viernes, 26 de octubre de 2007

Farlopa y andamio: cóctel explosivo


Casualmente en un mundo que tiende a disminuir la responsabilidad del individuo en todos los ámbitos de la vida -acaso porque no cree en él y nada le aterra más que los individuos libres y responsables-, que traslada la culpa de todo desajuste a entes abstractos, a factores exógenos, el mundo me ha hecho así, y que cumplen, como en los antiguos pueblos semitas, la función ritual del chivo expiatorio, nos ha llenado de sorpresa un informe de UGT sobre el elevado índice de siniestralidad laboral en el sector de la construcción.

En efecto, según dicho sindicato los trabajadores del ramo son en buena parte responsables de los accidentes que sufren porque en una proporción elevada se pasan la jornada dándole al pimple y liándose chirris. Tampoco le hacen ascos a unos tiritos de farlopa y los hay que confunden el pico, pareja de hecho de la pala, con la chuta. Suben al andamio con un colocón del quince y muchos se dan el gran batacazo, y si hay suerte, y no lamentamos ninguna desgracia, la obra acabada queda como cogida con alfileres y alguna se viene abajo antes de inaugurarla.
El informe de UGT sobre drogodependencias vio la luz a los pocos días de un trágico accidente -no confundir con atentado etarra- en un tramo de las obras del AVE en Galicia con resultado de dos operarios muertos por aplastamiento al venirse abajo un puente mastodóntico.

El sindicato del PSOE omite interesadamente la incidencia de las subcontratas, las faltas de medidas de seguridad para abaratar costes, la formación insuficiente por causa de la supeditación, en particular de la obra pública, a las necesidades del calendario político con sus derivadas componendas electoralistas, es decir, inauguraciones con la obligada foto de la prensa -recuérdese el patético episodio vivido recientemente en Barcelona con motivo del boquete en la tapia de quita y pon de la línea 9 del Metro- o los sueldos en negro por debajo de lo estipulado en convenio.

Sucede, pues, en la construcción, y en opinión de UGT, lo mismo que con los accidentes de tráfico. En efecto, las causas desencadenantes de los siniestros, como vemos en todos los noticieros de la tele y en cuantos informes sobre el particular difunde la prensa, son imputables siempre a los conductores. O por exceso de velocidad, o velocidad inadecuada a las circunstancias del tráfico, o porque conducen mamados, o fumando o largando por el móvil sin parar o distraídos por las indicaciones del GPS o por los cartelones publicitarios de señoritas en paños menores. Pero en ningún caso se menciona el estado de la red viaria.

Sin duda que buena parte de lo que se dice es cierto. Y que en general la responsabilidad al volante o en el andamio es francamente mejorable. Que cumple incidir en la mentalización de trabajadores y conductores, pero nunca será cautela suficiente. De modo que no bastará con focalizar el problema en las actitudes o compromisos individuales, desatendiendo otras razones estructurales como la operatividad de las carreteras o la inspección continuada en el ámbito laboral de la construcción y de las medidas concernientes a la prevención de riesgos laborales.
Cierto que cuando está en juego la integridad física, debe el interesado, por prudencia, por apego a la vida, velar por su seguridad, en principio sin necesidad de más consejo que el sentido común. Sucede que en estas circunstancias los accidentes suponen, no pocas veces, la muerte o lesiones graves, algunas irreversibles, y que nadie, empezando por la Administración, gusta cargar con la mala conciencia de su número y aparato. Pero choca que en ambos casos se pase al individuo sin el menor recato la plena responsabilidad de lo que de luctuoso pueda sucederle cuando en otras esferas de la vida, que se solapan con éstas, se lanzan continuos mensajes, cantos de sirena, en sentido contrario: la comodidad de la culpa ajena, es decir, el mundo o la sociedad son injustos y yo soy una víctima. Y esto se ve a diario en la promoción de la cultura del gratis total, de la subvención, del aprobado general y de la proscripción del esfuerzo en la esfera académica… mensajes que acaban por alejarnos del ejercicio consecuente de nuestros derechos cívicos y políticos y facultan una irreflexiva e incondicional delegación de los mismos en manos de los voceros de la política al uso y de sus creadores de opinión.

Todo lo malo que hay en nuestra vida, o eso pensamos porque nos lo repiten a machamartillo, es culpa de este mundo cruel, pero nuestra… jamás, pues somos poco menos que peleles sometidos a los avatares de factores imponderables que escapan a nuestra voluntad. La culpa está fuera de mí (aunque el idiota esté dentro, habría que añadir).
Tolerancio no pone en duda que más de un albañil agarra la pala con un canuto o una copichuela de coñac al coleto. Que los sindicatos, o quien fuere, informen a los trabajadores para prevenir o erradicar ciertos hábitos de riesgo, perniciosos para su salud e integridad física, en particular durante la jornada laboral, lo aprueba. Pero se juega el bigote a que jamás UGT habría redactado y publicado un informe como ése con un gobierno distinto al actual enfatizando el dato que atañe a la ingesta de alcohol y de otras sustancias estupefacientes y trasladando a la opinión pública, interesadamente, la responsabilidad directa de los propios trabajadores en los numerosos episodios de siniestralidad laboral que se producen a diario.

PD.- Hemos sabido que ha muerto otro trabajador en las obras del AVE en Hospitalet de Llobregat. No sabemos si aprovecharán uno de los socavones aparecidos junto a la vía en construcción para darle sepultura, ni si le han practicado autopsia y estudio toxicológico para confirmar, con arreglo al informe de UGT, si el finado había empinado el codo.


1 comentario:

Reinhard dijo...

Cuánta razón tiene usted,amigo Tolerancio, una vez más. Con otro gobierno el sindicato vertical no habría sacado a la luz este informe/diagnóstico que hace las veces de epitafio de tantos y tantos trabajadores muertos en el boom (burbuja a punto de estallar, dicen los expertos) inmobiliario.No obstante, y conociendo a estos funcionarios verticales, echo de menos una conclusión de tipo social y de corte marxista. Algo así como que estos perniciosos vicios teñidos de blanco son consecuencia de un sitema socio- económico injusto que favorece la desestructuración del individuo, máxime cuando éste pertenene a la clase trabajadora, actuando la droga, así como el alcohol, como válvulas de escape frente a un destino injusto.
Claro que, en mi modesta opinión, esto no deja ser la consecuencia de la popularización de ciertas drogas, como la cocaína, que antaño estaban reservadas a los ricos. Progresamos en la escala social y lo afeamos con un desabrido informe que sólo sirve para tapar, temporal y escuetamente, otros agujeros que ahora, especialmente en Cataluña, empiezan a asomar.
Saludos blancos, Tolerancio.