Hubo un tiempo en que los dioses nacían en Extremadura… tiempo ya muy lejano o dioses más falsos que un duro sevillano. Una pura quincalla de dioses. Concedamos que nacieran dioses antaño, pero más recientemente, y entre otros tipos humanos, más o menos divinos, también nacen idiotas en dicha demarcación geográfica y uno de ellos, descollando por encima del resto, es Fdez Vara.
El señor Fdez Vara se postuló semanas atrás como mamporrero cum laude al servicio del nacionalismo catalán en una entrevista que difundió el diario El Mundo con motivo del último Congreso Federal, Confederal, Federal asimétrico o comoquiera que se llame, del PSOE. Esto es, se postuló como su más rastrero esbirro siendo su bocón abierto la jofaina, la escupidera donde los nacionalistas… -incluido el sonderkommando Montilla, harto de repetir que su lengua propia es el catalán, que ya hablaba, eso parece, con su madre en Iznájar, provincia de Córdoba-… depositan sus caspicias, excrecencias y materias residuales, que el interfecto recibe e ingiere agradecido.
En aquella inolvidable entrevista nuestro diosecillo extremeño de la casta de los sudras echaba pestes del manifiesto por la lengua común, insistía en que son las lenguas minoritarias… (coincidiendo con la señora Boti G. Rodrigo, ver bitácora titulada La buena salud del idioma español)… las que debemos defender porque la salud del idioma español está más blindada que el río Ebro, ni se rompe el idioma ni se romperá -cosa que nadie cuestiona- y que los chicos catalanes salen de la escuela con un nivel de español que es la envidia de medio mundo… por supuesto que nada dijo del derecho a la libre elección de lengua escolar, de las multas a los rótulos comerciales en español o de las barreras idiomáticas que impiden de facto el libre tránsito de trabajadores y otras minucias que para el sucesor de Ibarra algunos exageran interesadamente para promover enfrentamientos entre personas y territorios. Es decir el perfecto discurso nacionalista que adoptan lacayunamente sus criados de librea. Al señor Fdez Vara, según se ve, le chifla la política de inmersión lingüística vigente en Cataluña.
La pega es que el nacionalismo le agradecerá sus cabriolas de bufón, de saltimbanqui -cabriolas musicales que ejecuta ataviado con gorrito de chillones colorines y tintineantes cascabeles- a cambio de un insignificante terroncillo de azúcar.
Hete aquí que a los pocos días sale un nacionalista furibundo de ICV, el cabeza de lista por la demarcación provincial de Tarragona en las últimas generales, promoviendo una campaña irónica e hiriente de apadrinamiento de menesterosos niños extremeños. El mamarracho en cuestión se apellida Suñé y posa en su blog con una bandera separatista, estandarte que simboliza como pocos la solidaridad entre mortales y esa amplitud de miras, entre apátrida y cosmopolita que, dicen, ha adornado siempre a la izquierda, a la progresía catalana. Un espectáculo en definitiva la mar de edificante.
Tolerancio conoce a unos cuantos votantes de ICV, aunque ninguno de ellos es de origen extremeño, pero, no obstante, le habría gustado recabar sus pareceres. Son personas que manifiestan no comulgar con el nacionalismo pero… -como un dirigente de EUiA, vaya siglas, que hizo unas declaraciones para marcar distancias con el tarado de su jefe de filas, que es, además, concejal en Torredembarra-… siempre tienen a punto el manido latiguillo de que no soportan ni el nacionalismo catalán… ni… atención… el español…aunque aquí se trataba solamente de un rapto ciclotímico de nacionalismo catalán en sentido estricto y en su máxima y más idiotizada expresión.
Siempre tienen los fámulos una disculpa en la recámara para acabar justificando al cacique de turno. Cuando a los palanganeros, a los sonderkommando del catalanismo, íntimamente abochornados, les toca deslizar alguna crítica a la causa a la que sirven, siempre necesitan citar un nacionalismo-carabina o nacionalismo de compañía, en este caso el español, porque con el catalán a solas no se atreven. No tienen lo que hay que tener. Es como si alguien para criticar supuestamente al nacionalismo zulú por hipotéticas fechorías tuviera que citar, en passant, las del nacionalismo mandinga. En definitiva, les hablas de peras y te responden que melones, que es deporte nacional con proyección de medalla olímpica como se ha visto recientemente con el manifiesto redactado por 18 intelectuales.
