jueves, 9 de abril de 2009

Guías turísticos


Leemos en la edición del diario gratuito Qué! del lunes 30 de marzo de 2009 que guías turísticos sin licencia, y sin la formación adecuada, ejercen en Barcelona competencia desleal a los profesionales titulados. Esos guías desaprensivos deambulan por los monumentos más emblemáticos de la ciudad a la caza y captura, como descuideros de Las Ramblas, de incautos turistas para colarles un rollo colosal por un módico precio.

Los guías titulados se lamentan amargamente de la imagen equivocada de Barcelona que se llevan a casa nuestros distinguidos visitantes. A fin de cuentas ellos se consideran custodios de la verdad turística oficial y regulada, participada de verdades históricas que se dividen a su vez en supuestas e incluso, por chocante que parezca, en ficticias.
En el artículo se citan unas cuantas de esas perlas que los falsos guías largan alegremente a su clientela permeable a informaciones delirantes, predispuesta a emitir sin descanso ohes de admiración:

- La plaza de toros Monumental la construyeron los árabes hace 700 años.

- El templo expiatorio de la Sagrada Familia fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial y por eso no puede visitarse.


Las trolas tienen su gracia y uno se compadece de esos turistas en la misma medida que se admira de la deslumbrante inventiva de esos guías de pacotilla. La escena nos recuerda unas secuencias de Slumdog millonaire, aún en cartelera, donde los protagonistas, unos chicos procedentes de un slum, una suerte de populoso bidontown o arrabal de Bombay, que, entre otras peripecias, se dedican a mostrar el Taj-Mahal a los turistas occidentales dando unas explicaciones guasonas y divertidas, tan apócrifas como las reseñadas anteriormente. Con lo que uno presume que Barcelona, por efecto del multiculturalismo, guarda cierta semejanza con Calcuta o Bombay.

El affaire de los guías turísticos tiene miga, pues insta al mundo de las verdades oficiales… lo que adquiere un matiz siniestro cuando hablamos de una región, la nuestra, donde todos los contenidos académicos y culturales, donde la información en su conjunto, debe pasar la criba minuciosa del discurso oficial dominante, cuyos agentes orgánicos, entre ellos el CAC, aplican sus lentes microscópicas a todo aquel dato susceptible de pública exposición.

¿Dónde han sido formados nuestros guías turísticos provistos de las credenciales pertinentes? ¿Dónde han adquirido su arcana sabiduría?

Quién haya ojeado alguno de los manuales de texto sobre las diversas materias que las editoriales y las autoridades in-competentes en Educación endosan a los escolares catalanes desde su más tierna infancia habrán observado, no sin espanto, un variado prontuario de animaladas estrafalarias y de manipulaciones infumables.
Esto último es infinitamente más grave que esos descacharrados cuentos que los guías de pega venden a su clientela crédula, pero adulta. Es mucho más grave pues se trata de la Educación que pagamos todos y que deforma interesadamente a las sucesivas promociones de estudiantes.
Se trata, la Educación, de un servicio público, o de interés público, aunque las tergiversaciones tengan también como escenario escuelas privadas o concertadas locas por agarrar la subvención, avenidas a cuadrarse dando un taconazo, y a hacer la vista gorda ante las mamarrachadas de turno impuestas como por real decreto.
Es la Administración, y no particulares, esos pícaros que van dando palos por aquí o por allá, por los aledaños de la catedral o del parque Güell, la transmisora de esas mentiras oficiales. Precisamente por oficiales… mentiras.

Hace unos meses seguimos con asombro e interés en el diario El Mundo una prolija recopilación de las melonadas que explican a nuestros alumnos en las aulas. Recordamos en particular una para nota que sostenía que la división territorial de Cataluña en cuatro provincias se produjo tras la Guerra Civil por orden del general Franco cuando todo el mundo sabe, incluso el cenutrio que redactó el manual, pero a quien tamaño disparate le importa un pito con tal de aportar su granito de arena al envenenamiento colectivo, y remunerado, de la población, que ese diseño administrativo del territorio se remonta a 1833 con arreglo al plan del ministro Burgos.

Un par de zapatos, un bolso o un coche, en el libre mercado varían de precio según gama y modelo. Te puedes comprar un SEAT Panda, que hemos pagado entre todos… -el salpicadero y una bujía pertenecen a Tolerancio-… a través de las ayudas gubernamentales a la marca para que no se deslocalice, por ejemplo, o un Jaguar si tu bolsillo te lo permite o eres tesorero del PP presentado en sociedad por Rajoy con la frase lapidaria y profunda cada uno sabe a quién tiene debajo, no refiriéndose precisamente a determinados actos de la vida marital. Pero ambos, SEAT y Jaguar, son automóviles, claro que con diferentes prestaciones, y caminan si les echas gasolina.

No pretendamos que las explicaciones que nos den de un monumento sean las mismas a 5 € por barba que a 20. Por 5 € nos dirán escuetamente que la catedral de Barcelona es gótica y por 20 que, además de obedecer al citado estilo arquitectónico, comenzó a construirse en el siglo XIII o XIV y que la altura de tal pináculo es de tantos metros y que contiene tantas capillas laterales además de unas ocas en el claustro que profieren unos graznidos la mar de impertinentes.
Pero… ¿Y la poética fascinadora de la invención más estrambótica? ¿Acaso no tienen mérito esas risibles elucubraciones de escachifollada factura? Total, para las trolas oficiales, pero trolas, que algunos cuentan…

Hace unos meses, con motivo de una manifestación a favor del bilingüismo convocada por C’s, secundada por unas 4.000 personas, y que terminó en la plaza de San Jaime donde se leyó un manifiesto, Tolerancio se topó con un grupo de turistas capitaneados por una guía local provista de un parasol a modo de banderín de enganche. La chica, muy mona, señaló a los manifestantes y los describió a su clientela, en inglés, de la siguiente guisa: estos son unos que solo quieren hablar una lengua, teniendo dos.

Para trolas bochornosas, las de la historiografía oficial, que está plagada de ellas y son aún peores, pues pretenden la desinformación interesada y nada tienen que ver con ese inocuo intento de ganarse unos euros a base de mentirijillas y sin tirar de pinchosa.


Felices procesiones…



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