martes, 3 de junio de 2008

Bañeras de alquiler


Esta bitácora recoge algunos puntos del Proyecto de Ley de Vivienda Protegida, en preparación, auspiciado por el ecotrasvasador Baltasar, consejero del gobierno regional tripartito, ese lince de la gestión política que tantas satisfacciones nos ha proporcionado con motivo del trasvase encubierto del Ebro, o según el eufemismo felizmente acuñado, aportación puntual de agua de cuencas excedentarias. Pero lo cierto es que algunos de esos datos sorprendentes contenidos en el citado Proyecto le brindan a Tolerancio la oportunidad de recuperar una noticia del fait divers que le chocó poderosamente el verano pasado y que por causa de la delirante sucesión de hechos y melonadas varias que sacuden el país de uno a otro confín no tuvo ocasión de comentar como habría sido su deseo.

Aunque algunos sueñan con la Gran Cataluña que a partir de ahora incluirá, además del Reino de Valencia, Mallorca, Alguer y Conflent, las embajadas abiertas por Carod y Montilla, a causa del principio diplomático de la extraterritorialidad, en Berlín y Londres, ésta última sita en la calle Fleet, escenario de las degollinas de Swenney Todd, el barbero asesino interpretado por Johnny Deep en la última película de Tim Burton… lo cierto es que el nuestro es un país chiquitujo, que usted puede ver y visitar a escala en Cataluña en miniatura, en el término municipal de Torrellas de Llobregat y, de paso, por aprovechar el viaje, darse un atracón de cerezas, que es el fruto emblemático de la citada localidad. Y por esa razón, por esa magnitud tirando a liliputiense, y por la optimización del suelo disponible, la nueva ley de Vivienda Protegida que elabora el gabinete del ministrín Baltasar, contempla soluciones habitacionales pequeñitas, muy pequeñitas… petites, boniques, alireta, aliró…

Si los 30 metros cuadrados de las ex ministro/as de Vivienda, Trujillo, despacho zen de 240 metros cuadrados, y Chacón… (ahora de Defensa, CETME o biberón en mano, y que debe apresurarse a mejorar el blindaje, pero no del río Ebro ni del Jané con tracción en las 4 ruedas de su retoño, sino de los carros destacados en el Líbano que las minas revientan y desfolian como si fueran latas de sardinas)… parecían ya pisos de bolsillo, mini-pisos, el gobierno regional tripartito sube la apuesta, o la baja, pues reduce el espacio al considerar que esas dimensiones son excesivas, un lujo, un alarde de ostentación palatina, y que con viviendas de 15 a 25 metros cuadrados va que chuta. Se trata, a lo que se ve, de recuperar aquella consigna publicitaria, legado de la era jipi, que hizo fortuna décadas atrás: small is beautiful.

Según la prensa gratuita del viernes 30 de mayo, la noticia filtrada por el entorno Baltasar aumenta esa disponibilidad espacial por persona de 15 a 20 metros cuadrados, el mínimo vital imprescindible, de tal suerte que para una pareja sin hijos (chico-chica, chico-chico, chica-chica, o chico/a-primate si prospera la iniciativa presentada en Estrasburgo para conferir estatus jurídico de persona a un chimpancé llamado Hiasl, y no es broma, ver el diario El Mundo, 30/05/08) no habrá certificado de habitabilidad si el pisito no cuenta con un mínimo de 40 metros cuadrados, eso sí, reservando de ellos 3’7, ni un centímetro cuadrado menos, al apilamiento o almacenaje de trastos y utensilios. Asimismo el dormitorio habrá de tener 10 metros cuadrados o más, pero ni una pulgada menos. Como el techo de la cocina que no podrá estar a menos de 2’2 metros del suelo. Y así suma y sigue.
El reglamento en cuanto a volúmenes, pesos y medidas es tan prolijo y detallista que no sorprendería que en alguno de sus apartados colaran de rondón precisas instrucciones a la ciudadanía para instarnos a vestir de una manera o color determinados para salir a cenar con los amigos o para reciclar obligatoriamente en el cubo de residuos orgánicos las mucosidades que algunos se entretienen cochinamente en redondear con los dedos. El imperio de la ley llegará a todas partes, incluso al retrete, economizando necesariamente en papel higiénico bajo pena de multa en caso de consumo abusivo e irresponsable, habida cuenta del riesgo cierto de deforestación que amenaza al planeta en su conjunto.

Mientras se estrujan las meninges por determinar en qué condiciones debemos vivir y en precisar el lebensraum, el espacio vital íntimo de todos y cada uno de los mortales avecindados en Cataluña, el verano pasado fue noticia que en Barcelona… -esa ciudad que fue vanguardia y ahora se empecina en pasar a la retaguardia mirándose el ombligo todo el santo día, según afirma Viviana Narotzky en un ensayo sobre la Barcelona del diseño reseñado en el diario El Mundo, 30/05/08-… se alquilaban bañeras y balcones para dormir, soluciones estacionales y la mar de refrescantes para combatir las elevadas temperaturas de la canícula estival. Pero por alquilar y a cuenta del bolsillo de todos, también le alquilan un palacete de aúpa, si no recordamos mal en el Pasaje Permanyer, (¿O es Méndez Vigo?), a la Plataforma Pro-Seleccions Catalanes, mangoneada por gente afín a ERC.

