Aunque soplan nuevos aires en Cuba… -o eso dicen, cuidado no se constipen-… una práctica de alto riesgo para procurarse la subsistencia en la isla caribeña, uno de los pocos paraísos socialistas de los trabajadores que quedan en el planeta, y casi tan peligrosa como la disidencia política, es dedicarse al buceo, pero no al submarinismo deportivo, rodeado de peces-manta, barracudas, rayas y tiburones, sino a buscar algo de provecho entre los desperdicios, pues a los basurillas en Cuba les llaman buceadores.
Hemos sabido por una noticia del diario gratuito Qué!, 12 o 13 de junio, no recordamos con exactitud, que las autoridades isleñas han promovido una batida en la isla y han detenido a más de 500 indigentes dedicados a esos escrutadores menesteres, es decir, al buceo.
Ya sabemos por qué Llamazares, Javier Bardem o Fernando Trueba cuando se dejan caer por La Habana para presentar sus respetos a la nomenclatura cubana y lamer ancilarmente pinrreles y traseros… -mientras los interfectos se fuman un puro habano o se regalan el paladar con ron añejo y la vista en Tropicana con las sensuales evoluciones de las despampanantes bailarinas, mulatonas y sandungueras, en las cárceles castristas aplican electrodos en el pene a los presos políticos que aúllan de dolor de un modo espeluznante-… manifiestan no ver ni rastro de necesidad o penuria en las calles gracias al reparto equitativo de la riqueza, o mejor, de la pobreza, conseguido por el régimen a pesar del pérfido bloqueo comercial de Occidente.
No ven ni un indigente porque los detienen a todos, no sea que los turistas, entre mojito y daiquiri -400 mojitos se soplaron los componentes de una delegación literaria comisionada por la Xunta de Galicia-, chapuzón en Varadero y revolcón con un/a jinetero/a, se lleven una mala impresión de la isla.
La breve noticia del diario reseñado no tiene desperdicio. Es para vomitar. Sin duda Granma ha guisado el texto a su gusto y el idiota del redactor, y nos quedamos cortos, aquí no ha corregido ni una coma. Hablamos de memoria, pero basta con dirigirse a la hemeroteca. Han detenido a unos 500 buceadores, de ésos a unas docenas los han presentado al vecindario, tal cual, deduciendo uno que los han subido a un estrado en el patio de vecinos o en una plaza pública, como a los supuestos burgueses retrógrados durante la Revolución Cultural promovida por Mao y la Joven Guardia Roja, con un capirote en la cabeza… -¿Han visto esas fotos espeluznantes?-… y un letrero al cuello dando fe de su horrendo crimen contrarrevolucionario, manteniéndose de pie, sobre una silla, en un equilibrio inestable.
La breve noticia del diario reseñado no tiene desperdicio. Es para vomitar. Sin duda Granma ha guisado el texto a su gusto y el idiota del redactor, y nos quedamos cortos, aquí no ha corregido ni una coma. Hablamos de memoria, pero basta con dirigirse a la hemeroteca. Han detenido a unos 500 buceadores, de ésos a unas docenas los han presentado al vecindario, tal cual, deduciendo uno que los han subido a un estrado en el patio de vecinos o en una plaza pública, como a los supuestos burgueses retrógrados durante la Revolución Cultural promovida por Mao y la Joven Guardia Roja, con un capirote en la cabeza… -¿Han visto esas fotos espeluznantes?-… y un letrero al cuello dando fe de su horrendo crimen contrarrevolucionario, manteniéndose de pie, sobre una silla, en un equilibrio inestable.
Rebuscar en la basura es como admitir que en la isla se pasan necesidades y eso es un delito monstruoso de sedición patria. En Cuba todo el mundo es feliz y vive holgadamente por decreto, como en la Camboya de Pol Pot y en todos los regímenes del llamado socialismo real… o, salvando las distancias, como en la España de ZP -¿Crisis? ¿Qué crisis?-. Y quién no pasea risueño por la calle infunde sospechas, pues algo oculta. ¿Es que no te complace nuestro régimen? ¿No es suficientemente bueno para ti? ¿No serás un derrotista, un pequeñoburgués camuflado, un agente de la CIA que pretende desestabilizar las bondades sin cuento del paraíso socialista? La tristeza, las estrecheces, son un síntoma evidente, un estigma, de disidencia conspiratoria. Y hay que andarse con tiento y disimulo.
