domingo, 14 de junio de 2009

Derechos del Niño


Hemos asistido a través de la prensa al primer bautizo laico o civil, o lo que quiera que sea la ceremonia oficiada por don Pedro Zerolo como activo protagonista del rito. El niño, una monada, hijo de la actriz y presentadora de TV, Cayetana Guillén Cuervo, ha sido, tachán, recibido en sociedad con todos los honores.

El señor Zerolo, a los compases de David el gnomo y La abeja Maya, leyó a los presentes, en lugar del sermón del párroco, los Derechos del Niño y una declaración que instala de lleno al pequeñuelo en la categoría de micro-ciudadano. Edificantes palabras derramadas sobre la crisma del niño Guillén a guisa de agua bautismal.

Zerolo, luchador incansable por los derechos de los homosexuales y que a todos nos ha causado admiración por sus arriesgados viajes a Sudán, Irán y Arabia Saudí, jugándose el tipo valientemente para interceder por los reos acusados de sodomía por la justicia (¿?) de los citados regímenes… -casualmente coaligados con España en la trascendental Alianza de las Civilizaciones, luminaria de la Humanidad en su conjunto-… pero ejecutados al fin mediante diversos procedimientos como lapidación o ahorcamiento desde una grúa-pluma a más de 40 metros del suelo en plan adoctrinador superespectáculo por todo lo alto, deviene ahora un respetable prohombre de la comunidad, un transmisor acreditado, oficial, de ciudadanía.

Dejando para otra ocasión un enriquecedor debate acerca de la necesidad del hombre, en el ecumene de las culturas, de ritualizar etapas en su periplo vital mediante ritos iniciáticos y de construir símbolos, y de la atracción que esos ritos ejercen sobre personas más propensas que otras a escenificarlos, como es el caso de Zerolo, aunque desprovisto de vestiduras talares, sotanas o uniformes de gala, nos interesa especialmente esa declaración de Derechos del Niño, no sabemos si auspiciada por Unicef y patrocinada con jugosas aportaciones por Nenuco, Potitos Bledine u otras marcas comerciales relacionadas con el fascinante mundo de la puericultura.

El niño, pues, lo mismo el de Cayetana que el suyo, como sujeto de derecho. Aunque son los adultos quienes elaboran la mencionada carta, pues de confiarse a los peques el articulado de la misma contemplaría como derecho inaugural la obligatoria ingesta de chucherías, hemos de averiguar si el derecho a la escolarización del niño en su lengua materna, cuando es oficial, que no es cosa de broma, está contemplado en esa carta invocada por el sacerdotiso Zerolo.
De no ser así, estaríamos ante una carta minorizada, devaluada, como diseñada al alimón por el supercomisario lingüístico Bernat Joan y por su fiel escudero Rodríguez Zapatero… una carta que requeriría una inmediata rectificación.
Cierto que los adultos hemos renunciado a ese derecho, pero nos queda aún el acicate, el desquite, la segunda oportunidad de no querer para nuestros descendientes, acaso ya para nuestros nietos, aquello que hemos consentido cobardemente para nosotros y para nuestros hijos.

En todo caso siendo la educación un derecho fundamental del niño, un derecho irrenunciable, es fácil deducir que el a la derecho educación en su lengua familiar siendo lengua oficial allí dónde el sujeto del mismo es escolarizado, habría de formar inexcusablemente parte del blindaje de ese inalienable derecho. De lo contrario, el bonito alegato de Zerolo sería papel mojado, una carta de derechos de juguete, de casita de muñecas.

