viernes, 28 de agosto de 2009

Cartas al director


Reproducimos íntegramente dos Cartas al director. Ambas abordan desde diferente perspectiva las delirantes consecuencias de la política monolingüe obligatoria aplicada indistintamente por nacionalistas y socialistas. Una fue publicada el 26 de julio por el diario El Mundo en su edición Cataluña, y la otra, enviada al mismo rotativo, permanece inédita.
La primera carta la firma Atsushi Fukazawa, llena de lógica y de sentido común. No hemos solicitado permiso al autor para incluirla en esta bitácora, pero confiamos en que no agarre un berrinche de aúpa ni nos pida royalties por mandato de la SGAE.
La segunda es cosa de Tolerancio que aprovecha la ocasión para dar, gratis total, un consejo al señor Durán Lleida tras leer una jugosa entrevista que el político catalanista, nacido en Huesca, concedió días atrás al citado medio en la sección que lleva por título En camisa de once varas.


1.-Atsushi Fukazawa

Sr. Director:

Imagínese que se traslada a mi país, Japón, con sus hijos en edad escolar. Y los escolariza con la ilusión de darles la oportunidad de aprender japonés. Pero se encuentra con que todos los colegios imparten clase en una lengua regional japonesa y que no encuentra ninguno con el japonés como lengua vehicular. Y que al preguntar por qué no hay centros donde se imparta la enseñanza en la lengua oficial y común del Estado, le digan que hay que proteger no sé qué y que es una especie de revancha contra no sé quién que hizo que hace más de 50 años esa lengua regional estuviera perseguida.

Pues bien, esto me ha ocurrido en Barcelona, donde actualmente no hay colegios en los que la lengua vehicular sea el castellano. Ni públicos, ni concertados, ni privados. En mi país todo el mundo entendería que usted no tuviera ningún interés en que sus hijos aprendieran una lengua regional, pero sí japonés. Y aquí, en España, no entienden que nosotros queramos aprender español y no catalán.


2.- Tolerancio

Sr.Director:

Leemos en la sección de su diario En camisa de once varas, domingo 16 de agosto, que el señor Durán Lleida se lamenta de la escasa receptividad de sus hijas a ciertas recomendaciones paternas. En concreto afirma el político nacionalista: “Cuando les insisto con el catalán mis hijas pasan de mí”.

Según las reglas de la tragedia clásica los hijos heredan la culpa de los padres. Es lo que algunos cosechan por su insistencia y su obsesión monomaníaca. A Durán le gustaría que las niñas hablaran más catalán. Un consejo: que pruebe lo que han promovido él y su partido, también otros, aprobando determinadas leyes: a multarlas… o retirarles la asignación semanal. Salvo que nuestro prohombre de la patria sea de esos que quieren para otros lo que no desean para sí… o para sus hijas.


viernes, 21 de agosto de 2009

Atentados (y atontados) de verano


Estas son las ideas-fuerza de la presente bitácora:

1.- Carod Rovira y ETA no consultan el mismo atlas.
2.- Basagoiti y la mierda con D.O.

Algunas de las observaciones de esta bitácora tienen su precedente en el asesinato del inspector de Policía Eduardo Puelles perpetrado por ETA a principios de verano. ETA adosó el explosivo bajo el coche del agente. Al arrancar, estalló el artefacto y Eduardo Puelles murió abrasado.

La prensa publicó… -recordamos la portada del diario El Mundo-… una foto del vehículo convertido en un amasijo de hierros, aparcado en una curva de una calle en las afueras de no sabemos dónde (Arrigorriaga, pero podría ser no sabemos dónde) en una vía pública arbolada, sin alumbrado siquiera y mucho menos videocámaras. Es decir, aparcado en despoblado… a mano de palanquistas y quinquis tipo El Vaquilla… o de etarras.
Incluso un terrorista principiante podría haber hurgado tranquilamente en los bajos del auto, consultando el manual del cursillo Ensambla tus propias bombas, bajado de internet, ataviado con grasiento mono de mecánico, transistor al lado sintonizando los éxitos del verano y echando un pitillo entre conexiones de cables.

