Esta bitácora es la continuación de la que lleva por título Carta a Gloria Lago
NF, abreviatura de Núñez Feijóo, transformado en árbitro de un partido de tenis, echa mano del inglés a guisa de red para que sus nacionalistas y los sufridos ciudadanos españoles de la resistencia intercambiemos golpes en la cancha sin llevarse él, qué astuto, un solo pelotazo. En realidad, los segundos, a la defensiva, nos contentamos con devolver los golpes desde el fondo de la pista, con la raqueta hecha trizas: no es extraño, va para una pila de años salvando bolas de set y partido en un tie break agónico, interminable.
Nos dicen que NF opta por un modelo trilingüe, átame esa mosca por el rabo, para apaciguar a todos, que es la senda más indicada para no contentar a nadie. El pasmoso, alambicado y rocambolesco enjuague de NF contempla, eso leemos en el diario El Mundo, 02/01/10, la repetición cada cuatro años de la famosa encuesta a gusto de papá y mamá sobre usos idiomáticos en la escuela. NF se torna, mira tú, comadre preguntona, portera metomentodo y quisquillosa. No sabemos dónde andará NF dentro de cuatro años. A lo mejor repite mandato… o no… que diría Rajoy, otro gallego ilustre. En todo caso, piensa para sus adentros, quien venga detrás que arree.
Cabe que NF pretenda, en adelante, encuestar a sus administrados para precaverse antes de tomar una decisión, la que fuere, y enviar para ello, debidamente franqueados, formularios a porrillo para aliviar la delicada situación que atraviesa Correos, empresa pública necesitada de mailings masivos, carencia que conoce NF de primera mano, pues no en vano fue, en tiempos de Aznar, la primera autoridad postal del país. ¿Preguntará también a los contribuyentes qué piensan del reciclaje de basuras, del asfaltado de carreteras o de la calidad técnica de las retransmisiones de Telegaita?
En definitiva, NF sustituye programa electoral por una encuesta que cocinará a su antojo, claro, para quitarse de en medio, para escurrir el bulto, autoproclamado apóstol caradura de algo que ha llamado bilingüismo, o trilingüismo, amable. Habrá que ver si a la hora de gestionar los recursos de la Xunta sondeará también al personal para decidir en qué ha de gastar las diferentes partidas presupuestarias. Tolerancio se juega el bigote a que no hará tal cosa.
Salta a la vista que NF ha dado con un subterfugio de trilero trilingüe para no cumplir con sus obligaciones. Hace las veces, NF, de apalpador, que es un personaje folclórico rescatado de no se sabe dónde por los nacionalistas para darle un toque autóctono -tipo olentzero, cagatió- a las Navidades celtoides. El apalpador es un rascapieles desmañado que sale de los umbríos bosques gallegos y se dirige a las aldehuelas para tocarle la barriguita a los pequeñuelos a cambio de unas castañas asadas, como suena, con toda esa pinta que hiede de un rato lejos a pedofilia de fauno, de sátiro arborícola.
La fórmula trilingüe de NF, el apalpador, no es más que un cobardón ejercicio de equidistancia idiomática a implantar en las escuelas para situarse él en su propio centro centrado y concéntrico y hacer pasar a los demás por extremistas, sobre todo a Galicia Bilingüe, que bastante tiene con esquivar cócteles molotov y salvar el pellejo. Así que, a otro perro con ese hueso. Queremos decir… a otro rapaz con esa castaña.
Se perfila en Madrid… -¿Dónde queda eso?... algunos aún no lo sabemos pues jamás nos hemos concentrado allí para escenificar nuestra protesta-… un Pacto de Estado para la Educación. El ministro Gabilondo… -que nunca concedió audiencia a quienes defienden el derecho a la libre elección de lengua oficial en la escuela-… y la oposición del PP, aunque en esta materia, oposición poca, están por negociar y sellar un intranquilizador acuerdo que, con el decreto de NF sobre la mesa, cobra aires de tenebroso pasteleo destinado a no violentar en demasía a los partidículos bisagra del nacionalismo periférico que uno y otro necesitan para permanecer o llegar al poder, según el caso.
¿Qué apuro, no seamos ingenuos, les dará hipotecar la educación de venideras generaciones si ése es el peaje a pagar por ambos para muñir tan campantes las ubres del poder?... A PP y PSOE les preocupa tanto la cabal formación de los españoles como a ZP la suerte de los parados.
Desde una perspectiva política no nos queda más remedio a los resistentes no nacionalistas, son habas contadas, que meter una cuña entre los partidos nacionales, que no ejercen de tales, para obligarles a rectificar, para que dejen de insinuarse y de complacer a los nacionalistas de diverso pelaje y procedencia. La consolidación de un partido nacional insobornable en cuestiones troncales y con verdaderas opciones de influir en la formación de mayorías parlamentarias es un imperativo ineludible, más aún, es una causa… la única que nos queda. O eso o aceptar nuestra muerte, nuestra marginalidad civil. Son, repetimos, habas contadas. Apuntalar en el parlamento nacional, y en los parlamentos regionales, si es posible, un verdadero contrapeso a los nacionalistas. Más claro el agua. Se puede decir gritando o en verso, pero eso es lo que hay.
