martes, 20 de febrero de 2007

Marine I

Aunque lo parece no es el nombre de una sonda espacial ni de una nave tripulada de la NASA o un prodigio de la tecnología más avanzada y futurista. Es el nombre de un barco, de una cafetera herrumbrosa que hace aguas y con más agujeros en el casco que un queso de Gruyére.
El Marine I, buque fletado por mafias esclavistas, llevaba un par de meses a la deriva con un pasaje de ilegales de procedencia diversa, muchos asiáticos, y tenía como destino las costas del archipiélago canario, la tierra prometida de su procelosa travesía oceánica. En la cubierta del barco se oyó aquella famosa tonadilla popularizada en su día por Palito Ortega: Al Uruguay, guay, yo no voy, voy, porque temo naufragar.

Pero las cosas no salieron como estaban previstas y el Marine I extravió rumbo y no daba con tierra firme ni por un traspié. A lo que se ve las islas no figuraban en su carta de navegación y el Marine I andaba a la deriva como el navío del holandés errante. Una vez interceptado asistimos a la subasta en alta mar: ¿Quién se lo queda, España o Mauritania? Y lo echaron a suertes en una partida de chinos. En principio y según los convenios y leyes del mar el barco habría de regresar al lugar de donde zarpó. Y en efecto, puso proa a Mauritania.
Por otro lado, observadores de la Cruz Roja no detectaron a bordo, luego de dos meses de incierto extravío, ninguna patología infecciosa o problema sanitario de gran calibre, fuera de algunas disfunciones digestivas, catarros y otras minucias.

Lo advirtió el verano pasado un alto cargo senegalés y por esas mismas fechas, con argumentos similares, le secundaron otros ministros de países miembros de la Unión Europea. Dijeron todos que el proceso extraordinario de regulación emprendido por las autoridades españolas y los rumores difundidos por los traficantes de esclavos, encantados de pregonar a los cuatro vientos los desajustes de esa porosa normativa para captar y fidelizar a su clientela, o mejor, a sus víctimas, son ingredientes necesarios y concurrentes para incentivar la inmigración ilegal, que, como su nombre indica, se produce en condiciones de salubridad y de transporte denigrantes. Fenómeno migratorio, masivo, descontrolado, que priva a los países emisores de mano de obra de buena parte de su juventud, dificultando el relevo generacional y obstaculizando sus posibilidades de desarrollo.

Entretanto una ONG estima que 1 de cada 3 pateras naufraga y que en lugar de 2.000 muertos en alta mar, por naufragio o directamente por defenestración por la borda para solaz de los voraces escualos, la cifra podría ascender a más de 7.000… cifra que desconoce o niega el ministro Caldera, artífice en buena parte, aunque de manera inconsciente, de esta descabellada y dramática historia. Lo de inconsciente interesa a su modo de proceder y a sus cálculos en la materia. Acaba de aumentar, recientes declaraciones hechas en Ecuador, en 200.000 plazas vacantes, por decirlo así, el cupo de inmigración que España precisa. Los interesados en cambiar de aires volarán desde el país equinoccial con Air-Madrid para su mayor seguridad.

El Marine I se merece un documental que forme parte de esa película titulada Hay motivo II que ya está rodando lo más granado de los cineastas españoles, siempre tan sensibles a las tragedias que padecen sus semejante por el ancho mundo. Un documental o un largometraje que habría de contar las peripecias, cuitas y porfías de todos y cada uno de esos anónimos argonautas del Marine I en pos de su vellocino de oro particular.
¿Cómo acabará esta espeluznante tragedia con pinceladas de esperpento, de astracanada en la más rancia tradición de la chapuza carpetovetónica? ¿Acaso largando el gobierno español una pasta a fondo perdido para ablandar el corazón de las autoridades mauritanas en concepto de ayudas al desarrollo? ¿Con el Marine I otra vez soltando amarras y poniendo de nuevo rumbo a Canarias?

Despacho de última hora.- ¿Y con la misión policial enviada al país africano durmiendo entre cartones y mantas y sin una triste tortita de mijo que llevarse a la boca?

No hay comentarios: