viernes, 22 de febrero de 2008

La jequesa


Lo único que merece la pena pasar a los anales de la Historia de la pomposa cumbre de la Alianza de las Civilizaciones recientemente celebrada en Madrid, cenit y nadir, epicentro e hipocentro, eje, nudo gordiano del nuevo orden mundial auspiciado por el gobierno ZP, al margen del altercado habido, pistolas en ristre, entre los aguerridos escoltas de Erdogan, sultancillo de la Sublime Puerta, y la organización del evento, ha sido la presencia de la flamígera y deslumbrante jequesa de Qatar: un bellezón oriental de rompe y rasga. Vimos en la prensa, no mucha por cierto, pues la verbena pasó sin pena ni gloria, como ZP se miraba a la jequesa con glotonería, olvidándose por completo, el muy pillín, de los encantos de Sonsoles, la primera y lírica dama.

No sabe Tolerancio qué de bueno tiene aliarse civilizatoriamente con el jequerato, o como diantre se llame, emirato o reino, anfictionía o sanjacato, o lo que sea que representa esa mujer esbelta y con aires de pin-up, de vampiresa, de dominatrix del Oriente Próximo a la romántica luz de la media luna… una suerte de Dita von Teese pero a la arábiga. No sabemos si en su jequerato ahorcan a los homosexuales, como en Irán -uno de los patrocinadores de esa conferencia de un calado histórico equiparable a la de Viena, 1815, o Berlín, 1888-, si amputan extremidades a los ladronzuelos o si arrojan a los delincuentes comunes por un precipicio metidos en sacos de patatas, a la manera persa también, donde la administración de una justicia venial, correctiva, pero rehabilitadora, resplandece como en parte alguna, causando admiración y sana envidia en el concierto de las naciones.

Pero nada de eso nos ocupa ahora. Sino la buena moza de la jequesa, que no por otra cosa se llama Mozah, eso es, Mozah b. Nasser y por ello le dedicamos en esta bitácora unos versos laudatorios, en todo caso castos y que no ofenden al decoro más elemental… versos que bien podrían ser aquellos que cantara tiempo ha Canalejas de Puerto Real, el rey de la bulería:


Como quien guarda un tesoro,
Te está guardando tu mare…
Y no sabe la inocente
Que aquel castillito moro
Dejó de ser plaza fuerte.

O la imperecedera, la inmortal rumba taleguera Atalaya de un sueño moro del dúo Sombra y Luz, palmas y sintetizador, dedicada a la bella Rumaykiyya, la favorita del rey al-Mutamid (1068-1091) de la taifa sevillana, a la que sedujo el monarca-poeta entre los olivos del Aljarafe, y que los melómanos más exquisitos y exigentes podrán degustar previa adquisición del CD o musícasete -¿Aún se editan?- al corriente de pago con la SGAE, entre las numerosas joyas discográficas a disposición de la clientela itinerante en los bien surtidos expositores de las gasolineras. Aquí va, pues, en un garrido desplante, con sonrisilla picarona y brillo en los ojos -cejas arqueadas a lo ZP- un poemilla que canta las excelencias de la deslumbrante hembra qatarí:


Volaré a Qatar…
a catar a la jequesa
En alfombra voladora
De color azul turquesa.
Mora de la morería,
Como Abenamar,
El del romance,
Que al ver sus ojos
Entró ZP en trance…
Y en trance permanece
Pues larga chorradas sin cuento
Del alba hasta que anochece.

Te llevaré a la grupa
de un corcel pìafante
por las dunas, la arenisca,
en requiebro galante,
y a la luz de la luna,
lunera o no, sople o no la ventisca
le daremos al trisca-trisca
bella odalisca, sin descanso,
emitiendo el graznido de un ganso.

Entre mirtos y arrayanes,
En la espesa flora del vergel
Libaremos néctares,
Sorbetes de fresa,
Fragantes copas de hidromiel…
Hurí de dulces labios,
Corales rojos como el rubí,
En una verbena amorosa
Que no cesa…

Quién te echara el guante,
bella jequesa, traviesa…
Que a los eunucos del harén
Les pones la cimitarra tiesa*.


*
Este ultimo verso está inspirado en aquel tan delicado y sutil que dice: Cojones, dijo la condesa/ apoyando sus grandes tetas sobre la mesa.
De próxima aparición en esta bitácora: un romance bufo, versificado, que relata un encuentro bélico-erótico entre la Guardia Suiza del Romano Pontífice y las 30 vírgenes armadas -cinturón negro de karate y de castidad, presuntamente- de Gadafi. Advertencia a plagiadores: el argumento ya está a salvo en el Registro de la Propiedad Intelectual y le hemos hecho llegar una sinopsis a Conrad Son, el pornocineasta de ERC, para que la ruede, eso sí, íntegramente en catalán, con los ahhhh y ohhhh en inconfundible acento ceretano.

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