Hemos de evitar que PP y PSOE se meneen como bayaderas pintarrajeadas, como meretrices baratas, sifilíticas, por las esquinas del zoco ofreciéndose a los embajadores de las taifas enfurecidas a cambio de un puñado de votos para asegurarse la investidura de su candidato o la aprobación de la Ley de Presupuestos Generales del Estado.
No podemos consentir que la escena indigna de Caamaño, ministro del gobierno de la nación, lamiendo con fruición las ancas del BNG en una mani liberticida, se repita nunca más. Lo dicho, contentarse con llamar a la puerta de PP y PSOE para solucionar de una vez y para siempre el intolerable déficit de libertad en el modelo lingüístico escolar es como hacer turismo por México DF, sufrir un robo y denunciarlo a la corrupta policía mejicana: ahórrense la molestia.
¿Y cómo podemos ayudar a revertir esta situación que avanza imparable hacia una traición de estado de proporciones históricas que será sancionada con la firma de SM el Rey entre cacería y cacería o tras inaugurar un nuevo curso académico en un colegio donde se impide a los ciudadanos españoles escolarizar a sus hijos en la lengua oficial de la nación?
Difícil tarea. Aunque no tanto, cuando menos, en el sentido siguiente: no quedan muchas teclas por tocar. El guión es claro, porque es el único. Se trata de tomar las riendas del debate para que no nos hablen de melones cuando nosotros queremos hablar de sandías. Ceder las cuestiones sociolingüísticas más técnicas a nuestros expertos para que contiendan en el debate erudito y trasladar a la población, sin aditamentos de especialista, mediante la propaganda adecuada, argumentos más llanos y comprensibles como la voluntad, la defensa de un derecho, incluso de un deseo, o la equiparación legal con los países de nuestro entorno.
La geoglosia, la lectoescritura y otros conceptos a esgrimir están la mar de bien, tanto es así que de sólo oírlos mi pilila se atiesa, pero es difícil ganarse la voluntad de los lampistas, de los taxistas y de los compañeros del metal invocando esos términos tan sesudamente elaborados. La razón es obvia: el censo de taxistas no baja de 30.000 y el de intelectuales de nombradía debe rondar en toda España un par de millares... descontada la intelligentsia, es decir, los orgánicos, unos 500… y el voto de cada uno de ellos vale exactamente lo mismo.
En definitiva, la gramática en los manuales y en las conferencias, y mayor énfasis, en cambio, en la irrenunciable libertad de elegir lengua oficial en la escuela, pues a fin de cuentas somos adultos para decidir por nosotros mismos, sin tutelas ni restricciones. Lo que está en juego es el futuro, la educación de nuestros hijos, sobrinos o nietos. Y Montilla, Touriño y NF que lleven los suyos al cole privado que mejor les parezca, pues no pretendemos obligarles a nada. Esto es muy importante: que queramos escolarizar a nuestros hijos en español, o en un modelo bilingüe, no ha de obligar a quienes no lo quieran para sí. Allá ellos.
Pizca más o menos se trata de copiar el argumento empleado en su día, como suena, por los partidarios de los matrimonios homosexuales para persuadir de la licitud de sus intenciones a una buena parte de esta indocta y aborregada sociedad: no obligamos a nadie a casarse, pero permitan que lo hagamos nosotros… nuestra felicidad depende de ello. Pues lo mismo para la escolarización en español. Funciona. ¿Es que no quieren que seamos felices?
Nuestra propaganda debe incidir, reincidir machaconamente, en que estamos hablando del idioma de referencia en la escuela y no del idioma que hablan, fruto del libre albedrío, los adultos en la calle, en una cafetería o en el vestíbulo de un lupanar. Ha de quedar meridianamente claro. Confusión interesada que sirve a voceros y palanganeros de las políticas de inmersión lingüística para afirmar con aplomo en tertulias y corrillos: No pasa nada, a mí nunca me han prohibido hablar en castellano. Esos pesados de Galicia Bilingüe o de Tolerancia exageran. Razonamiento que daría para certificar, por ejemplo, que no se cometen violaciones porque a mí nunca me han violado. Y por ésas, para justificar cualquier salvajada.
Que ya sabemos que el idioma español goza de buena salud y no está en peligro, que no es eeeeeso. Tampoco el inglés corre peligro y no por ello los británicos, sean galeses, escoceses nacionalistas o ingleses, renuncian a escolarizar a sus hijos en inglés decantándose en cambio por el gaélico o el córnico, que aún chapurrea un viejo pescador cocido a pintas en los pubs portuarios de Penzance.
El español es un idioma digno de estar en las aulas de toda España (y de no pocos países). Y para todas, toditas las asignaturas en todo, todito el ciclo escolar. Apta como pocas para educar, pues es una de las lenguas más importantes del mundo -y aunque no lo fuera- por número de hablantes y por tradición literaria y cultural.
