jueves, 13 de septiembre de 2007

La chorrada de las banderas


Lo ha declarado así un insigne munícipe socialista del ayuntamiento de Reus: lo de las banderas es una chorrada. Habrá que decirle al correligionario del señor Montilla que, chorrada o no es ley, recientemente avalada por una sentencia del Tribunal Supremo, instancia judicial, por otra parte, que a Tolerancio le infunde el mismo o parecido respeto -se lo ha ganado a pulso- que el asesor de imagen de Paris Hilton. Pero, por una vez, arrimaremos el ascua a nuestra sardina.
Para algunos lo de la bandera es una chorrada, pero se guardan los muy pillines de añadir española, pues advertimos que a otras banderas le rinden un culto fervoroso y desmesurado rayano en la idolatría. El amontillado cofrade de Reus, y los de su cuerda, siempre le restan, de palabra, importancia a las cuestiones simbólicas, pero a la hora de la verdad son las únicas que cultivan y las únicas en la que basan su acción política y de gobierno. Achacan a otros que sólo les preocupa ese asunto, que incluye la lengua, pero que, burla burlando, constituye el apartado monográfico de su infecundo -pero bien remunerado- tránsito por la política, que aúna esfuerzos y provoca consenso y parabienes en el seno del gobierno tripartito y ultranacionalista dirigido por el sonderkommando o kameraden polizei José Montilla.

Para atender denuncias sobre rótulos comerciales promovidas por voluntariosos chivatos conectados a las agencias represoras del monolingüismo oficial, incumplir sentencias que instan a incluir el casillero de lengua escolar a criterio y elección de los padres en los impresos de matriculación, desoír olímpicamente el decreto de ampliación a tres horas semanales de la asignatura de lengua española e incrementar las medidas de inspección dentro del universo concentracionario y regimental de la inmersión lingüística… para eso sí que están y a partir un piñón además, los tres socios más CiU, siendo su eficacia en ese ámbito más que notable. Para el empleo estable, el suministro eléctrico en condiciones a los usuarios, el acceso asequible a la primera vivienda o la contención del precio de los artículos de primera necesidad y para otras muchas cosas de hondo calado… para eso no están ni se les espera, ni saben cómo gestionarlas. Ni falta que les hace.

Estos días portavoces -y articulistas afines- del gobierno insisten en la necesidad de cumplir la ley en relación a la asignatura denominada Educación para la ciudadanía -e incluso AI, Amnistía Internacional, se suma a la pedagógica causa- puesto que uno de los pilares del Estado de Derecho, dicen, es el imperio de la ley, el acatamiento y cumplimiento de la misma. Ese mismo celo se echa en falta en el capítulo de la ley de banderas, y en otros muchos -como la ya referida presencia del casillero famoso en los impresos escolares de pre-inscripción- acaso porque les parece una chorrada irrelevante. Por otro lado, ésta de las banderas, es una ley económica y barata como pocas, pues no precisa ser implementada con partidas presupuestarias ni cosa parecida. Sólo requiere un mástil y una bandera y el mínimo dispendio energético de izarla y arriarla cuando toca en la balconada consistorial -nos da en la nariz que será mucho más complicado dotar de vivienda gratuita o casi, bien que por mandato de una ley de rango autonómico a todo aquel ciudadano residente en la realidad nacional andaluza que acredite unos ingresos inferiores a la nada desdeñable cifra 3.000 € mensuales-. Será una chorrada si quieren, pero poco o nada onerosa para las arcas públicas.

Pero las campechanas declaraciones del munícipe socialista de Reus son más falsas que un duro sevillano. Claro que le importan las banderas, pero sólo las que son de su agrado. No hay que ser un lince para verlo. Y no hay lugar en el mundo donde la bandera informa el paisaje cotidiano con tanta profusión como en Cataluña, por lo que, con arreglo a la opinión del edil socialista, habríamos de concluir que ocupamos con largueza y distancia sobre nuestros perseguidores el puesto número 1 mundial de empecinados amantes de la chorrada.

Por eso desde esta bitácora, y por 0’25 € por cada respuesta posible, invitamos a quien así lo desee a añadir a la siguiente lista un artículo o lugar donde haya visto en cualquier formato una bandera catalana o su reproducción para aprontar una idea siquiera aproximada de la desatada pasión vexilológica que tan fervorosamente nos conmueve a los catalanes:

Por ejemplo…

como cinta de un envase plastificado de almendras garrapiñadas en un quiosco de chucherías del parque de la Ciudadela,
… en el logotipo de unas servilletas de papel a disposición de los clientes en cada mesa de una cafetería de Campdevànol,
… en un mástil ante la fachada del hospital Trueta de Gerona,
… en un saco colector para cascotes en obras de reforma y demolición en la plaza Navas de Barcelona,
… en las banderas de las centrales sindicales mayoritarias, UGT y CC.OO, y también de la USOC, contenta ésta última con recoger las migajas que dejan las anteriores por lo que su disposición a lamer los pies de la administración local es aún mayor,
… en el vestíbulo de una empresa dedicada a reparar ordenadores en la calle Tamarit de Barcelona,
… sobre las tartas de yema tostada en los escaparates de las pastelerías,
… en la parte trasera de un automóvil junto a la matrícula y un adhesivo con un simpático pollino,
… a la entrada del edificio de la ONCE, lunes 10/09/07 a las 19 h 30’, y no es broma, en la confluencia de la avenida Mistral y calle de Llançà… -tal y como advirtió Tolerancio al apearse del autobús de la línea 141-… ¡¡¡Que no la pueden ver, pobre gente!!!

… y muchas otras y las anteriores rigurosamente ciertas todas ellas.

No habríamos de admitir que el cumplimiento de una ley representativa como ésta quede al albur de personas individuales, valientes y corajudas como Regina Otaola, alcaldesa de Lizarza, pues todo aquello que integra el fundamento del Estado, en sus diferentes ámbitos, incluso el simbólico -aunque ese zampabollos de Reus nos largue que es una chorrada- garantiza los derechos y libertades de todos. Por cierto, leemos en el diario El Mundo en su edición del 11/09 que en varias alcaldías mallorquinas gobernadas por el PP, el partido de los paladines Sirera y Fdez Díaz, no ondea la bandera española, es decir, exactamente uno de los motivos por los que la señora Otaola, también del PP, está arriesgando su vida.

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