jueves, 6 de septiembre de 2007

Galicia: tics pederastas del gobierno regional

Desde Gerona


El gobierno ultranacionalista de Galicia, compuesto por PSOE y BNG -pronúnciese be-ene-ge-, instaura la pederastia política pues pretende que los niños aprendan en las guarderías el himno gallego. No es una broma. A la brava. A calzón quitado, en el peor de los sentidos tratándose de galopines en su más tierna edad. Nacen las galescolas donde no la enseñanza, sino el adoctrinamiento se impartirá íntegramente en gallego para formar a los pioneros, a los morozov, pañuelo al cuello, de la galaico-imbecilidad. Hemos sabido que los peques que deslicen alguna palabra en castellano en las aulas o en el patio a la hora del recreo, se quedarán sin su merienda de Nocilla y los reincidentes llevarán una buena tanda de azotes en el trasero. El castigo físico estará admitido por el bien de la patria y de la deseable e intensiva inoculación del patógeno virus nacionalista.

Tan pequeñitos, pobrecitos de os peixes… -pues también a las clases de párvulos les pondrán nombres de simpáticas bestezuelas, como en casa, que si dofins, cargols o peixos-… y en pañales ante la vorágine del esencialismo identitario. Pocas noticias alcanzan el grado de inmundicia de esta suerte de incursión pederasta del nacionalismo en el ámbito de la pedagogía, o mejor, de la puericultura. En opinión de Tolerancio aquellas asociaciones comprometidas con la defensa de las libertades y de los derechos individuales, en el presente caso del menor, conculcados sistemáticamente y con gran alborozo por los diferentes regímenes nacionalistas, avalados todos por el PSOE -en su día por el PP y siempre por los más altos tribunales-, deberían ejercer alguna acción legal conducente a demostrar, en efecto, la existencia de la pederastia política, himnódico-educativa, en esta sonrojante iniciativa del gobierno del socialista Touriño, el sonderkommando gallego, como nuestro Montilla, pero con el nivel C de la fala galaica acreditado y sin horas extra de academia.
Dirán que tal figura, la pederastia política, no existe, que no está tipificada y que la demanda no prosperaría. Pero el no nacionalismo habrá de entender algún día que las batallas se ganan o se pierden sólo si se acude al campo del honor. Que a veces una derrota es el semillero de victorias futuras y que no es mala cosa ejercitarse en el palenque para forjar temple y musculatura.
Es verdad que la anunciada subespecie de pederastia a practicar en las guarderías y galescolas por los agentes del BNG y palanganeros del PSOE no supondrá para los peques daños físicos que podría establecer un análisis médico o forense, pero sí es una suerte de aberrante violación mental.

A mayor abundamiento, el himno gallego, desconocido para Tolerancio hasta la fecha, fue transcrito estos días atrás por el diario El Mundo. La melodía dice mucho de quienes están dispuestos a cantarla llevándose la mano al corazón, suponemos que por causa del conato de taquicardia que le da a uno, si no es un pedazo de atún, al entonar tamaña patochada. Los versos llaman literalmente imbéciles a quienes no hablan gallego o más literariamente a quienes no comparten o comprenden el hecho nacional de los adoradores de Breogán, el legendario inflagaitas que hace sonar el melancólico instrumento envuelto en un misterioso halo de brumas.
Sabido que se han emprendido campañas de diversa índole para adecentar himnos, escudos -hubo en su día cierta polémica en Francia por cuenta de algunos pasajes gore de La Marsellesa, y que sorprendentemente no ha afectado a Els Segadors con sus edificantes tajaduras a golpe de hoz, o por los mahometanos decapitados del escudo de Aragón o los perros de presa del escudo canario- y otros símbolos patrios con tintes hoy siniestros o xenófobos, el birrioso himno de Galicia reclama a voz en grito una remodelación a fondo.

Los niños de hasta tres años pasan, según la teoría freudiana, por una fase de fijación oral y después anal del placer. Quiera el cielo que esos niños programados nacionalmente por los paladines de Breogán, asocien por una conexión simpática y cronológica el himno que les obligarán a aprender de memoria con una de las primeras palabras que pronuncia todo pequeñuelo: caca. Es indudable que los nacionalistas pretenden todo lo contrario, que asocien la nación a la madre efectuando una suerte de trasvase de amor filial hacia los emblemas patrios, animados por el hecho irrebatible de que madre no hay más que una y que sólo se puede amar de verdad a una sola mujer, pues como asegura el bolero del inmortal Bambino ¿Cómo se puede querer a dos mujeres a la vez y no estar loco? El único consuelo que nos queda es soñar con que esos niños, ya en la edad adulta, sepan decir adiós cuando vacíen la cisterna del retrete al hacer caca a toda la mandanga nacionalista que les inocularán mediante un chute de patrioterina en pleno córtex cerebral.

Por otro lado Tolerancio se dirige desde esta modesta bitácora a los responsables del gobierno parapederasta o pederastoide de Galicia para proponerles la sustitución de esa castaña pilonga que tienen por himno, una verdadera morralla entre pseudo-druídica y más vandálica que sueva, por la versión que hizo en su día Siniestro Total del gran tema titulado Sweet Home Alabama, que decía así, más o menos: Minha terra galega/ donde el cielo es siempre gris… Pero claro, con ese zote de Quintana -que dice llamarse Anxo- tan chiflado como Beiras, esperpéntico y valle-inclanesco, pero sin una pizca de la gracia estrafalaria de su antecesor, y el palafrenero de Touriño, réplica galaica de Montilla, cómo no, han preferido el rencor de Os Resentidos.

1 comentario:

Gudari dijo...

Se tanto nos odiades, pois, que mais vos da darnos carta libre pra separarnos de vos, babosos castellanos. pa ke sepas,o galego xa esistia cando Castela ainda non era mais ca un meniño en pañais, asique ide falar no voso dialeto do galego mal falado