lunes, 9 de noviembre de 2009

Joan Solá: Plantem cara (Plantemos cara)


¿Por qué Tolerancio prefiere nacionalistas a su tropa indígena, sombrero cordobés en lugar de tarbux de regulares?... Es decir… ¿Por qué prefiere el nacionalismo a la babeante sonderkommandía al fámulo servicio del nacionalismo?
La respuesta la tenemos en la reseña bibliográfica de la separata Tendències del diario El Mundo en su edición catalana del 9 de julio de 2009. La firma un tal Sam Abrams, a quien no tenemos el disgusto de conocer. El interfecto se deshace en elogios ante un ensayo de Joan Solá que lleva por gráfico título Plantem cara. Defensa de la Llengua. Defensa de la Terra, publicado por La Magrana.

Con semejante título uno se hace una idea muy aproximada del mensaje. La sinceridad se agradece. Por si alguien no lo sabía, Joan Solá (Solà, en el original aborigen) es uno de los sociolingüistas más respetados del catalanismo radical, y deducimos de título y extracto de la obra, que para Solá, cuando menos para su exegeta Abrams, es la lengua, en sentido estricto, ideario político… y añade Tolerancio interpretando a ambos… a imponer, si fuera necesario, mediante la coacción, mediante la violencia, cómo no.
Una porción del título del ensayo, Defensa de la Terra, nos remite al MDT, Moviment de Defensa de la Terra, brazuelo político de Terra Lliure, la ETA catalana, de donde salieron no pocos dirigentes actuales de ERC -Puigcercós, Vendrell- que también lo han sido y son del gobierno tripartito liderado (¿?) por Montilla, el sonderkommando catalanista natural de Iznájar, provincia de Córdoba.

¿Por qué Tolerancio prefiere nacionalistas confesos a su servicio doméstico amontillado?... Porque te hablan claro y sabe uno a qué atenerse con ellos desde el principio. No hay lugar a engaño.
Los sonderkommando aburren, empachan y, peor aún, transmiten cierto bochorno, sin proponérselo seguramente. Uno les oye decir cosas… -a menudo en un cacofónico balbuceo, sea el caso de Montilla-… que pareciera que no se creen del todo pero tienen que decirlas porque en ello les va el salario de la mayordomía. También los sonderkommando han de pagar sus hipotecas y dar de comer a sus hijos. Alguien tiene que hacerlo. Que es exactamente lo que dice el verdugo que ajusta las clavijas del garrote vil, bayeta al hombro y frasco de aceite a mano para engrasar el mecanismo, mientras tararea tan ricamente una coplilla banal.

Los nacionalistas confesos largan su dislate a cara descubierta, lo imponen, multas y discriminaciones que te crío, pero no incurren en esa debilidad mezquina de justificar sus actos. Tienen esa soberbia, esa arrogancia de quien se emplea a latigazos y se jacta de ello sin dar explicaciones, sin sucumbir a los escrúpulos. No les quita el sueño el enojo o el daño que siembran en sus víctimas. Te joden, pero al menos tienen la deferencia de hacerlo a la brava, sin consultarte, sin esperar que aplaudas o manifiestes tu gratitud por ese acto en virtud del cual eres jodido.

Los sonderkommando proceden de otro modo. Deben justificar la bondad de la función subalterna que les ha sido asignada convenciéndote, demostrándote, que no hay más remedio que hacerlo. Que vives en un error, que la disidencia o la resistencia no conducen a nada, que son anomalías, desajustes sociológicos o estadísticos, que te perjudicas a ti mismo, metiéndote en una ratonera. Que no serás feliz y que, por extensión, perjudicarás a los tuyos y conseguirás que los señalen por la calle como a apestados. Tú te lo habrás buscado.
Sucede que tú disidencia les concierne, es la otra cara de la moneda, en la medida que el papelón que ellos interpretan rebota en el empecinado resistente y regresa ante sus narices como la imagen reflejada en un espejo deformante o como el bumerán que regresa junto al lanzador con excesiva potencia y le lastima un ojo. Tu disidencia les recuerda cada día que ellos podrían haber elegido tu camino… pero no lo hicieron. Les recuerda su traición.

El sonderkommando, siendo su subespecie más abundante el charnego acomplejado o amontillado… (pongamos por caso ese abuelete que siempre habló en español a sus hijos y que, en cambio, chamulla cuatro palabrejas en un catalán deplorable con sus nietos, que se llaman siempre Pau, Pol o Roger -aún siendo sus padres castellanohablantes y hablando entre ellos, en buena lógica, siempre en castellano incluso en la suprema suerte, tracatrá, de la concepción de los Pau, Pol o Roger-… convencido de que a los niños, como en la escuela, faltaría más, hay que hablarles catalán pues su idioma familiar, el español, apropiado en cambio para chachas, mendigos, putas, yonquis y chaperos, dañaría sus tímpanos irreversiblemente)… ve en el nacionalista confeso lo que él no es, ni podrá ser nunca por mucho que lo desee y se esfuerce… al tiempo que en el resistente no nacionalista ve lo que no quiere ser aunque podría serlo.

Tolerancio prefiere a los nacionalistas aunque digan cosas que a uno le hielan la sangre. Porque dicen cosas tan nítidas como éstas que dice Joan Solà y que destaca el tal Sam Abrams en tono laudatorio, encomiástico, entregado a su ídolo:

Cal que diguem a la cara a qui correspongui que no podem tolerar ni un minut més el sarcasme, la mentida, la humiliació, l’afebliment del nostre poble. No podem esperar més. Plantem cara (Es preciso decirle a la cara a quien corresponda que no podemos tolerar ni un minuto más el sarcasmo, la mentira, la humillación, la degradación -debilitamiento- de nuestro pueblo. No podemos esperar más. Plantemos cara).

Los nacionalistas no están de humor para bromas ni sarcasmos y lo dicen sin ambages. Con su patria no se juega. Nada de cogérsela con papel de fumar. A calzón quitado. Que hay que darle un susto a alguien para que aprenda, se le da. Que se empecina en el error… pues si un patriota airado decide que ese mal catalán lo que precisa es jarabe de palo, se le administra una dosis correctora de caballo y si es necesario… pues, quién sabe, en última instancia se le mete un tiro en la nuca. Se lo habrá ganado a pulso. Así de claro.

Y si el uso del catalán en sociedad (en esos actos cotidianos no tutelados aún por las administraciones represoras) retrocede, según revelan algunas encuestas, a pesar de la inmersión escolar obligatoria, de las multas a rótulos comerciales y de otros métodos de presión, les quedará el paso adelante o descenso en picado del piloto kamikaze embalsamado en la metanfetamina sintetizada en el córtex cerebral a base de odio furibundo al enemigo de la patria. O el atentado terrorista. O lo que quiera que signifique eso de plantem cara (plantemos cara).


2 comentarios:

Unknown dijo...

¡Vaya empanada mental! ¿Que tiene que ver alguien que defiende su lengua, a la que ama y defiende como tu amas y defiendes la tuya con tiros en la nuca?

Sinceramente y con toda diplomacia, con argumentos de que viene el coco no se convence a nadie. Y ese nacionalismo intransigente que criticas y del prefiero sentirme parte antes que de esta hipérbole vodevilesca que planteas, te puedes imaginar claramente de donde sale: de una lengua largamente herida y menostenida. 25 años de política lingüística destinada a recuperarla en toda su plenitud (y aún quedan ámbitos donde la incidencia de ese nazionalismo es mínima) no son ningun crimen.

Por cierto, te agradeceria que habilitaras la posibilidad de que los que no estamos en Blogger pudieramos comentar con nuestra URL original... por que eso si es discriminación.

jgarriga dijo...

Quina ignorancia, Déu meu !!