sábado, 31 de enero de 2009

Peajes II

En esta bitácora añade Tolerancio media docena de peajes.

Peaje no es sólo una magnitud monetaria. Con el peaje se adquiere una porción de tranquilidad, de vida civil homologada, de integración en el entorno que vale por derecho a ser tolerado mediante pago, salario del miedo, o silencio cómplice.
No se trata, silencio cómplice, de la ocultación de un crimen a las autoridades sino de un crimen, en sentido amplio, de las autoridades… de una suerte de acoplamiento a una situación que se presume anómala pero que goza de promoción institucional y de general aceptación. Consiste en encogerse de hombros, mirar para otro lado, dar con motivos para la polémica en los más apartados rincones del planeta, ver la paja en el ojo ajeno… -(indignarse por un episodio de brutalidad policial en Alcorcón, por ejemplo, y silbar distraídamente ante las palizas propinadas a detenidos en la checa de Les Corts o echar pestes de la sanidad madrileña, aplaudiendo, eso sí, las sedaciones masivas en el Severo Ochoa de Leganés, ignorando, a cambio, la confusión de una lesión mortal con un golpecito de nada en la espalda como sucedió hace unas semanas en una clínica de Barcelona)-… detectar al punto asuntos por completo tabuados y no mentarlos siquiera en broma, ni en familia ni con los amigos.

Es no darse por enterado de ciertas cosas. Evitarse problemas. Es, por decirlo gráficamente, como pensar que hay más contaminación ambiental que nunca cuando en realidad sucede que las chimeneas del crematorio lanzan a la atmósfera sus compactas, negras y pestilentes fumarolas. Y seguir pensando que somos la gente más cool y guay del mundo mundial, los más listos y los menos permeables al engaño y a las manipulaciones pergeñadas por esas oscuras potencias que rigen a su antojo el universo.

Aquí va otra tanda de peajes:

7.- Batir el récord europeo de barracones escolares. Curiosa circunstancia cuando la educación es una de las prioridades, la prioridad por excelencia, de los sucesivos gobiernos nacionalistas de Cataluña, de CiU y del PSC. Nunca ha habido tantos barracones como en el presente curso escolar, extremo que permite inaugurar el concepto GEC, es decir, Gulag Educativo Catalán. Esta cualidad tangible del modelo educativo demuestra que la formación académica de los escolares es lo que menos interesa a nuestros dirigentes, como avalan, por otra parte, el descomunal índice de fracaso escolar y la depauperada calidad de la enseñanza según observatorios internacionales especializados en la evaluación de estas materias.
España va a la cola de Europa y Cataluña a la cola de España, es decir, a la cola de la cola. Única y exclusivamente les ocupa la dimensión lingüística, es decir la inmersión monolingüe del proceso educativo.

8.- Promover la automedicación y autocura de los enfermos. Tal y como hemos presenciado en fechas recientes. En efecto, las autoridades sanitarias que siempre nos alertan mediante campañas informativas sobre los peligros sin cuento que entraña la automedicación, en esta ocasión, habida cuenta de la pasada oleada de frío y viento hipohuracanado que se ha traducido en desatada epidemia de catarros y síndromes gripales, recomiendan a los pacientes, ahora, que se queden en casita y se curen con pastillitas efervescentes y humeantes calditos de pollo. De lo contrario se colapsaría la red sanitaria catalana. ¿No quedamos que la salud es lo que importa y que debemos dejar hacer su trabajo, sin intrusismo, a los profesionales?
Son las cosas del clima, que el calentamiento global este invierno se ha trocado por unas semanas en enfriamiento global. Es lo que pasa cuando nubes y nieves, por llevar la contraria, se muestran esquivas y desafiantes a nuestras previsiones meteorológicas y a nuestras muy firmes convicciones ambientales sesudamente expuestas en cafeterías y colas de supermercado.

