viernes, 26 de marzo de 2010

007 Laporta


Laporta otra vez. Como el chiste del funcionario indolente.

Un funcionario le tiene poco apego al trabajo. No sabe cómo escaquearse de sus obligaciones. De modo que se presenta ante el jefe de negociado y compungido, con rictus de insondable tristeza, le dice:

-Jefe, mañana no vendré a trabajar. Mi padre ha muerto.

El jefe atónito replica:

-¿Otra vez?

Y nuestro funcionario agachando la cabeza y con humildad, responde:

-Sí, otra vez.

... Otra vez Laporta postulándose como aspirante a reyezuelo zulú. Otra vez Laporta pronto a demostrar que está sobradamente preparado para auparse a la presidencia del nuevo estado soberano de Cataluña… siendo lo triste del caso, no sus pretensiones, sino que Cataluña tan desnortada está y tan depauperada institucional y socialmente después de 30 años de hegemonía nacionalista, que incluso fulano semejante encajaría a las mil maravillas en tan alta función. No hay más que ver tragaderas y nivel medio del paisanaje. ¿Por qué no podría ser presidente un botarate como Laporta si lo ha sido Montilla durante 6 años de descacharre permanente?
Hablando de paisanaje, ñoñerías y tragaderas... para muestra un botón: en un programa matinal de TV3, dirigido por el telepredicador catalanista Josep Cuní, preguntaron a la audiencia si respaldaba la iniciativa del gobierno municipal de Gerona que obliga a los dueños de mascotas, suponemos que caninas, pues nada dijeron de iguanas y serpientes pitón, a sacarlas a pasear al menos tres veces al día por espacio de 20 minutos cada una... y casi un 90% respondió afirmativamente... ¿Alguien necesita más pruebas de la concluyente aluminosis mental del colectivo?

En definitiva, Laporta, mientras deshoja la margarita y decide si lidera o no el proyecto de Carretero, Reagrupament.Cat, en las próximas elecciones regionales, ha declarado que está a favor de la creación de un estado soberano con sus propias fuerzas armadas, su central de inteligencia y su cuerpo diplomático, pero de veras, nada que ver con esas embajadillas de pacotilla que abre Carod Rovira en Berlín o París para colocar a parientes y amigos.

La predilección de Laporta, de 007 Laporta, por los servicios secretos tiene su explicación, pues ha patrocinado parecidos menesteres desde la presidencia del Barça. Es sabido que Laporta delegó tan incómodas pero necesarias tareas en su lugarteniente, señor Oliver, un catalanista pata negra que percibe la friolera de un millón de euros anuales. Así es, el interfecto recibió mandato de espiar a varios miembros de la Junta Directiva. Cierto que según declaró Oliver, jefe del Mossad culé… (y acaso futuro Mister X del MI5 catalán, CIA, KGB o CNI… o CCI, Centre Català d’Inteligència)… se practicó a dichos directivos un exhaustivo seguimiento por su bien, por así decir, para protegerles de amenazas externas, como esos padres que contratan detectives para controlar a sus hijos caedizos en la promiscuidad o en el gamberreo.

No obstante es harto difícil crear un servicio secreto de la nada, ex novo. Por eso sería conveniente contar con personas experimentadas, con un contrastado bagaje profesional, que podrían colaborar en la creación de tan principalísima agencia y en la instrucción de sus primeras hornadas de agentes. La actualidad brinda un candidato con un curriculum nada desdeñable: Luis Roldán. En efecto, el antiguo director de la Benemérita en la era GAL-Glez ha cumplido condena y quedado en libertad. Ha pagado por sus culpas, aunque relativamente, pues no ha devuelto en su integridad el dinero que birló en su día a los huerfanitos de la Guardia Civil.

