miércoles, 30 de junio de 2010
Montilla: Voltafaccio y Gesundheit
sábado, 26 de junio de 2010
El problema es el PSC-ZP(SOE) (II)
martes, 15 de junio de 2010
El problema es el PSC-ZP(SOE) (I)
jueves, 10 de junio de 2010
La lengua redentora
Al patán de Tolerancio se le desarreglaron las tripas días atrás. Lo tuvo merecido por ojear, en contra del sentido común, un ejemplar de la prensa gratuita. Junto a la habitual ración de mala fe de redactores anónimos e hirientes incongruencias lingüísticas y toponímicas en virtud de las que, en la sección meteorológica, La Coruña es A Coruña, Orense es Ourense pero Castellón es Castellón y no Castelló o Londres es Londres y no London, se dio de bruces con dos hallazgos de una insólita estulticia.
Uno referido a las virtudes socialmente sanadoras y balsámicas de la lengua catalana y el otro un sorprendente anuncio institucional de la Junta de Extremadura. Tolerancio leyó y releyó ambos textos una y otra vez, pues no daba crédito a lo que tenía ante sí, invirtiendo por una vez más tiempo del necesario para revisar ese conjunto de hojas numeradas que lleva por título 20 Minutos.
Abrió boca, o mejor, cerró boca, la del estómago, con un anuncio de promoción turística insertado por el gobierno regional de Extremadura. Aparece a toda página un tiparraco con aire profundo y meditabundo que, por una inscripción al pie de la fotografía, dice llamarse Huecco. Es, eso parece, su nombre artístico. Tolerancio se documenta y averigua que el interfecto es un cantautor o por tal pasa ante la opinión pública. Y presume, pero es una mera conjetura, que el citado sobrenombre es descriptivo y alude a una cualidad de su cabolo ornado con larga melena.
El pasmoso mensaje es éste:
Somos Extremadura. Hay quien ha hecho de los negocios y de los mercados un juego especulativo para conseguir el máximo beneficio a costa de lo que sea... Otros en cambio pensamos que hay que crear un nuevo modelo "sostenible" de conciencia social, porque la economía no puede estar alejada de lo verdaderamente importante: las personas.
www.somos-extramdura.es
Tal cual. No es ninguna trola. Todo ese dinero público, una millonada, para publicitar las bellezas sin cuento... -paisajes, gastronomía, costumbres, patrimonio histórico-artístico-... de Extremadura con una versión empalagosa de discurso buenista de Zapatero que nos remite a su ditirámbico y olvidado proyecto de economía sostenible. Como suena. Para vomitar.
A uno le entran ganas de decir: ¿Así que el gobierno de Extremadura quiere convencerme de visitar tan bella región colándome propaganda, no ya subliminal, sino descarada, de la babosa y huera… -o huecca, en honor al trovador en nómina-… fraseología de ZP?... Que si el centro histórico de Cáceres es patrimonio de la Humanidad, que si Trujillo es una localidad monumental como no hay dos o el valle del Jerte una preciosidad con sus almendros en flor, Hervás un pueblo delicioso y el parque de Monfragüe una joya paisajística para observar el vuelo majestuoso de las grandes rapaces…pues dan ganas de decir que me esperen sentados…
La otra memorable gansada se la debemos a un periodista inglés afincado en Cataluña llamado Matthew Tree, apellido que da árbol en español. Y a quien, conocidas sus declaraciones, deberíamos recordarle el refrán que dice que los árboles de la subvención para remunerar el baboseo militante no dejan ver el bosque.
El tal Tree… -árbol, acaso un alcornoque-…hace sus apaniguadas declaraciones en una separata pagada con nuestro dinero por la Generalidad e insertada en el diario gratuito, no sólo por el precio, sino por su relevancia. Es un publirreportaje, al copo de pequeñas perversiones, un no parar párrafo a párrafo, enfocado a la difusión de la lengua catalana entre colectivos inmigrantes. El libelo nauseabundo se titula Vivim Junts (vivimos juntos) o cosa parecida y apela a la pacífica y cordial convivencia en función de la recomendable integración de los extranjeros por asimilación o enculturación intensiva… fenómeno que llamaremos en adelante amontillamiento.
El busilis de su intervención estelar se resume de esta manera:
Hi ha societats més racistes que d’altres? (¿Hay sociedades más racistas que otras?
El andoba de Tree piensa, Me alegra que me haga esa pregunta, peloteando sin disimulo, pensando en nuevas sinecuras y encerando el suelo con ubérrimo aluvión de babas (traducimos su lacayuna respuesta):
El racismo de las sociedades depende de sus tradiciones culturales. En el caso de Cataluña, gracias a la utilización de la lengua como elemento de integración, la gente quizá es menos racista que en otros lugares.