-¿Qué? ¿Arreglando el buga? –Preguntó al etarra un vecino suéter al hombro, boina calada y manos a los bolsillos.

-Ya ve, montando un bombazo para darle matarile a un txakurra.

Al coche del inspector Puelles sólo le faltaba un letrero donde se leyera: Señores terroristas, manipulen el vehículo a sus anchas, llénenlo de bombas, sin cuidado alguno de ser descubiertos. Matanza fácil y asegurada.

¿Cómo es posible que el coche particular de uno de los más activos agentes de Policía en la lucha contra el terrorismo etarra estuviera aparcado en un lugar accesible a cualquiera, sin medidas de seguridad, dando tantas facilidades a los criminales de ETA y a su entramado de soplones?
Cuando suceden desgracias como ésta es cuando nos enteramos de que no hay partida presupuestaria para chalecos anti-bala, que no llegan los inhibidores de frecuencia o que las prácticas de tiro se hacen, no con munición reglamentaria, sino disparando los agentes granitos de arroz con el armazón de un bolígrafo BIC a modo de cerbatana, como en el cole cuando éramos unos galopines.

Luego llegan los lamentos, claro, y las frases, algunas descabelladas, que nos toca escuchar y transigir con ellas, no queda otra, en una situación trágica, de duelo y desconsuelo, como la pronunciada por el hermano de la víctima que dijo que el agente asesinado era un auténtico gudari.
Comoquiera que los etarras reclaman para sí esa misma condición, que alguna connotación poética habrá de tener para ser invocada por tantos peticionarios… -aunque no sabemos cual, sobre todo si andamos avisados del glorioso papel jugado por los batallones de aguerridos gudaris en Santoña, rindiéndose a los italianos sin disparar un tiro-… hacemos ver, por respeto a la familia, aturdida por el brutal atentado, que no hemos oído nada.
Sucede que el hermano de la víctima es agente de la Ertzaintza… ese cuerpo policial, gudaris también, que en años no ha detenido un solo etarra, ni un pro-etarra aficionado en las cargas de los antidisturbios… (como los mozos de escuadra con los okupas, pizca más o menos)… porque estaba entregado en cuerpo y alma a detener a esos indeseables de la resistencia no nacionalista empecinados en impactar con sus cataplines contra las rodillas flexionadas de los militantes del PNV… ¿Recuerdan?

Unas semanas después los etarras atentaron contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Burgos. Liaron un buen estropicio pero no hubo que lamentar víctimas. Cuando Tolerancio vio las imágenes del bombazo en la tele, lo primero que pensó es que los etarras habían disparado un misil tierra-aire contra un rascacielos en Benidorm. El edificio quedó en plan Beirut años 70.
Era imposible fallar a causa de las colosales dimensiones del blanco, es decir, del rascacielos donde viven familias y agentes del instituto armado. Incluso Tolerancio, que solo ha disparado balines con una carabina de aire comprimido en alguna caseta de feria y que tiene una puntería calamitosa, como para no acertarle a una vieja atada a una ventana, habría impactado el proyectil, disparado con bazooka y sin mira telescópica, tirando a bulto y desde una distancia de varios kilómetros.

A la casa cuartel de Burgos nada más le faltaba una diana en la fachada para ajustar el tiro. Cierto que los terroristas atentaron con un coche-bomba pero para el caso es lo mismo. No se entiende que, estando la Guardia Civil en el punto de mira de ETA, los agentes vivan hacinados con sus familias en un edificio de siete u ocho plantas con hechuras de colmena humana de barriada periférica de una gran ciudad. Lo difícil es fallar. La suerte quiso que esa gentuza no provocara una auténtica escabechina. Rompetechos, de ser etarra, habría dado en el blanco.

