Tolerancio ha tenido acceso a unas 400 respuestas al cuestionario promovido por el Ayuntamiento de Barcelona bajo el epígrafe Tu què hi faries?. El cuestionario está dirigido a la ciudadanía para recabar opiniones sobre asuntos diversos e incorporarlas, supuestamente, a futuros planes de actuación municipal. Las circunstancias del acceso a dicha información deben permanecer en silencio por razones de seguridad. Los datos estadísticos que aparecen en esta bitácora son exactos y resultan de un análisis pormenorizado y sin la menor pretensión cosmética. Tal cual los mostramos, sin trampa ni cartón. Aunque son muchas las derivadas que no carecen de cierta sustancia sociológica, Tolerancio se centrará en unas reflexiones de índole lingüística. No obstante se citan a renglón seguido diversas consideraciones no exentas de algún interés.
Tras el minucioso examen de las opiniones, cuitas y sugerencias de la ciudadanía, Tolerancio concluye que la mayor preocupación de nuestros convecinos no es otra que la abundante presencia de deyecciones caninas en las aceras de nuestra bienamada ciudad. De cerca, casi a la par, le sigue la circulación de bicicletas sin respetar las más elementales normas de convivencia. A los barceloneses, pues, les fastidia sobremanera el incivismo de numerosos ciclistas que cosechan un variado repertorio de vituperios y descalificaciones. Cierto que un porcentaje mucho menor, aunque significativo, reclama en cambio facilidades para una incorporación fluida de los citados velocípedos al tráfico urbano y la extensión del llamado bicing a barriadas periféricas de menor atractivo turístico. La tercera queja remite a la insuficiente seguridad ciudadana y abundan las peticiones de una mayor presencia policial en la calle. Asunto tangencialmente relacionado con el affaire caquitas, pues el consejero regional de Interior, Joan Saura, promotor de la llamada ecotortura en algunas dependencias policiales de los Mossos d’Esquadra -episodios de la comisaría de Les Corts-, encargado de velar por la seguridad de nuestras vidas y haciendas, es un consumado especialista en recoger las deposiciones de su mascota, un encantador minino de reluciente pelaje, según declaraciones realizadas meses atrás por su amante esposa, señora Mayol, teniente de alcalde del consistorio.
Otras son las causas de los quebrantos y porfías de los barceloneses, pero situadas a distancia de las anteriores que interesan particularmente al ámbito municipal y que es el que específicamente chequea la mentada iniciativa. Esas otras, más genéricas, jurisdicción acaso de otras instituciones, son:
-Insuficientes guarderías de titularidad pública.
-Precaria atención a la tercera edad -múltiples quejas por la cuantía reducida de las pensiones- y exigencia de residencias geriátricas también de titularidad pública.
-Rechazo del modelo dominante de espacios públicos, particularmente parques y jardines.
-Carestía de la vivienda y ausencia de una oferta de alquileres asequibles.
-Alarma por el aumento descontrolado de la inmigración.
Llama poderosamente la atención la irrupción tardía y no excesivamente numerosa de quejas por el pésimo funcionamiento de la red ferroviaria de Cercanías y el desbarajuste organizado por cuenta de las famosas obras del AVE y sorprende la considerable incidencia de airadas protestas por el elevado volumen de las sirenas de vehículos policiales y ambulancias.
Los encuestados aluden a problemas generales, aún estando en alguna medida afectados por los mismos, lo que supone una cierta visión de conjunto, representando un porcentaje mucho menor quienes reclaman soluciones a asuntos particulares y que denotan una percepción más segmentada de la realidad urbana (mejoren el asfaltado de mi calle, aumenten la frecuencia de paso de autobuses de la línea x que es la que me va bien para ir al callista, etc). Un ciudadano concluye, no sin razón, que si el ayuntamiento pide su opinión a la ciudadanía es porque los titulares de la administración local no tienen ni idea de gestionar los asuntos de interés público y que, en consecuencia, habrían de dimitir en bloque. También se advierte, por grupos de edad, la participación muy numerosa de jubilados, al disponer acaso de más tiempo -no biológico, pero sí libre-, así como una apreciable cantidad de ciudadanos que prefieren mantener sus comentarios críticos en el anonimato por temor a represalias, y no falta una cuota de jugosas anécdotas, algunas divertidas como la sugerencia de un economista de unos 35 años que recomienda la contratación de jardineros japoneses -famosos al parecer por su pericia botánica- para el diseño, cuidado y mantenimiento de las zonas verdes de la ciudad, circunstancia que aporta una idea poco tranquilizadora del cociente intelectual de nuestros titulados superiores, o la de una maestra de unos 45 años residente en la zona de San Gervasio que, declarada enemiga del nomenclator de la villa, repleto en su opinión de hechos de armas, propone la dedicatoria de calles y plazas nada más y nada menos que a premios nobel de la paz citando expresamente a Henry Kissinger (olvidando a ilustres personajes de la comunidad internacional poseedores también del codiciado galardón como Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú, el finado Arafat o a la keniata fichada recientemente para el comité de expertos del PSOE partidaria de la ablación clitoriana).
En este punto, por temor a extendernos en demasía, procedemos a consignar los resultados relativos a hábitos lingüísticos de los barceloneses. Cabe decir que el documento a cumplimentar y remitir al ayuntamiento está redactado íntegramente en catalán, circunstancia que puede inducir la respuesta idiomática en algunos casos, como de hecho sucede. Dicho documento consta de unos ítems que sugieren los promotores y que algunos encuestados transcriben literalmente en el espacio en blanco independientemente del idioma elegido para exponer sus agudas y edificantes opiniones.