Tan cierto como que España y otros países envían policías por todos los confines del ancho mundo para formar a las fuerzas de seguridad de no pocas naciones con una débil estructura estatal, donde campan por sus fueros bandas organizadas de facinerosos que disputan a las autoridades el monopolio de la violencia, Roldán bien podría viajar al extranjero, es decir, a la futura Cataluña soberana de Laporta, para adiestrar a sus bisoños agentes en los más efectivos y refinados métodos de espionaje.
Roldán podría ser un instructor de máxima categoría ahora que dispone de tiempo libre. ¿Y qué ayudante de campo, qué edecán mejor que Santiago Espot, chivato vocacional de Catalunya Acció, una entidad (in) cívica consagrada en cuerpo y alma a la delación... a la denuncia de rótulos comerciales redactados en español?... Lleva Espot a sus espaldas, o mejor, sobre su lengua bífida, viperina, la nadería de tres mil denuncias y de esa proeza se jacta, con orgullo de hampón y matasiete, a cara descubierta. Tal es la impunidad y la desvergüenza que el nacionalismo instila en sus más conspicuos servidores.

Los comandos kidon, o la bayoneta, del naciente espionaje catalán, a imagen y semejanza de los agentes ejecutores del Mossad que recientemente liquidaron en Dubai a un terrorista islamista, los habría de coordinar, qué remedio, el consejero Saura, ministrín de Interior, centinela de la seguridad nacional y garante del estado de conservación de bosques y villas en incendios y nevadas, por ser el suyo el departamento más parecido, por ahora, a aquellos que gestionan tales asuntos en estados reconocidos por la comunidad internacional.
De Saura dependería la intercepción y eliminación física, siempre que parezca un accidente, de la subversión, de los enemigos de la patria censados en una lista negra en la que habría un asiento reservado para todo no nacionalista confeso, incluso para ese insignificante mequetrefe de Tolerancio.
Cometido que brindaría a Saura la oportunidad de olvidarse de tan ennoblecedoras tareas como recoger las caquitas del gato, según afirmó en tiempos su ex, Inma Mayol... -teniente de alcalde del ayuntamiento de Barcelona, y cliente preferencial de las tiendas de alta costura del Paseo de Gracia, versión progre y aborigen de La Collares pero especializada en el ramo textil-... para sumergirse en el bucle temporal habilitado por la Ley de Memoria Histórica. De ese modo Saura podría paladearse de gusto, incluso tocarse excitado, maderón, recreando las torturas de las checas del SIM, controladas por sus conmilitones del PSUC de aquella hora, en la retaguardia republicana... checa de la calle San Elías y otras, y jugar como un niño con la silla eléctrica que fue hallada en tan siniestras dependencias o con las correas de corrientes, tenazas, alicates, sopletes y otros artilugios que podría manejar personalmente emulando a Laurencic y otros añorados camaradas que en el pasado rindieron pleitesía a Stalin y trabajaron heroica e infatigablemente en esas celdas mugrientas y clandestinas por el advenimiento del paraíso socialista en la tierra.

Falta saber si los servicios secretos catalanes serán de armas tomar cuando salgan de pescata o cacería... -y no pensamos en la pesca del pez espada, actividad deportiva muy al gusto del último director del CNI, relevado en sus funciones hará cosa de un año-... o si serán remedo con barretina y sandalias (espardenyes) de Mortadelo y Filemón. Si igualarán la probada aptitud para la tortura del infausto Badia, que en tiempos de Companys & Cia, antes de la guerra, rebanaba orejas a los detenidos que era un contento, sobre todo a los pistoleros de la CNT, sus piezas a cobrar predilectas.
Querríamos, otrosí, saber si nuestros espías habrán de redactar por narices sus informes en catalán, nivel C, sin faltas de ortografía y sin liarse con los acentos o los pronoms febles (algo así como pronombres débiles, flojitos)... o si serán como los franceses, que pegan pero no pagan (esto último es cosa segura con arreglo a la virtud nacional del ahorro, salvo cuando se trata del dinero de los demás), como los británicos, que pagan y pegan... o si se regirán por los modos de los agentes españoles, los del país vecino, que ni pegan ni pagan (hasta que salieron a escena ZP, los piratas somalíes y terroristas difusos afincados en el Sahara e inmediaciones que exigen liberación de presos y olvidan siempre, sospechosamente, a sus camaradas del 11-M aún entre rejas).