Porque los ciudadanos españoles, acompañados de los suyos, deben poder transitar libremente, por motivos personales o profesionales, por todo el territorio nacional, sin excepción, sin barreras idiomáticas que se lo impidan. Como un francés por Francia o un ciudadano británico por el Reino Unido. Y, cómo no, escolarizar a sus hijos en español, en la enseñanza pública que todos pagamos… y en cualquier punto cardinal de la geografía española, de Lanzarote a Torrelavega, de Barcelona a San Xulián do Camiño. E íntegramente en español si así lo desean. Y los gobernantes deben garantizar escrupulosamente ese derecho sin peros que valgan, ni pamemas ni pampiroladas de atenciones individualizadas o modelos tri, tetra o pentalingües.
Esa prohibición infecta, y otras como las multas a rótulos comerciales redactados en español en determinadas regiones, devalúan por ley injusta nuestra condición de personas adultas y libres que somos y no debemos consentirlo ni un día… está bien… ni una legislatura más. Quienes conculcan esos derechos irrenunciables y quienes lo toleran, por miedo o interés electoral, habrán de responder por sus actos ante la ciudadanía… cuando ésta, claro es, se sacuda la modorra de encima. Ante las leyes injustas sólo caben la desobediencia y la rebeldía.
Nuestra propaganda debe incidir, reincidir machaconamente, en que estamos hablando del idioma de referencia en la escuela y no del idioma que hablan, fruto del libre albedrío, los adultos en la calle, en una cafetería o en el vestíbulo de un lupanar. Ha de quedar meridianamente claro. Confusión interesada que sirve a voceros y palanganeros de las políticas de inmersión lingüística para afirmar con aplomo en tertulias y corrillos: No pasa nada, a mí nunca me han prohibido hablar en castellano. Esos pesados de Galicia Bilingüe o de Tolerancia exageran. Razonamiento que daría para certificar, por ejemplo, que no se cometen violaciones porque a mí nunca me han violado. Y por ésas, para justificar cualquier salvajada.
Que ya sabemos que el idioma español goza de buena salud y no está en peligro, que no es eeeeeso. Tampoco el inglés corre peligro y no por ello los británicos, sean galeses, escoceses nacionalistas o ingleses, renuncian a escolarizar a sus hijos en inglés decantándose en cambio por el gaélico o el córnico, que aún chapurrea un viejo pescador cocido a pintas en los pubs portuarios de Penzance.
El español es un idioma digno de estar en las aulas de toda España (y de no pocos países). Y para todas, toditas las asignaturas en todo, todito el ciclo escolar. Apta como pocas para educar, pues es una de las lenguas más importantes del mundo -y aunque no lo fuera- por número de hablantes y por tradición literaria y cultural.
Porque los ciudadanos españoles, acompañados de los suyos, deben poder transitar libremente, por motivos personales o profesionales, por todo el territorio nacional, sin excepción, sin barreras idiomáticas que se lo impidan. Como un francés por Francia o un ciudadano británico por el Reino Unido. Y, cómo no, escolarizar a sus hijos en español, en la enseñanza pública que todos pagamos… y en cualquier punto cardinal de la geografía española, de Lanzarote a Torrelavega, de Barcelona a San Xulián do Camiño. E íntegramente en español si así lo desean. Y los gobernantes deben garantizar escrupulosamente ese derecho sin peros que valgan, ni pamemas ni pampiroladas de atenciones individualizadas o modelos tri, tetra o pentalingües.
Esa prohibición infecta, y otras como las multas a rótulos comerciales redactados en español en determinadas regiones, devalúan por ley injusta nuestra condición de personas adultas y libres que somos y no debemos consentirlo ni un día… está bien… ni una legislatura más. Quienes conculcan esos derechos irrenunciables y quienes lo toleran, por miedo o interés electoral, habrán de responder por sus actos ante la ciudadanía… cuando ésta, claro es, se sacuda la modorra de encima. Ante las leyes injustas sólo caben la desobediencia y la rebeldía.
2 comentarios:
Yo creo, amigo Tolerancio,que como bien deja caer usted, y no es baladí, la oposición del PP a este gobierno y sus diferentes taifas viene a ser como la oposición del Psoe al franquismo; dicen que la hubo, pero nadie sabe dónde ni cómo, y de ahí que los comunistas, antes de pasar al estado fosilizado, ironizasen al respecto y patentasen aquello de "cien años de honradez... y cuarenta de vacaciones".
Es lo que hay y, por otra parte, es aquello que merecemos; mientras tanto busquemos consuelo con las cosas de Bean y Europa.
Hola, Tolerancio:
el editorial de ELPAÍS de hoy va sobre este mismo tema, de la reforma educativa del politicastro gallego de egregio apellido... califica el editorialista los postulados de la asociación de la valiente Gloria Lago de "radicales" ("liberalismo radical" o algo así es el término exacto que usan) y hasta argumentan que son anticonstitucionales. En fin, el mundo al revés...
Uno se enfada un rato leyendo editoriales como esos, que no sé a quién camelan o a quién quieren tomar el pelo. ¡menos mal que su blog existe!, porque leerle a usted es mejor que tomarse cuatro valerianas para quitarse cabreos originados tras leer destemplados artículos de fondo .
saludos.
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