El total de encuestas examinadas por Tolerancio, en el transcurso de dos semanas, asciende a 431, que sin duda es una parte mínima del total pero suficiente para extraer algunas conclusiones.
-Redactadas en catalán: 259, es decir, un 60% del total.
-Redactadas en castellano: 161, es decir, un 37’4% del total.
-Bilingües: 2, es decir, un 0’4% del total.
-Vacías*: 5, es decir, un 1’1% del total.
-Insultos**: 4, es decir, un 0’9% del total.
Queriendo decir vacías que 5 ciudadanos han rellenado sus datos personales y han olvidado efectuar su comentario y que no hemos computado las encuestas que contienen exabruptos y obscenidades, siempre anónimas.
-De las 259 encuestas cumplimentadas en catalán 4 de ellas, es decir, un 0’9% del total y un 1’5% de las redactadas en dicho idioma, proclaman la necesidad de un incremento de la presión lingüística en ese idioma, así como mayores cuotas de nacionalismo en la vida cotidiana.
-De esas 259 encuestas, 10, es decir, un 3’8%, están redactadas, intuye el analista, por castellanohablantes que optan por hacerlo en catalán aún siendo menos competentes en ese idioma. Transcribimos textualmente -no es una coña marinera- las opiniones del señor Alberto C. E, mecánico de profesión, residente en Fabra y Puig y nacido en el año 1946, respetando incluso los signos de puntuación:
HABITATGE PARA YEN DE MICHANA EDADT SENSE IMPOSTUS PRA YENINVALIDESA TOTAL. LA CIUTAT VE. MASA CART.
-De las 161 encuestas cumplimentadas en castellano 14 de ellas, es decir, un 3’2% del total y un 8’6% de las redactadas en dicho idioma, muestran su malestar por la exclusión de ese idioma de la vida institucional y reclaman bilingüismo real en ámbitos como el escolar o manifiestan su hartazgo del nacionalismo dominante
Otras consideraciones:
-Algunas de las encuestas redactadas en castellano, una docena, reproducen en catalán de su puño y letra los ítems o apartados propuestos por el encuestador, procediendo del siguiente modo:
Habitatge: la vivienda es muy cara.
E incluso las hay que reproducen el citado item en la respuesta discursiva, en una suerte de horripilante híbrido idiomático más allá de los inevitables préstamos entre dos lenguas en permanente contacto:
Habitatge: el habitatge es demasiado caro.
-No pocas encuestas redactadas en castellano, media docena, traducen alguno de los ítems incorporándolos al texto, sucediendo a menudo y por alguna razón extraña con la expresión gent gran, y dicen:
Queremos más atenciones para la gente grande, no refiriéndose, claro es, a personas de elevada estatura o aquejadas de gigantismo sino a nuestros ancianos.
Evidentemente la redacción monolingüe del documento influye en las respuestas de los participantes. Sorprende que, a pesar de ese monolingüismo promovido sin fisuras por las instituciones locales, aquí con cierto efecto mimético o inductor, y de la percepción social ampliamente difundida de que las cosas oficiales aconsejan la utilización del catalán -porque es lo que hay, por evitar represalias o por alguna otra razón-, un 37’4% de los barceloneses decida hacerlo en castellano, magnitud que traslada una idea aproximada de la importante presencia y competencia lingüística en ese idioma de muchísimos barceloneses a pesar del premeditado y sistemático silenciamiento cultivado por las autoridades.
Una parte significativa de barceloneses castellanohablantes ha interiorizado que, por una razón u otra -unos 10 que escriben en catalán con escasa pericia sus propuestas y otros que incorporan ítems del texto en catalán a su respuesta en castellano-, su idioma es de segunda categoría y no es digno de figurar en una encuesta solicitada por el ayuntamiento o para denominar capítulos de tanta relevancia como jardines, alumbrado, contaminación acústica, seguridad, eso que llaman movilidad, etc; encuesta que sus promotores no utilizarán a pesar de todo para limpiarse el trasero pues la textura, una suerte de cartulina, es demasiado rígida para tan delicados menesteres, pero casi.
Detectamos una suerte de devaluación, minusvaloración, depreciación o vergüenza del propio idioma en un considerable segmento de castellanohablantes que también se reproduce en otros ámbitos de la vida cotidiana como la escolarización, el gran banco de pruebas del proyecto nacionalista, siendo infinidad los castellanohablantes que intercalan en sus comentarios en castellano expresiones como pitet por babero, bolquer por pañal, sorral por arenal o casal d’estiu por colonias veraniegas cuando te dan la brasa hablando de la educación y crianza de sus pequeñuelos aceptando inconscientemente la erradicación de su idioma en esferas tan importantes como ésa de la vida ciudadana, llegando algunos incluso a hablar, con mayor o menor competencia y fortuna, con sus hijos en catalán en el ámbito doméstico convencidos de que es lo mejor que pueden hacer por su promoción social futura, en una suerte de chocante e impremeditada deserción idiomática estimulada por el entorno social y educativo. Deciden, pues, que el castellano no vale para cosas serias y que su hábitat natural es la cafetería y su función instrumental más elevada o noble no es otra que el análisis de los resultados futbolísticos de la jornada liguera o de las últimas y sorprendentes revelaciones de la prensa rosa.
Aquí lo dejamos aunque la encuesta da para más.
Què hi farem?
Què hi farem?
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