jueves, 1 de marzo de 2007

Trenes y sanidad de cercanías


Una vez aprobado el estatuto de autonomía, con una escasa participación del electorado, y constituido el nuevo tripartito, los gobiernos central y autonómico pondrán en marcha las comisiones bilaterales para abordar diversos asuntos de su interés. Uno de esos asuntos es el traspaso de la red de cercanías de RENFE. Tema de actualidad por la, cuando menos, oportuna e interminable retahíla de averías e incidencias como jamás la hubo en muchos años de servicio ferroviario.
Es el pan de cada día. No pasa uno sin un nuevo desbarajuste con amplio tratamiento informativo. Si uno fuera mal pensado diría que estamos ante una campaña para deteriorar la imagen del servicio mediante una premeditada dejadez -voladura controlada- para concienciar a los usuarios y a toda la población de la pertinencia de su traspaso, pues por algún inextricable misterio se supone que la ciudadanía percibe que las cosas gestionadas por las administraciones locales funcionan mejor y más fluidamente.

Para muestra un botón: la sanidad. Es una de las competencias estelares traspasadas desde hace años y en cambio la atención sanitaria que depende de la administración autonómica no goza de muy buena opinión, o mejor, de muy buena salud. Y Tolerancio ha tenido ocasión de comprobarlo a partir de una experiencia en carne propia, o más propiamente, de su señora.
A la señora de Tolerancio le tocaba revisión ginecológica en un CAP céntrico, próximo al popular mercado de San Antonio. Y, obediente y cumplidora, acudió puntualmente a la cita acompañada de su amante esposo que, mientras duró la visita, permaneció firme como un clavo en la antesala anexa a la consulta.
No interesa hacer comentarios sobre las instalaciones, en permanente estado de reforma, pues esa circunstancia, presumimos, se repite por doquier.
Al cabo de unos minutos finalizó la visita médica. Visto y no visto. Afortunadamente todo estaba en su sitio, por así decir, en perfecto estado de revista hasta tal punto que el doctor citó a la usuaria… ¡A tres años vista! Tomó sus muestras para realizar un análisis y le confió que si detectaba algo se pondría en contacto con ella antes de mes y medio.

En definitiva: te someten a una analítica que no te entregan ni te comentan, salvo que detecten algo. Se ahorran darte los resultados. Con lo que a todos nos gusta que nos digan presencialmente: todo correcto, está usted la mar de bien. Y la próxima cita… dentro de tres años… largo me lo fiáis… tratándose de una mujer de 41 años de edad. Curioso. Ahora que las mujeres se han concienciado de la necesidad de someterse a revisiones periódicas con carácter preventivo, a ser posible semestrales o anuales, retrasan éstas cuanto pueden para aportar datos estadísticos relativos a la atención sanitaria que avalen la hipótesis, discutible, de la mejoría de los servicios médicos y de la reducción de las antaño largas y desesperantes listas de espera.
Y una cosa más… el doctor era nuevo, sudamericano, a caso por falta de especialistas autóctonos. Nada que objetar a la procedencia del mismo. Pero… por doloroso que resulte debo decirlo: el especialista exploró a mi señora… ¡¡¡en castellano!!!... ¡¡¡aaarrrggghhh!!!... en ese idioma que aprenden los niños en el taller de manualidades o saltando a la comba en el patio… pero que podría ocasionar graves trastornos en el caso presente por tratarse de una zona de la anatomía femenina en extremo delicada una vez expuesta a esa espeluznante contaminación fonética.

Alguien imbuido de un infecundo amor al terruño, a la proximidad, a la cercanía, podrá decir: ¿Que los trenes y la sanidad funcionan mal? ¿Y qué? Pero son nuestros trenes y nuestra sanidad. La patria impone a veces sacrificios e incomodidades. Dulce et decorum est pro patria mori.

No hay comentarios: