martes, 27 de mayo de 2008

Joan Ridao, armas y/o urnas


Tienen de bueno los nacionalistas que cuando hablan se les entiende todo. Nada de sutilezas. Para qué andarse con medias tintas. El nacionalismo es poco erótico porque nada sabe de insinuaciones, de refinamientos, no está hecho para la paulatina y chispeante seducción destapista. Con ellos todo es a la brava… si les da por sodomizarte, no esperes el emoliente concurso de la vaselina, ni lo sueñes. Relaciones traumáticas, a lo bruto…
Manejan, eso sí, otros recursos, por ejemplo los paseos nocturnos con antorchas para rendir memoria y pleitesía a sus héroes inmortales a la manera de aquellos desfiles nazis con su ritualística pagana y sobrecogedora. Pero lo dicho, se les agradece esa franqueza porque no te engañan y sabes a qué atenerte cuando los tienes delante. Por esa razón, Tolerancio lo repite por enésima vez, son preferibles los nacionalistas confesos a los sonderkommando nacionalistas que enredan a muchos, nadan entre dos aguas, pero acaban siempre como escupideras del nacionalismo lamiendo su negro, sucio y pestilente culo… dejándolo todo embadurnado de babas resbaladizas.

Unos días atrás, Joan Ridao se sinceraba en una entrevista publicada por el diario gratuito 20 Minutos, que se lee en menos de 10, 19/05/2008, largando con desparpajo y campechanía, palabras textuales, que a veces dan más miedo las urnas que las armas. Llamativa afirmación que no fue destacada por el redactor extractándola en negrita y que no ha provocado reacción alguna, que sepamos, del resto de la clase política aborigen. No recordamos en tiempos una melonada de ese calibre, ni en boca del dictador más sanguinario… melonada que por otra parte retrata fielmente a su autor, aportando un perfil exacto de la auténtica naturaleza de sus convicciones.
En realidad, las declaraciones de Ridao nada tienen de sorprendentes, habida cuenta que ERC es un partido identitario, esencialista, instrumentalmente democrático, pero en su fuero interno de corte fascistoide… por su programa, episodios concretos de su historia, y por qué no decirlo, por una porción significativa de sus votantes, partidarios decididos de la exclusión de los no nacionalistas, cuando no de su aniquilación. Es decir las palabras de Ridao casan a las mil maravillas con el talante fundacional de ERC… le van como anillo al dedo.

Esto lo decía el interfecto con relación a un hipotético referéndum soberanista, pero no con la mirada puesta en el 2.014, la fecha simbólica elegida por su cofrade Carod Rovira, el Obama local, o eso dice el interfecto, por cumplirse 300 años de la Guerra de Sucesión, uno de los hitos predilectos de los nacionalistas, y, en consecuencia, uno de los episodios históricos más porcinamente manoseados, sino en un horizonte más lejano.
Para el andoba de Ridao dicho referéndum habría de producirse en cuanto los sondeos de opinión arrojaran un respaldo a la opción separatista superior al 55% de los encuestados. Es decir, a su gusto y sazón. Parece ser que ésa es la magnitud que entienden algunos organismos internacionales, de muy relativo prestigio, como umbral necesario para reconocer u homologar las ansias de autodeterminación de un colectivo dado. Y para Ridao el presente no es momento oportuno para la consulta de marras pues sus estimaciones sitúan ese afán soberanista en un insuficiente 20% y por ello concluye que es preciso demorarla sine die.

A Ridao, pues, las urnas le convencen cuando, apostando a caballo ganador, están llenas de las papeletas lisonjeras a su paladar. Pero cuando presume que no es así le dan más miedo que un nublado. Y… embolica que fa fort…y como si sus correligionarios quisieran llevarle la contraria, a los pocos días la UOC, Universitat Oberta de Catalunya, se saca un estudio de la chistera, coordinado por un tal Strubell, como uno de esos informes sobre el cultivo de la chufa o de los ritos de apareamiento del escarabajo pelotero que nos cuestan un riñón, asegurando que si se celebrara hoy un 62% de los votantes* -de una muestra compuesta por unos 1.000 individuos, ni uno más- se decantaría por la independencia de Cataluña.
Pues ya tiene Ridao su estudio, con un nada desdeñable saldo a favor de un 7%. Por lo tanto ahora que las urnas no muerden, según la UOC, ya puede el dirigente de ERC anunciar la convocatoria del plebiscito adelantándose a José Luis, a quien pillaría con el paso cambiado y a cientos de kilómetros de distancia inaugurando la embajada catalana ante el sultán del Kafiristán o acompañando a la Selección Nacional de Bolos en un campeonato promocional organizado por las naciones sin estado de la cuenca del Amazonas.

Esas urnas que inspiran a veces terror pánico a Ridao, en caso de darle la espalda, podría romperlas a martillazos y quemar las papeletas, si fuera preciso, para alimentar la lumbre de las antorchas que empuña religiosamente para desfilar ante la tumba de Companys, president màrtir, que, mucho antes de ser fusilado por el régimen de Franco, tuvo tiempo de organizar un golpe de estado en comandita con algunos sectores del PSOE en Octubre del 34 contra el legítimo gobierno de la II República y amparar años más tarde, mirando hacia otro lado, la brutal represión en la retaguardia, una vez iniciada la Guerra Civil, contra miles de catalanes, civiles desarmados y no combatientes, protagonizada en parte por militantes de ERC inscritos en los Comités de Milicias y en la gestión de la siniestra red de checas extendida por Barcelona y provincia.

