Fuentes dignas de relativo crédito han filtrado que buena parte de la prensa catalana, impermeable a dictados y presiones del poder político, indomable como ese lobo solitario que, sobre un promontorio, aúlla a la luz de la luna, recortada su majestuosa silueta contra la noche prieta, elabora un nuevo editorial conjunto, peleando a cara de perro por su dignidad profesional, ajena a todo tipo de injerencias, enjuagues y manteniendo su honra incólume, indemne, resplandeciente como el brillo de un pulido diamante encastrado en el negro culo de un rinoceronte.
Informar y formar… pese a quien pese y caiga quien caiga. Manteniendo su independencia de toda instancia gubernativa, tanto como ese aristado farallón que resiste con quietud mineral, impasible, el furioso embate de las encrespadas olas. Esa es la consigna adoptada por aclamación, como un solo hombre, por el Colegio de Periodistas de Cataluña (ahora en entredicho, diario El Mundo, 11/12/09, a causa de la opacidad de sus cuentas).
Informar y formar, incidir sobre nuestra sociedad para evitar su extravío y su manipulación por agentes externos, ladinos, malintencionados siempre, al acecho como hienas, deslizándose entre sombras, silenciosamente. La prensa catalana como faro que ilumina y guía nuestros pasos titubeantes en la tenebrosa oscuridad, poblada de amenazas y de peligros inconcretos.
El nuevo editorial conjunto aborda la infamia de los ataques vertidos contra Joan Laporta, prohombre de la patria, tras su entusiasta celebración de la victoria del FC Barcelona sobre el Real Madrid. Ataques orquestados por los esbirros de la vil caverna mediática españolista. El borrador al que hemos tenido acceso dice así, pizca más o menos:
Los editorialistas catalanes, reunidos libremente en asamblea para salvaguardar su dignidad profesional y nacional, comparecen y dicen:
Que los ataques sufridos por don Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, obedecen a una vergonzosa y atroz estrategia de acoso y derribo contra Cataluña.
Que quienes insinúan que la crítica a la gestión de personas principales de la sociedad catalana constituye un ejercicio de libre expresión del pensamiento, ocultan siniestras, pérfidas intenciones, pues siempre van sus críticas en la misma dirección, con ensañamiento y contumacia, pretendiendo en realidad desgastar las instituciones que dichas personas representan, llevados de su enfermiza animadversión contra Cataluña.
Que la catalanofobia tiene mil caras, a cual más espantosa, y quienes, inmiscuyéndose de un modo intolerable en la privacidad del presidente del FC Barcelona, que no hizo otra cosa que celebrar con sus amigos, sana y alegremente, la victoria culé contra el eterno rival, el Real Madrid, trasunto balompédico de la secular opresión madrileña y española contra Cataluña, no pretenden otra cosa que atizar la hostilidad contra nuestras legítimas reivindicaciones nacionales y dar pie a nuevas formas de acoso, junto al expolio fiscal o al implacable genocidio cultural practicado durante el franquismo.
Que el señor Joan Laporta, emergente y egregia figura del catalanismo político del siglo XXI, estadista de la talla de un Winston Churchill, de un Barak Obama, siempre bebe cava catalán, religiosamente, paladeando el vino espumoso de nuestros singulares viñedos con los ojos bañados en lágrimas y el corazón transido de emociones patrias vinculadas umbilicalmente a nuestro indómito terruño.
Que si decidió echarse por la cabeza champán francés fue, precisamente, para no desperdiciar ni una gota de cava… -ritual elixir que conecta los paladares de la Cataluña actual con la memoria inmarcesible de los antepasados-… reservándolo para más nobles menesteres. Pues no fue la celebración del señor Laporta, regándose con el burbujeante champán francés, inferior en calidad a nuestro cava, remedo de bautismo sino alegre y profana fiesta… merecida sin duda por el mucho trabajo que gestiona a las mil maravillas al frente del club a pesar de las zancadillas, de las mociones de censura y de otras noticias intoxicadoras, como la de un inverosímil espionaje a los directivos de la propia Junta, urdidas, maquinadas en cenáculos gangsteriles por los infatigables enemigos de Cataluña que, como Satanás, nunca duermen.
Que el Barça es más que un club, y no lo decimos nosotros, sino la sociedad en su conjunto, es decir, la comunidad nacional con el expresidente y honorabilísimo señor don Jordi Pujol i Soley al frente, que en sabias y recientes declaraciones ha establecido de manera infalible que nuestro club más emblemático hace las veces de selección nacional de Cataluña en tanto las autoridades españolas, coaligadas en horrenda conchabanza con organismos deportivos como UEFA y FIFA, no permitan la participación de una selección oficial catalana en competiciones internacionales. Ruin y obscena es la envidia… taras ambas connaturales a la idiosincrasia de las mezquinas gentes del país vecino que pasan el día pastoreando cabras, apaleando a sus mujeres y violando a sus hijas entre babas y pestilentes flatulencias.
Quienes cubren de gratuitos denuestos al presidente don Joan Laporta, no ha de sorprendernos, son los mismos que proyectan una imagen distorsionada de Cataluña afirmando… -qué fácil recurso es la mentira y qué cortas patas tiene-… que la escolarización de los alumnos en su lengua materna, cuando es el castellano, no está plenamente garantizada en Cataluña y que el idioma de los ocupantes, en el que se expresa libremente buena parte de la población inmigrante implantada a caso hecho por el franquismo con la aviesa intención de desnaturalizar la pureza idiomática de nuestro país y de nuestras gentes, promoviendo durante décadas un pernicioso mestizaje, es, asombrosa invención, multado y perseguido. Mendaz acusación que debemos desenmascarar y combatir sin desfallecimiento.
Éstas son, en lo sustancial, las líneas maestras del editorial que, tras mínimos retoques, cuestiones meramente formales, saltará a las rotativas y de ahí a los quioscos para edificar espiritualmente a la población, previa consulta con La Moncloa, como sucedió con el editorial anterior que avalaba de manera indiscutible la plena constitucionalidad del nuevo estatuto de Cataluña.
Hemos sabido, además, que otros editoriales conjuntos de la prensa catalana esperan turno. Se perfilan en un horizonte periodístico inmediato uno que abordará la conveniencia de regalar a familiares y amigos, para cultivar debidamente el espíritu patriótico en estas fechas tan señaladas, un recopilatorio discográfico de grandes éxitos de Nuria Feliu, anunciado mediante cuñas radiofónicas y disponible ya para los consumidores en todos los establecimientos del sector… y otro que, muy a propósito para celebrar unas navidades verdaderamente nacionales con arreglo a las centenarias tradiciones del país, recomendará con insobornable fervor patriótico la oportunidad de instalar en cada hogar, sin excepción, el gracioso tronco o mojón… -no nos confundamos de acepción-… arbóreo llamado cagatió, que hace las delicias de los pequeñuelos. Elemento autóctono, genuinamente catalán, de estas fiestas tan entrañables.
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