Por una vez leemos algo cabal en la prensa. En efecto, según el diario gratuito 20 Minutos, martes 26 de junio (minutaje excesivo, pues bastan 10 para ojearlo, el doble de tiempo que requiere El Periódico de Cataluña) el Defensor del Pueblo, señor Múgica Herzog, propone eliminar el tuteo alumno/profesor en el ámbito de la Educación.
Es noticia que algo tan elemental y obvio sea noticia, pero el colectivo es el que es, gracias a muchos factores que sería prolijo y engorroso enumerar, y andamos algo ayunos de luces y criterio. Pero nos felicitamos de que alguien diga el rey va desnudo cuando va desnudo -aunque lleve al hombro una bien calibrada escopeta de caza para abatir venados y osos balcánicos, pero ésa es otra historia-.
Su razonamiento es impecable: la supresión del tuteo habría de restablecer, en parte, el respeto perdido al docente y un sentido mínimo de la disciplina para habilitar el aprendizaje, que es la misión, en definitiva, de la escuela, reduciendo de ese modo el preocupante aumento de violencia en las aulas. Nos llega al momento la queja de los enojados pedagogos de la más desatada progresía echando pestes de semejante iniciativa por retardataria, apolillada y caduca, copiada, dirán, de los mensajes de Sarkozy en las pasadas elecciones.
Nos dirán que no se respeta más a una persona por adoptar el trato de cortesía cuando a ella nos dirigimos -¿Cómo que no?-. Y que el respeto es además cosa íntima y privada -no nos interesan sus intimidades, señores-. Sólo un fulano imbecilizado intensivamente puede discutir que el respeto entre personas (aún siendo niños y adultos) ha de tener una expresión pública. Son los mismos que nos dicen, respecto del matrimonio como institución, sea religioso o civil, que no se quiere más a una persona porque lo diga un papel -ni menos-… pero es preferible que determinadas cosas consten en un papelito, en un documento, por ejemplo, la paternidad o custodia legal de un menor, de tal suerte que no está de más poder demostrar que Luisito es nuestro hijo cuando solicitamos una beca al estudio o le inscribimos en una guardería municipal, si alguna hay. Y no querremos menos a Luisito porque un documento debidamente compulsado certifique que es nuestro amado retoño.
El sentido común no obedece a banderías políticas, pero habrá que añadir que la verdadera concepción progresista y eficaz de la educación, o mejor, de la instrucción, es aquella que sostiene que la calidad de la enseñanza pública es un bien a proteger con buen juicio. Pues una enseñanza pública eficaz es una de las pocas herramientas de que disponen las personas de extracción modesta o humilde, que no pueden costear matrículas en escuelas de postín y rancia tradición, para procurar la promoción social de sus hijos. Una enseñanza pública devaluada, con chicos desmotivados que pasan de curso suspendiendo la mitad de las asignaturas y que no prestan atención al profe a quien pueden tutear y tratar como a un igual, que es lo que ha sucedido de un tiempo a esta parte al amparo de las tendencias no progresistas sino progres en la educación, empeoran el nivel académico del alumnado confinándolo de por vida a la incultura o a poco más que la alfabetización funcional para mejor digerir mensajes facilones y repetir lemas y consignas de ínfimo nivel difundidos por los mass-media.
Ya era hora de que un cargo público escapara a la moda dominante de la idiotez consensuada, sin enmienda. Si a ello unimos la intachable actitud del Defensor del Pueblo frente a los atropellos de los nacionalismos excluyentes e insolidarios interponiendo recursos de inconstitucionalidad a delirantes redactados estatutarios y a su determinación y firmeza frente a los terroristas y frente a las traiciones varias de sus propios compañeros de partido… hemos de concluir que es uno de los pocos políticos en activo que merece homenaje y reconocimiento de la ciudadanía.
Por ello Tolerancio funda aquí el club de fans del Defensor de Pueblo y se postula para presidirlo. En breves fechas abriremos el plazo de inscripción.