Releyendo las declaraciones de ese majadero de Ridao es inevitable traer a colación la cita de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, tantas veces repetida cuando dijo aquello de que en determinadas ocasiones no queda otro remedio que acudir a la decisiva dialéctica de los puños y las pistolas. Para el fundador de Falange la democracia parlamentaria era una fase, un avatar, un episodio más, entre otros, de la organización política de una sociedad. Pero hay que situar su ideario en los convulsos años de la II República cuando la efervescencia política enfrentaba de manera radical a las diferentes banderías en un escenario de extrema debilidad institucional de las llamadas democracias formales o liberales con un fondo de turbulencia generalizada a nivel continental… qué decimos continental, mundial. Y en España, particularmente, con la proclamación de la II República tras unas elecciones municipales en las que no se solicitaba a la ciudadanía opinión sobre la oportunidad de un cambio de régimen, atentados terroristas a diario, conflictividad social desatada, un golpe de estado, octubre del 34, PSOE-ERC, contra el gobierno centro-derechista salido de las urnas en 1933, tensiones secesionistas por doquier… y con media docena de militantes falangistas asesinados antes de que José Antonio autorizara a sus escuadristas las represalias de sangre, según las crónicas periodísticas de la época, motivo por el que algunos, con chispa y gracejo, rebautizaron a FE como Funeraria Española, por el seguro horizonte de ultratumba que aguardaba a sus afiliados de aquella hora.

Sólo que los modos, maneras, y la música de fondo son muy distintos a los de aquellos años convulsos. Cierto que, como entonces, el nacionalismo achucha de lo lindo, a través de ETA o de sus tramas civiles integradas en el sistema, y que la imbecilidad domina en los partidos de ámbito nacional, tanto como en las más altas magistraturas del Estado, pero el riesgo de una contienda como aquella es impensable. Un abismo separa ambas circunstancias o contextos históricos. Por eso, en una época de paz, con sus desajustes, pero consolidada, las declaraciones de Ridao no tienen la menor disculpa o justificación y escapan de pleno al entendimiento de una inteligencia mediana.
Pero ese es el busilis de la cuestión, no son unas declaraciones comprensibles para una lógica elemental porque su portavoz habla, como un médium o una pitonisa, por boca de una ideología, la nacionalista, anclada al ámbito de las emociones, quedando su elaboración racional supeditada a funciones psíquicas reñidas tanto con una cognición tolerable como con los parámetros básicos -igualdad de derechos- de una cabal y aseada mentalidad democrática.
Para el nacionalismo, y sus agentes como Ridao, la urna es una herramienta más, pero no la única, que en una determinada situación resulta útil, pero no en otra, y si es así la desecha y cambia, llegado el caso, por el bombazo o la metralleta. Acaso por eso no pocos cuadros dirigentes de ERC fueron terroristas de Terra Lliure en sus años mozos, cuando tenían las hormonas en plena ebullición, trocando más tarde el pasamontañas por la americana y la corbata. Y, transidos de nostalgia por aquellos años de correrías, por aquellas lecturas clandestinas de manuales para elaborar artefactos explosivos entre copa y copa, corrieron a reunirse con los primos de Zumosol de la ETA en Perpiñán para pactar una estrategia conjunta que doble la mano al gobierno de la nación -de naciones- encantado, por otra parte, de jugar también esa partida de cartas con la misma baraja.

Avisados estamos del valor que tiene la democracia para un partido como ERC, sus cuadros y buena parte de sus militantes y votantes. Revisando episodios históricos uno se pregunta por qué Curzio Malaparte, el autor de La piel y Kaputt, relatos ambos espeluznantes, no incluyó un anexo de su obra Técnica del golpe de estado -con referencias continuas al general polaco Pilsudski- dedicado a próceres de la patria como l’avi Macià, que fuera teniente coronel del ejército español, inspirador de la charlotada separatista de Prats de Molló, 1925, Companys, el golpista de octubre del 34, abandonado por buena parte de su estado mayor a través del alcantarillado en aquella jornada histórica, o, si hubiera gozado del heterodoxo don de la adivinación y de la clarividencia, a los nuevos dirigentes de la formación separatista, aliada del sonderkommando Montilla, y a quienes las urnas les dan más miedo que las armas. Así se explica uno que sus militantes abucheen y amenacen de muerte a representantes de otros partidos en actos oficiales o les pinten dianas o envíen retratos a domicilio con balas incrustadas en la frente, como sucedió hace unos meses con Albert Rivera, diputado y presidente de Ciutadans.

Un día de estos Carod Rovira encargará un informe a su cuñado, pagado a precio de oro… -pues en declaraciones recientes afirma el muy zote, el de les mans netes, que encargar con dinero público un dossier a tu prima sobre la concha brillante no es un delito-… titulado Porcentaje de bajas entre no nacionalistas deportados y hacinados en un vagón de ganado rumbo a un campo de trabajo forzado y algunos, que hasta ayer les reían las gracias y les chupaban reverencialmente el ano, se llevarán las manos a la cabeza: Nunca creímos que se atreverían a tanto. Muchos votantes ultras de ERC no distinguirían una urna de un cubo de reciclaje de basuras. Y no tienen por qué incomodarse, pues nadie les pide explicaciones y además sopla el viento a su favor. Y, a fin de cuentas, si les salpica la mierda, siempre tendrán a mano una bandera para envolverse en ella y limpiarse la mugre.


*Lee Tolerancio en otro diario que la prospectiva de ese estudio no arroja un balance del 62% favorable a la separación de Cataluña, sino del 52%. No deja de ser una cifra apetitosa y a muy poca distancia del umbral codiciado por Ridao.




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