Tolerancio asistió días atrás a la presentación de Izquierda Liberal, corriente interna de Ciutadans, que en todo momento se declaró leal a la Ejecutiva del partido aunque discrepante en algunos aspectos ideológicos y/o estratégicos.
El acto contó con la presencia del diputado Antonio Robles. Pocas personas pueden acreditar una experiencia comparable en la expresión del ideario no nacionalista: autor de la novela de no-ficción Extranjeros en su país, un documento literario-notarial, escrupulosamente descriptivo, de la ofensiva nacionalista en el ámbito de la Educación, y, ahí es nada, miembro fundador de la Asociación por la Tolerancia. Con esto último está dicho todo. Es decir, cuando nadie sabía palabra de manifiestos intelectuales y muchos bostezaban o sesteaban plácidamente a la sombra del régimen que los nacionalistas erigían pedrusco a pedrusco en aras del proceso llamado de construcción nacional con la alegre y subalterna colaboración de la progresía afín al PSC, Robles ya se batía el cobre advirtiendo de los peligros inherentes al nacionalismo esencialista y excluyente en medio de un clamoroso silencio, de un total apagón mediático… un apagón del calibre, como poco, de las recientes averías en el suministro eléctrico.
Ni corto ni perezoso, Tolerancio acudió al acto de presentación animado por la solvencia ideológica, el rigor intelectual y la honestidad personal del impulsor de la corriente, tres cualidades de las que no andamos muy sobrados.
Y se llevó a casa una idea básica. En su opinión fue lo más destacado de cuanto se dijo. Una idea que expuso Robles y que repitieron muchas de las personas que participaron en el turno de ruegos y preguntas: la ineludible necesidad de un acuerdo electoral para las próximas elecciones generales entre Ciudadanos y el partido de Rosa Díez y Fernando Savater. Por encima de roces, divergencias o malentendidos, la ocasión obliga a ambos, C’s y UPD, a formalizar un acuerdo, sea la fusión, la coalición o cualquier otra fórmula operativa que, sin duda, la habrá. Que a toda costa debemos evitar la duplicidad de candidaturas, la separada concurrencia de ambas formaciones, pues esa suerte de dimorfismo no nacionalista sería una catástrofe para el objetivo, para el codiciado proyecto -la deseable pérdida de influencia de los partidos nacionalistas y la modificación de rumbo de los mal llamados partidos nacionales- y ahogaría la posibilidad, difícil no obstante, por causa de la premura de las fechas y del obediente desinterés de los medios de comunicación, de obtener representación parlamentaria e incidir en la vida política del país. Un tren, no de cercanías, al que hay que subir en marcha, pues de no hacerlo, nos lo reprocharíamos de por vida.
Prácticamente todas las intervenciones abundaron sobre ese argumento, percibido por los allí reunidos como una necesidad perentoria, prioritaria. Muy oportunamente se presentó a los 200 asistentes un cargo de la Ejecutiva de Ciudadanos que tomó la palabra para deslizar alguna crítica a los ponentes, discutir la oportunidad de la aparición en escena de Izquierda Liberal -por la supuesta imagen de inestabilidad que su constitución traslada a militantes y simpatizantes- y para recalcar también que la Dirección actual hará cuanto esté en su mano para alcanzar un acuerdo satisfactorio con los no nacionalistas de Rosa Díez. Mandato, eso deseamos, que el representante autorizado de C’s -cuyo nombre y cargo no recordamos- habría de trasladar puntualmente a sus compañeros de Ejecutiva conforme a lo manifestado de manera reiterada y unánime, clamorosa, durante el evento.
El mensaje angular, principalísimo, de la conferencia fue, como se ha dicho, el pacto electoral entre C’s y Rosa Díez, quedando todo lo demás relegado a un segundo plano. Cosas algunas importantes, de mucha miga y enjundia, pero supeditadas a esa exigencia, a ese imperativo categórico.
Recuerda Tolerancio que en el turno de ruegos y preguntas tomó la palabra un individuo poco agraciado que, torpe en sus maneras y exposición, anunció que, conforme a esa urgencia histórica, dejaría para más adelante su constitución en corriente crítica individual dentro de Izquierda Liberal, pues la alusión de la mesa a la bondad de la polémica asignatura llamada Educación para la Ciudadanía no le había entusiasmado precisamente. En ese punto Tolerancio decidió sumarse de grado a la embrionaria microsubcorriente pues ante la citada asignatura su organismo reacciona como en tiempos lo hizo el de Fernando Savater ante la idea de España, es decir, con una abundante sudoración.
También Tolerancio disintió de la referencia filosófica a un concepto tan vaporoso como es la obtención de la felicidad. Sugiere Tolerancio que Izquierda Liberal habría de confinar ese deseo al ámbito de actuación de su adjetivo, o su apellido, liberal, pues tal cosa, la felicidad -ninguna otra con tanta claridad lo demanda-, compete procurarla en régimen de exclusividad a la libre iniciativa del individuo. Sucede que la felicidad por decreto, la felicidad en un ideario, como hito programático fundacional o como meta o utopía colectiva, trae consigo un superávit monstruoso de infelicidad a los individuos que, en principio, debían beneficiarse de propósito tan altruista. La historia está llena de episodios descarnados que acreditan sobradamente lo que aquí se dice. La felicidad tutelada por las instancias que rigen o dirigen la vida civil, la felicidad como supresión del sufrimiento evitable, acarrea a menudo un incremento, que se supone momentáneo y acaba siendo permanente, de un sufrimiento que deviene inevitable, trastocando los términos de la ecuación. La ingeniería no conviene a las almas, sino a los caminos y puentes.
Si Tolerancio es feliz paseando por el bosque, abrazado a su mascota de peluche o mirando furtivamente los traseros de las viandantes, y usted lo es coleccionando sellos o celebrando los goles del equipo de sus amores, es mejor dejarlo así. Y si no somos felices, pues no hay mal que cien años dure. Pero ahora, cuando son las 10h 30’ del viernes 05/10/07, la felicidad inmediata de Tolerancio, y de otros muchos, pasa por respaldar al unísono, sin fisuras, a Rosa Díaz como la mejor candidata posible del no nacionalismo a la Presidencia del Gobierno.
Todo lo demás, o casi todo, se la suda.
2 comentarios:
Felicidades por el blog, ciudadano Tolerancio.
En este comentario pones el dedo en la llaga de lo que los ciudadanos españoles nos jugamos el próximo mes de Marzo: la emergencia o no de un tercer partido que represente a la tercera España, la de españoles libres e iguales. Emergencia que sólo es posible si UPD y Ciutadans presentan una única lista.
Uno humildemente lo decía aquí y lo suplicaba aquí.
Salud, ciudadano.
En cuanto sepa que es Atom, le daré las gracias en su propio blog.
Entretanto y como dice la canción... Ven capitán trueno y haz que gane el bueno...
Todos por la coalición electoral C's Rosa Díez.
Un saludo cordial.
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