Aprovechando que el Manzanares pasa por Madrid y que se cumple el primer aniversario del Manifiesto por la Lengua Común impulsado por lo mejorcito de la intelectualidad española, y suscrito por miles de ciudadanos, es hora de retomar aquel mensaje difundiendo, sino uno nuevo, sí su versión abreviada y práctica, un lema, una divisa, cuatro palabras, ni una más, para convocar de nuevo a muchas de las personas que lo firmaron.
El manifiesto supuso algo muy grande para ese segmento de la ciudadanía que no ha sucumbido aún a la narcosis oficial, colectiva, promovida por buena parte de la liberticida clase dirigente. A muchos nos insufló unas fuerzas… que ya flaqueaban.
El lema de la pancarta de esa concentración/manifestación en Madrid es bien sencillo: Por la libre elección de lengua oficial en la educación. Este lema significa, entre otras cosas, el reconocimiento, hoy cuestionado en algunas regiones, de la aptitud docente, académica, en las aulas, de la lengua española, una de las más importantes del mundo por número de hablantes y tradición literaria… en las aulas y en el patio también, lo decimos por la escuela Betania de Cornellá.
También significa libertad: la libertad de padres o tutores legales para elegir. Y el derecho a no resignarse ante las imposiciones de las autoridades locales, sectarias y excluyentes, amparadas en la desidia, negligencia y dejadez de funciones de los gobiernos centrales. Significa, cómo no, igualdad de derechos entre todos los ciudadanos españoles. El lema, pues, da para mucho. Habrá lemas mejores, pero éste es uno. Téngase en consideración.
Cambiemos astilla por palo y hablemos del acto en Madrid anunciado en la bitácora anterior:
Para hacer boca unos cuantos representantes de las asociaciones cívicas convocantes podrían dirigirse ante la estatua erigida en honor de Mariano José de Larra… (que la habrá en Madrid, suponemos, y sino se planta en un periquete una de cartón-piedra)… precursor de la regeneración política del país… país que anda necesitado de mucha, pero mucha regeneración… y de cuyo nacimiento se cumplió en marzo un bicentenario que pasó con más pena que gloria. Autor que, por lo dicho, quedó en precursor, pues la regeneración no acaba de cuajar y su obra y mensaje, más que su ejemplo… (no se trata de descerrajarse un tiro en la sien)… goza aún de plena vigencia.
Cabe la posibilidad de que el eximio periodista… -que si volviera a la vida y escuchara a Zapatero decir que le chiflan las multas a los comerciantes que en Cataluña rotulan sus establecimientos en español, se suicidaría de nuevo-… haya sido víctima de alguna conmemoración oficial, no siendo víctima por el evento en sí, sino por la incapacidad de los oficiantes, presumiblemente los ministros cesantes de Cultura y/o Educación, para rendirle tal homenaje. Ministros que han avalado con una sonrisa lacayuna e indigna, de fámulos, de ilotas, el modelo de inmersión/extorsión lingüística en regiones donde su partido desempeña o ha desempeñado tareas de gobierno. Por ello sería preciso, antes de declamar unos breves parlamentos ante Larra, limpiar de babas la estatua y aplicar algún producto desinfectante para mantener incólume su memoria.
No se necesitan miles y miles de personas, una manifestación monstruo, aunque una nutrida concentración no sería mala cosa, claro está. Sin ir más lejos, para abarrotar la Plazuela del Rey, sede del Ministerio de Cultura, con unas 1.000-1.200 personas vamos servidos. Y no cabe ya un alfiler. Lo dice Tolerancio con conocimiento de causa porque se tomó la molestia de medir a pasos la citada plazuela y hacer unas estimaciones aproximadas de su aforo durante una reciente visita a la capital.
Esas mismas personas podrían trasladarse en un periquete… -tras la lectura de un breve discurso de alguno de los insignes promotores del Manifiesto Por la Lengua Común, pensamos en un Vargas Llosa, por ejemplo, siempre que lo permita su apretada agenda-… ante la sede del vecino Ministerio de Educación, también sito en la calle de Alcalá, a tiro de piedra del escenario anterior. Los asistentes sólo tendrían que cruzar un semáforo. Fácil. Y si Gallardón o el Delegado del Gobierno, asesorados por Joan Saura al otro lado del hilo telefónico, no envían a los antidisturbios pertrechados con kubotanes, el recorrido se completa sin sobresaltos en menos de un minuto.