Las extravagantes declaraciones de las autoridades inducen a pensar que el sistema sanitario no es tan bueno ni solvente como a menudo repiten, aunque ya teníamos alguna sospecha. Pero nada diremos sobre el particular, pues éste es otro de los peajes a pagar. Y porque además, el hospital que dirige el ex-consejero Carretero, de ERC, con mano tonta y no muy limpia porque la pone como un egipcio para cobrar una pasta larga… aún no existe. Y no es que falten unos días para inaugurarlo. Es que es un hospital virtual que está en los planos del arquitecto y que por no tener no tiene asignada ni una camilla. Ni un fonendoscopio siquiera.
El paso próximo será, no lo duden, prohibir por decreto que la gente enferme sin previa autorización por el riesgo elevado de dejar en evidencia el sistema sanitario del que tanto blasonan los prohombres de la patria.

9.- Promover el duplicado o “doblaje” de fastos cinematográficos. No teníamos suficiente con los premios Goya emulando con dinero público los Oscar de Hollywood… -aunque al menos las películas americanas son todas, superproducciones o cintas independientes, financiadas por industriales que se juegan sus cuartos-… que nos agasajan ahora con la Academia Catalana de Cine que dirige Joel Joan, amigo de ETA como afirmó el interfecto en un homenaje al suicida Xirinachs… pues el celuloide es un medio como cualquier otro para transitar la senda de la llamada construcción nacional.
Nos tememos lo peor. La gala de los premios Gaudí* la presentará, por ejemplo, Toni Soler y su omnipresente equipo de humoristas, es decir, esos reconocidos profesionales… -Polònia-… que bromean sobre nuestra clase política para evitar que las chuflas las hagan otros, gente foránea o esa purria de resistentes no nacionalistas que malviven aún en Cataluña, y la amenizarán con la estelar actuación musical de Nuria Feliu o de María del Mar Bonet. Se lanzarán consignas por la paz en Palestina, solapadas con otras a favor de Hamás, se instará a nuevas negociaciones con ETA y al Tribunal Constitucional a que no toque ni una coma del redactado estatutario salvado in extremis por ZP y Artur Mas fumando un puro en La Moncloa o de lo contrario jalearán a la gente desde sus despachos y coches oficiales tunneados para que salga a la calle y levante barricadas.

Siendo la nuestra una industria cinematográfica subvencionada hasta las cachas, y por ello, intervenida ideológicamente como ninguna otra, al mismo nivel que en regímenes autocráticos… -realismo socialista, cine nazi de teléfonos blancos o hazañas épicas y baturras del franquismo-… nos daremos el gustazo de pagar cine por partida doble, el español, genéricamente hablando, y también el catalán. Películas y galas por duplicado, analogía inmejorable de la duplicidad burocrática del autonomismo español.
Con razón habría que responderle al taquillero, como cuenta que hizo un día el filósofo y ensayista Gabriel Albiac cuando aquél le expidió la entrada antes de acceder a la sala, que en lugar de desembolsar unos euros para adquirirla, habría de bastar con mostrar la declaración sellada de Hacienda, pues era él uno de los millones de anónimos productores que habían costeado, vía impositiva, la película española que se proyectaba.

10.- Subvencionar a Latin Kings, Ñetas y Maras. La conversión de esas delictivas bandas juveniles en asociaciones culturales nos ha costado un dinerito que daremos por bueno dado que los pandilleros, agradecidos, honran y agasajan nuestros oídos, sensibles a las demostraciones de amor patriótico, con la oficial denominación de Latin Kings de Cataluña, separados, al fin, evohé, de los LK’s del resto de España, aunque ignoramos si mantienen algún acuerdo de colaboración internacional con sus conmilitones de Getafe o Cartagena.
Luego de la citada conversión en asociaciones culturales se han producido en Cataluña, qué mala pata, unas cuantas reyertas y dos apuñalamientos mortales, que sepamos, si no más, protagonizados por elementos afines a ese nuevo segmento del tejido asociativo.