Volviendo al pseudo-rito, sospecha Tolerancio que, en el fondo, a Zerolo, le chiflaría subirse a un púlpito y largar su homilía a los feligreses. Que se pirra por interpretar, para su mayor lucimiento, ese papel litúrgico tan codiciado y tan a propósito para dramáticas y grandilocuentes declamaciones. Sólo que para ello debería descabalgar de la competencia a quienes, por tradición, llevan más tiempo desempeñando esa función predicativa.
Tolerancio se imagina a Zerolo, pues su imaginación echa a volar a cada paso, probándose tillas, casullas, estolas a juego y capas pluviales, coquetuelamente, delante del espejo de la sacristía, ensayando con aplomo, como un buen actor de método, el signo de la bendición y repitiendo pausadamente, modulando la voz, como un mantra o una jaculatoria… Te perdona Zerolo el compasivo.
O mucho se equivoca Tolerancio o Zerolo, en su fuero interno, sueña con emular a Miguel Bosé en el papel de curita que en la versión cinematográfica de Las Libertarias se alista con los milicianos come-curas y perdona sus crímenes y barrabasadas contra antiguos compañeros de seminario llevado de su amor incontenible por todas las criaturas de Dios… criaturas a las que perdona y comprende en su sangrienta barbarie… o como esas indulgentes monjitas que el finado Umbral, en La leyenda del césar visionario, cuela con sus hábitos en las celdas de reclusión de los presos republicanos para aliviar sus penurias entregándose voluntaria, desprendidamente, a sus pulsiones nocturnas, concupiscentes.

No obstante, y con relación a los mocosos, no bautizados, ya lo sabemos, pero sí admitidos en sociedad por el novedoso rito civil, confía Tolerancio en que Zerolo no emule los malos modos de algunos curas irlandeses. Curas en general a los que, en cierto modo, pretende sustituir o quizá suplantar, que no es exactamente lo mismo.

Paradojas de la vida: lo que les gustan los ritos y los iconos a los anti-ritualistas e iconoclastas. Y el rol de pastor de almas, no digamos… es un quítate tú que me pongo yo. Quienes más odian a España necesitan para alimentar su odio la rarefacción mistificada de una España cuya traducción onírica más fiel es una pesadilla al copo de profanaciones, de mugre y moho de catacumbas. Progres: no hay quien los aguante. Pero a lo que vamos:

¿Los derechos del niño incluyen su escolarización en lengua materna cuando ésta es lengua oficial? ¿Sí o no, señor Zerolo?

Hoy el sermón de Tolerancio ha sido breve. Ite misa est.



1 comentario:

Reinhard dijo...

Sobre estas curiosas ceremonias, amigo Tolerancio, le dejo aquí estas seguidillas de Fray Josepho. Salúdole.


El bautismo católico
se queda arcaico;
hay que hacerlo sin curas:
ha de ser laico.¡Y a tomar viento
los altares, los símbolos
y el sacramento!
Los bautizos civiles
son una cosa
horterísima, cursi
y pretenciosa.
Mas les agrada
a los progres hispánicos
la cursilada.
Pues resulta que el jueves
por la mañana
bautizaron al hijo
de Cayetana.
¡Anda jaleo,
cómo mola el bautismo,
cuando es ateo!
Estos progres rechazan
los crucifijos,
pero van, por supuesto,
de súper pijos.
Por lo que observo,
los rituales le encantan
a Guillén-Cuervo.
Si hay movida laicista,
el protocolo
normalmente lo lleva
Pedro Zerolo.
Pues sin sus rizos
no hay un progre en España
que haga bautizos.
Al no ser de cristianos,
nadie allí reza,
ni echan agua al infante
por la cabeza.
Como desquite,
despilfarran los euros en el convite.
Cayetana se alegra
y se alborota,
y lo cuenta en las páginas
de Pedrojota.
En ocasiones,
Cayetana en El Mundo
junta renglones.
Y después del bautizo,
laico y ateo,
¿qué inventarán los progres
del famoseo?
¡Eucaristías
puede haber en algunas
concejalías!
O tal vez misas laicas,
curas civiles,
monasterios apóstatas
y otros vaciles...
¡Y hasta me espero,
como Papa sacrílego,
a Zapatero!