Si leyó en la prensa la crónica de una reciente comparecencia conjunta del Molt Honorable President, don José Montilla, y del reputado empresario, señor Lara Bosch, durante una conferencia del Círculo de Economía celebrada en Sitges, y no le sacudieron violentas arcadas es que su aparato digestivo funciona a las mil maravillas y está usted hecho un roble.
El señor Lara elogió la estabilidad del gobierno tripartito y la sensación de mando que traslada a la opinión pública, felicitándose por la aplicación del novísimo estatuto de autonomía, que era, recordemos, una prioridad para la ciudadanía en pleno tal y como reflejan la encuestas de aquellos días, al tiempo que el señor Montilla, fogueado en el ámbito de las altas finanzas tras la condonación de los intereses del crédito concedido por La Caixa al PSC, cuando era Secretario de Organización en la calle Nicaragua, y por sus gestiones concernientes a la OPA a Endesa cuando ministro de Industria, animó a los empresarios allí reunidos a crear multinacionales. De la complacencia del señor Lara Bosch con el tripartito II se deduce que la doctrina nacionalista del expolio ha calado hondo en las filas del empresariado catalán, siempre tan sensible a los vientos que soplan. Capacidad proteica para la mudanza de largo recorrido que va del provechoso idilio con el franquismo a su actual y ventajosa apuesta por el soberanismo.
No obstante, la escala de una empresa multinacional depende de las naciones contempladas. Hoy, a tenor de los diferentes redactados estatutarios, las naciones proliferan por doquier, como por esporas, y son naciones Andalucía, Cataluña, País Vasco y Galicia, sin excluir otras candidatas. De tal suerte que, con arreglo al desbarajuste plurinacional de España, una empresa de transporte de pasajeros o mercancías por carretera que promueva, por ejemplo, viajes desde Mataró o Argentona a Santiago de Compostela y La Coruña, en sentido estricto, es una multinacional. Acaso modesta, pero multinacional con todas las de la ley. Lo mismo sucede con las cooperativas frutícolas ilerdenses que distribuyen sus artículos por Huesca y Zaragoza a la manera de la United Fruit Company.
Esa labor, en definitiva, ya la realizaron años atrás, adelantándose a las contingencias mercantiles del futuro, los sufridos representantes catalanes, precursores de los agentes comerciales de hoy, tan dinámicos y agresivos, que llevaban sus muestrarios y catálogos en un maletín por esos pueblos de España, pernoctando en modestas pensiones. De modo, señor Montilla, que su recomendación llega con varias décadas de retraso. La inmensa mayoría de las empresas catalanas ya son multinacionales.
1 comentario:
La UFCO, tolerancio, ni más ni menos. Uno, que siempre fue un sentimental
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