Es noticia que algo tan elemental y obvio sea noticia, pero el colectivo es el que es, gracias a muchos factores que sería prolijo y engorroso enumerar, y andamos algo ayunos de luces y criterio. Pero nos felicitamos de que alguien diga el rey va desnudo cuando va desnudo -aunque lleve al hombro una bien calibrada escopeta de caza para abatir venados y osos balcánicos, pero ésa es otra historia-.
Su razonamiento es impecable: la supresión del tuteo habría de restablecer, en parte, el respeto perdido al docente y un sentido mínimo de la disciplina para habilitar el aprendizaje, que es la misión, en definitiva, de la escuela, reduciendo de ese modo el preocupante aumento de violencia en las aulas. Nos llega al momento la queja de los enojados pedagogos de la más desatada progresía echando pestes de semejante iniciativa por retardataria, apolillada y caduca, copiada, dirán, de los mensajes de Sarkozy en las pasadas elecciones.
Nos dirán que no se respeta más a una persona por adoptar el trato de cortesía cuando a ella nos dirigimos -¿Cómo que no?-. Y que el respeto es además cosa íntima y privada -no nos interesan sus intimidades, señores-. Sólo un fulano imbecilizado intensivamente puede discutir que el respeto entre personas (aún siendo niños y adultos) ha de tener una expresión pública. Son los mismos que nos dicen, respecto del matrimonio como institución, sea religioso o civil, que no se quiere más a una persona porque lo diga un papel -ni menos-… pero es preferible que determinadas cosas consten en un papelito, en un documento, por ejemplo, la paternidad o custodia legal de un menor, de tal suerte que no está de más poder demostrar que Luisito es nuestro hijo cuando solicitamos una beca al estudio o le inscribimos en una guardería municipal, si alguna hay. Y no querremos menos a Luisito porque un documento debidamente compulsado certifique que es nuestro amado retoño.
El sentido común no obedece a banderías políticas, pero habrá que añadir que la verdadera concepción progresista y eficaz de la educación, o mejor, de la instrucción, es aquella que sostiene que la calidad de la enseñanza pública es un bien a proteger con buen juicio. Pues una enseñanza pública eficaz es una de las pocas herramientas de que disponen las personas de extracción modesta o humilde, que no pueden costear matrículas en escuelas de postín y rancia tradición, para procurar la promoción social de sus hijos. Una enseñanza pública devaluada, con chicos desmotivados que pasan de curso suspendiendo la mitad de las asignaturas y que no prestan atención al profe a quien pueden tutear y tratar como a un igual, que es lo que ha sucedido de un tiempo a esta parte al amparo de las tendencias no progresistas sino progres en la educación, empeoran el nivel académico del alumnado confinándolo de por vida a la incultura o a poco más que la alfabetización funcional para mejor digerir mensajes facilones y repetir lemas y consignas de ínfimo nivel difundidos por los mass-media.
Ya era hora de que un cargo público escapara a la moda dominante de la idiotez consensuada, sin enmienda. Si a ello unimos la intachable actitud del Defensor del Pueblo frente a los atropellos de los nacionalismos excluyentes e insolidarios interponiendo recursos de inconstitucionalidad a delirantes redactados estatutarios y a su determinación y firmeza frente a los terroristas y frente a las traiciones varias de sus propios compañeros de partido… hemos de concluir que es uno de los pocos políticos en activo que merece homenaje y reconocimiento de la ciudadanía.
Por ello Tolerancio funda aquí el club de fans del Defensor de Pueblo y se postula para presidirlo. En breves fechas abriremos el plazo de inscripción.
2 comentarios:
Pues sí, me apunto en cuanto se abran las inscripciones.
Tan buen ídolo y mejor capitán de fans.
Un saludo desde Beirut
Tolerancio a Pablo
¿Beirut?... Repito ¿Beirut?
Cuídate mucho y un fuerte abrazo
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