martes, 8 de abril de 2008

¡Cámaras... inacción!


Llegan nuevas subvenciones al cine patrio. Cuando supimos meses atrás que nuestro providente gobierno regional preparaba un plan de choque en su auxilio, nos temimos lo peor… pero nuestras expectativas han sido ampliamente superadas. Un aviso del intervencionismo y de la supervisión política que se avecinan fue el nombramiento de Joel Joan como número uno del Colegio de Cineastas de Cataluña, o cosa parecida -ese gran actor que se autodefinió como amigo de los etarras en sentido y póstumo homenaje a mosén Xirinachs, una de las pocas personas que últimamente, y en honor a la verdad, se ha suicidado e inmolado el solito, como mandan los cánones suicidas e inmolatorios, o como quiera que se diga-. Elección, la de Joel Joan, que transmite una idea muy aproximada del nivel deslumbrante del gremio local del septeno arte.

Se ha establecido una renovada baremación de méritos para acceder a la mollar tanda de subvenciones. Algunos de los ítems valorados con una carretada de puntos, tal y como ha destacado la prensa, son:

-Que la película se ruede íntegramente en Cataluña. Eso se traduce en la necesaria aparición de exteriores a patadas, pues los planos en estudio ofrecen serias dudas de localización. De tal suerte que si la película es de aventuras y hay, por exigencias del guión, que filmar una secuencia en las fuentes del Nilo, habrá que conformarse con rodar los planos en Castellar de N’Hug, por contener dicho término municipal las caudalosas y bravías aguas del nacimiento del río Llobregat -ahora en espera de la aportación puntual del Segre-. No será lo mismo, pero…

-Que el equipo de producción, realización y rodaje esté integrado exclusivamente por catalanes, aunque no sabemos si de nacimiento o también de residencia. Contemplando la disposición más restrictiva, y con arreglo al primero de los supuestos, si el sonderkommando Montilla hubiera orientado su desempeño profesional hacia el glamouroso mundo del celuloide como técnico de sonido, por ejemplo -o hacia la interpretación, especializado en papeles dramáticos a causa de sus grandes dotes declamatorias- su participación restaría puntos al proyecto cinematográfico a causa de su nacimiento allende nuestras fronteras.

-Que la película aborde un asunto vinculado a la historia, tradición o actualidad específicamente catalanas. De tal suerte que en la sección de documentales, una cinta sobre una calçotada dominical en Valls o un aplec de puntaires en L’Arboç del Penedés, precederán en rango e importancia a los hipotéticos reportajes, de interés humano -como reza el tópico-, que un intrépido documentalista, jugándose el pellejo, pretendiera rodar sobre las mujeres-jirafa de Birmania, los cultivos de opio en remotas y montuosas comarcas de Afganistán o sobre la explotación vergonzante de niños esclavizados en talleres textiles del sudeste asiático. Es decir, puntaires sí, travesía oceánica en cayucos desde las costas de Mauritania, no.

-Que actores y directores sean catalanes, de nacimiento o vecindad. De modo que no tendrá sentido tantear en adelante a intérpretes de cierta nombradía internacional con un guión apetecible para promocionar un producto digno, apto para su distribución en el mercado exterior. A veces actores consagrados participan en producciones modestas si el proyecto es de su interés. Pero habremos de conformarnos para los restos con el star system autóctono. Que nadie pierda el tiempo echando los tejos a Juliette Binoche o a Audrey Tautou, la chica de Amélie, teniendo a mano a Lloll Bertran. Recordemos que Nicole Kidman trabajó a las órdenes de Alejandro Amenábar en Los otros, suponemos que renunciando a su caché habitual a cambio de intervenir en un rodaje especialmente atractivo… cierto que tampoco Amenábar es catalán y como director no obtendría puntos para optar a una subvención -que no necesita- salvo que se empadronase en Cornudella de Montsant.

Todo lo dicho hasta aquí lo pondremos en solfa con un par de ejemplos esclarecedores que servirán para hacernos una cabal idea del operativo encaminado a reflotar y proteger la industria cinematográfica local desde la dominante óptica nacionalista:

-Una película de 90 minutos de metraje con un encuadre o plano fijo, inamovible, de principio a fin, del zurullo humeante y pisoteado de un chucho callejero -cedido por una protectora de animales que acredite con papeles en regla que el animal es nacido en Cataluña-, con la Sagrada Familia al fondo, exterior fácilmente reconocible, y con una banda sonora a base de estomagantes canciones de Nuria Feliu, ganaría todos los puntos posibles, la mayor de las subvenciones. Otra de espionaje, un film trepidante rodado entre Barcelona, Marsella y Marrakech, y no nos vamos muy lejos para no disparar el presupuesto, con la intervención estelar de Hellen Mirren, por amistad con el productor, y del oscarizado Javier Bardem, tan de moda, como reclamo ambos para una digna recaudación, no obtendría ni un jodido punto, y en consecuencia, ni un duro. Como sucedería también con una despitochante cinta de piratas rodada en Malta, en el Blue Lagoon, con Edward Norton, Scarlette Johansson y Elsa Patacky, con la blusa mojada, por ejemplo.

-En caso de empate a puntos entre dos proyectos idénticos y teniendo, por exigencias del guión, que grabar un plano de la fachada de un casino -se trata de una divertida comedia sobre las andanzas de un tahúr, de un pícaro seductor y sofisticado que nos recuerda a David Niven o a Jeann Paul Belmondo-... dará más puntos que aparezca en pantalla el casino de Lloret que no el de Montecarlo. Ante un caso similar, también de empate a puntos, si el detective privado de la película sujeta a subvención, un ex-policía alcohólico y de torturada existencia, abandonado por su mujer, una especie de Bruce Willis o de Steve McQueen, se toma una cerveza en la barra de un bar, el desempate favorecerá a aquella peli en la que el protagonista se pimple una Estrella Dorada -que patrocina además la Plataforma de Selecciones Catalanas- que no si pide una Heineken al camarero. Si en otra cinta nuestra heroína, una chica estilosa y refinada, está tomando un botellín de agua en el velador de mármol de una terraza chic, será preferible, cara a las subvenciones, que en lugar de tomarse una San Pellegrino o un agüita de Évian, beba Fontvella o agua de Viladrau. Asimismo, y en caso de empate, si toca rodar una de gángsters con secuencia obligada de una función de variedades, convendrá que la vedette sea Amparo -o Empar- Moreno con plumas y lentejuelas enseñando cacha amorcillada que no Sophie Morceau en el papel de primera bailarina del cabaret.

Silencio, se rueda…quiero decir, silenci, estem rodant... ¡¡¡Corten!!! Esto es de locos. Lo siento por el cine patrio, pero que no esperen a Tolerancio en la sala. No irá al cine ni que le regalen las entradas.



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