Los votantes de ICV que conoce Tolerancio obedecen casi todos al perfil de charnegos agradecidos pero no extremeños, sino de origen andaluz, encantados con renunciar a su idioma materno a la hora de escolarizar a sus hijos, uno de los idiomas más importantes del mundo, a cambio de la aceptación social del entorno. Se barrunta Tolerancio que si el señor -sic- Suñé, ese paladín de los pueblos oprimidos, hubiera humillado a los andaluces, la reacción habría sido la misma: ninguna o una sonrisilla acaso un poco embarazosa, pero encajando con resignación la humorada del amo, del señorito catalanista cuyos pies besarían servilmente como si nada hubiera dicho.
Lo que no saben los muy zotes es que nunca serán aceptados. Tolerados, sí, empleados en tareas sucias, auxiliares… e incluso les agradecerán su buen oficio como tropa cipaya para gestionar a favor del nacionalismo esas docenas de miles de votos que rascan en localidades de la periferia metropolitana. Y a los más voluntariosos les distinguirán con medallas y galardones por los servicios prestados, como al finado Paco Candel, a Pepe Rubianes o a Josep María Álvarez, ese zampabollos que dirige la UGT de Cataluña.
Pero nunca serán de los suyos, aunque imiten las maneras del amo y renuncien a su lengua o por ferviente que sea su entrega a los postulados del nacionalismo. Y es que no saben que los catalanistas de verdad no aceptan el ceceo, las haches aspiradas… esas peculiaridades fonéticas les incomodan, les causan desasosiego y les desprecian más que a los inmigrantes venidos de más lejanas latitudes, siempre que no hablen español.
A los catalanistas de soca-rel, los andaluces, extremeños, murcianos y manchegos normalizados les inspiran asco pues los consideran de una humanidad inferior y sin redención posible, e incluso cierta desconfianza… pues aún en ese extrañamiento cultural mezquino y subalterno que practican respecto de sus orígenes, siempre cabrá el riesgo de que un día se den un mal golpe en la cabeza y recuperen una chispa de dignidad o de lucidez. Para los catalanistas el poso cultural de los paisanos de Fdez Vara colisiona frontalmente con el que los nacionalistas han reinventado para sí mismos, pues los charnegos amontillados no dejan de pertenecer en el fondo a la nación contra la que existe y se construye por oposición la Cataluña soberana y oficialista.
No le consta a Tolerancio que la Casa de Extremadura haya terciado en el vergonzoso incidente ICV-Suñé. Silencio que en absoluto le sorprende, conociendo el paño y el rebaño y la docilidad ovina de muchos dirigentes de casas regionales -aunque hay o hubo muy honrosas excepciones- y que, juntos, a coro, podrían ejecutar el numerito de las focas circenses amaestradas sin que nadie advirtiera el cambiazo.
A Tolerancio le han ofendido y mucho las palabras -que me disculpen los disminuidos psíquicos- del progre subnormal de Suñé. Pero no porque sea Tolerancio extremeño o tenga parientes o ancestros en esa región, sino porque es catalán, aunque de los malos, ya saben, no nacionalista, y a uno le espeluzna compartir lugar de nacimiento o paisanaje con semejante patán. Cierto que los imbéciles no atienden a razones geográficas. ¿Por qué no iba a haber uno, y de bandera -como la que lleva al hombro- empadronado en Torredembarra?
¿Recuerdan a Ibarra en un programa de TV presentado por Julia Otero besándole el trasero a Carod Rovira… diciendo que a pesar de sus diferencias invitaría antes a su casa a ese individuo, el de Perpiñán, ídolo de Suñé, que no a los señoritos del PP?... Pues que se traguen, Ibarra y Fdez Vara, sus palabras con el bicarbonato de las balanzas fiscales y de la financiación autonómica.
Hubo un tiempo en que los dioses nacían en Extremadura. Pero ha llovido mucho desde entonces. La divinal cosecha ha caído en picado. Se cultivan más otras especies, como los palanganeros idiotizados a lo Fdez Vara o los energúmenos-borroka que destrozaron con ensañamiento un monolito erigido en recuerdo de las víctimas del terrorismo en una pequeña localidad pacense llamada Calzadilla de los Barros. Repetimos: Calzadilla de los Barros… y no es una coña bellotera.
Los idiotas siempre a punto para besar la bota que les propinará el puntapié en su baqueteado trasero.