A finales de julio ETA asesinó a dos guardias civiles en Palma de Mallorca por el procedimiento de la bomba-lapa. Cómo no, el vehículo seleccionado estaba en la puta calle por ausencia de un aparcamiento debidamente custodiado. La chapuza de siempre, con la guardia baja. Cómo si ETA no llevara a sus espaldas centenares de víctimas y no supiéramos aún cómo se manejan esas alimañas.

El atentado sorprende porque es la primera vez que ETA mata en Baleares. Consternación en la isla y, cómo no, temor por las posibles repercusiones en la campaña turística.
Y cierta sorpresa que se lleva Tolerancio, pues nadie ignora que Carod Rovira, en nombre del gobierno regional, y con conocimiento y permiso expresos de ZP, alcanzó con los terroristas en Perpiñán una entente cordiale para que la banda criminal no atentara en Cataluña. Por esa razón no entiende que el dirigente republicano, a la sazón presidente en funciones, no pasara a sus contertulios encapuchados un mapa de los llamados països catalans que incluyen el archipiélago balear, ses illes, en su integridad. Véanse, entre otros, los mapas del tiempo de TV3.
La conclusión se impone al punto: ETA y Carod Rovira, a pesar de sus buenas relaciones, no consultan el mismo atlas.

Pero eso no es todo. A los atentados siguen las declaraciones, a veces arrebatadas, pero estúpidas. Para muestra las de Basagoiti, líder del PP vasco. En efecto, el dirigente popular, aliado en la hora presente de López, el lendapachi, ése que meses atrás se reunía con Otegui para mirarle a la cara… y decirle lo guapo que era… da un puñetazo en la mesa y afirma que los etarras son una mierda y que no son vascos.

Pero no es cierto. Los etarras son vascos como él, aunque no le guste. Ni nos guste. Cierto que en ocasiones reclutan informadores o pistoleros de otras regiones (algunos catalanes, además de amigos como Xirinachs y Joel Joan, han integrado sus comandos). Sólo faltaría que Basagoiti le pasara la patata caliente y la vergüenza a otros. ¿O es que los terroristas de ETA son de Logroño? ¿De Noruega o de Singapur?
Los etarras son vascos, claro es. Producto de la tierra. El fruto genuino, y podrido, de la intoxicación nacionalista. Aún más: los etarras son españoles, salvo alguno francés. Españoles renegados y que odian España, pero españoles al cabo. ¿Qué son una mierda? Sí, desde luego. Una mierda pestilente… nuestra mierda. Mierda vasca y española. Mierda con denominación de origen. ¿O es que las Vascongadas en particular o España en su conjunto no producen mierda?... Por toneladas. Los etarras son uno de esos paradigmas fecales.

Berta y Rodolfo, dos españoles de a pie, declaran días atrás al diario El Mundo en su edición de Baleares: ETA no modificará nuestros planes…se trata de una crónica periodística que pretende sondear el impacto del atentado en las reservas hoteleras.
La pareja sacó billete aéreo para volar a las islas y pasar unos días de vacaciones. Pero a raíz del bombazo etarra decidieron posponer la visita, perdiendo los casi 300 € del vuelo contratado. Añadieron… pero iremos a Mallorca en otra ocasión.
Berta y Rodolfo están en su perfecto derecho de cancelar la visita a resultas del atentado, pero no es necesario que nos mientan o tomen por idiotas pues es evidente que ETA sí ha cambiado sus planes.

Así está el país y el paisanaje. La idiotez y la incongruencia encuentran asiento a cada paso. Amplia y variada es la casuística excrementicia, con mierdas y mierdecillas de diferentes texturas y consistencias.







sábado, 15 de agosto de 2009

De profesión: dinamizador lingüístico


Hemos sabido por la prensa que el gobierno del sonderkommando Montilla pone a disposición de los nuevos jueces y fiscales destinados en Cataluña un batallón de… dinamizadores lingüísticos. La expresión es original, tan original que no sabemos en qué consiste exactamente la tarea de tales dinamizadores, aunque podemos imaginarlo.
Puede que en los pasillos y despachos de la recién inaugurada Ciudad Judicial reine el silencio por la gravedad de los asuntos allí tratados o por la discreción exigible a los funcionarios en la gestión de sus diligencias.

