lunes, 8 de octubre de 2007

Tríptico: metonimias, trueques y ahorcamientos


Metonimias.- La Casa Real emite airada nota de protesta por las reiteradas ofensas a la Corona a las que asistimos algo perplejos a través de los medios de comunicación. Los ataques al rey lo son a la unidad de España, dice la nota. De tal modo que la Casa Real conoce el flanco metonímico, la parte por el todo, que afecta al simbolismo, incluso el institucional. El espectáculo organizado por los separatistas, amparados y subvencionados por el régimen, es aterrador y a un tiempo repulsivo. En esas zambras piromaniacas con aire de hoguera inquisitorial donde arden retratos, pero cualquier día libros o personas, se juntan las más envilecidas emanaciones del patriotismo tribal y esencialista.
Nos solidarizamos desde esta bitácora con la Corona, faltaría más. Ahora bien, en cuanto su Majestad regrese al planeta Tierra luego de su periplo ignoto por el hiperespacio, capeas, monterías y excursiones cinegéticas, durante la presente legislatura… -la de las conchabanzas gubernamentales con ETA y las reformas estatutarias-… actitud de ausente felicidad e indiferencia -no ha dicho ni mu, salvo para reírle las gracias a Benach: hablando se entiende la gente- que nos recuerda al deus otiosus o absconditus de Epicuro en una versión trasladada del panteón olímpico a la monarquía, habría de sentirse concernido por el reverso de la citada metonimia o metonimia inversa, esto es, que los ataques a la unidad de España lo son también al rey. Pero hasta ahora, los ha habido para dar y tomar, no le han ocupado demasiado o cuando menos a su gabinete de prensa. No le hemos visto dar un golpe con el cetro dinástico en la mesa y ha tenido motivos suficientes para hacerlo. De este modo parece que sólo le molesta la verbena cuando la figura directamente vituperada es la suya y claro, eso traslada a la ciudadanía una cierta sensación de egoísmo, eso sí, de regio egoísmo.


Trueques.- Un buen amigo de Tolerancio, enterado del traslado de tapadillo del violador del Valle de Hebrón a una localidad andaluza, comentó sarcásticamente en cáustica conversación que, con una demora de varios años, se había ejecutado al fin un trueque en toda regla entre aquella realidad nacional -avalada por el PP- y Cataluña. Y que dicho trueque obedece a lo que se ha dado en llamar la satisfacción de la deuda histórica reclamada insistentemente por el presidente olivariano don Manuel Chaves -deuda que ha estado de actualidad mediática y presupuestaria, con arreglo a la incorregible propensión del gabinete ZP a sacar de la chistera una variada gama de artilugios electorales-.
Que, en efecto, de allí nos mandaron, inmerecido regalo, a don José Montilla, presidente de la Generalidad y sonderkommando del nacionalismo, y que, en justa correspondencia, por mero prurito de simetrías, les devolvemos ahora el favor con crecidos intereses facturando en un tren, no de cercanías, sino de largo recorrido, al confeso criminal del estupro.
Sin duda que esto no es más que un exceso, una gansada ocurrente pero biliosa, y que parte de una confusión toponímica, pues don José Montilla es natural de la localidad cordobesa de Iznájar y en cambio se apunta como posible paradero del violador el municipio granadino de Iznalloz. De haber estado al corriente de esa circunstancia geográfica, nuestro amigo se habría ahorrado un comentario tan malicioso como desafortunado.

Ahorcamientos.- En una conferencia en la universidad de Columbia, y con motivo de la asamblea extraordinaria de la ONU, el presidente de Irán, señor Ahmedineyad, declaró ante el auditorio que en su país no hay homosexuales. Y por una vez dijo la verdad. Le creemos. En su país no queda ni uno: los ahorcan a todos.
La nauseabunda sinceridad del presidente iraní nos recuerda a aquel cargo regional del PCUS que en la magnífica película titulada Citizen X -basada en la escalofriante y verídica historia del célebre psychokiller conocido como el Carnicero de Rostov- justifica las trabas oficiales a la investigación del sufrido pero tenaz inspector de policía, magistralmente interpretado por Stephen Rea, arguyendo que en el paraíso socialista no pueden existir los psicópatas homicidas por tratarse de un trastorno criminal de la conducta circunscrito a las envilecidas y degeneradas sociedades capitalistas. Que la mera presunción de la existencia de una alimaña de esas características contraviene la doctrina oficial del partido.
Las declaraciones de ambos mandatarios son equiparables, pero, quede eso claro, no establecemos comparación alguna entre situaciones y personas afectadas por los casos aludidos, pues las ejecuciones de homosexuales en Irán, y en otros países de confesión islámica, nos indignan y llenan de consternación. Ejecuciones, o mejor asesinatos, que no interesan, o no nos consta que así sea, al señor Pedro Zerolo, a quien instamos a tomar urgentemente un vuelo rumbo a Persia para interceder por aquellos infelices que por esa causa, y otras, sufren persecución y muerte.
Por otro lado, los rectores universitarios habrían de saber a qué personajes cursan invitaciones para impartir conferencias o lecciones magistrales. Pero qué vamos a decir nosotros, si en casa gentuza como Pepe Rey o Arnaldo Otegui están abonados al bono-uni y no hay curso académico que no les acoja en aula magna, con birrete y alfombra ceremonial.

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