Mira tú por dónde, la lengua catalana se revela como bálsamo curalotodo contra la xenofobia y el racismo. Seguramente reconocidos esclavistas catalanes como el conde Güell, el señor Xifré, todos con calles y parques dedicados en nuestra bien amada ciudad, o medidores de cráneos itinerantes como el mecenas doctor Bartolomé Robert, o precursores del nacionalismo catalán como Prat de la Riba, obsesionado en desvaríos raciales a la guisa de Sabino Arana, se ve que no hablaron catalán ni en la intimidad, porque el dulce son de nuestra lengua vernácula no les hizo el efecto civilizador pregonado por ese anglopaleto catalanista de míster Tree.
La lengua catalana, según Tree, que de cobijarse bajo la sombra de un árbol elegiría el Pi de les tres branques (el pino de tres ramas)… -donde los nacionalistas montaban su romería anual para conectar ilusoriamente con el legendario sueño pancatalanista de Jaime I el Conquistador, delirante falsificación onírica e histórica que tuvo su público, como lo tienen las peleas de barro entre señoritas en bikini-… se manifiesta como lengua de un irenismo conmovedor y es Tree el abanderado irenarca de la misma, el magistrado encargado de la calma y tranquilidad del pueblo.
Y uno lamenta que el catalán no se hubiera hablado antes y en todo el mundo. Acaso la Historia de la Humanidad se habría ahorrado tristísimos episodios como la esclavitud, los pogromos medievales, el Ku Klux Klan o el antisemitismo contemporáneo. Otro gallo nos habría cantado de realizarse in illo tempore una inmersión lingüística a escala planetaria.
El catalán, esa lengua filantrópica que no tiene la culpa de las prohibiciones, cuotas y multas que se imponen en su nombre, ni de que sus hablantes crearan la despectiva categoría clasificatoria del xarnego (charnego) para designar a los mestizos impuros. Ese entrañable huevón de Tree no se ha enterado. Ni falta que le hace, mientras le vayan soltando la soldada por largar memeces semejantes.
jueves, 3 de junio de 2010
Senado papúo
Tolerancio inició su blog dedicándole una bitácora a los bimin-kuskusmin de las Tierras Altas de West Sepik, Papúa-Nueva Guinea. Los b-k practicaron en tiempos la antropofagia ritual, que no proteínica, pues contando con una numerosa cabaña porcina para el sustento, de vez en cuando le hincaban el diente al incauto que se extraviaba por sus dominios.
El canibalismo permite diferentes lecturas a condición de no ser uno mismo la sustancia del fenómeno, en cuyo caso cualquier lectura carece de importancia. Para antropólogos materialistas, tirando a ramplones y garbanceros, como Marvin Harris, el canibalismo es una cuestión meramente proteínica, caracterización que puede explicar conductas esporádicas motivadas por el aprieto de la supervivencia desesperada, pero discutible a otra escala, pues la antropofagia ha gozado de rango institucional documentado en algunas culturas o entre individuos que tenían su aporte calórico plenamente garantizado y que gozaban de un excedente alimentario suficiente para afrontar épocas de escasez. Ni Bokassa, ni Amín Dadá, Macías Nguema o el caníbal de Rotemburgo, por ejemplo, sufrieron hambruna, que sepamos, y ahí los tenías, ñam-ñam, meneando el bigote.
Los antropólogos de inspiración culturalista como Marshall Sahlins o Clifford Geertz han preferido centrarse en los aspectos simbólicos de la extravagante cuchipanda y han apreciado rasgos concurrentes entre la cosmovisión del grupo y las pautas del festín caníbal, es decir, canibalismo como un avatar, aunque infrecuente, del universo ritual al que propenden las culturas.
Para un bromista, la antropofagia podría ser la metáfora perfecta del materialismo dialéctico, pues requiere una tesis, una antítesis y una síntesis operada en la panza por los jugos gástricos, quedando como residuo el innoble producto de la digestión. Para los cristianos reformados, luteranos, calvinistas o anabaptistas, el catolicismo también es una religión caníbal o teófaga, mejor dicho, pues los fieles se zampan al dios de obediencia en virtud del misterio de la Transubstanciación del cuerpo y de la sangre de Cristo en la oblea de harina y en el vino eucarísticos.
