La ministro/a Trujillo, que no sabemos por qué razón no goza de buena prensa, a pesar de ser una de las más innovadoras del gabinete por la calidad de sus ocurrencias, ha cometido en fechas recientes un grave desliz estadístico. En efecto, a colación del acceso de los jóvenes a su primera vivienda ha patinado al decir que un 80% no tiene problemas para encontrarla, sea de 30, 60 o 300 metros cuadrados.
La pura lógica desvela el cálculo erróneo de la ministro/a. La primera vivienda de los jóvenes, en sentido estricto, es la misma que la de los padres, si entendemos el concepto familia o núcleo familiar en una acepción amplia con comunidad de bienes incluida. De tal suerte que los jóvenes, cuando lo son mucho, muchísimo, tan jóvenes que son recién nacidos, acceden a una vivienda sin el menor problema, pero no el 80 sino el 100%.
Claro que la calidad de las viviendas es otra y muy distinta cosa. Los hay que nacen en el seno de una familia acomodada y gozan de una vivienda espaciosa y los hay menos afortunados, aparcados los pobres en un cuchitril diminuto. Pero retrocediendo hasta la juventud más incipiente e inaugural todo ser humano tiene techo y manutención asegurados durante la gestación, en el confortable, nutricio y mullidito seno materno.
Por eso pensamos que la ministro/a ha pecado en esta ocasión por defecto, por causa de una escrupulosa modestia. Cierto que el mérito no es de su ministerio, pero el porcentaje de los jóvenes con alojamiento no es del 80, sino del 100%, excepción hecha de algunos desajustes extremos, desahucios y otras dramáticas circunstancias que interesan a la impecunia de sus mayores. Y algunos le cogen tanto apego a esas cuatro paredes que no marchan del hogar paterno hasta los 40 años.
¿Recuerdan aquellas declaraciones tan controvertidas que hizo en su día Álvarez Cascos relativas al precio de la vivienda… no será tan elevado si todo el mundo se compra una? Que buena pareja harían ambos al frente de tan activo y resolutivo ministerio, compartiendo un despachito de 30 metros cuadrados.
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