso, avalaría sin el menor escrúpulo tan desbarajustada componenda, con arreglo al extendido aforismo: traicionando la Constitución que es gerundio-… ergo las veguerías se solaparán entre comarcas y provincias en un despiporre que será para sacar entrada con trifulcas y desajustes competenciales a diario... y aumento exponencial del gasto público, claro, que es de lo que se trata, con docenas de cargos de nuevo cuño a asignar entre la mesocracia aborigen integrada en el PUC (Partido Unificado de Cataluña).
En resumidas cuentas, el catalanismo gobernante anclado en un pasado manoseado y mítico, el de la supuesta Confederación catalana-aragonesa, confederación que jamás existió, nos agasaja con hallazgos como éste de enorme utilidad para afrontar el futuro. Los catalanistas y/o nacionalistas, que lo mismo da que da lo mismo, y quien lo discuta a estas alturas es un necio, no corren el riesgo, se ve, de convertirse en estatuas de sal, como la mujer de Lot, al echar la vista atrás. Tan atrás como siete u ocho siglos, ahí es nada.
Que Cataluña adopte el paso del cangrejo y tome la derrota de la regresión al pasado y cobre aires de parque temático del aldeanismo, todos con barretina y trabuco al cinto, una región que ni pintada para reunir a los paletos del ancho mundo, le importa un bledo al catalanismo de la hora presente siempre que avance en su construcción nacional, que no será posible si no va acompañada de una intensa deconstrucción mental… y éste objetivo ya se vislumbra en un horizonte cada vez más cercano. La estupidización del personal ha sido tan rigurosa en estos últimos años que se les ha ido la mano. No era necesario inocular dosis tan elevadas de disforia intelectual para obtener una mayoría nacionalizada y conformista. Pero los ingenieros sociales del catalanismo prefieren compactas legiones de tontos de baba severos. Ellos sabrán.
Los dirigentes catalanistas que viven y vivirán como las élites de todas partes, es decir, a cuerpo de rey, con o sin crisis, saben que con un paisanaje aplastantemente idiotizado la independencia estará a la vista. No importa que la región viva un período de creciente aislamiento, de empobrecimiento incluso, que se reduzca de manera apreciable su peso tradicional en la economía española, al contrario, prefieren propiciar una desconexión comercial paulatina (añadida a un distanciamiento emocional perseverante).
No les importará que durante unas décadas Cataluña pierda gas si al despertar y abrir los ojos el sueño de la independencia se hace realidad. Total, incluso con menos PIB y renta per cápita, jamás faltarán recursos que derrochar en informes, encargados a familiares y amigos, sobre la halitosis de la cotorra tropical, generosas subvenciones para financiar entidades catalanistas de diverso pelaje, galones de combustible para coches oficiales tuneados y más embajadas repartidas por el ancho mundo.
Hay quien dice que tras las veguerías llegará la hora de otro artefacto de ultimísima generación, el derecho feudalizante de la prima nocte o derecho de pernada. Por qué no. Transitando la senda de la modernidad que nos lleva a las veguerías, dando unos pasitos más llegaremos al derecho de pernada contemplado en los antiguos Usatges (Usos de la Corona de Aragón). Y si completamos la ruta, retrocediendo aún más en el tiempo, nos toparemos con nuestro idolatrado primatólogo, Eudald Carbonell, en una cueva troglodita invocando el principio de la interdependencia continental… (ver Homo Sapiens Catalanensis)… babeando delante de la fractal osamenta de un antropoide…
… ¿Qué el paisanaje no entregaría sin rechistar, gustosamente, sus hijas casaderas a los prohombres de la élite local? ¿Pues no hipotecamos ya la educación de nuestros hijos, sobrinos y nietos sin decir ni mu, sin mover un dedo, agachando la cabeza, desfilando ordenadamente bajo las horcas caudinas de ese disparate ridículo que es la inmersión monolingüe obligatoria?... ¿Derecho a elegir lengua oficial en la escolarización de nuestros hijos?... Semejante escrúpulo alcanza a cuatro gatos, pero a la mayoría eso le suena a chino…
… ¿Derecho de pernada?... ¿Por qué no?... Si les saldrá gratis. Muchos padres acudirán a las dependencias del cacique local, se harán acompañar por el servicio hasta la cámara del señor y entregarán a sus hijas. Y si las chicas se resisten, arañan y patalean, pues les sujetarán las piernas para facilitar las morganáticas coyundas.