Para el ejército codiciado por Laporta contamos, cómo no, con los impagables servicios de la ministro/a Carmencita Chacón, que después de desmontar el Ejército español batallón a batallón, cuartel a cuartel, con la miserable anuencia de la oficialidad de mayor rango, sin olvidarnos de su General en Jefe... -pues como pacifista declarada que es, y nacionalista catalana, odia con verdadera pasión a las fuerzas armadas, y por encima de todas a las españolas-... podría erigir, decimos, un ejército indígena, compacto y bien equipado, para disuadir a nuestros enemigos de injerencias e invasiones. Pero aquí no partimos de cero, pues Cataluña cuenta ya con aguerridos y montaraces trabucaires en las comarcas de Osona y La Garrotxa, y con centurias de romanos, armaduras relucientes, en nuestras procesiones de Semana Santa, armats y manaies, de Tarragona los primeros (Montblanc, Constantí, l'Arboç) y de Gerona los segundos.

Esta pujante inclinación por la milicia de un segmento del nacionalismo catalán... -que sueña con sus desfiles, banderas, taconazos y uniformes y acaso con un ruc (burrito) catalán en vanguardia a guisa de chivo o carnero legionario-... nos recuerda una pintada que, años ha, adornaba un muro junto a la plaza de la Catedral que decía:

Fes la mili a Terra Lliure (Haz la mili en Terra Lliure, la ETA catalana)...

... que, guasonamente, fue al punto replicada por otra:

La mili no mola, ni catalana ni española.

Felices procesiones a todos.


martes, 16 de marzo de 2010

Colegio Alemán: Montilla al descubierto


Días atrás se presentó un libro titulado Descubriendo a Montilla. Un par de periodistas, con título y todo, vieron en su trayectoria política materia de estudio. Y por qué no si, a fin de cuentas, la Universidad de Huelva ha editado un prolijo estudio sobre calidades y texturas de los excrementos.
El título nos recuerda los de esas películas americanas que relatan las experiencias vitales y relaciones personales del protagonista. Relaciones supuestamente relevantes para ilustrar, con mayor o menor ingenio, los claroscuros y paradojas del modo de vida contemporáneo. Que si Desmontando a Harry, que si Descubriendo a Facundo. En esta ocasión el descubrimiento, mira tú qué cosa, nos remite al sonderkommando nacionalista por antonomasia, don José Montilla, natural de Iznájar, provincia de Córdoba, de Córdoba la Sultana, ozú.

Que si con dieciséis años hizo las maletas y llegó a Barcelona. Un chico despierto, esforzado, trabajador, seducido -abducido- por el sueño catalán, que no americano, de la promoción social, el llamado ascensor catalán, el catalán way of life. Cataluña: ubérrimo vergel, tierra de promisión que derrama a manos llenas, como agua bautismal sobre la crisma del pequeñuelo, ocasiones y prosperidad a raudales sobre los recién llegados. Cataluña, ese oasis en el páramo, en ese secarral de cabras y cabrones que es España. El axis mundi, el paraíso terrenal que divisó Moisés desde el monte Nebo tras su exódico periplo por el desierto.

Que si su abnegación en el estudio y su brillante currículum académico, que si sus años de entregada militancia en el PSUC primero, donde no era capaz de atar pancartas electorales, episodio que ya se había producido con los cordones de sus zapatos, y después en el PSC para, una vez aupado a un cargo público, rendir impagables servicios a la ciudadanía.
Que si su querencia por oficiar ceremonias matrimoniales como burgomaestre de la populosa villa de Cornellá. Que si su apuesta por los cementerios nucleares como diligente ministro de industria del gobierno de la nación -de naciones- o sus brillantes razonamientos para justificar las bondades sin cuento de la normativa lingüística de rotulaciones comerciales, alcanzando cotas insospechadas por el intelecto humano con la ingeniosa alusión a los grandes almacenes El Corte Inglés/ El Tall Anglès en una de sus más recientes y antológicas intervenciones parlamentarias.

