jueves, 18 de diciembre de 2008

El papá de Artur Mas


No se ha entendido bien. Días atrás filtraron a la prensa un listado de evasores de capitales que no tributan sus haberes a la Hacienda pública, aun teniendo los interfectos fijada su residencia en España. Entre ellos aparece el cantante Alejandro Sanz, con el corazón partío pero los monises a buen recaudo en una cuenta bancaria en Liechtenstein. También figura la plana mayor de una oenegé llamada África Directo. Al parecer, el directo del nombre alude a la dirección que toma el dinero recaudado, gracias a la filantropía y buenos sentimientos de los donantes, hacia el bolsillo de los gestores. Y, para nuestra relativa sorpresa, mira tú por dónde, la lista incluye también al papá de Artur Mas.

En efecto, mientras Artur Mas acude al notario para certificar con quien no ha de pactar tras unas elecciones, levita como un lama tibetano en trance extático ante la tumba de Godofredo el Peludo en el monasterio de Ripoll o advierte a quienes pretenden escolarizar a sus hijos en español que se rasquen los bolsillos y abran un colegio como el japonés, su papaíto, vía transferencia bancaria o cruzando la frontera con un maletín rebosante de billetes envuelto en una banderita cuatribarrada, saca del país parné a espuertas rumbo a ese minúsculo y acogedor estadillo centroeuropeo.

No es el caso de muchos deportistas famosos y otras gentes de postín que fijan su residencia en países con menor presión fiscal, Andorra y Mónaco en particular, alegando que viajan mucho, que se pasan media vida fuera de España y que buena parte del dinero ganado lo ha sido como empleados, de lujo, pero empleados en otros lugares. La casuística es variada y los hay con más cara y menos escrúpulos que otros.

Pero lo del papaíto de Artur Mas es otra cosa. Es, o mejor parece, simple y llanamente, un delito. Solo que ésa es la interpretación superficial y en el presente caso errónea. En efecto, papá-Mas no es un evasor de divisas al uso sino un genuino patriota catalán que ha encontrado el camino, la fórmula perfecta, para evitar que sus caudales sean expoliados por la rapiña voraz, insaciable, de la Hacienda española.
Avisado del saldo negativo que para Cataluña arrojan las balanzas fiscales, papá-Mas ha tomado las de Villadiego y puesto su dinero a salvo de la codicia de la fiscalidad injusta y centralista diseñada desde Madrid, la capital de esa España abominable y loca por chupar a los catalanes hasta la última gota de su sangre.

Papá-Mas predica con el ejemplo y muestra el camino a seguir a los patriotas catalanes refractarios a soportar sobre sus laceradas espaldas el pesado yugo español… como la emblemática estatua del almirante genovés que señala con su índice broncíneo, junto al puerto de Barcelona, la travesía oceánica y colombina que nos llevará a un nuevo mundo. Sólo que el gesto de papá-Mas apunta, gesto altivo, sereno continente, hacia Vaduz, hacia un vallecillo alpino, bucólico, entre Austria y Suiza.

Su hijo Arturín no necesita lecciones. De casta le viene al galgo. Su auténtico y sincero patriotismo puja al de su propio padre, todo en él desprendimiento por el procomún de esa patria angustiada, sometida a inicuo vasallaje, sojuzgada durante siglos por ocupantes extranjeros.
Hizo Mas, integrante de los sucesivos gobiernos de CiU, cuanto pudo para rescatar buena parte del patrimonio nacional mandando a cobrar a sus subordinados jugosos porcentajes… -para unos el 3 y para otros el 20%-… por licitación de obra pública, según desveló en la cámara regional el ya jubilado presidente Maragall. Hizo mucho, pero no lo suficiente.

Hemos sabido recientemente que el comisario Liu Zhihua, uno de los máximos gestores de la obra pública erigida con motivo de las Olimpiadas de Pekín 2008, ha sido condenado a la pena capital por el régimen chino. Su delito: adjudicar contratas a dedo a cambio de suculentos sobornos a un porcentaje por determinar, acaso entre el 3 y el 20%, saltándose olímpicamente la fase de concurso.
No sabemos si la sentencia ha sido ejecutada. El procedimiento ya no es el tiro en la nuca, con profusión de sesos desparramados y la bala sufragada por los familiares del reo, sino la inyección letal, adoptada hace unos meses por razones humanitarias… -de un humanismo conmovedor-… según confesó un portavoz autorizado del politburó pequinés en un original intento por granjearse la simpatía de los países occidentales… cuyos gobernantes se pasan media vida dando la lata con el respeto a los derechos humanos en China, pero que una vez en China, o cuando reciben en casa a emisarios del gigante asiático, pierden el culo por arrancar algún ventajoso acuerdo comercial, lamiendo ceretes a troche y moche y con glotonería si fuere menester.

Dicen las malas lenguas que el doctor Montes, el anestesista enmascarado del hospital Severo Ochoa de Leganés, suspira por largarse a China para administrar él personalmente las inyecciones de marras, unas 3.000 anuales según Amnistía Internacional, pero nosotros no creemos tan deleznable imputación.
Cierto que no le faltaría trabajo y que si disfruta lo suyo con el jeringazo, preparando las mezclas a inocular por vía intravenosa, daría al fin el matasanos vitoreado por la progresía eutanásica y suicidadora con su paraíso en la Tierra.

Por suerte para papá-Mas, su chico no ha echado los dientes de político en el lejano imperio mandarín, pues allí el 3% que algunos se meten en el bolsillo adjudicando obra pública a dedo pasa una factura vital del 100%. Pues no hay desgracia mayor para un padre, dicen los trágicos, que sobrevivir a su hijo.




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