Hay metáforas para todos los gustos y paladares. Las ninfas del cólera son las ratas en un verso de Poeta en Nueva York. Una metáfora sensacional. Joan Tardá no tiene, desde luego, las mismas pretensiones líricas. Mori el Borbó! pertenece a un registro poético muy distinto del lorquiano. A uno tan distinto que miramos la soflama del hampón regicida de ERC del derecho y del revés y no vemos la metáfora por parte alguna.
Por supuesto que a Tardá las metáforas le importan un bledo, siempre que sepa el interfecto qué diantre significa esa palabra tan rara: metáfora. Intuimos todos que su exabrupto no fue sino la expresión de un deseo y también de una orden, de una consigna a sus escuadristas, los mismos que desfilan al rebozo de las sombras, como la santa compaña, esa comitiva fantasmagórica, empuñando antorchas o quemando indistintamente retratos y banderas o un ataúd con la inscripción Constitución Española.
Su gente tiene la mano tonta para eso de prender fuego, son auténticos especialistas. Es una suerte de piromanía al servicio de la redención patria que siempre pasa desapercibida a la Guardia Urbana y a los Mossos d’esquadra aunque la pira dibuje llamas exultantes delante de sus narices y el aquelarre flamígero se celebre junto al Ayuntamiento, en la colindante Plaza de los Ángeles.
Las metáforas tienen eso de que no todo el mundo sabe decodificarlas adecuadamente y a veces se toman al pie de la letra. Cuando el enemigo de la patria, el disidente muestra su disconformidad con el discurso dominante, recibe en su casa, como Albert Rivera, un retrato con dos balas incrustadas con mensajito anexo del tipo lárgate de aquí, traidor, gentileza de la militancia de ERC. Como ejercicio metafórico es bastante gráfico, la verdad. Una metáfora que no admite doble lectura, una metáfora casi transparente y que por eso no es una metáfora, sino una amenaza.
A Tolerancio le chocó enormemente que al día siguiente de que el standartenführer de ERC, señor Tardá, instara al regicidio… -lo que ya intentó ETA en Palma de Mallorca hace unos años-… el sujeto se disculpara, diario El Mundo, diciendo que ése era un grito habitual entre los catalanes durante la llamada Guerra de los Segadores que tuvo lugar en 1640 a causa de un levantamiento popular contra la leva de tropas para combatir en Europa, haciéndose con la picha un lío y confundiendo siglo y dinastía, trocando austrias por borbones, pues éstos últimos en el XVII estaban en Francia borboneando tan ricamente en sus territorios, casi como las ollas al hervir en un poema de Machado.
¿Idiota? Sí. ¿Analfabeto? También.
No han faltado reacciones. Por ejemplo para el Presidente del Congreso, Señor Bono, el mamarracho de Tardá ya está disculpado por lo que a él se refiere, porque es un poco primario. Pero no por lo que se refiere a Tolerancio, porque lo mismo da que Tardá sea primario o secundario… si lanza arengas criminales a sujetos lobotomizados o poco aptos para desentrañar el busilis de una metáfora, nos podemos encontrar un día que esa jauría de epsilones lleve robóticamente sus metáforas a la práctica.
La dialéctica de las muertes, entierros de constituciones, quemas de ataúdes y retratos, de lo que sea, de lo que nos pongan delante, o de los disidentes mismos en auto de fe, o insultos como ése de los tontos de los cojones, acabará sustituyendo el debate político por la acción política en su versión más zafia y deleznable. No será una novedad, eso ya ha sucedido.
Para muestra un botón. Transcribimos la hasta hoy desconocida confesión de un oficial de las Waffen SS letonas, Ivan Tardànis, al ser apresado por los aliados cuando intentaba huir a Sudamérica vía España. Se ahorcó en su celda.
Oficial Británico.- ¿Redactó usted este bando que concluye con la expresión ¡Muerte a los Judíos!?
Ivan Tardànis.- Sí.
O. B.- ¿No imaginó que semejante llamamiento provocaría una reacción en cadena y la muerte, el exterminio de miles de seres humanos?
I.T.- No.
O.B.- Explíquese.
I.T.- Era una metáfora. No me refería a los judíos físicamente, a los judíos como personas, como pueblo, como colectivo humano… sino a la percepción, a la imagen que del judaísmo se tiene en buena parte de Europa. A su forma de ser antigua, inasimilable, a sus costumbres, a su distancia de nuestra cultura europea, apátridas por naturaleza, ajenos a las comunidades nacionales donde se instalan, viviendo de espaldas al grupo con sus propios ritos y sus liturgias, siempre liados en sus tallercitos de orfebres o dedicados a los préstamos, sobando las moneditas con sus manazas. Y tampoco me refería a una muerte real, al asesinato en masa, al progromo, sino a una renovación en su forma de vida mezquina y autocentrada, tan egoísta.
O.B.- ¿No pensó que en el paroxismo de la guerra y de la rabia, en medio de la confusión y con los sentimientos exacerbados, muchas personas se tomarían al pie de la letra sus proclamas y se dedicarían a matar judíos?
I.T.- No lo pensé jamás.
Así concluye la declaración de Ivan Tardànis. Algunas metáforas, desde luego, las carga el diablo, aunque el palanganero de ERC llamado José Bono, que se tiene por patriota, les quite importancia... -no así cuando es zarandeado en las manifestaciones que se pone hecho una fiera-... en función de la necesidad de los votos del imbécil metafórico de turno para asegurar la gobernabilidad de un país cutre y envilecido que se desliza hacia el sumidero de las pulsiones más execrables en el ámbito de la política.
No sabemos como Su Majestad, receptor del mensaje, se habrá tomado la inocua metáfora. Si le asistirán ganas en adelante de repetir aquello de hablando… -con metáforas-… se entiende la gente. Aunque tragaderas no le faltan: para que le cambien, por ejemplo, su nombre sin decir ni mu en las placas inaugurales del curso académico allá donde no se puede ejercer libremente el derecho a la elección de lengua escolar o para ver cómo queman su efigie tan alegremente. Pues Su Majestad, a diferencia de Carod Rovira, que se llama Josep Lluis en el plató de TVE y en China, es Juan Carlos en Madrid o China, pero no en Menorca, ni en la plaza que lleva traducido su nombre en Barcelona.
En un país democrático de verdad, con una mínima seriedad institucional, ni el zote de Tardá sería diputado, ni legal su partido piromaniaco. Y esto no es una metáfora.
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