Hemos sabido que el secretario de Organización del PSOE, don José Blanco, es un habitual de las alocadas noches ibicencas. No le reprochamos mal gusto al hombre, nada de eso. La isla blanca con sus calas, sus paisajes, sus arboledas, sus encalados pueblitos del interior, la caldereta de langosta y el magnífico conjunto arquitectónico de Dalt sa Vila… es una maravilla, un paraíso del Mediterráneo. Al contrario, esa afición es sobrado motivo para renovar nuestra devoción por el ocurrente personaje, luminaria de la teoría política y orador de una densidad conceptual equiparable a un Demóstenes, un Cicerón u otros afamados rétores de la antigüedad clásica.
En efecto a don José Blanco se le ha visto, dicen, rompiendo la pana en las discotecas más cool y à la page del lugar, Ku, Space, Privilege, Amnesia, revelándose como un noctámbulo empedernido y todoterreno que, con unos tragos al coleto y de la mano del ínclito Pocholo, se sube a la barra y emula a los boys más atrevidos y mejor equipados de la alucinógena noche insular. Blanco ha convertido aquel gran éxito de la música dance, People from Ibiza, en la piedra angular del edificio -o mejor, de algunos edificios por los que anónimos personajes, dicen que unos 40, se han embolsado comisiones y mordidas la mar de suculentas-.
Pero no es menos cierto que desde hace unos días anda un pelín malhumorado a raíz de las acusaciones de un dirigente de la Federación Socialista Pitiusa, qué hermoso nombre, desveladas por la prensa y de las que hará caso omiso el Fiscal Anticorrupción, como se desprende de las sorprendentes declaraciones de Conde Pumpido, que no autorizará actuación alguna en la materia hasta que se diriman las próximas elecciones municipales.
En estos días en que sospechas de diversa índole se ciernen sobre un abatido José Blanco, hemos sabido que tras pasear por el mercadillo jipi de Es Canar con guirnaldas al cuello, contemplar la puesta de sol en la playa con ademán meditabundo para reencontrarse consigo mismo e ingerir mixturas esenciales, de las que abundan en la isla, dispuesto a provocarse percepciones mágicas, oníricas y coloristas, conectadas a los ritmos de la madre tierra y abrir su mente al universo, ha compuesto, fruto de esa suerte de retiro espiritual, este rap exculpatorio para dar su versión de los hechos. Rap que cantará en las discotecas que tantas veces ha frecuentado y que pretende comercializar en formato CD en el top-manta, sin permiso de la omnipresente SGAE, destinando un 0’7% de los ingresos a una afamada ONG participada por varios compañeros de la Oficina Económica del Gobierno llamada Intermoney.
El rap de Pepín Blanco
Las acusaciones son inace-tables,
A las corru-telas soy impermeable.
No conozco a esos cos-tru-tores.
No me van los planes de los po-motores.
A Pepín le va la fiesta, la gente guay, la gente abierta.
Lo mío es la paz…
Y nunca me verás en la guerra de Irak.
La paz, sí, yeah, la paz…colega…
Y comerle las domingas a la Paz… Vega.
Que no me po-voque, que no me po-voque,
Ese falsario de López, Roque.
Que le doy con el estoque,
Con un pali-toque,
Con el álbum de Ti-tín
Titulado Stock de Coque.
Infundios, trolas, bulos y bolas,
La mía es la gente de las chabolas.
Manos limpias, soy un hombre honesto,
Mi historial es Blanco y está perfe-to.
Esas calu-nias no me hacen mella,
Y ahora mismo le planto una querella.
A mí lo que me gusta es el amol,
Es el buen rollito
Y por eso le pido
Al bueno de Cupido
Que apunte a la diana,
Y me saque de esta vaina
Conde Pumpido.
Esto del ladrillo es un mal viaje… es el caos,
Me da mal rollo… me tomo una pasti
Y me voy de marcha con De Juana Chaos.
Que no me po-voque, que no me po-voque,
Ese falsario de López, Roque.
Que le doy con el estoque,
Con un pali-toque,
Con el álbum de Ti-tín
Titulado Stock de Coque.
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