Y, cómo no, su fructífero romance con Ana Hernández, luego de Montilla... -¿Quién podría resistirse a sus encantos, a sus maneras de galán de cine, de seductor?... un Mañara, un Donjuán cansadamas, con esa apostura varonil, esa mirada profunda y esa sonrisa radiante, que desarmarían a la más casta de las vestales-. Una mujer, Anita, atareada, tan laboriosa como él, la horma de su zapato, que vela por la buena marcha de la convivencia conyugal aún desempeñando simultáneamente una docena de cargos públicos, algunos, hete aquí su conmovedor altruismo, sin periódica retribución, y con tiempo incluso para acudir a los festejos taurinos de mayor postín en representación de su marido. Una mujer, en definitiva, que hace bueno el socorrido aforismo que dice que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer.

Descubrimos también a Montilla a través de unas declaraciones de su amantísima esposa sobre la matriculación de sus hijos en el Colegio Alemán donde son escolarizados en la lengua de Goethe, en español y donde reciben una horita semanal de catalán, ahí es nada. Ni dos, ni tres, las del Decreto de Lengua Española incumplido por su gobierno, sino una, una horita monda y lironda. Aprendemos de ese modo que el sueño catalán de la promoción social pasa por rescatar a los niños en edad escolar de las garras inmisericordes de la inmersión monolingüe obligatoria en la lengua propia del territorio, es decir, la lengua de montes, arroyos y ardillas de cola anillada, así definida por Montilla en sus magistrales alocuciones.
Decisión que acredita la providente preocupación del matrimonio Montilla por la formación de su progenie, avisados del mayor recorrido profesional que permite la lengua tudesca, que no la aborigen, en un mundo globalizado de feroz competencia laboral, dejando para los hijos de los demás los beneficios incalculables del sistema público de enseñanza. A la manera de esos conocidos… -¿Quién no tiene alguno cerca?-… que loan sin descanso las ventajas de todo lo público que hay en el ancho mundo, sanidad, pensiones e incluso mujeres, pero que para sí quieren todo lo privado que sea menester. Personas de ideas avanzadas, de amplios horizontes, esos comecuras, sin ir más lejos, que llevan sus hijos a las monjitas para sustraerlos, en aras de su progresión académica y formativa, de las aulas ocupadas por la inmigración, aunque luego votan, religiosamente, henchidos de talante filantrópico, a los partidos promotores de la política del papeles para todos.

Descubrimos a un Montilla y señora que no tienen un pelo de tontos y que, llegado el caso, compensarán el déficit idiomático de su prole con provechosas lecciones domiciliarias impartidas por su padre, excepcionalmente dotado para la poliglotia, como es sabido.
Un Montilla de inteligencia, vale que no deslumbrante, pero sí tectónica, mineral, una inteligencia reposada, sedimentaria, una inteligencia esculpida en mármol, no por marmolillo, a martillazos. Vemos en Montilla la encarnación del trabajador, Der Arbeiter, de Ernst Jünger. Que nadie espere futilazos, destellos, chicoleos ingeniosos, trucos de charlatán, de ilusionista, sino trabajo y tesón. Montilla al fin descubierto. Un descubrimiento que ni el de la rueda o el de la penicilina.

PS.- Tolerancio se disculpa por una desafortunada alusión a los vareadores de olivos en una bitácora anterior. Así se lo hizo ver con ponderadas explicaciones una muy buena amiga, Josefina. Y no le falta razón. Gracias al trabajo duro y modestamente retribuido de los jornaleros disfrutamos todos de ese oro líquido que es nuestro aceite. Quede aquí la disculpa de Tolerancio a los aceituneros, altivos o no, y simpaticen o no con ese infatigable gestor, luminaria de la alta política… -el Tall Anglès, gññññ-… que es nuestro irrepetible sonderkommando nacionalista don José Montilla, natural de Iznájar, provincia de Córdoba. De Córdoba la Sultana.

viernes, 5 de marzo de 2010

El Corte Inglés/El Tall Anglès


El sonderkommando nacionalista José Montilla, natural de Córdoba la Sultana, nos deslumbró días atrás con exquisitos argumentos durante un debate en el parlamento regional. Preguntado por las multas que impone a los comerciantes que rotulan sus establecimientos en español, respondió que no había tal. Que en todo caso se multa a los comerciantes por no rotular en catalán. Que no hay inquina institucional contra la lengua española. Y que la prueba palmaria, fehaciente, agárrate fuerte, es que unos famosos almacenes llevan por nombre El Corte Inglés sin que los inspectores de su bofia lingüística hayan incoado expediente por esa causa. Tampoco se ha obligado al propietario a llamarlos en adelante El Tall Anglès. Magistral pieza oratoria.

No estuvimos presentes en la cámara regional en ese instante de gloria, de brillante discernimiento e ingenio chispeante, agudo como el pináculo de una catedral gótica. Montilla, de natural inexpresivo, se transformó de repente en un rétor de la Antigüedad, en un desmelenado tribuno de la plebe, cáustico, mordaz, largando por la boca, como chasquidos de latigazos, penetrantísimas sentencias.
Nos imaginamos su redonda cara de charnego agradecido, de zampabollos que rebaña el puchero de garbanzos con repizcos de pan… -cara de lacayo, de palanganero de prostíbulo que confundimos a menudo con la paradigmática expresión de fámulo de otro charnego ilustre, Josep Maria Álvarez, líder de la UGT catalana y garçon de pis de la oligarquía local-… nos imaginamos, decimos, su cara de tontín, colindante con el cretinismo clínico, dirigiendo una mirada triunfante al hemiciclo buscando complicidades… ¿Habéis visto lo listo y ocurrente que soy?... ¡El Tall Anglès!... ¡Gñññ!... ¡Lo he bordao!... y sin poder evitar, acaso, la inadvertida fuga de una blanda flatulencia, contrapunto de un agotador esfuerzo intelectual.

Tan brillante argumento fue repetido días después por José Zaragoza, gerifalte del PSC, otro charnego agradecido, aunque más homologado a los usos locales que el ex vareador de olivos elevado a la presidencia regional. Hecho que demuestra de manera irrebatible, el tall anglès, que la estupidez, a pesar de lo que dicen, sí es contagiosa. Y que en esta época de idiotez, de ramplonería hegemónica, no se replican las grandes y nobles conductas sino la huevonería.
Que, en definitiva y por decirlo de otro modo y recurriendo a otro personaje de nuestra variada fauna local, el problema no sería que un cafre, un aspirante a reyezuelo zulú como Laporta esté preparado para ser presidente de Cataluña, según afirma el interfecto, sino que Cataluña, eso es lo triste, está sobradamente preparada para investir a Laporta como presidente, teniendo ya un diamante en bruto como Montilla.

Montilla y Zaragoza, para su provecho, sobre todo el primero, deberían repasar los episodios de Barrio Sésamo donde Coco el Pupas, Triqui, el monstruo de las galletas, y otros simpatiquísimos personajes, explicaban diferencias elementales entre conceptos básicos y antagónicos: cerca/lejos o alto/bajo.
En su día Montilla no aprovechó las lecciones, es evidente. Tanta erudición no estaba a su alcance. Para el joven Montilla las densas lecciones de Barrio Sésamo eran lo que la trigonometría o la física quántica para otros chicos de su edad. Posiblemente ahora tampoco las entendería, pero debería intentarlo.
La primera habría de consistir en diferenciar rótulo de marca comercial, pues son cosas distintas como todo el mundo sabe, excepto, claro es, el zote de Montilla. Sin duda Zaragoza sí los diferencia, pero en su maldad, en su perfidia política… -perfidia que le aúpa a la cúpula de una organización, PSC, dedicada con ahínco y denuedo a la traición sistemática al principio de igualdad de todos los ciudadanos españoles ante la ley-… finge ignorancia. Ambos son malos, pero uno es tonto de baba, un tonto pero del carajo de la vela de tonto, y el otro no.

