viernes, 12 de septiembre de 2008

Imbecilidad demoscópica


Tolerancio ha seguido día a día, durante el verano, una serie de encuestas que ha publicado el diario El Mundo para dar fe de la opinión de la ciudadanía sobre diferentes asuntos de gran relevancia y trascendencia. Esa suerte de radiografía sociológica ha abordado apartados como la aceptación de la monarquía, la percepción de la crisis económica, la inmigración, o, el que más le ha interesado, dado su radical jacobinismo, dedicado a las autonomías y que apareció en la edición del día 4 de agosto.

El titular, con gran riqueza tipográfica, destaca: El 50% cree que dan problemas (las autonomías, claro) y rompen España.

La encuesta consta de media docena de preguntas con sus respuestas porcentuales ilustradas con un quesito dividido en magnitudes correspondientes a los sí, no y ns/nc de rigor. Todas las respuestas son diseccionadas por sexo, grupo de edad y recuerdo de voto.

Ninguna de las encuestas, no solo ésta que atañe al affaire autonomías, tiene desperdicio. Aunque en alguna de ellas la opción del autor de esta bitácora coincide con la mayoritaria, sorprende la cantidad de personal dispuesto a responder una pregunta en determinada dirección y rectificar en la siguiente avalando prácticamente la tesis contraria.
El desfase afecta, si acudimos al ítem denominado recuerdo de voto, a todos los partidos sin excepción. Choca la proporción nada desdeñable de encuestados que manifiestan haber votado al partido A, B o C pero que en sus respuestas se identifican con las posiciones que mantienen otros partidos sobre las cuestiones tratadas. Lo que demuestra que la politización de los españoles podrá estar muy acentuada, pero no siempre basada en la asunción de los idearios o programas de los partidos a los que recuerdan haber votado.

Tolerancio deduce dos cosas de semejante baile de porcentajes:

-Una, que un amplio sector de la ciudadanía vota contra y no por, acaso por vagancia o pereza, ahorrándose sesudas meditaciones y un pormenorizado análisis de la situación, y…
-Dos, que la variable estupidez tiene entre los españoles un notabilísimo predicamento.

Ambas deducciones son una licencia, una trampa inocua, pues Tolerancio ya había llegado a esas mismas conclusiones sin necesidad de cotejar los datos que arrojan las encuestas reseñadas.

Como principio general la ciudadanía española, según El Mundo, da por bueno el invento de las autonomías y su funcionamiento, pues un 66’8% responde afirmativamente a la pregunta ¿Cree que el Estado de las Autonomías ha sido positivo para el desarrollo de la sociedad española?, frente al no del 24’6%, grupo del que formaría parte Tolerancio, y al ns/nc del 8’6%.
Ciudadanía que no tiene el menor empacho en admitir a la siguiente pregunta que las autonomías han puesto en peligro la unidad de España con un 50’3%, ahí estaría Tolerancio, frente al 36’9%, repetimos, el 36’9%, nada más y nada menos, que sostiene que han proporcionado, increíble pero cierto, mayor cohesión, entendiendo que un amplísimo sector de la población española ve con buenos ojos o con indiferencia, en definitiva, el desmantelamiento de la unidad nacional… (puesto que muchos creen positivas las autonomías al tiempo que no pocos consideran que suponen una amenaza para la unidad del país)… y, por ende, de la igualdad de derechos civiles y políticos no condicionada por el lugar de nacimiento o residencia.

Pero lo que más le ha asombrado… -y también es una insignificante pillería, pues ya había deducido Tolerancio lo que sigue a través de la mera observación de la realidad-… es que la variable llámese incongruencia, imbecilidad o estupidez superlativas encuentra excepcional acomodo entre los votantes de IU. Esto lo ilustraremos con un dato esclarecedor:

-A la pregunta ¿Es partidario de recuperar para el Estado algunas de las competencias cedidas a las CCAA, de mantener la situación actual o de seguir profundizando en la descentralización?... los votantes de IU son los más reacios a la recuperación de competencias con un 21’9%, llevados a caso del mensaje federalista que dice defender la citada coalición. Muy de cerca le siguen los votantes del PSOE con un 24’8%. Más atrás, y más dignamente, quedan los votantes del PP con un 52’3%... que tampoco es una cifra de ensueño, pues si acudimos a los asientos posteriores vemos que la nadería de un 16’6% de éstos, es decir, casi uno de cada cinco, entre ellos Alicia Sánchez Camacho, suponemos, y la concejala de Palafrugell que aguarda con ansiedad el 11-S para ver la bandera separatista ondeando en la balconada de su ayuntamiento, son partidarios de aumentar la descentralización. Cierto que ese índice desolador se duplica en los casos del PSOE, 35’2%, IU, 32% y otros, 34’1%.

-Pero, curiosamente, los mismos votantes de IU que respaldan con un 78% el funcionamiento de las autonomías, superados en 3 décimas… -78’3%-… por los votantes del PSOE encandilados con las patochadas plurinacionales de ZP, responden mayoritariamente, con un 51’7% frente a un 15’6%, que las autonomías han incrementado las desigualdades económicas y sociales entre territorios. De locos. Trastorno esquizoide, o mejor, bipolar.
Tampoco, atendamos, salen bien parados los votantes del PP, pues un 53’2% afirma que las autonomías han sido positivas para el desarrollo de la sociedad, lo que no impide que luego un 61% mantenga que han potenciado las desigualdades, claro que el igualitarismo, en muchas de sus acepciones, nunca formó parte de su discurso prioritario.

De modo que tenemos un colectivo de personas, votantes de IU, que se define por su cerrada defensa del igualitarismo, o cuando menos ése es el mensaje fundamental que les cae de la boca cada vez que separan los labios, pero que aplaude al mismo tiempo un sistema, el de las autonomías, casi por aclamación… -78%-… que aumenta la desigualdad entre territorios y por ende entre las personas que los habitan, como sostiene el 51’7%. Es decir, que luce un sol deslumbrante pero el cielo está nublado y negro como la panza de un burro. Que lo mismo les da Juana que su hermana.

Por recuerdo de voto, ningún partido se libra de ellos, de su electorado torpe, deficiente. Concedamos que los partidos no pueden discriminar a los más idiotas de entre sus electores, que no les interesa en absoluto, pues casi todos perderían a lo poco el 40% del escrutinio. Darán por bueno que Fulanito o Menganito voten porque tal candidato es de su pueblo o simpatiza con el mismo equipo de fútbol de sus amores o porque se identifica con el look del nº 2 por la circunscripción de Soria.
Contando el censo patrio con una nutrida presencia de idiotas es lógico que éstos se repartan de manera casi homogénea o parecida entre todas las opciones políticas… con una excepción. Habida cuenta de su incoherencia insuperable, son legión o mayoría, sino absoluta, muy cualificada, en las listas de IU… ya saben los del plan IUbarreche, por intermedio del palanganero de Madrazo, o del huevón de Suñé, el bamboche por antonomasia de Torredembarra y de la demarcación provincial de Tarragona.

Pero no perdamos toda esperanza. No son pocos los encuestados que manifiestan, al margen del partido al que votan, su desconfianza creciente hacia el modelo autonómico. De tal suerte que no faltarán parroquianos potenciales a quienes algún día fundemos, directamente, un partido que llamaremos Club Radical Jacobino, con un solo punto en su programa, la supresión de las autonomías y la inhabilitación para desempeñar cargo público de todos los chamarileros de esas camarillas localistas de trincones que han manejado a su antojo partidas presupuestarias, escondiendo sus pillerías detrás de banderines de verbena.




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