jueves, 29 de marzo de 2007

Atrapados en el tiempo


Nos han metido, sin darnos cuenta, en una suerte de bucle temporal y hemos regresado al lugar en donde estábamos justo hace tres años. No nos hemos movido ni un milímetro. Es como si el tiempo fuera elástico, tal y como sostienen algunos físicos herederos de las teorías quánticas; elástico casi como la goma de mascar, y el presente diera de sí como unas braguitas de mercadillo que vocean las vendedoras ambulantes.

Hace tres años, a colación del proyecto de reforma estatutaria el ex-presidente Maragall dijo, algunos lo recordamos, que si los sectores retardatarios de la España profunda ponían trabas a la promulgación de un nuevo estatuto de autonomía con mayores cuotas de autogobierno que el anterior… habría consecuencias. Esa fue la expresión exacta. Y el estatuto sometido a referéndum fue aprobado, con una participación tan elevada que ha sido la envidia de medio mundo, superior incluso a la del nuevo estatuto de Andalucía, respaldado entre otros por Javier Arenas, del PP.
El gobierno, o desgobierno, es el mismo: el tripartito… el tripartito bis al que llamaron gobierno de progreso, denominación de camuflaje que no ha cuajado ni en la calle ni en la prensa afín al ejecutivo, que es casi toda. A mayor abundamiento tal progreso no se atisba por parte alguna. Mejor le cuadra el antónimo, de regreso, porque, y esa es la tesis de esta bitácora, hemos regresado al lugar de partida. O es que siempre estuvimos allí.
En esta ocasión ha sido el presidente del parlamento, Ernest Benach, el mismo de la anterior legislatura, quien ha dicho que si prospera alguno de los recursos planteados ante el Tribunal Constitucional contra todo o parte del redactado estatutario habrá una crisis de estado y el catalanismo político, todo él, concertadamente, habría de preparar con discreción un plan B, trasladando a la ciudadanía una sensación de exquisito respeto a las resoluciones judiciales en caso de fallo contrario a los intereses del régimen, siendo aquí un hecho irrelevante, anecdótico, que el señor Benach pertenezca a una formación que solicitó el no en aquella consulta. O habrá consecuencias o habrá crisis de estado.
La cuestión es andar siempre al albur de alguna amenaza de hecatombe promovida desde las mismas instituciones. Nos dijeron que por una vez acometerían asuntos de calado social, que afrontarían los problemas reales de la ciudadanía y que dejarían de lado las cuestiones identitarias y soberanistas. Pero siempre dicen lo mismo y siempre hacen lo contrario de lo que dicen.

El fondo escénico es parecido, cambian algunos protagonistas, pero su actuación no afecta al desarrollo dramático: entonces fue Carod Rovira quien la armó reuniéndose con ETA en Perpiñán, aunque el sobresalto fue relativo, pues a muchos nos da en la nariz que el encuentro con la banda terrorista figuraba en el guión. Y ahora ha sido Xavier Vendrell, otro gerifalte de ERC, consejero durante unos días del primer tripartito, quién ha dado el susto a Montilla proponiendo a CiU un pacto de gobierno a cambio de otro referéndum, éste de autodeterminación.
Entretanto la OPA a Endesa sigue sin resolverse, aunque el primer asalto inseminador, el de La Caixa por intermedio de Gas Natural, aderezado con créditos condonados al PSC, tiempo ha que salió rana. La deficiente estabilidad institucional, la misma, pizca más o menos. La sumisión de la prensa local a la oligarquía dominante, también. Y tantas otras cosas. Estamos en lo mismo. Como Bill Murray, el protagonista de Atrapado en el tiempo, que al incorporarse de la cama descubre que revive siempre el mismo día durante la fiesta de la marmota. Tres años no es nada, como dice el tango, pues el tiempo, más que relativo, es elástico.

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