Pero hemos deducido que incluso el apuñalamiento es una cuestión cultural. Pues el procedimiento de la puñalada no es el mismo con una faca de capar cerdos que con una pinchosa albaceteña de siete muelles o con un yatagán cosaco. A mayor abundamiento el repertorio de golpes asestados con el arma blanca varía de una cultura a otra: en determinados lugares se opta por el degüello, modismo que goza de gran aceptación entre los integristas islámicos, en tanto que en otros se prefiere la amputación de extremidades a machetazos, técnica muy socorrida en África, como hemos visto en los conflictos interétnicos de la región de los Grandes Lagos… sin olvidar nuestro apuñalamiento tradicional o incisión vertical de la hoja de abajo arriba y viceversa, según la pericia del criminal, en barriadas y polígonos industriales de nuestras ciudades. O la extracción ritual de vísceras, evisceración, a guisa de trofeo para el victimario o la clásica apropiación del cuero cabelludo que inventaron los colonizadores del Oeste americano… -a quienes por cierto, como aperitivo, les chiflaban las orejas de indígenas encurtidas en vinagre a la venta en esos drugstores que hemos visto en los westerns-… y que, burla burlando, adoptaron luego pawnees y apaches deviniendo consumados especialistas en dicha práctica, haciendo bueno el refrán que dice unos cardan la lana y otros llevan la fama…

11.- Prohibición de tirar piedras al río. Se trata de un peaje menor, anecdótico, el último, pero que revela el delirante grado de entrometimiento del tripartito en nuestras vidas. El consejero ecotrasvasista y ecolobotomizado Baltasar… el mismo que troca trasvases fluviales por aportaciones puntuales de agua y que saca por arte de magia el río Segre de la cuenca hidrográfica del Ebro**, es el artífice de esta última y colosal majadería, impropia del mayor tonto de baba concebible, pero no de un cargo electo de ICV.

En adelante podremos tirar piedras sobre nuestro propio tejado pero nunca más jugaremos a tirar piedras al río con esa depurada técnica que permite ver como el proyectil arrojado rebota hasta tres y cuatro veces sobre la frangible superficie del agua o embelesarnos con las ondas expansivas, esa suerte de oleaje microscópico, que dibuja la piedra en el hídrico espejo de un estanque, mientras, melancólicos, suspiramos por el amor no correspondido de una dama.
Tolerancio se compromete solemnemente a fotografiarse, a la primera ocasión, tirando una piedra a un río y a enviar al punto la foto autografiada al ecopatán de Baltasar, dando fe de tan ignominioso delito en una futura bitácora.

Hasta aquí unos cuantos peajes que pagamos los catalanes, pero podríamos haber seleccionado muchos más y sobre las más variadas materias. Dejamos el peaje que completa la docena a gusto del lector, por si le place añadirlo como comentario a esta bitácora. En todos ellos late el temor reverencial del paisanaje a poner un pero a tanta patraña, a ser excluido de la vida civil y tratado como un leproso por el vecindario.

Que es el nuestro un país de enfermos es evidente. Por eso la autocura… -y la autocensura-… pregonada por la consejera de apellido Geli (no gili, no confundamos, pese a la gran similitud) es tan necesaria porque de lo contrario el país entero sería una clínica… y no esa clínica virtual que dirige Carretero, el de ERC.
Pensemos que una clínica puede convertirse fácilmente en gulag… basta con cambiar el letrero de la entrada y modificar ligeramente los protocolos de actuación del personal sanitario.

* Mientras redacta Tolerancio esta bitácora se ha celebrado la primera gala de los premios Gaudí retransmitida por TV3. No tuvo ocasión de verla porque entre otras cosas no ha patentado aún la antena, en fase experimental, que anda diseñando para que un no nacionalista pueda decodificar adecuadamente los contenidos de dicha cadena eliminando interferencias de procedencia extraterrestre. Tolerancio amenaza con publicar en breve una bitácora sobre el particular.

** La razón por la que el ecopatán Baltasar entiende que ser favorable al trasvase del Segre no está reñido con estar en contra del trasvase del Ebro no es otra que ignora el interfecto el carácter tributario del primero respecto del segundo, pues el punto más sur-occidental del mapa instalado en su despacho lo marca el lateral de la Nacional 211 que transcurre junto a la Granja d’Escarp. Por unos milímetros de nada su mapa no recoge el embalse de Mequinenza -Aragón- donde acaba su fluvial andadura el río Segre.

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