sábado, 28 de julio de 2007

PP/PNV/CiU: la historia interminable


Lo ha dicho recientemente el señor Costa en una entrevista publicada por el diario El Mundo. El interfecto -fue, eso creemos, Secretario de Estado de Hacienda- es un destacado dirigente del equipo que diseñará la campaña popular de las próximas elecciones generales. En efecto, ese distinguido ideólogo que maneja en la sombra los hilos de la propaganda y elabora mensajes para seducir al electorado, cual alquimista de la política, ha dicho que no descarta llegar a acuerdos en una próxima legislatura con CiU y PNV. Lo que traducido al román paladín quiere decir que el PP se postula y pide número, como en la cola del supermercado, para lamer a lengüetazos, de nuevo, el gordo trasero del nacionalismo. También se deduce de lo antedicho que si alguien piensa que en lo tocante a vertebración del territorio y políticas anexas, la imbecilidad, cuando no la traición, es monopolio exclusivo del PSOE, se equivoca. También el PP reclama para sí el usufructo de la idiotez. Las declaraciones del señor Costa son la prueba palmaria e irrefutable.

Esta bitácora no precisa más extensión ni argumentos. Acaso añadir la sorpresa que causa semejante declaración teniendo en cuenta la salida reciente -cese o dimisión- de Piqué y Vendrell de la cúpula del PP catalán. Es decir, por un lado el PP se reivindica como único partido nacional o constitucionalista -una vez sabido que la deserción del PSOE no tiene enmienda, en tanto no sea desplazado ZP, circunstancia harto difícil mientras acompañen los resultados electorales- al desprenderse de Matas en Baleares, por su affaire con la Mari Pau, y de Piqué en Cataluña por su comprensión o su blandura ante los nacionalistas, y por otro, en sentido contrario, apunta por boca del señor Costa una futura entente nada menos que con el PNV del pacto de Estella y del plan Ibarreche y con CiU y su constatada querencia por estatutos y notarías. Esto es, dos tradicionales gestores del nacionalismo esencialista e identitario y en buena medida responsables del actual desbarajuste. Y todo porque Imaz les ha guiñado un ojo y, mugientes como alces en celo, se les hace la boca agua.

El PP aquí nos recuerda al PSOE y le copia la fórmula. Que ejecuta las más arriesgadas cabriolas para pactar y congraciarse con toda suerte de grupos nacionalistas al tiempo que equilibra supuestamente la balanza, cuando la ocasión lo requiere, sacando a escena a espantajos en fase de momificación como Alfonso Guerra, Ibarra o Bono para demostrar con hueras y grandilocuentes manifestaciones su acendrado españolismo y disimular de ese modo turbios apaños con ETA o con ERC. Nos causa cierta consternación imaginar a los señores Sirera, Fernández Díaz, el del voto inútil a C’s, y Garcia Albiol metidos en el papel de los tres tenores, ataviados con levita de palafrenero, loando en Cataluña, según libreto, las bondades sin cuento de un posible pacto con los nacionalistas que tantas veces les han humillado y despreciado. Y nos consta que ya andan los pobres, muy voluntariosos, practicando ejercicios para distender su musculatura facial -disloque mandibular a la manera de las cobras reales de la India- y mamar, en sentido figurado, cuantos chismes les pongan a tiro en aras de la deseable gobernabilidad, si un día corresponde al PP desempeñar tan alta misión.

Más que nunca es preciso articular una opción a nivel nacional que evite la improductiva u onerosa injerencia de los nacionalistas en la política española. No es sólo una necesidad o urgencia histórica sino el único remedio disponible para salvaguardar -si estamos a tiempo- la honra en holganza y la dignidad menguante de los gerifaltes de PSOE y PP que, obsequiosos y complacientes, llevan rozados los pantalones de tanto doblar la rodilla ante sus socios periféricos.
También hemos sabido que don Mariano Rajoy progresa en los cursos de lengua catalana que toma a domicilio para, llegado el caso, hablarlo en la intimidad.

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