A los basurillas les acusan de atentar, entre otras cosas, contra la salud pública, exactamente la misma coletilla que acompaña la tipificación delictiva del tráfico de estupefacientes. No es broma. Así lo dice la crónica glosada. Se les agarran gérmenes y bacterias en los dedos, como garrapatas a un chucho callejero, mientras rebuscan en los contenedores, y todo ese muestrario vírico, bacteriano, lo difunden luego entre la población, propagando enfermedades. ¡Serán criminales los tíos! Se trata de una suerte de guerra química, bacteriológica, artesanal y a pequeña escala pero que hace mucha pupita.
Pero lo más repulsivo, con diferencia, es la expresión final del breve artículo que indica, y el redactor se queda tan fresco, que en realidad lo que mueve a los basurillas cubanos no es la subsistencia sino, nada más y nada menos, que el ánimo de lucro. Es decir, un indomeñable afán de rapiña, de acaparamiento, de acumulación de excedentes, una mentalidad enferma y propia del ultracapitalismo desmelenado, salvaje. Los basurillas cubanos son la punta de lanza, en la isla, de los neocon más inescrupulosos de la órbita presidencial norteamericana, todo un lobby, un furibundo grupo anticomunista de presión conectado al núcleo duro de la Trilateral, del FMI y del G-8, en el que aún, que sepamos, no ha ingresado España a pesar de ocupar un lugar preferente en la Champions-Li (League) de la economía mundial.
Si detuvieran a los indigentes, por serlo, en un país occidental nos llevaríamos las manos a la cabeza y echaríamos pestes de este sistema desalmado fundamentado en la codicia y en el materialismo más desatado, pero si sucede en Cuba, chitón.
Los basurillas cubanos no recuerdan la solemne y lapidaria frase del Che Guevara -cuya efigie asoma en las camisetas de jovenzuelos a millares por nuestras calles y plazas, convencidos los muy huevones de que Beethoven no es un músico sino un baboso perro san bernardo que sale en esas insufribles películas para todos los públicos que programan en la sobremesa del domingo- y que dice: mejor vivir de pie que morir de rodillas. Aunque de rodillas murieron algunos prisioneros a los que el Che dio matarile personalmente, revólver en mano, en la cárcel de La Cabaña. De un tiro en la nuca. Pero esa es otra historia.
Y es que los basurillas prefieren inclinarse un poco, a la fuerza ahorcan, para rebuscar entre caspicias y desperdicios, que no morir de hambre, dignos y en pie, pero de hambre. Aunque cualquier forense nos desmentiría al punto, pues es casi imposible morir de inanición manteniéndose erguido. Normalmente uno pierde el conocimiento y se desmaya horas antes de expirar definitivamente y, a causa de la menguante energía, es incapaz de moverse, casi de parpadear. Uno se abandona y la espicha. Si esto te pasa en la calle, se te acerca un chucho callejero, te olisquea y te administra una poliúrica extremaunción levantando la patita.
Así que mejor inclinarse, piensan esos indeseables forajidos a sueldo de Washington, y arrodillarse ante los cubos de basura para aviarse al menos una sopa con mondas de papas rescatadas de entre la mugre y subsistir unas horas más. O para dar, si les sonríe la fortuna, con cualquier cachivache que revender por ahí, en el mercado negro, y obtener unos pesos para comprar una banana o un puñado de frijoles.
No es una bicoca, pero no todos los cubanos, por falta de encantos, impericia para bailar la salsa o el merengue como tropicales odaliscas, o por sólidos principios morales, ponen su culo en almoneda para solaz de los concienciados turistas europeos que vuelan a la isla para cocerse a rones y pasarse por la piedra a una jinetera. No todos pueden ser putos o putas, que es el desempeño profesional más solicitado y rentable del inmenso burdel que es la isla… lo que era en tiempos de Batista para los americanos, como nos recuerdan cada tres por dos los europeos, Llamazares y compañía, nostálgicos del régimen del Comandante, ése del que dicen que llegó y mandó parar.
