lunes, 5 de enero de 2009

Lotería de Navidad, fútbol y ardillas-espía


En esta bitácora nos ocupamos de dos tradicionales estampas navideñas. Una, el sorteo extraordinario de lotería del día 22 de diciembre. Y otra, integrada ya en el paisaje de tan entrañables fechas, los partidillos de fútbol que disputan las distintas selecciones regionales, incluido, suponemos, el combinado melillense. Someteremos ambos eventos a la descacharrante lupa del nacionalismo, que es como uno de esos espejos cóncavos de las casetas de feria que devuelven al curioso una imagen deformada y risible.

Lotería.- El día 22 la fortuna sonrió a Cataluña. Una lluvia de millones derramó sus contantes y sonantes bendiciones en Las Ramblas de Barcelona y en Sabadell. También un premio menor, un 4º o un 5º, recaló en una barriada de Hospitalet de Llobregat.
El acabose… botellas de champán descorchándose, bullicio, abrazos y besos, exclamaciones de alegría desbordada… el rompan filas. Eso es lo que vio Tolerancio en la tele, en el noticiero vespertino de Antena 3. Concretamente vio a uno de los agraciados, vecino de la antaño populosa villa lanera de Sabadell -que en adelante precisará otra designación a causa del pronunciado declive del sector textil- rociando con espumoso, desde el balcón de su casa, a un centenar de personas congregado en la calle con ese ademán festivo y victorioso del piloto de Fórmula-1 en el podio que se alzó con el triunfo en la recta final del circuito.

Solo que Tolerancio tuvo una intuición fulminante y se dijo: vamos a ver cómo tratan la noticia nuestros periodistas apaniguados de TV3, los de la costra nacionalista según Ferrán, el perspicaz diputado socialista que nada ha dicho, no obstante, de los tejemanejes del CAC-clausura emisoras y del nacionalismo aún más furibundo de los medios locales y regimentales desde que pronunciara tan aguda observación.
En efecto, como se temía Tolerancio, en TV3 ni una toma verbenera, por así decir, del populacho. Nada de saltos, de júbilo y desparrame… ni una toma colectiva de más de tres personas juntas celebrando tan feliz ocasión… en una suerte de traducción televisiva del toque de queda cuando las autoridades militares suspenden temporalmente las libertades civiles: más de tres personas es manifestación y, de reunirse, las fuerzas del orden proceden a disolver la potencial asonada. Entrevistas por separado a los afortunados, alejados del follón, con tono contenido y mesurado y cuando ya ha corrido el champán. Ni una palabra más alta que otra.

Y es que no es de recibo que en Cataluña se celebre con petardeo y desenfreno el premio Gordo de la lotería española. No somos como esos mesetarios zafios y vulgares o esos andaluces sandungueros que saltan como sapos embalsamados en metanfetamina cuando les caen del cielo unos milloncejos de nada. Esos modales de gentuza que cecea al hablar, que ríe a carcajadas bromas de flatulencias… de chusma garbancera con navaja de siete muelles al fajín que pasa por un quítame allí esas pajas del compadreo ruidoso a la reyerta, a la puñalada trapera. Si al menos los niños del colegio de San Ildefonso cantaran la lotería en catalán…

Aquí la Lotería Nacional -de naciones- se celebra, si toca, con la boquita pequeña, con arreglo a las consignas de Mónica Terribas, la nueva dire de TV3. Nada que ver con el sarao y el jaraneo de esos españolazos incultos, de esos patéticos saltimbanquis, ludópatas y vinolentos que calientan a hostias a sus mujeres.

Fútbol.- Los jugadores vascos, y asimilados, es decir, navarros, burgaleses, riojanos, santanderinos -zonas a anexionar- y quizá algún francés despistado de un caserío de Bayona o Biarritz no sabían cómo librarse del partidillo navideño de rigor. Y, mira tú por dónde, aparece en escena una plataforma pseudo-deportiva y pro-etarra cuyo programa consiste en trocar el nombre de su selección regional pasando de Euskadi a Euskal-Herria. Y hete aquí que a los jugadores convocados les sobreviene un fenomenal cabreo porque si en el chándal no figura la artificiosa denominación Euskal-Herria, no juegan. Como aquel anuncio que decía que si no hay Casera, nos vamos.

A Tolerancio le da en la nariz que se trata de una maniobra escapista, de un subterfugio a lo Houdini… -los futbolistas de mayor jerarquía, como dicen los comentaristas argentinos, tenían ya billete reservado para pasar las Navidades en isla Mauricio-… que les ha venido al pelo para librarse de una cita que les importa un bledo. Hábil maniobra sazonada con su buena ración de hipocresía y la inevitable dosis de temor reverencial a ETA de un segmento considerable de la sociedad vasca envilecido por la cobardía y la obediencia lacayuna al nacionalismo pistoleante. Algunos de los firmantes del manifiesto son futbolistas que no dicen no, los muy pillines, cuando les convoca el seleccionador español.

El partido a disputar era todo un Vascongadas y Asimilados contra Irán. La presencia de Ahmedineyad en el palco, junto a Ibarreche, estaba garantizada. El programa de festejos incluía prolegómenos de mucho fuste para entretener a la concurrencia, tales como ahorcar a unos cuantos homosexuales, pensando en los gustos y aficiones del dirigente chiíta, y tirotear en la nuca a un concejal del PP y a otro del PSE. Éste último, y ante notario, firmaría una suerte de testamento político donde constaría su respaldo al voto afirmativo del PSE a los presupuestos del tripartito encabezado por el tonsurado Ibarreche… -contrapartida del voto favorable del PNV a las cuentas de Solbes-… haciendo especial hincapié en la bondad y oportunidad del capítulo destinado a financiar los desplazamientos de los familiares de presos etarras.
Tan desprendido y heroico sacrificio sería retribuido con una cerrada ovación que encajaría Pachi López con una sonrisa de oreja a oreja antes de cargar sobre los hombros el ataúd con los restos mortales, calentitos aún, de su compañero inmolado para expansión y gaudio de la parroquia abertzale congregada en el graderío.

Cabe añadir que si es cierto lo que dicen: que todos los ahorcados mueren empalmados, según proclama una canción gamberra y destroyer de Siniestro Total contenida en su LP titulado ¿Cuándo se come aquí?, los organizadores del evento, al quite, aprovecharían el material genético derramado por los homosexuales ensogados y pataleantes para inseminar a ese deslumbrante bellezón de Elena Beloki, transida, se ve, de sentimientos maternales. Recordemos, en honor a Ahmedineyad, ufano él en el palco de San Mamés, que el citado LP contenía otro corte augural dedicado a Jomeini: Ayatola, no me toques la pirola. Sabido que, de no recogerse el esperma donado altruistamente desde la horca, causaría éste la germinación de la raíz mágica de la mandrágora, tan socorrida en cocimientos y brebajes brujeriles.

El preámbulo del duelo balompédico concluiría con la ejecución de ardillitas-espía... -no es broma aunque lo parezca-... detenidas por el régimen iraní en las inmediaciones de la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz. Las autoridades de Teherán anunciaron, La Vanguardia, 29/10/2008, el arresto de 14 ardillitas que portaban material de espionaje, ínfimas cámaras que transmitían imágenes de las secretas instalaciones. Tras los severos interrogatorios a los que fueron sometidas, que, curiosamente, no han provocado la airada reacción de ninguna de las combativas asociaciones en defensa de los animales, las simpáticas bestezuelas, eso dicen, admitieron su pertenencia al Mossad israelí, dando nombre, rango y unidad tras ingerir distraídamente, durante su cautiverio, suculentas nueces infiltradas de escopolamina, ingrediente principal del llamado suero de la verdad.

Mientras los jugadores vascos se escaquean del preceptivo partidillo autonómico gracias a la torpe excusa tecnonímica que si nos llamamos así, asá o no jugamos, los jugadores catalanes cumplieron con su patriótica y navideña obligación y saltaron al terreno de juego tras la pancarta Una nació, una selecció… divisa con ciertas remembranzas hitlerianas, Ein Volk, Ein Reich, Ein Führer -un pueblo, un estado, un jefe-.
El lema de la pancarta, obra de una plataforma nacionalista subvencionada con un chorro de millones por el gobierno del sonderkommando Montilla e instalada a mantel y cuchillo en un suntuoso palacete del Ensanche barcelonés fue, por así decir, reprobado judicialmente hace pocas fechas por contener un mensaje político sectario tratándose de un evento supuestamente deportivo organizado por la FCF, la federación regional adherida a la Real Federación Española de Fútbol, contraviniendo la normativa de prevención de violencia en actos deportivos.
Lo que el TSJC entiende excede a la promoción de partidillos de las selecciones regionales, no va con los jugadores del combinado catalán que salen a la cancha sujetando la pancarta infractora. Claro que por dinero o por el que dirán, sujetarían lo mismo un botijo que una piñata o una muñeca hinchable.

Serían más consecuentes si se negaran a acudir a las convocatorias de la selección campeona de Europa, si es que tanto les cautiva el dulce y melancólico son, plañidero, de la patria sojuzgada y encadenada por los tanques de ocupación, e instaran a sus respectivos clubes a abandonar la disciplina de la Federación Española y sus competiciones e integrar una propia y reñida a dirimir con el Nàstic de Tarragona, el Gavá, el Bayern Viladecavalls y el Inter de Llofriu.
A los futbolistas catalanes, a diferencia de los vascos y asimilados, los nombres les importan un bledo. Lo mismo les da Juana que su hermana. Juegan con la española, la catalana y la que se tercie. Pareciera que la cuestión patria queda entre ellos y su confesor, en una dimensión muy íntima, hogareña, y cuando disputan la liga española se creen participando, suponemos, en un torneo internacional pues no pocos de ellos militan en clubes extranjeros, Betis, Logroñés o Almería, allá donde les pagan su buena soldada mercenaria.

En un país, España, de cobardes e hipócritas que confitan y pastelean cuanto les ponen delante, los futbolistas, vascos o catalanes, no iban a ser la excepción.


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