martes, 27 de marzo de 2007

Las siete maravillas del mundo


Promueven por estas fechas una suerte de top-seven de las principales maravillas arquitectónicas del mundo. Se trata de elaborar un listado de las grandes obras realizadas hasta la fecha por la estirpe humana en la época moderna. Cada país propone su candidata y alienta el voto del paisanaje mediante SMS o correos electrónicos apelando a cierto espíritu patrio. Cada cual dirá la suya y habrá quien postule el Taj-Mahal, la capilla Sextina, la torre Eiffel o la gran muralla china.

La cadena de televisión Antena 3 ha iniciado su particular campaña en favor de la Alhambra de Granada, un complejo monumental que, desde luego, merece consideración y cuenta con motivos de peso para figurar en esa lista, toda vez que el monasterio de El Escorial no cuenta hoy como antaño con defensores muy entusiastas. La razón es sencilla: en una hipotética tabla de cotizaciones como las bursátiles pero aquí de hechos civilizatorios, por así decir, el cristianismo se ha desplomado como valor en las últimas fechas. Cotiza a la baja por diversas causas que sería prolijo enumerar. Pero esa es otra historia.

No obstante, la elección de Antena 3 no satisface empero el hecho diferencial que nos adorna a los catalanes, también en su acepción monumental o arquitectónica. Tolerancio, que aquí se manifiesta como portador, coéforo, de las esencias patrias, entiende que habríamos de concursar con una propuesta propia y, claro es, diferenciada, del mismo modo que nuestras providentes autoridades ultranacionalistas sostienen que los atletas catalanes habrían de competir en las Olimpiadas bajo bandera e himno distintos que los españoles, aunque sea al amparo del muy digno estandarte andorrano. A fin de cuentas algunos de nuestros deportistas de elite tienen fijada su residencia en el soberano país de los Pirineos para rehuir la acción confiscatoria de la Hacienda Pública.

La complicación reside en las muchas maravillas que orlan y jalonan nuestro solar patrio y decidirse por la más apropiada no es tarea fácil. Arte románico tenemos para dar y vender. El gótico cuenta con numerosas perlas en toda Cataluña. Qué decir del modernismo, siendo Barcelona una de sus plazas de mayor nombradía. Acaso el fastuoso complejo liliputiense Cataluña en miniatura, sito en Torrellas de Llobregat, o el templo expiatorio de la Sagrada Familia -siempre que confeccionen el listado antes del inicio de las obras del AVE que transcurren al lado del singular e inacabado monumento-. Son pues esquivas al cálculo como la arena de la playa las joyas por las que Cataluña optaría de pleno derecho a situar alguno de sus tesoros artísticos en esa suerte de clasificación planetaria.

Pero habría que buscar aportaciones distintas del boato, de la majestuosidad que propugnan los demás contendientes. Sería novedoso y ocurrente promover una candidatura distinta que rompiera moldes. No habría de residir el encanto y la trascendencia de un monumento forzosamente en la grandiosidad de las dimensiones, sino en la bondad de su motivo y significación, o en las virtudes innúmeras del personaje al que está dedicado un determinado complejo escultórico. Habría que postular monumentos que establezcan una vinculación distinta, más cercana, entre hombre y universo.

Por esa razón Tolerancio propone el monumento a Maciá de la plaza de Cataluña de Barcelona. No es un monumento colosal, ciclópeo, sino hecho a la medida humana, integrado sin estridencias en el paisaje urbano. Y también, por qué no, hecho al gusto de las palomas, emblemático trasunto ornitológico de la paz, que se pasean por su cornisa y desde la que arrojan sin cesar una diluvial lluvia de rectales medallones de corrosivos excrementos.
Un monumento, esa es su virtud, sin más pretensiones. Acaso la de rendir homenaje al gran estadista, lince de la política y de la estrategia militar, todo un Clausewitz indígena, que, desilusionado de su paso por el ejército español al ser desestimado su sesudo plan de renovación de la flota submarina, cayó del caballo como Saulo camino de Damasco y descubrió entonces su providencial misión al servicio de Cataluña.
Un hombre que al mando de una partida armada, un puñado de juramentados patriotas prontos a derramar hasta su última gota de sangre, cierto que cocidos a ratafía en una masía en los alrededores Prats de Molló, desafió peligros sin cuento y pretendió atravesar la frontera para desencadenar una virulenta insurrección en todo el Principado, si no llega a ser interceptado a tiempo y desarmado por agentes de la Gendarmería francesa que patrullaban aquellas montuosas sendas en bicicleta.
Un monumento, pues, dedicado, cierto que a un hombre único e irrepetible, un auténtico padre de la patria, pero también a todos nosotros, a ese indómito rebelde que llevamos dentro conjurado en pro de las libertades y símbolos nacionales. Un homenaje a nosotros mismos.

Por esa razón Tolerancio anima a quién estas líneas leyere a enviar un SMS, un correo electrónico o una carta certificada con acuse de recibo a la UNESCO votando por el monumento erigido in memoriam de Francesc Maciá en la plaza de Cataluña de Barcelona. Entre todos podemos conseguirlo. Nos despedimos con la célebre divisa, prodigio de la inteligencia, que en vida era el obligado colofón de sus piezas oratorias: Catalans!... Catalunya!

1 comentario:

miguel angel dijo...

Como ciudadano interesado en advertir del peligro de la idolatría sectaria(los idolos se justifican en "obras e imágenes del lider") , me permito hacer la sugerencia de una actidud mas "tolerante" a mi buen amigo TOLERANCIO.
No creo necesario ni posible la creación de una serie de monumentos identitarios de una realidad nacional, demonos cuenta que las naciónes son hechos puntuales y temporales.
En cuanto a la propuesta del monumento del INSIGNE Francesc Maçiá para la representación farónica del pueblo, dando un protagonismo relevante a un SERVIDOR de una causa sectaria, en cuanto no representa a la totalidad de la población a la que se intenta representar, indicar que presento una protesta en singular e individual, yo sintiendome gallego necesito exigir que no se tenga en cuenta esta propuesta, pues aunque en distintos ambitos pero dentro de una misma unidad patria, (temporal y puntual)exijo el mismo derecho de representividad del monumento a "castelao", procer de las letras gallegas, eso sí reconociendo que no recibe el aporte excremental "palomino" que soporta el INSIGNE D. Francesç Maçiá