El tren Valencia era el apodo de un jugador de fútbol colombiano que fichó años atrás por el Atlético de Madrid, en vida del difunto Gil y Gil, con quien se las vio tiesas, y que no tuvo ocasión de exhibir su pericia balompédica. Pero no es ésta una bitácora de temática deportiva, sino lingüística y ferroviaria.
Hemos sabido que el gobierno regional de Valencia, del PP, exige a los maquinistas de su red ferroviaria local que acrediten conocimientos suficientes de valenciano. Es fundamental que digan txucu-txucu y no chucu-chucu si una infausta avería les estropea la bocina. Tras la difusión de la noticia ha saltado a la palestra el sindicato UGT denunciado muy cabalmente esa disposición rayana en la supina imbecilidad y perfectamente acorde con los tiempos que corren de discriminación lingüística en otras regiones de la nación de naciones y de vulneración del irrenunciable principio, en teoría, a la igualdad de todos los ciudadanos españoles consagrado en la Constitución vigente… y a menudo conculcado por los sucesivos gobiernos con el beneplácito del Tribunal Constitucional, órgano creado con la deplorable misión de velar por la voladura legal controlada de la Constitución misma, aunque eso es harina de otro costal.
Pero no hay que hacerse ilusiones. No se trata de que en el seno de UGT reine el sentido común, sino de que el gobierno que gestiona esos ferrocarriles es de un determinado color político, blanco perfecto para el reproche, la crítica y la censura sindical, pues en Cataluña, sin ir más lejos, el filtro lingüístico para la promoción profesional de los trabajadores es aún más agobiante y la cúpula de la UGT aborigen -a las órdenes del sonderkommando Josep Maria Álvarez, réplica de Montilla, un tipo con cara de zampabollos que ha sido condecorado con la cruz de Sant Jordi por su leal ayudantía de cámara-, ante esos mismos abusos, calla o participa decididamente en su aplicación, convertido en una dócil correa de transmisión nacionalista entre los trabajadores por convicción o por amor a las subvenciones.
Con todo, lo peor no es la reacción de UGT, más falsa que un duro sevillano, supeditada a la oportunidad de un premeditado ataque por razón de militancia política, sino la disposición del gobierno regional valenciano, loco por, como dicen ahora, confundirse con el paisaje, copiando los modelos localistas de inmersión y discriminación lingüísticas iniciados tiempo ha en Cataluña.
Ya va siendo hora de que algunos se enteren de la que nos espera con un PP sensible a la hipnosis nacionalista y dispuesto a encarrilar su convoy electoral hacia la estación sin retorno de la atomización regionalista y feudalizante de la deconstrucción, no culinaria, sino nacional, con su pareja asimetría de derechos entre ciudadanos españoles por razón de nacimiento o residencia. Un PP que pretende copiar la fórmula ZP para, llegado el caso, firmar acuerdos y pactos de gobierno con los nacionalistas periféricos, poniendo su honra en holganza y dando un sonrojante golpe de timón para hacerse perdonar esos pecados suyos que le valieron, por otra parte, el respaldo de más de 10 millones de votantes. El PP ilustra mejor que nadie que la superación es siempre posible en todas las facetas de la estirpe humana: la bondad, la maldad, la resistencia física, la inteligencia… pero también la estupidez.
Josep Maria Álvarez, sondekommando amontillado del nacionalismo al frente de la UGT regional dijo en una tertulia radiofónica que no convocaría paros por el caos de Cercanías de RENFE para no perjudicar al PSOE ante la proximidad, entonces, de las pasadas elecciones generales. Antepuso la obediencia debida al partido nodriza y al régimen catalanista a los intereses de los trabajadores de la compañía ferroviaria, vituperados a diario por los usuarios afectados, y de los empleados en general que para acudir a su puesto de trabajo tenían que participar en una suerte de gimcana diaria, sorteando todo tipo de obstáculos, y levantándose de la piltra antes de que pusieran las calles para no acusar en sus nóminas la merma proporcional en concepto de tardanza.
A un tipo así es comprensible que le concedan medallas por los servicios prestados y por su pericia en las subalternas artes de la mamporrería, pero no sería descabellado que un Colegio o sanedrín de Sindicalistas, a la manera del Colegio de Médicos o de Abogados, si lo hubiera y fuera independiente, figúrense, le abriera expediente e impusiera sanción disciplinaria por supeditar lacayunamente la defensa de los intereses de los trabajadores a las expectativas electorales de su partido, el PSC.
Entretanto los trenes siguen dando que hablar. Tampoco escapan a la chapuza los Ferrocarriles de la Generalitat, antes llamados Catalanes, prodigio que eran de gestión, nos dicen… lo que no tiene tanta miga pues se trata de una red más chiquitita, como la de un Ibertren de juguete. Así que ya nos podemos mentalizar del calvario ferroviario que nos aguarda cuando la red de Cercanías de RENFE sea transferida a las autonomías y la gestionen expertos de la talla de un Francesc Baltasar, por ejemplo, el de las aportaciones puntuales de agua a cuento del trasvase encubierto, que sí, que no, que caiga un chaparrón, del río Ebro.
Encabeza Tolerancio esta bitácora con una foto de Severo, su mascota, conduciendo un trenecito para peques y adultos por los jardines vieneses de Schönbrunn, donde hizo amistad el muy pillo con unas ardillitas. No tuvo que acreditar conocimientos lingüísticos de ningún tipo, pues Severo, en casa Seve, que es un lobo ibérico -en realidad es un hasky, pero él cree que es un lobezno, solo que nada le hemos dicho aún- no sabe aullar en alemán. Bastó con que demostrara su pericia a los mandos del convoy. Tan fenomenalmente lo hizo que le permitieron, unos días más tarde, conducir el Liliputbahn, otro trenecito la mar de rechulo, con sus estaciones y todo, que recorre buena parte del Prater vienés. Chucu-chucu, chucu-chucu… perdón… xucu-xucu, xucu-xucu… piiiipppp…
5 comentarios:
Ay, amigo Tolerancio, y que estas cosas pasen en Valencia, con el PP des-gobernando. En fin, peores tiempos vendrán y veremos, oh cielos, como el PP pactará con quien sea con tal de conseguir el poder, pues no en vano Mariano, eterno perdedor, es como la fea en el baile, sentada y triste y abandonada, que saltará jubilosa cuando algún galán, o gañán, la saque a bailar. Y estos hacían gala de los principios....Principio yo a pensar que esto no ha hecho más que empezar.Saludos.
Hoy genial.
He entrado en el currillo cantando y me voy muerta de risa, gracias a la pericia de tu buen humor para escribir.
Saludos.
Por cierto, en la comunicación es necesaria la risa ... reirse de uno mismo pero no de los demás.
Reírse CON los demás, es decir, ver la realidad con un punto de buen humor e ironía, como hace nuestro amigo Tolerancio.
En un Congreso Luis Rojas Marcos dijo: "hay personas de naturaleza cenizo, para los que todo es negro o triste o malo" y yo estoy de acuerdo con él, y me alegra leer a Tolerancio porque estoy segura que no es del tipo al que aludía el eminente doctor.
Saludos
Evidentemente yo con Don Tolerancio me río y disfruto de su gran sentido del humor ... Lo que me extraña es que las sonrisas no se apliquen en todos los ámbitos ... incluido el de la comunicación.
Mejor con sonrisas sanas sin arribismo alguno y menos desplantes, malos modos, soberbias, prepotencias y algo más ... ¡mejor nos iría!
Publicar un comentario