En sendos ministerios se dejará a sus titulares una copia de la Constitución. Si se estima que su lectura íntegra podría ocasionarles una crisis nerviosa, un síncope o derrame por tan intenso ejercicio intelectual, los organizadores les obsequiarán con una reproducción en pergamino, atado con cinta de bramante, detalle solemne y principal, del artículo 3 punto 1 recogido en el Título Preliminar de la Carta Magna, que algunos toman por Manga, por aquello de manga por hombro, que dice así:
El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
Artículo acompañado de una breve glosa, remitiendo a sus destinatarios a ejemplos prácticos, por si tan escueto como nítido contenido escapa al preclaro entendimiento de Gabilondo y González-Sinde, queriendo decir el citado artículo que… Olav, el niño ibicenco, tiene derecho a usarla al examinarse, lo mismo que la monitora Sara Burgos, despedida hace un año por denunciar los abusos lingüísticos de la escuela Gayarre, o los alumnos de la escuela Betania de Cornellá en el patio, pero también en el aula y donde les dé la real gana… o los comerciantes al rotular sus comercios sin amenazas ni multas. Y no solo ellos sino todos los ciudadanos españoles en todos los ámbitos de su procelosa o desahogada vida.
Muy cerca de allí, en la misma calle Alcalá, aunque hemos de confirmar el siguiente dato, la Generalidad de Cataluña tiene su oficina diplomática, su embajadilla ante el Reino de España… dependencias consulares que bien merecerán una, aunque ruidosa, pacífica visita que habría de concluir con la ceremonial entrega a sus inquilinos del antedicho artículo previamente obsequiado a los ministros.
En esa sazón y punto, si los convocantes no fueran mal surtidos de atrezzo, ganas y ciertos rudimentos escenográficos, podría comparecer un figurante ataviado a lo Don Quijote que habría de contender contra un molino andante y malencarado con sus preceptivas aspas rotuladas tal que así: inmersión escolar, multas a letreros comerciales, atención individualizada y manipulación de libros de texto. Por descontado que en esa libre revisión dominical y autumnal… -la mani/concentración, teatral y festiva, habría de celebrarse un domingo y el próximo otoño, por ejemplo, coincidiendo con la inauguración del curso escolar 2009/2010… por Sus Majestades los Reyes posiblemente en una ikastola-… de ese conocido episodio de la inmortal obra de Cervantes, el ogro-molino, fementido traidor, pondría pies en polvorosa, abucheado a conciencia, ante la corajuda acometida del esforzado y larguirucho hidalgo.
A renglón seguido, e insistiendo en el mismo formato festivo, se disputaría una carrera de obstáculos en el improvisado y vecino palenque de la calle de Alcalá. Los atletas serían representantes de las asociaciones cívicas convocantes, identificadas en los dorsales, y habrían de saltar las vallas -no muy altas, desde luego, por preservar la integridad de los participantes- instaladas al efecto en la calzada y que estarían rotuladas con parecidos textos que las aspas del malvado molino (véase párrafo superior).
El paralelismo con la realidad es evidente, pues el camino hacia la libertad, es decir, el tortuoso camino para derogar y enterrar de por vida las catastróficas leyes de inmersión lingüística… ¿qué es sino una carrera de obstáculos donde tropezamos cada día?
Estos actos constituirían el acompañamiento de otra carrera, ésta de relevos, que se realizaría simultáneamente pero en un escenario distinto. Los relevistas enlazarían las etapas de un trayecto minuciosamente estudiado. En un prodigio de coordinación, los organizadores, despachando puntualmente con los comisarios de la carrera, informarían a la concurrencia, por megafonía y en tiempo real, del transcurso de ese otro periplo simbólico-atlético anunciando, por ejemplo, de la siguiente guisa y con enfática emoción: ¡Nos dicen que en este momento uno de los relevistas ha entregado su testigo con el artículo 3 punto 1 de la Constitución en la sede del PSOE, calle Ferraz, donde ha sido recibido con miradas hostiles…arrea!
Pero de este otro ítem del hipotético evento, entre lúdico y reivindicativo, nos ocuparemos en la próxima y última bitácora de la serie: Puerta del Sol, Km. 0
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