martes, 6 de febrero de 2007

De Juana se siente violado


Con esas palabras De Juana Chaos ha descrito su dramática situación a un grupo de escritores vascos que tuvieron la deferencia de visitarle en su habitación del hospital 12 de Octubre y levantaron acta de su horrible sufrimiento, mitigado durante el ayuno anterior con emparedados de Pan Bimbo. No sabemos si agasajaron al doliente etarra, protomártir del irredentismo vascongado si llegara a fallecer, en palabras del señor Chaves, presidente de la Junta de Andalucía y del PSOE, con algún presente para elevar su moral. Parece ser que al recibir a sus admiradores postrado en su lecho, las intermitentes señales luminosas del monitor que controla sus constantes vitales cabrillearon de contento e improvisaron una cordial salutación en código morse. En todo caso es cosa segura que no le ofrecieron bombones por mantener el paciente una estricta huelga de hambre, aunque uno de los visitantes quiso derretir un bombón, relleno de pacharán, para pinchárselo por vía intravenosa.

Acaso le llevaron flores, rosas blancas quizá, que en el lenguaje de las ofrendas florales es una declaración de amor platónico, sublimado y espiritual. Pero también cabe que tenga ese ramo repetido en sendos floreros, uno de ellos con una nota manuscrita y firmada por Pachi López y el presidente Zapatero, convencido éste de que De Juana, el mismo que comía un mes viendo en los funerales las caras desencajadas de los familiares de sus víctimas, es un hombre de paz. Pero quizá le llevaron claveles blancos que en el criptolecto floral significa vos sois mi divinidad. O un ramillete de dalias rojas que vale por vuestros ojos me abrasan que es lo que sucede a quienes se reúnen con los emisarios de los terroristas cuando les miran directamente a los ojos.

De Juana Chaos se siente violado porque le han enchufado contra su voluntad sondas para alimentarle con suero y le someten a exhaustivos análisis para determinar a diario su estado de salud. Tanto chisme le conturba, violenta su privacidad y aflige su atribulado corazón. Si es así, que espere al día que por causa de los avatares de la mecánica corporal el proctólogo le explore el recto con uno de sus intrusivos aparatejos.
Nada han dicho las portavoces de algunos colectivos feministas acerca de la audaz y acaso inapropiada analogía del ayunante terrorista y sus estuprofactas sensaciones. Pero su silencio nada tiene de sorprendente. Ni que De Juana Chaos, si troca la cama por el ataúd, se convierta en mártir y sea aupado a los altares del nacionalismo vasco y su figura loada e incensada al alimón por los propagandistas de ETA y los agentes gubernamentales partidarios de la llamada negociación. En todo caso, posibilidad que estremece a Chaves, si un tipo así alcanza el rango de mártir está todo dicho a propósito de los fieles y devotos de su causa y de semejante martirologio. ¿Qué le vamos a hacer? Hay a quien se le cae la baba delante de una foto de Geoffrey Dahmer o de Ted Bundy, dos de los más sanguinarios asesinos en serie de los Estados Unidos, cuyas andanzas han sido incluso llevadas a la gran pantalla.

Es lo que sucede cuando se desenfocan las lentes y se confunden y entremezclan las cosas. Los asesinos desalmados con mártires, las víctimas de las violaciones con los verdugos y la paz con el armisticio y la claudicación vergonzante. Quien mantiene intacto su punto de vista y no padece trastorno óptico alguno es el terrorista yaciente. No se arrepiente de ninguno de sus viles asesinatos, así lo ha manifestado a unos reporteros de un diario británico que se han colado en su habitación tan ricamente a pesar de la vigilancia policial a la que está sometido. Va a ser que les han dejado pasar a caso hecho -mejor un medio extranjero- para que la imagen doliente de De Juana nos golpee la conciencia, nos ablande y prepare para una sentencia firme de tenor distinto a la fallada días atrás por el pleno de la Audiencia Nacional. Pero algún día acabará esta pesadilla. O no.


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