Estas son las ideas-fuerza de la presente bitácora:
1.- Carod Rovira y ETA no consultan el mismo atlas.
2.- Basagoiti y la mierda con D.O.
Algunas de las observaciones de esta bitácora tienen su precedente en el asesinato del inspector de Policía Eduardo Puelles perpetrado por ETA a principios de verano. ETA adosó el explosivo bajo el coche del agente. Al arrancar, estalló el artefacto y Eduardo Puelles murió abrasado.
La prensa publicó… -recordamos la portada del diario El Mundo-… una foto del vehículo convertido en un amasijo de hierros, aparcado en una curva de una calle en las afueras de no sabemos dónde (Arrigorriaga, pero podría ser no sabemos dónde) en una vía pública arbolada, sin alumbrado siquiera y mucho menos videocámaras. Es decir, aparcado en despoblado… a mano de palanquistas y quinquis tipo El Vaquilla… o de etarras.
Incluso un terrorista principiante podría haber hurgado tranquilamente en los bajos del auto, consultando el manual del cursillo Ensambla tus propias bombas, bajado de internet, ataviado con grasiento mono de mecánico, transistor al lado sintonizando los éxitos del verano y echando un pitillo entre conexiones de cables.
-¿Qué? ¿Arreglando el buga? –Preguntó al etarra un vecino suéter al hombro, boina calada y manos a los bolsillos.
-Ya ve, montando un bombazo para darle matarile a un txakurra.
Al coche del inspector Puelles sólo le faltaba un letrero donde se leyera: Señores terroristas, manipulen el vehículo a sus anchas, llénenlo de bombas, sin cuidado alguno de ser descubiertos. Matanza fácil y asegurada.
¿Cómo es posible que el coche particular de uno de los más activos agentes de Policía en la lucha contra el terrorismo etarra estuviera aparcado en un lugar accesible a cualquiera, sin medidas de seguridad, dando tantas facilidades a los criminales de ETA y a su entramado de soplones?
Cuando suceden desgracias como ésta es cuando nos enteramos de que no hay partida presupuestaria para chalecos anti-bala, que no llegan los inhibidores de frecuencia o que las prácticas de tiro se hacen, no con munición reglamentaria, sino disparando los agentes granitos de arroz con el armazón de un bolígrafo BIC a modo de cerbatana, como en el cole cuando éramos unos galopines.
Luego llegan los lamentos, claro, y las frases, algunas descabelladas, que nos toca escuchar y transigir con ellas, no queda otra, en una situación trágica, de duelo y desconsuelo, como la pronunciada por el hermano de la víctima que dijo que el agente asesinado era un auténtico gudari.
Comoquiera que los etarras reclaman para sí esa misma condición, que alguna connotación poética habrá de tener para ser invocada por tantos peticionarios… -aunque no sabemos cual, sobre todo si andamos avisados del glorioso papel jugado por los batallones de aguerridos gudaris en Santoña, rindiéndose a los italianos sin disparar un tiro-… hacemos ver, por respeto a la familia, aturdida por el brutal atentado, que no hemos oído nada.
Sucede que el hermano de la víctima es agente de la Ertzaintza… ese cuerpo policial, gudaris también, que en años no ha detenido un solo etarra, ni un pro-etarra aficionado en las cargas de los antidisturbios… (como los mozos de escuadra con los okupas, pizca más o menos)… porque estaba entregado en cuerpo y alma a detener a esos indeseables de la resistencia no nacionalista empecinados en impactar con sus cataplines contra las rodillas flexionadas de los militantes del PNV… ¿Recuerdan?
Unas semanas después los etarras atentaron contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Burgos. Liaron un buen estropicio pero no hubo que lamentar víctimas. Cuando Tolerancio vio las imágenes del bombazo en la tele, lo primero que pensó es que los etarras habían disparado un misil tierra-aire contra un rascacielos en Benidorm. El edificio quedó en plan Beirut años 70.
Era imposible fallar a causa de las colosales dimensiones del blanco, es decir, del rascacielos donde viven familias y agentes del instituto armado. Incluso Tolerancio, que solo ha disparado balines con una carabina de aire comprimido en alguna caseta de feria y que tiene una puntería calamitosa, como para no acertarle a una vieja atada a una ventana, habría impactado el proyectil, disparado con bazooka y sin mira telescópica, tirando a bulto y desde una distancia de varios kilómetros.