En efecto, acaso fue Cuba un inmenso burdel en el pasado, pero no tanto, eso es seguro, como lo es hoy gracias al socialismo del metisaca. Claro que no es lo mismo prostituirse para un gangster o un turista yanqui que para un solidario cooperante europeo, por ejemplo… faltaría más. En el segundo caso el revolcón es más amable, más auténtico y no se trata de un acto prostibulario sino de una aportación puntual de dinero o de productos de primera necesidad a cambio de unas caricias en aras del buen rollito intercultural.
Pero recapitulando… en Cuba no hay miseria, como no la había en Camboya u hoy en Corea del Norte. Y quien sostenga lo contrario es un enemigo de clase destinado al paredón. O como no había asesinos psicópatas en la URSS como sostiene en la sensacional película titulada Citizen X, basada en hechos reales, un alto dignatario del PCUS a cuenta de los crímenes del tristemente célebre carnicero de Rostov. Eso de los asesinos en serie, decía el andoba, es una enfermedad social propia de los países capitalistas. Aquí no tenemos psicópatas, gente desequilibrada porque el socialismo procura la felicidad por igual a todos los habitantes del país.
Que no, que en Cuba no hay menesterosos, como no hay homosexuales en Irán… lógico por otra parte, pues a los que pillan requiriéndose de amores clandestinos los cuelgan de una grúa para la completa edificación moral del paisanaje persa.
Cuando nuestros artistas e intelectuales viajan a Cuba, invitados a mantel y cuchillo por el régimen castrista, las brigadas de pioneros, pañuelo rojo al cuello, limpian las calles de indigentes para que no se respire ni asomo de miseria. Ni Bardem, ni Fernando Trueba, nunca vieron uno. Y es que los recluyen a todos en la prefectura de policía. No sabemos si, para solaz de tan ilustres invitados, torturan en directo, en su presencia, a alguno de esos infelices diciendo que son agentes de la CIA y si les dejan participar activamente arrancándoles uñas con tenazas o conectándoles los electrodos para darles unas descarguitas de las buenas pulsando el interruptor… menuda experiencia… A Bardem y Trueba, interesados en el cine por deformación profesional, pero no en las snuff movies, no los imaginamos en ese registro, la verdad, pero a Llamazares sí.
Tampoco Oliver Lameculos Stone, al servicio de Chávez y de las FARC, ha visto jamás basurillas por el Malecón de La Habana… pero es que el muy soplapollas anda aún perdido por la selva fronteriza con Colombia para filmar de una vez la demorada liberación de Ingrid Betancourt. Glorioso papelón. El mejor de su vida.
Cuando nuestros artistas e intelectuales viajan a Cuba, invitados a mantel y cuchillo por el régimen castrista, las brigadas de pioneros, pañuelo rojo al cuello, limpian las calles de indigentes para que no se respire ni asomo de miseria. Ni Bardem, ni Fernando Trueba, nunca vieron uno. Y es que los recluyen a todos en la prefectura de policía. No sabemos si, para solaz de tan ilustres invitados, torturan en directo, en su presencia, a alguno de esos infelices diciendo que son agentes de la CIA y si les dejan participar activamente arrancándoles uñas con tenazas o conectándoles los electrodos para darles unas descarguitas de las buenas pulsando el interruptor… menuda experiencia… A Bardem y Trueba, interesados en el cine por deformación profesional, pero no en las snuff movies, no los imaginamos en ese registro, la verdad, pero a Llamazares sí.
Tampoco Oliver Lameculos Stone, al servicio de Chávez y de las FARC, ha visto jamás basurillas por el Malecón de La Habana… pero es que el muy soplapollas anda aún perdido por la selva fronteriza con Colombia para filmar de una vez la demorada liberación de Ingrid Betancourt. Glorioso papelón. El mejor de su vida.
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