El truco consistirá, suponemos, en compartir determinados espacios domésticos, como el baño o la cocina. Nos imaginamos esas viviendas de Protección con salas de uso comunitario, debiendo consensuar inquilinos o propietarios, según el régimen de uso en que se oferten las mastodónticas viviendas, quién y qué días riega la planta o pasea la mascota, pues solo habrá sitio para una planta y una mascota para toda la finca. Posiblemente habrá que compartir la cama también, pero tratándose de asunto tan personal dejaremos a las afinidades electivas la solución a ese importante capítulo de la convivencia.

El alquiler de bañeras y balcones se suma a la carestía de la vivienda, ahora al pinchazo de la burbuja inmobiliaria, al desbarajuste de los pisos-patera y al consonante hacinamiento de personas en condiciones insalubres, a la modalidad de camas calientes, no porque en ellas se escenifiquen tórridos revolcones, que también, sino porque son la copia del régimen de disfrute de los camastros por la marinería de una tripulación submarina, donde por efecto de las guardias y de la turnabilidad unos ceden la piltra a otros… o a la proliferación de apartamentos turísticos sin licencia, retraídos del mercado de vivienda en alquiler, para acoger a los visitantes de esta ciudad nuestra tan cosmopolita, en su epidermis, pero cada vez, como hemos dicho, más provinciana y palurda.
La ocurrente fórmula de la cama caliente asigna 8 horas por realquilado bajo el mismo techo. Cuando uno concluye su turno le sustituye otro, procurando todos los afectados compaginar sus horarios de trabajo, siempre que lo tengan, en un prodigio malabarístico de conciliación de vida familiar o de inquilinato compartido y vida laboral, posiblemente en precario o sin contrato dado de alta. Una bicoca. Claro que a grandes males, grandes remedios.

Pero nada eso importa. Incluso 15 metros cuadrados son muchos cuando uno ha tenido el privilegio, al alcance de muy pocos de los más de seis mil millones de seres humanos que habitan el planeta, de nacer y vivir en un país elegido, de pertenecer a una nación como Cataluña. Y qué si uno es feo e idiota o más pobre que las ratas… si es catalán. O que se gasten nuestro dinero en informes sobre el cultivo de la chufa, los ritos de apareamiento del escarabajo pelotero o la promoción internacional de la selección de bolos. O que suba el paro, nos multen por regar la maceta del geranio, se caiga el tendido eléctrico o los trenes de la red de Cercanías lleguen con retraso y pasen fetos de 33 semanas de gestación por la trituradora industrial de menudillos en siniestras clínicas abortistas. Todo eso son minucias, bagatelas, anécdotas irrelevantes, naderías que en absoluto empañan el honor de pertenecer a ese linaje nacional tan distinguido y especialísimo de la estirpe humana. Porque a Tolerancio, como a todo buen catalán, cuando oye las notas de nuestro himno y ve nuestra bandera sagrada ondeando al viento se le eriza el vello, incluidos los pelillos del culo, se le llenan los ojos de lágrimas y se le pone la pichulina dura como una piedra.

La Gran Cataluña, es decir, el Principado, Mallorca y Valencia, ocupa 60.521 kilómetos cuadrados. Si a esa extensión sumamos algunas zonas del Rosellón, la Franja y el Alguer, sin olvidar los 100 metros cuadrados de las embajadas de Berlín y Londres, tenemos casi unos 70.000 de paraíso en la Tierra, lo que vale por un 0’045% de la superficie planetaria. Y 15 metros cuadrados pueden ser suyos. Y esa satisfacción no hay dinero que la pague.

1 comentario:

Reinhard dijo...

Apreciado Tolerancio:
Este des-gobierno es una mina para su ingenio y quevedesca prosa. Sin ánimo de ser freudiano, que no lo soy, diría que aquí subyace, o asoma, no sé, una cierta traición del subconsciente en la persona, egregia, cómo no, de nuestro President, en Pep Montilla, pues es de público dominio que el cordobés residía, en sus años mozos, en la antigua y extinta Ciudad Satélite de Cornellá, hoy día Sant Ildefons, antepenúltima parada de la Línea 5 del suburbano. Moraba el Honorable,en sus años mozos y solteros, en un humilde pisito de pocos metros con toda su familia, lo que nos lleva, en sencillo y aritmético cálculo, a la conclusión de que en Pep se apañaba y satisfacía sus más elementales necesidades de vivienda en tres o cuatro metros cuadrados, contando elementos comunes. Si es que al final tiene uno, guste o no, que acudir al sabio refranero español y exclamar aquello de "piensa el ladrón....".
Saludos y Dios guarde a usted muchos años en el mayor número posible de metros cuadrados.