A la casa cuartel de Burgos nada más le faltaba una diana en la fachada para ajustar el tiro. Cierto que los terroristas atentaron con un coche-bomba pero para el caso es lo mismo. No se entiende que, estando la Guardia Civil en el punto de mira de ETA, los agentes vivan hacinados con sus familias en un edificio de siete u ocho plantas con hechuras de colmena humana de barriada periférica de una gran ciudad. Lo difícil es fallar. La suerte quiso que esa gentuza no provocara una auténtica escabechina. Rompetechos, de ser etarra, habría dado en el blanco.
A finales de julio ETA asesinó a dos guardias civiles en Palma de Mallorca por el procedimiento de la bomba-lapa. Cómo no, el vehículo seleccionado estaba en la puta calle por ausencia de un aparcamiento debidamente custodiado. La chapuza de siempre, con la guardia baja. Cómo si ETA no llevara a sus espaldas centenares de víctimas y no supiéramos aún cómo se manejan esas alimañas.
El atentado sorprende porque es la primera vez que ETA mata en Baleares. Consternación en la isla y, cómo no, temor por las posibles repercusiones en la campaña turística.
Y cierta sorpresa que se lleva Tolerancio, pues nadie ignora que Carod Rovira, en nombre del gobierno regional, y con conocimiento y permiso expresos de ZP, alcanzó con los terroristas en Perpiñán una entente cordiale para que la banda criminal no atentara en Cataluña. Por esa razón no entiende que el dirigente republicano, a la sazón presidente en funciones, no pasara a sus contertulios encapuchados un mapa de los llamados països catalans que incluyen el archipiélago balear, ses illes, en su integridad. Véanse, entre otros, los mapas del tiempo de TV3.
La conclusión se impone al punto: ETA y Carod Rovira, a pesar de sus buenas relaciones, no consultan el mismo atlas.
Pero eso no es todo. A los atentados siguen las declaraciones, a veces arrebatadas, pero estúpidas. Para muestra las de Basagoiti, líder del PP vasco. En efecto, el dirigente popular, aliado en la hora presente de López, el lendapachi, ése que meses atrás se reunía con Otegui para mirarle a la cara… y decirle lo guapo que era… da un puñetazo en la mesa y afirma que los etarras son una mierda y que no son vascos.
Pero no es cierto. Los etarras son vascos como él, aunque no le guste. Ni nos guste. Cierto que en ocasiones reclutan informadores o pistoleros de otras regiones (algunos catalanes, además de amigos como Xirinachs y Joel Joan, han integrado sus comandos). Sólo faltaría que Basagoiti le pasara la patata caliente y la vergüenza a otros. ¿O es que los terroristas de ETA son de Logroño? ¿De Noruega o de Singapur?
Los etarras son vascos, claro es. Producto de la tierra. El fruto genuino, y podrido, de la intoxicación nacionalista. Aún más: los etarras son españoles, salvo alguno francés. Españoles renegados y que odian España, pero españoles al cabo. ¿Qué son una mierda? Sí, desde luego. Una mierda pestilente… nuestra mierda. Mierda vasca y española. Mierda con denominación de origen. ¿O es que las Vascongadas en particular o España en su conjunto no producen mierda?... Por toneladas. Los etarras son uno de esos paradigmas fecales.
Berta y Rodolfo, dos españoles de a pie, declaran días atrás al diario El Mundo en su edición de Baleares: ETA no modificará nuestros planes…se trata de una crónica periodística que pretende sondear el impacto del atentado en las reservas hoteleras.
La pareja sacó billete aéreo para volar a las islas y pasar unos días de vacaciones. Pero a raíz del bombazo etarra decidieron posponer la visita, perdiendo los casi 300 € del vuelo contratado. Añadieron… pero iremos a Mallorca en otra ocasión.
Berta y Rodolfo están en su perfecto derecho de cancelar la visita a resultas del atentado, pero no es necesario que nos mientan o tomen por idiotas pues es evidente que ETA sí ha cambiado sus planes.
Así está el país y el paisanaje. La idiotez y la incongruencia encuentran asiento a cada paso. Amplia y variada es la casuística excrementicia, con mierdas y mierdecillas de diferentes texturas y consistencias.
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