Durante la pasada campaña de las elecciones municipales faltó un pelo para que al candidato del PSE a la alcaldía de Guetaria (Guipúzcoa) le estallara una bomba adosada a su automóvil. El hombre estaba dando clases en una ikastola mientras los terroristas, o, según quién dé la noticia, unos gamberretes faltos de atavío -acaso alumnos pillastres que habían hecho novillos el día de autos pero que llevan al dedillo la asignatura de Química Explosiva-, juntaban cables y detonadores a las botellas de camping-gas.
A Tolerancio, inocente cual cervatillo asustadizo que ramonea tiernos brotes, le asombra la descripción del explosivo como artefacto casero. Cómo si no lo fueran los bombazos que acaban destripando a sus víctimas. Como si, al contrario, los terroristas ensamblaran los artefactos de marras en la vía pública o en el banco de un parque, a la vista de todo quisque. Los terroristas, que sepamos, preparan sus bombas en lugares ocultos, en escondrijos o guaridas, en casas particulares, caseríos o pisos francos. Luego todas sus bombas son caseras.
Parece que el artefacto de Guetaria tenía la potencia suficiente para haber desguazado el automóvil y abrasado al señor Elola de haber sido detonado. Aunque el Secretario General del PSOE, el incorru-tible José Blanco, desmintió que se tratara de un acto terrorista. En su do-ta opinión fue un vandálico episodio de kale borroka, que a lo que se ve, es una modalidad de terrorismo como más doméstica o casera. Dicho así el artefacto de Guetaria cobra un aire de terrorismo chapucero a lo Pepe Gotera y Otilio de la capucha. Y nos recuerda esos concursos de tortillas caseras y otras verbenas populares que promueven entidades o concejalías de festejos.
Ahora que ANV -es decir, ETA o Batasuna- ha vuelto a las instituciones con paso firme gracias a la descomunal campaña gratuita que le han hecho los medios de comunicación (ha obtenido unos excelentes resultados, con mayorías absolutas en varios municipios de Guipúzcoa, principalmente), sus concejales podrán promover talleres para la elaboración casera de artefactos explosivos donde unos supervisores competentes en la materia ponderarán la pericia de los concursantes. Con el dinero de todos, claro… pues gracias a la acción concertada del gobierno ZP, Fiscal General y Tribunal Supremo -esta lista sí, ésta no- los terroristas gestionarán unos 200 millones de euros anuales de los consistorios en concepto de partidas presupuestarias, una cantidad que da para mucho, como financiar esos concursos de bombas caseras a la guisa de otros más veniales de tortillas y paellas o esas trobades de puntaires que jalonan nuestra geografía, sólo que aquí se tratará de hilvanar cables en lugar de hilo. Ya lo han advertido ufanos y satisfechos, engallados como mariachis, véase el último comunicado de ETA, que en adelante las fiestas patronales en esos pueblos van a ser la bomba.
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