La Justicia es cosa muy solemne, pero a veces kafkiana a tenor de las noticias que nos llegan de atascos de causas, peores que los de tráfico, de la sinrazón de algunas sentencias o lo que quiera que sea que permite que un individuo como Santiago Pedraz sea acreditado especialista en tan arcano conocimiento y reciba por ello un salario mensual.
Lo dicho no quita que las humanas leyes inspiren respeto. A lo que se ve una suerte de autismo transitorio, de enmudecimiento colectivo, de 08h a 15h, se filtra por las paredes y embaldosado de la Ciudad Judicial y acaba por apoderarse de estancias, empleados y visitantes. De ahí que sea preciso, por aquello de humanizar la administración de Justicia, derramar bromas, charlas, conversaciones, para dinamizar esas palatinas dependencias con una alegre y chispeante pincelada festiva… y en esa sazón y punto entran en escena, disfrazados de Piolín o de Pato Donald, como figurantes de una ludoteca infantil, los dinamizadores lingüísticos del gobierno Montilla para romper el hielo, combatir ese sobrio, seriecísimo ambiente judicial, y animar el cotarro.

Pero mucho nos tenemos que los dinamizadores están para otra cosa. Que lo de dinamizar es un eufemismo que enmascara un desbocado afán por ejercer la inspección lingüística en ese ámbito de la administración, hasta la fecha el menos permeable a las presiones ejercidas por los sucesivos gobiernos nacionalistas (CiU en solitario, o indistintamente con respaldo de ERC primero o de PP, años más tarde, y los tripartitos I y II) e imponer también ahí el modelo monolingüe obligatorio. Y que sus togadas Señorías, antes o después, serán dinamizadas a la brava, una vez superada una fase inicial… (la calma que precede a la tormenta)… de acatamiento u observación voluntaria de la citada dinamización.

Cuando ese plazo cumpla, la dinamización será obligatoria, sin afeites ni ungüentos, y jueces y fiscales serán dinamizados sin vaselina, mirando a Pamplona. Y los que no pasen por el tubo habrán de optar a un nuevo destino, mediante concurso de traslados, allende los juzgados de nuestra región para desempeñar sus funciones. Habrán, pues, de ir a hacer puñetas a otra parte.
Pareceremos desconfiados pero a eso precisamente suena la dinamización de marras… a una relación dual, de pareja, que requiere un dinamizador activo y un dinamizado pasivo.

Se levanta la sesión.

martes, 11 de agosto de 2009

Crónicas berlinesas (II)

Desde Bahía de Alcudia

A Antonio Ramos

No sabe uno si se topará por las calles de Berlín con los personajes pintorescos, filósofos, menesterosos y hampones que retrató Döblin en su novela Alexanderplatz o la gente del común que se asoma a las crónicas periodísticas de Joseph Roth. Las prostitutas las encontrará el turista en la calle Oranienburger… -en la acera de la Nueva Sinagoga, siempre custodiada por agentes de policía-… perspectiva al copo de terrazas y bares de copas. Putas altas, rubias, bellísimas, top-models del folleteo tarifado. Chicas espectaculares, de las que paran el tráfico. Los turistas, intimidados por esos bellezones, cariátides de esquina, aceleran el paso y no se atreven a aguantarles la mirada.
Eso le pasó a Tolerancio, que se las miraba de soslayo y, timorato, se resistió a retratarse junto a una, a sugerencia de su locuaz señora, por no parecer Alfredo Landa al lado de una muñeca eslava escultural, de piernas quilométricas:

Sra. de Tolerancio.- Hazte una foto con esa chica para que la vean tus amigos o no te creerán…

Tolerancio.- No es posible que sean de verdad. Ni las de las revistas… son hologramas.