Probablemente cuando los b-k o alguna otra tribu han practicado la antropofagia lo han hecho considerando que su víctima no pertenecía plenamente a la estirpe humana. Lógicamente las víctimas canibalizadas se reclutan siempre fuera de la tribu, no dentro de ella. Y para no pocos grupos humanos es cosa probada que los forasteros habitan los límites clasificatorios de la Humanidad.
¿Cómo puede haber en este mundo individuos que siendo tan parecidos a nosotros no sean completamente humanos?... se preguntan los b-k rascándose el cogote meditabundos. Lo solucionan zampándose al forastero, con o sin condimentar, y lo incorporan a sí mismos: lo asimilan. Esto es, lo asimilan mediante la digestión. Ésa es la manera, el estilo b-k, de despejar la incógnita que constituye el extraño, el casi-hombre, el casi b-k, el intruso que amenaza su cosmovisión. Desaparecida la incógnita, se aparca la ecuación y a otra cosa mariposa.
Los b-k, pues, se zampan materialmente a los extraños para hacerlos suyos. Otros prefieren integrarlos mediante la enculturación, que, salta a la vista, es un método menos drástico. Y hay individuos que ante la disyuntiva: ser ingerido y asimilado o habitar en la periferia, en la marginalidad, prefieren autodevorarse, mutilarse una parte de sí, esa excrecencia cultural sobrante y contaminante del individuo inmigrado para que su presencia sea tolerada, admitida y obtener de ese modo la sanción pública de la normalidad. Dicen: No me comas tú que ya me como yo y te ahorro el trabajo. Y luego, juntitos, nos comemos a los demás. Mira que tengo buen apetito, que traigo hambre atrasada.
Si ha pensado en Montilla, máximo representante del charnego agradecido, palanganero y sonderkommando nacionalista por antonomasia, me ha leído el pensamiento. Nada importa que Montilla conecte con sus ancianos padres por videoconferencia en esos mítines troisième monde que montan los publicistas del PSC para emocionar a sus parroquianos de lágrima fácil, figurando que el interfecto permanece fiel a sus raíces, pues la escenita, subrepticiamente, significa: aunque soy vuestro hijo, ya no soy como vosotros, pues si lo fuera… no sería presidente.
Diferente cosa es que para que un marmolillo como Montilla sea presidente de Cataluña, alcalde de Cornellá o vocal de la comunidad de propietarios de su finca de vecinos, debe darse forzosamente esta circunstancia: la imbecilidad en grado superlativo de un amplio segmento de la población. Que es el caso, precisamente.
Papúa-Nueva Guinea es un vergel, un paraíso de exotismo zoológico. Cada vez que regresan científicos de la isla, si no se han topado antes con algunos b-k añorados de sus antiguos rituales, aportan pruebas gráficas del descubrimiento de animalillos fascinantes. En sus frondosas florestas o en la profundidad de las calderas volcánicas extintas anidan sorprendentes bestezuelas, como la rana-pinocho, con trompetilla sobre amplia boca batracia, que vimos días atrás en la prensa.
En Papúa-Nueva Guinea, donde se han documentado conductas recientes tan poco edificantes… -influidos acaso sus habitantes por la ancestral creencia en la hechicería-… como la inhumación en vida de los individuos portadores del virus VIH, a guisa de expeditivo mecanismo profiláctico, tienen el discutible honor de contar en sus 460.000 km2, algo menos que España, para sus casi 6 millones de habitantes, con la nadería de unas 750 lenguas diferentes, además de las tres oficiales: el inglés, el pidgin y el mutu.
Hay quien sostiene que ése, unas 750, es un cálculo a la baja, pues serían más, tantas como la mitad de las lenguas habladas por la Humanidad actual. Cuando decimos que España goza de una gran riqueza lingüística a preservar, y que se preserva por lo general… -si examinamos la política nacional y las políticas regionales-… en contra, de manera empecinada e incomprensible, de la lengua común y de los derechos de la ciudadanía… lo nuestro al lado de la diversidad lingüística de los papúos es una broma ridícula. Los papúos son los plutócratas planetarios del plurilingüismo.
¿Alguien, en su sano juicio, se imagina el Senado de Papúa-Nueva Guinea, si lo hubiera, con 750 traductores… (uno por lengua, o mejor dos, 1.500, titular y reserva por aquello de cubrir vacaciones y bajas por enfermedad)… tocando, es un purparlé, a 10 o 12 traductores por cada senador?... Si ese fuera el caso, y el gobierno papúo sopesara la posibilidad de reducir personal para aliviar el déficit público, pensaría en los b-k como apropiado instrumento para adecuar a las presentes circunstancias de crisis desatada la sobredimensionada plantilla de traductores.
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