El párrafo que sigue lo hará llegar Tolerancio, en un formato apropiado, al sonderkommando Montilla para que lo estudie aplicadamente, hincando los codos, a la luz de un quinqué. El procedimiento empleado será el registro del documento en la plaza de San Jaime, como hicimos meses atrás con nuestro cívico ofrecimiento para redactar informes sobre cualquier materia a un módico precio… ofrecimiento que, lamentablemente, no fue tomado en consideración a pesar del ahorro considerable que habría supuesto a las arcas públicas en tiempos de acusada crisis económica.

1.- Un rótulo comercial da fe del tipo de establecimiento, del servicio que presta a la clientela y de los artículos que pone a la venta. Por ejemplo, en una zapatería compraremos calzado, pero no melones.
Es decir, si el presidente Montilla precisa de un par de zapatos hará bien en dirigirse a una zapatería mejor que a una lampistería. De lo contrario el recado se saldará con un estrepitoso fracaso.
1.1.- Pero también el rótulo comercial tiene la importante misión de singularizar el establecimiento ante otros que realizan la misma actividad. De tal suerte que zapatería, nombre genérico, requiere algo más para su identificación y diferenciación, por ejemplo, Lola. La Zapatería Lola, es una y otra muy distinta es la Zapatería Inuit, especializada en calzado de piel de reno, a la moda esquimal.

En virtud de la ley coactiva sobre usos lingüísticos en el comercio, ambos establecimientos habrán de rotularse del siguiente modo para evitar un multazo del quince, tras la (im)pertinente denuncia de ese chivato vocacional de Santiago Espot, dirigente de Catalunya Acció, que cuenta en su haber con la nadería de… ¡Tres mil denuncias!

Sabateria Lola/ Sabateria Inuit

2.- Una marca comercial es cosa muy distinta a un rótulo. Tienen en común el espacio físico, pues la marca está contenida a menudo en el rótulo mismo, llegando incluso a sustituirlo.
Podemos pasar junto a un local distinguido de los demás por una palabra que no hace mención de los artículos que expone, pero que en virtud de su nombradía nos advierte qué artículos son. De tal suerte que si leemos en el frontal del establecimiento la palabra Zara, que es una marca, sabemos que se trata de una tienda de ropa sin que figure en el rótulo esa información. Zara no es multable, aunque fuera voz traducible al catalán.
Lo mismo vale para los almacenes que proveyeron de asubnormaladas razones a Montilla para pronunciar su famosa réplica parlamentaria, una réplica impropia incluso de un disminuido psíquico profundo: El Corte Inglés… que daría en catalán El Tall Anglès. Otra cosa sería que en el rótulo de esos almacenes constara precisamente esa información, almacenes. Entonces tendríamos:

Almacenes El Corte Inglés.

Esa fórmula sí entraría de lleno en la materia regulada por la inicua e insidiosa normativa Montilla, así la llamaremos porque, aunque no la aprobó su gobierno tripartito, ha sido el primero, y esperemos que último, en aplicarla mediante sanciones.
Para no provocar la ira de la Agència Catalana de Consum, organismo que promueve las delaciones y ejecuta las sanciones, los gerentes del establecimiento habrían de rotular: Magatzems El Corte Inglés. No es preciso traducir la marca comercial, El Corte Inglés, pues se entiende que es un nombre propio, como un nombre de pila, y se llaman del mismo modo en y para todo el mundo… -como Carod Rovira, Josep Lluis, aquí y en la China, no así SM el Rey, que se llama Juan Carlos en todas partes, menos en Cataluña, donde inaugura placas conmemorativas como Joan Carles-… salvo que el propietario de la marca, por su interés y expansión mercantil, decidiera adaptarla a la fonética de distintos países, como sucede con el refresco de cola Coke, que en España se comercializa como Coca-Cola. De igual manera que Volkswagen es Volkswagen lo mismo en Berlín que en Pernambuco. Y no es necesario traducir el nombre, algo así como Coche del Pueblo (Cotxe del Poble) para vender sus modelos en Molins de Rei o en Olot. Eso sí, el concesionario donde se vendan los autos por fuerza habrá de ser concessionari o al dueño de la franquicia le caerá la del pulpo.

PS.- No, no lo entenderá. Demasiado especioso para la obtusa mente de Montilla.