Los Trabant, el modelo que monopolizó el parque móvil de la antigua RDA, circulan por la avenida Unten der Linden y rodean la plaza de París ante la puerta de Brandenburgo para animar al turisteo a un safari automovilístico a bordo de esos cochecitos tan simpáticos que parecen de juguete y que recuerdan el entrañable 600 del desarrollismo español.
Se dan un garbeo por la Bebelplatz, donde los estudiantes nazis quemaron libros de autores depravados o judaizantes durante la Brandnacht… entre ellos los de Joseph Roth, el autor de La Marcha Radetzky y uno de los mejores cicerones literarios, a su pesar, de la ciudad de Berlín. Los nuestros, año 2009, tienen un programa literario en una televisión pública donde sumergen los libros malditos en un cubo, o barril, de agua. El presentador del espacio progre-inquisitorial es un tipo con cara de zampabollos y aires de pelársela mirando por la tele las cargas de los mozos de escuadra a las órdenes del ecotorturador Joan Saura.

Segunda Pascua. Campaña en Berlín de las elecciones europeas del 7-J. Los partidos cuelgan de las farolas sus reclamos y carteles. En la misma calle, como en un foro gráfico de la democracia, conviven sin estridencias las fotos de los distintos candidatos. Cada uno con su eslogan bajo el retrato.
No sabemos alemán pero uno percibe que no hay insultos, ni sectarismos desatados, ni estridencias. Ni un cartel electoral rasgado o pintarrajeado. Por la misma razón acaso que alcohólicos empedernidos y jóvenes alternativos con rastas, perros y malabares, no se meten con nadie, a nadie increpan, a nadie molestan. Echan sus tragos en un banco, en el parque, y se cuidan mucho de tirar al suelo la botella vacía para hacerla añicos.
Los okupas reciben sin distingos a los curiosos en el taller escultórico del Tacheless, en la acera frontera de las esculturales meretrices. Es una delicia. Le dejan a uno huronear entre las esculturas. Un artista, soplete en mano, perfila su obra. Hay asientos en un arenal. Media bañera es un sillón Luis XV y una criatura monstruosa, metálica, un bicho de estética Alien, el octavo pasajero hace de balancín en un parque infantil sobre un flexible muelle. No falta un bar para tomar una copa y escuchar música. Acuden familias enteras y no se ven pancartas de contenido político marginal o antisistema. Nuestros okupas pro-etarras de casa bien, hijos de concejales y de ministros, bostezarían allí de aburrimiento y mearían las birras por los rincones.

Aprovechamos para desmentir que Silvana Koch-Mehrin, cabeza de lista del FDP, los liberales, al parlamento de Estrasburgo, mantuviera un romance con Tolerancio. Tampoco es cierto que Tolerancio haya sido detenido por escándalo público por hacer fuentecitas en la vía pública delante de un cartel de la bellísima candidata, según el rumor propagado por lenguas viperinas, aunque es cierto que intentó descolgar uno de una farola, sin éxito, para cometer ese acto salaz e impúdico en la intimidad de la habitación del hotel.
De modo que, nada de detenciones. Además los polis son muy correctos, aunque grandes como armarios roperos. Sonríen a Tolerancio y señora en las inmediaciones de Postdammerplatz cuando ambos, al transitar la calle, se confunden con grupos de tamiles que organizan una manifestación reivindicativa contra el gobierno de Sri Lanka. Se libran del cacheo y un agente de dos metros, sonriente, con gesto afable, les invita a desviarse hacia otra calle. No les manda Joan Saura, eso es evidente, cuya libido, con gran acopio de babas, se dispara ante las cachiporras de los agentes antidisturbios.

Cerca de la Rathaus, la Casa Roja, ése es el color del edificio de ladrillos del ayuntamiento, pasean nuestros turistas por un parquecito y Tolerancio no puede evitar la tentación de hacerse una foto entre unas estatuas broncíneas de Marx y Engels. Son unos pensadores como gordezuelos, apegados a lo material, pero el conjunto no transmite sensación de pesadez, no así la doctrina debida a ambos que, además de latosa, plomiza, ocasionó en el siglo XX la muerte violenta de docenas de millones de personas en todo el mundo.
Son un Marx y un Engels casi entrañables que tienen un aire, ni utópico ni científico, a Botero. El mullido regazo de Marx recibe a Tolerancio para una foto ocurrente.

