miércoles, 17 de octubre de 2007

El desliz de Carmen Alborch


Unos días atrás en un programa de TV dirigido por Ana Rosa Quintana* se le vio el plumero a la ex ministro/a del PSOE Carmen Alborch. Cometió un revelador desliz que nos ayuda a calibrar en qué consideración tiene doña Carmen la gestión autonómica de la cosa pública. En efecto, en la tertulia se abordaba una de las numerosas iniciativas legales anunciadas estos días por el gobierno ZP con motivo del difícil acceso de los jóvenes al, por otra parte, reducido y oneroso mercado de viviendas de alquiler. Una de tantas medidas, de esas que sacan por arte de birlibirloque de su chistera sin fondo de ilusionista en una función de varietés ante la proximidad de las elecciones generales.
Un periodista advirtió que la promesa en cuestión -que mantuvo ocupada a la ministro/a Chacón por espacio de 60 días con sus respectivas noches- no era más que el refrito de una medida anterior adoptada por su antecesora en el cargo, la de los mini-pisos, que no dio el resultado apetecido y que en principio debían poner en solfa los gobiernos autonómicos.
En esa sazón y punto -no podemos reproducir sus palabras textuales, pues quebradiza es la memoria humana a corto plazo, pero sí el busilis de su razonamiento- la ex ministro/a dijo que esa tentativa fallida no se repetiría en el presente caso, pues el desarrollo y la aplicación del nuevo plan competería exclusivamente al gobierno central.

Nada sabemos, lo confesamos, acerca de la auténtica viabilidad del plan Chacón, ni de un plan con la Chacón -que tiene su qué la hacendosa y coquetuela ministra- pues es materia que escapa a nuestro pobre entendimiento, ni tampoco de la jurisdicción competencial de la futura norma, si es que se lleva a efecto, pero llama poderosamente la atención la desconfianza que desliza en su respuesta la ex ministro/a Alborch, que, por otra parte, compartimos plenamente en relación a la capacidad y solvencia de los diferentes gobiernos regionales para gestionar ese asunto, o cualquier otro.
Ha de confesar Tolerancio que su confianza en la aptitud del gobierno central para acometer con garantía de eficacia suficiente cualquier iniciativa cabal es también muy limitada. Pero es chocante que la ex ministro/a, solidaria del gabinete ZP aunque sólo sea por disciplina de partido o por obediencia debida -o de vida- manifieste con naturalidad y desparpajo, cierto que en passant, sin que ninguno de los contertulios cayera en la cuenta, el poco crédito, la nula fe que deposita, como se desprende de la citada respuesta, en las supuestas bondades de la descentralización administrativa.

Y sin embargo su partido, el PSOE, con su jefe de filas en vanguardia, ha promovido como nadie, con un celo fervoroso en la meteórica centrifugación política de España, cuantas reformas estatutarias le han puesto por delante -trayectoria a la que de grado se ha sumado el PP en algunas comunidades, hoy realidades nacionales como la andaluza-. Recordemos que sin el inoportuno concurso de ZP, al rescate, compartiendo bocanadas de un selecto puro habano con Artur Mas en La Moncloa, el nuevo estatuto de Cataluña habría encallado entre las rompientes de las comisiones y del hemiciclo regional e inmediatamente después, siguiendo su estela, el andaluz habría acabado arrugado y en la papelera.
Entristece sospechar que, en el fondo, y en la conciencia de algunos políticos con mando en plaza y nombradía como la ex ministro/a, la desproporcionada influencia de los gobiernos autonómicos, y de los partidillos nacionalistas en particular, no es plato que su paladar demande… pero no les queda más bemoles que transigir porque la vigente ley electoral les otorga un plus de representatividad, un valor instrumental y estratégico fundamentales para conformar mayorías parlamentarias en el Congreso de los Diputados.


* Años atrás Tolerancio solicitó a la citada periodista -haciéndose pasar falsamente por un admirador de su brillante trayectoria profesional- una fotografía con dedicatoria autografiada, para, con dolo, sevicia y desvergüenza, y una vez que obrara en su poder, abandonarse groseramente a sórdidos y envilecedores manejos onanistas. Pero no obtuvo el fetiche codiciado y el muy bribón no pudo consumar tan salaces propósitos.

No hay comentarios: