martes, 27 de noviembre de 2007

Zapatero no tiene abuelos


Que Zapatero no tiene abuelo es cosa sabida, pues los militares sublevados le fusilaron al inicio de la Guerra Civil. Hay quien dice que lo fue como resultado de una acción de guerra tras una derrota en campaña de las armas leales al gobierno del Frente Popular y otros que por ofrecerse a los militares golpistas, pues el pronunciamiento le sorprendió en guarnición sublevada, pero que aquéllos, avisados que el candidato a engrosar el alto mando era un oficial de simpatías nada concordantes con la conspiración insurreccional, le llevaron al paredón. También hay quien sostiene que no le habría aguardado destino muy distinto en el otro bando habida cuenta de su participación activa en la sofocación, a las órdenes de Franco, de la rebelión contra la legalidad republicana de octubre del 34 urdida a medias entre PSOE y ERC, es decir, el partido de Companys, el president màrtir que, por estricto orden cronológico, antes de alcanzar el martirologio nacionalista fue un golpista contra la democracia. Pero lo que no sabíamos es que ZP tampoco tuviera abuela.

En efecto, en un acto celebrado recientemente en Barcelona, ante un foro de empresas familiares, Zapatero, que no llegó en AVE al lugar de la reunión -y solo unas fechas antes de cubrirse de gloria en la Conferencia Iberoamericana de Chile con la participación estelar del Rey y de Hugo Chávez-, algo inmodesto, calificó con un 9 nada desdeñable... ¡Un 9!... la política económica de su gabinete.
Nos ocupa el gesto del presidente y no otra cosa. Pues habrá al punto quien pueda debatir y rebatir su optimista valoración. Algunos dirán que la bonanza económica que se ha disfrutado estos años no es más que la gestión de una situación heredada del anterior gobierno; gestión no muy brillante, por cierto, y que en justicia su mérito es nulo. Y que incluso en poco tiempo ha dilapidado dicha herencia. Que la ha derrochado con manirrota prodigalidad a golpe de talonario, de superfluas campañas publicitarias, promesas electorales y subvenciones para todos los gustos y colores y que no ha sabido activar mecanismos preventivos ante la amenaza sombría que se barrunta en el horizonte y que muestra unos síntomas hoy perceptibles y preocupantes como un repunte continuado, o mejor descontrolado, de la inflación, encarecimiento de la cesta de la compra y del combustible, aumento sostenido del desempleo con especial incidencia en los colectivos más desprotegidos como los inmigrantes, descenso acusado de la confianza de los consumidores, endeudamiento y triplicada quiebra de los presupuestos familiares durante el último año o el ingobernable e incomprensible barullo inmobiliario con un carestía de la vivienda garantizada de por vida, amén de otros datos tampoco muy alentadores.

Al mismo tiempo que ZP ponderaba tan generosamente la ímproba gestión económica de su diligente equipo gubernamental, circuló de tapadillo una encuesta entre los asistentes a dicha reunión y la calificación alternativa, promediada y filtrada a la prensa, no fue tan bondadosa. En efecto, obtuvo un 3 mondo y lirondo, es decir, un nada honroso Muy Deficiente, según las calificaciones de cuando Tolerancio era estudiante, y ya ha llovido desde entonces, aunque no mucho por culpa de la pertinaz sequía y del cambio climático. Y claro es, nadie le endosó un cero pues como todo el mundo sabe fue desterrado meses atrás de las notas escolares por decreto de la ministro/a de Educación. El cero, esa maravillosa conquista de la inteligencia humana, ha sido declarado en rebeldía y forajido y está su cabeza pregonada, en búsqueda y captura, y su retrato robot colgado en todas las comisarías de Policía y en las estaciones de trenes y las terminales de los aeropuertos.

En definitiva, ZP no tiene abuelo, ni abuela tampoco. ¿Qué hemos hecho para merecer esto?

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