Caminan un poco más allá buscando un puente sobre el río Spree para pasar a la otra orilla y callejear el Nikolaiviertel en pos de un restaurante al gusto alemán y al pie de un árbol frondoso, en pleno centro de Berlín, a 10 metros de sus narices, ven, no es broma, un conejito.
En el micro-barrio de Nikolaiviertel, cuatro calles pintorescas, no abundan en Berlín, Tolerancio y señora cenan y luego toman una copa. Los camareros que les atienden son muy amables, poniendo en entredicho el tópico de la hostelería local huraña y distante. Han estado de vacaciones en España. Saben decir sangría, paella y unas cuantas cosas más.

La cena ha sido opípara. Tolerancio, expansivo, se frumela un par de gin tonics. Dando un pequeño paseo llegan ante una magnífica estatua de San Jorge lanceando al dragón en una plazoleta ribereña de las oscuras aguas del Spree. Uno, ante el santo vencedor de las tinieblas, se acuerda al punto de su Barcelona, de su Cataluña… y no puede dejar de pensar… qué sería del universo mundo sin nuestra embajadilla en Berlín… muy sencillo, que se detendría. La única forma de evitarlo es repetir como un mantra la inspirada frase de Kennedy: yo también soy berlinés.

PS.- Tolerancio ruega al sr. Atreides que señale, si le place, los errores que pueda contener esta bitácora: geográficos, toponímicos, ortográficos... en particular nos preocupa una más que posible transcripción errónea del famoso local okupa y artísitco que hemos citado, pues lo hacemos de memoria y la memoria falla como todo en esta vida. Gracias por su atención y cortesía.


miércoles, 5 de agosto de 2009

Crónicas berlinesas (I)



A Antonio Ramos por recomendar a Tolerancio una provechosa visita a Berlín

Foto de bitácora.- Tolerancio ante la embajadilla de Cataluña en Berlín. Con la mitad del presupuesto anual de esta legación de pacotilla se podría mantener un retén de bomberos perfectamente equipado en Horta de Sant Joan, pero el sonderkommando Montilla y los nacionalistas catalanes prefieren bomberos abrasados y viudas desconsoladas a renunciar a sus delirios diplomáticos.


Berlín es una ciudad desconcertante. Recibe hostil al visitante recién desempacado como un bulto en la inmensidad de Alexanderplatz… pero le va atrapando poco a poco.
Berlín multiplica por 10 la extensión de Barcelona. No es fácil orientarse sin un plano pues apenas hay referencias que destaquen en esa descomunal planicie, salvo en el centro, en Mitte, donde se yerguen la torre TV de la antigua RDA, un pirulí gigantesco, y el coloso del hotel Park Inn. Desde la torre de TV los transeúntes toman la escala de hormiguitas convirtiendo en entomólogos aficionados a quienes otean el horizonte desde el mirador con forma de ovni, de cápsula espacial.

Berlín, dicen, ha tomado el relevo a Barcelona como ciudad cosmopolita, abierta, Meca del diseño, de la arquitectura contemporánea, de la innovación urbanística y del ocio. No nos sorprende. En Berlín hay mucho que hacer más que mucho que ver, pues a pesar de sus atractivos no es una ciudad monumental. Cierto que entran en el menú visitas de interés: los jardines del Tiergarten, el castillo de la reina Carlota, en Charlottenburg, el museo de Pérgamo, que es una maravilla, o la galería de pintura contemporánea con lo mejor del expresionismo europeo.

Berlín fue arrasada durante la II Guerra Mundial… y para rematarla del todo fue la casilla del tablero donde se dirimió la Guerra Fría entre bloques. Lo que para el resto del mundo fue un choque entre grandes potencias y sus satélites sobre un mapamundi o en los noticieros de la tele, en Berlín esa contienda silenciosa se libró en sus calles, casi finca por finca. Ese proceso culminó con la construcción del tristemente célebre Muro de Berlín y con el puente aéreo aliado que salvó a miles de berlineses de sucumbir al aislamiento y la escasez provocados por el cerco de piedra erigido por las autoridades comunistas de la república títere de Alemania Oriental.

Hoy, 20 años después de su demolición, apenas quedan tramos del muro, aunque aún el turista puede retratarse ante diminutos fragmentos en las inmediaciones de la Postdammerplatz junto a figurantes disfrazados de polizontes que le sellarán un visado de pega a guisa de souvenir.
El muro físico ha generado separaciones familiares e incluso asesinatos… -más de 100 berlineses cayeron abatidos por disparos desde las torretas de vigilancia en su intento de burlar el sitio soviético y pasar a Occidente-… y ha creado unas inercias y condicionado la conducta de la gente.

Berlín se ha deshecho de su muro para los restos, a martillazos, excepto en esa residual dimensión de la explotación comercial para solaz turístico. En cambio, Barcelona, cabeza de Cataluña, alza el suyo. No ha sido éste fraguado con el cemento de la albañilería, sino con materiales más resistentes si cabe… con la argamasa de la estupidez.
Suena a fatalidad: para un no nacionalista catalán que aterriza en Berlín, al punto se establecen correspondencias fantasmagóricas que para otros visitantes pasan desapercibidas. Y de ese modo a uno le asalta la curiosa idea de que Berlín, para echar a volar, había de colgarle el muerto a otro, como en un contagio vírico. Como si Berlín, a resultas de un fatídico mecanismo compensatorio, se abriera al mundo al precio de que Barcelona, y con ella Cataluña, quedara un poco más cerrada, clausurada tras un invisible muro. Como si la idiotez, como la energía, ni se creara ni destruyera, tan solo transformara. Y ese muro que fue berlinés es ahora catalán.

En Charlottenstrasse 18, calle paralela a la Friedrichtrasse, una de las arterias comerciales por excelencia de Berlín, donde se conserva el chekpoint Charlie, punto fronterizo entre ambos berlines, con soviéticos y americanos mirándose las caras y apuntándose entre las cejas, Tolerancio se retrata junto a la discreta placa que anuncia al transeúnte la embajadilla abierta en la capital alemana por la Generalidad de Cataluña del sonderkommando Montilla. Bajo la placa de la embajadilla descubrimos otra del Consulado del Mar de la ciudad de Barcelona. Cierto que en Berlín no hay mar, pero el río Spree es navegable y da en el lago Wansee, donde los berlineses practican deportes náuticos y donde los jerarcas nazis decidieron la llamada solución final de la cuestión judía.

Nadie verá ningún muro por las calles de Barcelona. Pero lo hay, lo están levantando a marchas y multas forzadas… y es un muro peor que uno de piedra, porque es un muro que no se derriba ni con una división acorazada de bulldozers. Un muro que aísla, que encierra y separa. Un muro invisible, intangible, que transforma una ciudad de aires y pretensiones cosmopolitas en la capital de una región aldeana que, enfrentada a un mundo diverso, apuesta por la pequeñez, por una suerte de reductora autarquía espiritual y que se encierra y repliega sobre sí misma como un rollizo caracol en su concha en espiral.
El muro que tiende Barcelona se llama esencialismo, tribalismo, inmersión monolingüe obligatoria. Y ahorma a sus gentes a la comodidad y a la seguridad lanares de las referencias afectivas e identitarias que el nacionalismo promueve. Con el tiempo no hay muro ni más denso ni compacto que ése. Sóc un tap de bassa, lleig i un ruc, però sóc català de soca-rel (Soy bajito, feo y burro pero soy catalán de pura cepa). No hay muro más indestructible que ése.